martes, 30 de noviembre de 2021

FELICIDAD CREYENDO A DIOS

 PALABRA DE VIDA                      diciembre 2021

 


«¡Feliz la que ha creído

que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

(Lc 1, 45)

 

También en este mes la Palabra de vida nos propone una bienaventuranza. Es el saludo gozoso e inspirado de una mujer, Isabel, a otra mujer, María, que ha ido a su casa para ayudarla. Sí, porque ambas esperan un hijo y ambas, profundamente creyentes, han acogido la Palabra de Dios y han experimentado su poder generador en su propia pequeñez.

María es la primera bienaventurada del Evangelio de Lucas, aquella que experimenta la alegría de la intimidad con Dios. Con esta bienaventuranza, el evangelista introduce la reflexión sobre la relación entre la Palabra de Dios anunciada y la fe que la acoge, entre la iniciativa de Dios y la libre adhesión de la persona.

 

«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

 

María es la verdadera creyente en la promesa «a Abraham y a su linaje por los siglos» (cf. Lc 1, 55). Está tan vacía de sí misma, tan humilde y abierta a escuchar la Palabra, que el mismo Verbo de Dios puede encarnarse en su seno y entrar en la historia de la humanidad.

Nadie podrá experimentar la maternidad virginal de María, pero todos podemos imitar su confianza en el amor de Dios. Si la Palabra es acogida con corazón abierto, puede encarnarse también en nosotros con sus promesas y hacer fecunda nuestra vida de ciudadanos, padres y madres, estudiantes, trabajadores y políticos, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos.

¿Y si nuestra fe es insegura, como la de Zacarías (cf. Lc 1, 5-25; 67-79)? Sigamos confiando en la misericordia de Dios. Él no dejará de buscarnos hasta que descubramos también nosotros su fidelidad y lo bendigamos.

 

«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Entre las mismas colinas de Tierra Santa, pero en tiempos mucho más próximos a los nuestros, otra madre profundamente creyente enseñaba a sus hijos el arte del perdón y del diálogo que había aprendido en el Evangelio. Es un pequeño signo en esta tierra cuna de civilizaciones, que siempre busca la paz y la estabilidad entre fieles de religiones diversas. Cuenta Margaret: «A nosotros, sus hijos, ofendidos por expresiones de rechazo de otros niños vecinos nuestros, nuestra madre nos dijo: “Invitad a esos niños a nuestra casa”; ella misma les dio pan recién hecho en casa para que lo llevasen a sus familias. Desde entonces hemos mantenido relaciones de amistad con esas personas»[1].

También Chiara Lubich nos sostiene en esta fe valiente: «Después de Jesús, María es quien mejor y más perfectamente ha sabido decir sí a Dios. Ahí radica sobre todo su santidad y su grandeza. Y si Jesús es el Verbo, la Palabra encarnada, María, por su fe en la Palabra, es la Palabra vivida, aun siendo una criatura como nosotros, igual a nosotros. […] Así pues, creamos con María que se realizarán todas las promesas contenidas en la Palabra de Jesús y atrevámonos como María, en caso necesario, a exponernos al absurdo que a veces conlleva su Palabra. A quien cree en la Palabra le suceden hechos grandes y pequeños, pero siempre maravillosos. Se podrían escribir libros con los hechos que lo confirman. […] Cuando, en la vida de todos los días, al leer las Sagradas Escrituras, nos encontremos con la Palabra de Dios, abramos el corazón a la escucha, con la fe de que se cumplirá lo que Jesús nos pide y promete. No tardaremos en descubrir […] que Él mantiene sus promesas»[2].

 

«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

 

En este tiempo de preparación a la Navidad, recordemos la sorprendente promesa de Jesús de hacerse presente entre quienes acogen y viven el mandamiento del amor recíproco: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre –es decir, en el amor evangélico–, allí estoy Yo en medio de ellos» (Mt 18, 20).

Confiados en esta promesa, dejemos que Jesús renazca también hoy en nuestras casas y en nuestras calles gracias a la acogida recíproca, a la escucha profunda del otro, al abrazo fraterno como el de María e Isabel.

 

LETIZIA MAGRI



[1] Cf. cittanuovatv - Entrevista a Margaret Karram.

[2] C. Lubich, Palabra de vida, agosto 1999: Ciudad Nueva n. 357 (8-9/1999), p. 28.



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MANTENER LA PAZ

 VIDA DE LA PALABRA                       últimas semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28):

1.-        Ayer me tocó esperar en la cola del Banco más de una hora y con una pesada bolsa de “calderilla” en las manos. Me venía la tentación de impacientarme, pero el Pasapalabra, (una frase-ayuda diaria a centrarnos en la Palabra de Vida del mes; ayer: “mantener la paz a costa de todo”), y el recordar a José Varas, me han ayudado a trabajar por la paz como pide la PdV.

Así que, he aprovechado para rezar el rosario y luego, cuando finalmente me han atendido, (dado que a uno de ellos le mando este correo-e. con la PdV), al comentar él mi paciencia, he aprovechado para contarles que estaba tratando de vivir la PdV, mientras terminaban de atenderme, (sin alargarme, para no entorpecer a los muchos que todavía hacían cola); y la otra también ha entrado en animada conversación, así que hemos quedado sonrientes los tres.

 

2.-        El viernes estaba yo saludando a toda la gente que se acercaba a la Parroquia. Hubo una que pasó por delante, (sin mirar ni responder a mis “¡buenas tardes!”), y se dirigió al otro sacerdote. Al poco, este le dijo con calma que con quien tenía que hablar era conmigo: y a mí vino toda exigente.

         Se notaba que no me estaba diciendo del todo la verdad, (como así quedó demostrado por una intervención inocente de su niño cuando se acercó un instante).

         A pesar de que no me dejaba terminar las frases y no acababa de escucharme que varias veces ya le había respondido “sí”, (y que su marido de vez en cuando la paraba), continué tratando de no juzgar y de seguir sonriéndoles (más allá de la mascarilla) manteniendo la paz y buscando al menos intercalar un mensaje que apelara a la responsabilidad de la vida cristiana de la que presumía y al compromiso que requiere y merece.

         Todo el tiempo tenía yo en mente la PdV, ¡trabajar por la paz!, aunque me estaba costando. Preferí pasar por “ingenuo” y confiar en la misericordia y la Providencia de Dios en relación a la aceptación de lo que nos solicitaba y que, con ello, al menos no les quedara un resabio contra los curas y la Iglesia, y así al menos dejar una posible “puerta abierta” en el futuro.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9), la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28) y la de septiembre («Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos», Mc 9, 35):

 

1.-        “gracias por el correo del otro día. Los días se pasan volando, “sin verlos”, con mil ocupaciones, pero siempre con “mi único Bien” sin dejarlo a un lado, sin dejarlo al borde del camino, (porque sería mi perdición, claro está), y lo más importante: Él nunca me deja al borde del camino a mí.

Al día siguiente de estar ahí hablando contigo, una mañana que se presentaba prometedora, con bastante tiempo para dedicarme a hacer cosas, viene un señor a decir que quiere dar ropa y, hablando con él, se veía que no tenía prisa, me contó su profesión, que le apasiona, etc… Al final llegó la hora del ángelus, al oír la campana lo invité a rezarlo juntos, él aceptó. Nos dio la ropa, se hizo bienhechor con una donación anual, y al final me dijo, emocionado: “después de muchos años he rezado el Ave María”.

Doy gracias a Dios por este encuentro, rezo por este hombre, y también le pido que no sea yo egoísta con mi tiempo, con las ocupaciones: que no se vuelvan preocupaciones, sino que sepa abandonarlas en las manos de Dios, que Él provee siempre.

 

2.-        “Ay!, y que la Palabra de Vida sea siempre tan fácil de aplicar a nuestro día a día…!: parece que está pensada para cada uno de nosotros.

Se nos avecinan tiempos difíciles. A mi pequeña sobrina se le ha complicado un problema de ansiedad que llevaba arrastrando ya unos meses demasiado largos y ha tenido que ser ingresada en el área de psiquiatría. No te puedes imaginar lo duro que está siendo para todos. Aunque nos resulte muy difícil, consuela pensar que está en la mano de Dios y que es para su bien. Todos rezamos porque encuentre las fuerzas necesarias y pueda recuperarse y así volver a ser la niña tan linda que ella es.

2b.-     Y trabajar por la paz. Mi día a día básicamente, Paco. He de dar gracias porque la convivencia en nuestro nuevo "maxi-hogar" está siendo más fácil de lo que esperábamos, pero aun así, la de veces que a lo largo del día tengo (tenemos) que pensar en buscar esa paz en lugar de entrar en polémica... Desde que nos levantamos y tenemos que movilizar a los chicos para ir al colegio hasta que nos vamos a dormir, se nos dan infinidad de situaciones en las que aún tenemos que encontrar el equilibrio entre sus costumbres y las nuestras. Pero oye, ¡¡lo bien que sienta buscar esa conciliación y paz!! Gracias de verdad por estas Palabras que nos mandas.

 

3.-        “aunque no te contesto, te sigo cada 15 días con la PdV. Gracias por enviarla: cada mes es un soplo de aire fresco y nuevos retos; es que cada mes la PdV es como si viniera al dedillo para mí.

Este mes es trabajar por la paz, esa paz interior que tanto busco, anhelo y trabajo, intentando transmitir paz también…

Maravillosas todas las experiencias que cuentas de los feligreses, vecinos... Todas las vivencias para Gracia de Dios. Vivo por ti y por los de la Obra de María mis experiencias. Dios me ha regalado el traslado en el trabajo, justo al lado de casa: estoy muy contenta. Como familia, estamos también caminando juntos por este camino de paz.

 

4.-        “tras la lectura de tus dos correos con las PdV, he decido compartir yo también. Me he sentido muy inspirada por las mismas; han aparecido en el momento que más las necesitaba. Por eso, te quiero dar las gracias por tratarme como una amiga y una hermana compartiendo palabras tan sinceras. 

He recapacitado mucho sobre… la paz y el amor. Vivimos en guerra con nosotros mismos, con los demás… Sin duda, no todos hemos aprendido a amar desinteresadamente, es decir, sin miedo a que no nos amen a cambio. Qué cobarde he sido en los momentos en que sentía amor hacia una persona y no lo he expresado por miedo a que me abandonase, a que huyera. En su lugar, solía guardarme ese sentimiento tan bonito, desvirtuándolo y convirtiéndolo en una coraza que me “protegiese” de la persona a la que estoy amando... Este comportamiento reactivo lo he visto tanto en jóvenes, como en adultos. Creo que hace falta mucha valentía para ofrecer amor sin esperar nada a cambio…

Buscamos fuera soluciones, preguntamos qué creen los demás que es la mejor solución, como si la vida, de un examen se tratarse. He… llegado a la conclusión de que tenemos que dejar de buscar fuera, y reencontrarnos con nuestro interior, porque es en él donde encontraremos las respuestas que tanto buscamos. Es en ese momento cuando te das cuenta de que somos seres con una gran capacidad de amar; que el amor es infinito, y que solo cuando somos capaces de darlo de forma desinteresada, sentiremos una paz infinita...

Es más, me he dado cuenta de que una persona que no es capaz de amar, o manifestar su amor, está repleta de miedo, mucho miedo. Puede que ese miedo sea fruto de experiencias pasadas, propias, o ajenas. Me di cuenta de esto, porque he crecido con miedo a amar, lo cual me empujaba a mi vez a rechazar el amor de los demás: bien por miedo a amar a alguien que en un futuro pudiese desaparecer, bien por miedo a que me hiciesen daño, bien por evitar comprometerme con otra persona, bien porque me privase de mi libertad...

¿Os dais cuenta? Esto equivale a vivir a la defensiva, confundiendo el amor con falta de libertad, con pérdida de identidad, con dependencia… las relaciones son cada vez más esporádicas, mundanas, superficiales, poco sinceras, e interesadas. Apartamos a aquellas personas que no nos aportan. Nos cuesta mucho ver a los seres humanos como personas dignas de amor por el mero hecho de existir.

Sin embargo, yo, como joven que quiere recibir el bautismo, he decidido dejar de normalizar aquellos actos que me alejan del amor. Quiero dejar de reaccionar ante las actuaciones ajenas. También, quiero dejar de protegerme de los demás, de desconfiar, de tener prejuicios o de esperar a que los demás respondan con agradecimiento al tiempo que les dedico… el amor, nunca sobra, sino que siempre se ha de estar abierto al mismo, pues nos otorga PAZ Y LIBERTAD. Tanto a nivel personal, como por experiencias que he tenido suerte de escuchar de otras personas, me he dado cuenta de que tememos al amor, al amar, y al ser amados. Me da la sensación de que percibimos el amor como un peligro que nos hace dependientes de los demás, o que nos compromete a dar nuestro tiempo y espacio a una persona, robándonos nuestra intimidad, identidad y espacio.

Me he propuesto regalarme la oportunidad de amar. He decidido ser valiente y no dar esperando algo a cambio. He decidido compartir tiempo, palabras sinceras, sonrisas, abrazos. Compartir cuando alguien lo necesite, o más bien, siempre que pueda. No dejarme llevar por sentimientos de odio, ira, envidia, rencor, celos o por la impulsividad del momento cuya consecuencia es privarme de amar y de ser amada.

Me ha costado mucho entender el significado del “amor”.

Y aún sigo tratando de entender qué significa la palabra “paz”... Ha sido mi madre la que me ha servido de inspiración: tras observarla en los últimos años, me he dado cuenta de que es capaz de perdonar, aun cuando la otra persona sigue sintiendo odio; es capaz de decir “te quiero”, sin recibir respuesta a cambio y, aun así, volver a recordarle a esa persona que pese a ello, la seguirá queriendo siempre; es capaz de entender que si aquella persona de la que hablaba no acoge su amor, es porque lo necesita más que nunca, y tiene que ser fuerte y perseverante; que la aceptación, el cuidado, el perdón, la paciencia, y la escucha, también son manifestaciones de amor. Me ha enseñado, en suma, que EL AMOR LO CURA TODO. Que el secreto para obtener paz en nuestro interior y en el de los demás, está en hacerlo todo con amor.

¿Cuál es tu objetivo y qué te gustaría dejar en este mundo? Sinceramente, mi único objetivo es aprender a amar y que toda persona que esté junto a mí se sienta en paz. Parece sencillo, pero requiere una gran fuerza de voluntad y mucha valentía.

Así, me he prepuesto que sea el amor y la paz lo que guíe mis pensamiento y actuaciones. Quiero ser disciplinada para no odiar al que decide alejarse de mí, al que me trata con desprecio o indiferencia. Quiero hacer las cosas sin esperar nada a cambio. En conclusión, quiero y necesito saber qué es amar de verdad y sentir una paz plena.

Así, me despido con estas dos palabras que tanta falta nos hace poner en práctica: PAZ Y AMOR. AMA, Y DESPRENDETE DEL MIEDO A SER AMADO.

 

 

 

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martes, 16 de noviembre de 2021

ARTESANOS DE LA PAZ

            Te ofrezco unos textos que nos ayuden a centrarnos en las Bienaventuranzas, en concreto en la de “trabajar por la paz”, que es la Palabra de Vida de este mes:

 


 

VER CON OJOS NUEVOS A CADA PRÓJIMO

 ¡Cuánta sabiduría encierran esos ojos nuevos! Quisieran parecerse a los ojos de Dios, que, con su infinita paciencia, espera y confía y nos da ánimos. ¿No estamos todos en camino, siempre mejorables? ¿A qué tanta prisa por juzgarnos?

 P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra diario, del 16 de noviembre

 

 

 

CANSANCIO Y DESÁNIMO NO TIENEN LA ÚLTIMA PALABRA

Señor, contigo he visto y oído
que las cosas pueden ser diferentes;
que el desánimo y el cansancio
no tienen la última palabra
,
porque Tú no abandonas a nadie
al borde del camino.

