viernes, 30 de enero de 2015

BROTARÁ AGUA VIVA EN TU INTERIOR

VIDA DE LA PALABRA     últimas semanas de Enero
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida de enero («Jesús le dijo: ‘Dame de beber’»Jn 4,7) y la de diciembre («El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo», Lc 3, 11):
1.-        Una conocida viaja a otro país y piensa que le puede venir bien una carta de recomendación de un sacerdote. Yo no le veía mucho sentido en estos tiempos, (aunque aquel fuera un país de “fama” católica), y, sobre todo, no sabía yo qué precisaba exactamente ella, ni en qué términos, ni a quién dirigir la carta y, como toda esa semana no había tenido ni un minuto, en cuanto me llegó su correo le contesté otro casi telegráfico, (“dame de beber”), