VIDA DE LA PALABRA últimas semanas DICIEMBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18) y la de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5):
1.- Mi madre salió bien de la operación de cadera, (gracias
también a la oración de tantos: ¡gracias!).
Cuando la dejaron un día más de lo esperado hospitalizada, tratamos de
verlo con alegría y sin cejar en la oración, adaptando rápidamente los planes
de cada uno. A cada uno que venía a visitarla o al personal del hospital, cada
vez le dábamos las gracias con una sonrisa, (y, si estábamos varios, cada uno
le decía un “¡gracias!”).
En muchos momentos luego me emocionaba recordar la generosidad de mi
madre, casi innata, (siempre, igual que mi padre las muchas veces que estuvo
hospitalizado), cuando la enfermera le traía la comida, nos decía con ilusión a
quien de nosotros estuviera cuidándola en ese rato: “come tú, rico mío; que es
tarde”. “Pero mamá, ¡si es tu comida! Y es muy pronto todavía. Ya comeré yo
cuando me releven”. “Bueno, ya, pero cómela tú y luego me dejas algo si no
tienes más gana”.
1b.- Cuando estos días, ya en casa, ha empezado a dar sus
primeros pasitos con el andador, ella iba casi siempre tarareando o cantando
abiertamente: “alabado seas mi Señor…”. A veces se paraba un instante
insinuando que le dolía, que tenía molestias, pero… ¡en seguida seguía
caminando con esas u otras alabanzas o salmos o villancicos! Naturalmente yo (y
si estaba alguien más de la familia) nos uníamos en el tarareo de la melodía o
cantábamos también.
Anteayer la tuve que cambiar porque no llegamos a tiempo al servicio:
temí que se desanimara. Pero no, al instante, aceptándolo todo, me daba las
gracias. Y le contestaba yo: “¿y las veces que tú me cambiabas a mí?, ¿qué?”. Y
al ratito, pasados los apuros, ella y yo seguimos alegres, y ella tarareando.
Cada “avance” ella y todos dábamos gracias a Dios por todo. Y ahora
también, cuando por whatsapp los hermanos nos vamos comunicando su evolución.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18), la de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5) y la de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21):
1.- “…unos días
después de la muerte de mi hermana me he sentido cansado, con la mente y el
corazón un poco aturdidos. Me inscribí en unos Ejercicios Espirituales.
Al principio no conseguía estar a
gusto, sin alboroto mental, pero poco a poco se ha ido abriendo paso la calma y
la luz. En algunas ocasiones, de rodillas, adorando al Santísimo, me cansaba
enseguida y estaba deseando salir de la capilla; pero notaba una voz que me
decía “Aguanta, aguanta un poco más”. Los últimos minutos eran los mejores,
estaba cómodo, concentrado, sin prisa delante de Jesús.
Los Ejercicios han sido, al final, una
bendición, y al salir de ellos La Palabra de Vida “vosotros no sois hijos de
las tinieblas, sino hijos de la luz y del día” me ha ayudado a dejarme llevar
por Jesús, a actuar orientado por Él en varias ocasiones.
1b.- En una
ocasión conseguí tener paciencia ante el
comportamiento reprobable de una persona. Me sentía muy disgustado, pero no
actué impulsivamente. Después, pasados unos días, le corregí con delicadeza y
reaccionó reconociendo su fallo,
amigablemente.
1b.- Un día he ido
a ver a un amigo enfermo al hospital, y después le he visitado varias veces
más. Al ofrecerle los sacramentos de Jesús me ha dicho que su esposa y él no
son creyentes, pero sí practicantes; que tratan de actuar bien con los demás y
ayudan en todo lo que pueden, pero que no sienten la necesidad de rezar, que no
creen en Dios. De nuevo la luz del Señor me ha iluminado al responderle que la
Iglesia reconoce semillas evangélicas en quienes no siendo creyentes viven
conforme a su recta conciencia, y que están cerca de Dios, que caminan
anónimamente hacia Él. Después he bendecido unos dulces que les llevaba y se
han santiguado y rezado “soto voce”. También ellos son hijos de la luz, hijos
del día, aunque no lo vean…”.
2.- “…me he acostumbrado en estos días a decir en varias ocasiones,
“por Ti, Señor”, lo cual me da paz y alegría, incluso en situaciones de
contrariedad, tratando de hacer las cosas bien, con paciencia, incluso con gratitud.
En mi
comunidad hay una chica, profesora, que sufre una enfermedad incurable, pero siempre
está sonriente, contenta y servicial. La Asociación de Vecinos de su barrio ha
conseguido dedicarle una calle en vida, en reconocimiento a su tarea dentro del
Centro de la Mujer, de la que es coordinadora... Nos dice que cada día se
propone como objetivo abrirse a los demás como Jesús, y que al terminar el día
le da gracias a Dios por lo conseguido, o le pide perdón si ha fallado, y se
propone recomenzar al día siguiente…”.
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