Contigo he visto y oído
que Tú vives y quieres que yo también viva,
que eres bondad y misericordia,
y que me envías a compartir este anuncio
–el anuncio más hermoso–
dejando brotar la alegría
con la que inundas mi corazón.

Señor, yo quiero ser
amor en movimiento, como Tú
.
Te lo ruego: pon en marcha
al misionero de esperanza que llevo dentro,
para que cuente lo que he visto y oído
a todos mis hermanos del mundo.

Amén.

ORACIÓN PARA EL DOMUND 2021

 

 

 

ESTAR EN PAZ CON UNO MISMO

¡Cuántas veces crecen en nuestro interior, sin que nos demos cuenta, yerbas de disgusto y malcontento! Dios me llama, entonces, a esta bendita soledad "habitada", donde Él, Jardinero, limpia, pone orden, y todo vuelve a florecer.

P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra diario, del 13 de noviembre

 

 

  

ADSUMUS

 Estamos ante Ti, Espíritu Santo,

reunidos en tu nombre.

Tú que eres nuestro verdadero Consejero:

ven a nosotros, apóyanos,

entra en nuestros corazones.

 

Enséñanos el camino,

muéstranos cómo alcanzar la meta.

Impide que perdamos el rumbo

como personas débiles y pecadoras.

No permitas que la ignorancia

nos lleve por falsos caminos.

         Concédenos el don del discernimiento,

para que no dejemos que nuestras acciones

se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.

Condúcenos a la unidad en Ti,

para que no nos desviemos

del camino de la verdad y la justicia,

sino que en nuestro peregrinaje terrenal

nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.

Esto te lo pedimos a ti,

que obras en todo tiempo y lugar,

en comunión con el Padre y el Hijo

por los siglos de los siglos.

Amén.

ORACIÓN PARA LA ETAPA PARROQUIAL Y DIOCESANA DEL SÍNODO 2023








lunes, 15 de noviembre de 2021

TRANSMITIR PAZ

 VIDA DE LA PALABRA                  primeras semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28):

1.-        He logrado de nuevo buscar un buen ratillo al amanecer para hacer un paseo rápido (y rezar el Rosario). Aprovecho también para “dar los buenos días” a todos los que me cruzo: un modo de trazar puentes y construir la paz. Algunos ni oyen a esas horas, otros miran sorprendidos como si no fuera con ellos, otros responden sin mirar…; hubo una señora que me sonrió, ¡y me alegró!: ahora entiendo eso que tantos me dicen, que mis saludos y mi sonrisa (a pesar de la mascarilla) les alegran la mañana o la tarde, (¡bendito sea Dios, y solo para gloria Suya!).

         Un buen número también han saludado con cortesía y, entonces he aprovechado para presentarme: “soy Paco, el nuevo párroco”. Algunos entonces comentan que bautizaron o sus hijos o los llevaron a la primera comunión, otros dicen “bienvenido al barrio” o “¡suerte para esta nueva tarea!”. Una me contestó: “soy atea”, como no queriendo ya cruzar ni una palabra más y menos una mirada; le contesté, (recordando la Palabra de Vida): “pero eres vecina y ciudadana”. “Eso sí”, añadió ya por lo menos mirándome, aunque muy seria. Y continué preguntando y comentando. Resultaron un par de minutos bonitos.

 

2.-        Me di cuenta que algunas ramas de arizónicas del parque, (crecidas al menos 6 u 8 metros), están provocando desperfectos en los edificios parroquiales, (aparte de no dejarme dormir cuando hay mucho viento), pues golpean y rozan continuamente las paredes, (sobre todo la de mi habitación), hasta haber hecho dos amplias estrías y picado las esquinas.

         Al poco de comentarlo, vino una empresa a podarlas, pero no pudieron entrar la máquina. Era justo cuando yo volvía sudando de la caminata matinal y hacía frío.

Hablaron con el jefe por el móvil y yo sin pretenderlo escuchaba de lejos: el tono era como si fuera un capricho mío lo de podar o terciar, vamos, como que simplemente no me dejaban dormir. No entré en polémica.

         Me estaba yo quedando helado, (pues llevaba ropa para hacer ejercicio, no para estar veinte minutos a pie quieto), y durante la espera, pensé que el mejor modo de vivir la Palabra era entrar en relación con los operarios, mientras les telefoneaban o no para responder a sus consultas: empecé a preguntarles el nombre a los tres y de dónde eran, y el tono distante empezó a ceder. Luego hice unas fotos de los desperfectos y se la mostré a quien llevaba el mando: ahí sí cambió el tono, pues empezó a darse cuenta que no era capricho mío. Me pidió que se las enviara al whatsapp y que si se podía grabar mi número.

Dado que no podían podar pues están altísimas las ramas, deberían terciar o talar, pero para eso necesitan permisos. Después de dos semanas las ramas siguen igual, pero ha quedado un buen trato e incluso nos cruzamos el otro día unos mensajes con tono muy amable.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9), la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28) y la de septiembre («Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos», Mc 9, 35):

 

1.-        “¡¡Muchas gracias, Paco, como siempre!! Comienza un nuevo mes: a ver si se lleva todo lo malo que nos ha traído el anterior, aunque sigo aún meditando la palabra de vida de octubre con respecto a la situación vivida, "sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman", pero me acojo con mucha esperanza a la de este nuevo mes y espero que tanto todos los Santos como los fieles difuntos nos ayuden a seguir adelante y a ponerla en práctica.

 

2.-        “tu mail llega como agua fresca a mi alma, últimamente algo sedienta y no era consciente de ello. Muy acertado en estos momentos de mi vida personal y profesional. Me ha hecho recordar, que estamos hechos por y para el amor. Renovando mis propósitos, cotejándolos con las bienaventuranzas, me doy cuenta que lo demás es superficial: poner el amor a Dios en primer plano, es apuesta segura de triunfo.

 

3.-        “Pues estoy muy bien, con el nuevo trabajo en el Instituto que te comenté: estoy muy ilusionada. Soy consciente que ha sido el Señor quien ha querido que yo esté allí: ¡hay tantas almas que evangelizar, que no conocen el amor de Jesús! 

La familia está bien; también, mi hermana y mi cuñado: parece que se han dado una nueva oportunidad (y también está allí la mano del Señor: después de tantas oraciones, ha tenido Misericordia para con ellos).

Poniendo en práctica la palabra del mes, estoy viviendo ahora un poco como Caritas de tu parroquia, de la divina providencia; tengo contrato laboral hasta el 22 de diciembre, pero tengo total paz, porque sé que “en todas las cosas interviene Dios para los que le aman”.

Aunque Dios sabe lo bien que me vendrían esos ejercicios espirituales, no puedo porque tengo examen el día 20: ofrezco esas horas de estudio para los frutos de los ejercicios.

 

4.-        “me dio, muchas pena saber que te trasladaban... pero te agradezco enormemente tu labor mandándome la PdV: me da una inyección de fe mensual, muy necesaria en estos días. 

            Además, parece que la Palabra del mes es un regalo divino que te viene justo sobre lo más preciso en cada mes. 

Es complicado a veces… mantener esta paz con los que más confianza se tiene, en días de cansancio y que una se siente sobrepasada por las tareas del trabajo, la casa, etc., pero la Palabra me da luz y apertura de mente para hacer un esfuerzo y lograrla. 

Promoveré este mes el trabajarla también con mis alumnos.

 

5.-        “…hoy ya hice la obra buena de los scouts, pero faltan muchas más: ayudé en el Metro a una señora pequeña a cargar y descargar en el vagón 5 bultos que transportaba en diversas maletas viejas con ruedas. Quedamos amigos. Bajó en su parada, y yo con ella, olvidado de que mi estación de destino era mucho más delante: los años nos traicionan. Ella me indicó que volviera al convoy; si no, con ella me voy: con-voy….

 

6.-        “…¿tendrías 2 libros de catequesis de tu anterior parroquia?: una compañerita del cole ha empezado hace ya dos semanas la Catequesis.

Un niño compañero de mi sobrinita y de su amiga y compañera de estudio. Él les acercó mientras ellas sostenían una conversación sobre la Catequesis y Dios. Les pidió que le enseñaran el libro del que platicaban, y ellas se lo prestaron. El niño les contó que siente mucho interés por conocer sobre Dios y sobre Jesús y sobre la Virgen María. Pero sus padres no tienen tiempo de llevarlo a la iglesia y, además, son ateos. Mi sobrinita me contó la historia y me sorprendió; y me llenó de alegría saber que un pequeñín desarrolle ese deseo tan natural de conocer a Dios….

 

7.-        “no había leído hasta ahora esta Palabra de Vida, y la verdad es que es precioso todo lo que dice sobre la paz: es un don de Dios, pero también depende de nuestra adhesión, la invitación a salir de la indiferencia para convertirnos en constructores de concordia a partir de nosotros mismos y a nuestro alrededor, poniendo en acción inteligencia, corazón y brazos, y transformar cada día en una "jornada de paz" 

Todo ello me ha recordado mi reciente viaje a África.

            Vine un poco desilusionada conmigo misma al darme cuenta que me costaba más comunicarme que la última vez que fui hacía 6 años: por dejadez, no había sido yo constante en avanzar en el idioma y ahora me daba cuenta que por mi desidia, no solo no avancé sino que había retrocedido 

            Estando con esos pensamientos negativos, al día siguiente de mi regreso veo en el WhatsApp un “vous êtes bien arrivés?”. Era de una de las personas que allí había conocido, interesándose por si había llegado bien. Le contesté con una frase cortita. 

Al día siguiente me vuelve a escribir y, a la par, recibo un: “comment allez vous?” de otra persona de allí, que a los pocos días me manda otro mensaje con una pregunta: “comment se porte ta famille?”. Yo creía que me preguntaba cómo se portaba mi familia, cuando en realidad me estaba preguntando qué tal estaba. Ahí comprendí que tenía que retomar el francés de nuevo si quería comunicarme con ellas.

Tras varios días de intercambio de frases, me di cuenta que delante de mí tenía una oportunidad estupenda de crear lazos de unión más allá de mis fronteras y que de mí dependía que eso avanzara o se frenara: ¿iba yo a hacer el esfuerzo de estudiar para que esos lazos cada día fuesen más fuertes o lo iba a abandonar porque era más cómodo no esforzarse?

Cierto que la paz es un don de Dios, pero que también depende de que nosotros hagamos algo por ella. Si Dios nos ha dado inteligencia, corazón y brazos, pero no los utilizo por la razón que sea, difícilmente puedo contribuir a que cambie nada a mi alrededor.

            Ahora cada vez que me escribo con ellas lo primero que hago es dar gracias a Dios, pero a la par siento que una gota más de paz hay a mi alrededor y cuando esto sucede a km de distancia también siento una gota de esperanza, pequeña ciertamente, pero una gota que antes no estaba y que de nosotras dependía que se pueda convertir algún día en un charquito, un río, un mar.... de paz o que lo dejemos secar. Con ilusión renovada, pues, recomienzo lo que un día había dejado.

 

 

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lunes, 1 de noviembre de 2021

PACIFICADORES EN NOMBRE DE DIOS

PALABRA DE VIDA                      noviembre 2021

 
«Bienaventurados los que trabajan por la paz,

porque ellos serán llamados hijos de Dios»

(Mt 5, 9)

 

El Evangelio de Mateo lo escribió un cristiano proveniente del ambiente judaico de su tiempo; por eso contiene tantas expresiones propias de esa tradición cultural y religiosa.

En el capítulo 5 Jesús es presentado como un nuevo Moisés que sube al monte a anunciar la esencia de la Ley de Dios: el mandamiento del amor. Para dar solemnidad a esta enseñanza, el Evangelio nos dice que Él está sentado, como un maestro.

No solo eso: Jesús es además el primer testigo de lo que anuncia. Esto destaca de modo evidente cuando proclama las Bienaventuranzas, el programa de toda su vida. En ellas revela la radicalidad del amor cristiano con sus frutos de bendición y alegría plena. Eso es bienaventuranza.

 

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

 

En la Biblia, la paz –shalom en hebreo– indica la condición de armonía de la persona consigo misma, con Dios y con lo que la rodea; aún hoy es un saludo entre las personas, como un deseo de vida plena. La paz es ante todo don de Dios, pero también depende de nuestra adhesión.

Entre todas las bienaventuranzas, esta resuena como la más activa, pues nos invita a salir de la indiferencia para convertirnos en constructores de concordia a partir de nosotros mismos y a nuestro alrededor, poniendo en acción inteligencia, corazón y brazos. Requiere el esfuerzo de preocuparse por los demás, sanar heridas y traumas personales y sociales provocados por el egoísmo que divide y promover todos los esfuerzos en esta dirección.

Como Jesús, el Hijo de Dios, quien cumplió su misión cuando dio su vida en la cruz para volver a unir a los hombres con el Padre y traer de nuevo la fraternidad a la tierra. Por eso, cualquiera que sea constructor de paz se asemeja a Jesús y, como Él, es reconocido hijo de Dios.

 

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

 

Siguiendo las huellas de Jesús, también nosotros podemos transformar cada día en una «jornada de paz» poniendo fin a las pequeñas o grandes guerras que cada día se libran a nuestro alrededor. Para realizar este sueño es importante construir redes de amistad y solidaridad, tender la mano para ofrecer ayuda pero también para aceptarla.

Como cuentan Denise y Alessandro: «Cuando nos conocimos nos iba bien juntos. Nos casamos y al principio fue muy bonito, incluyendo el nacimiento de nuestros hijos. Con el pasar del tiempo comenzaron los altibajos; ya no había ningún tipo de diálogo entre nosotros, y cualquier cosa era objeto de discusión continua. Decidimos permanecer juntos, pero seguíamos cayendo en los mismo errores, rencores y enfrentamientos. Un día, una pareja de amigos nos propuso participar en un taller de apoyo a parejas con problemas[1]. No solo encontramos personas competentes y preparadas, sino además una «familia de familias» con la que compartir nuestros problemas: ¡ya no estábamos solos! Volvió a encenderse una luz, pero fue solo el primer paso: una vez en casa no era fácil, y volvíamos a caer. Lo que nos ayuda es preocuparnos por el otro, con el compromiso de volver a empezar y seguir en contacto con estos nuevos amigos para seguir adelante juntos».

 

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

 

La paz, la de Jesús, como dice Chiara Lubich, «exige de nosotros corazones y ojos nuevos para amar y ver en todos otros tantos candidatos a la fraternidad universal».

Y añade: «Nos podemos preguntar: “¿También en los vecinos pendencieros?, ¿también en los compañeros de trabajo que entorpecen mi carrera?, ¿también en los militantes de otro partido o en los hinchas de un equipo de fútbol adversario?, ¿también en las personas de religión o nacionalidad distintas a la mía?”. Sí, cada uno es mi hermano o mi hermana. La paz empieza precisamente por ahí, por la relación que sé instaurar con cada prójimo. “El mal nace del corazón del hombre –escribía Igino Giordani–, y para apartar el peligro de la guerra hace falta desterrar el espíritu de agresión y de explotación y egoísmo del que procede la guerra: hace falta reconstruir una conciencia[2]. El mundo cambia si cambiamos nosotros, […] sobre todo poniendo de relieve lo que nos une podremos contribuir a crear una mentalidad de paz y a trabajar juntos por el bien de la humanidad. […] Al final es el amor el que vence, porque es más fuerte que cualquier otra cosa. Probemos a vivir así en este mes, para ser levadura de una nueva cultura de paz y de justicia. Veremos renacer en nosotros y alrededor de nosotros una nueva humanidad»[3].

 

LETIZIA MAGRI

 



[1] Cf. 10 anni di «Percorsi di luce»: https://www.focolare.org/famiglienuove (en italiano e inglés).

[2] I. Giordani, L’inutilità della guerra, Roma 2003, p. 111.

[3] Cf. C. Lubich, Palabra de vida, enero 2004: Ciudad Nueva n. 405 (1/2004), pp. 22-23.

 


 

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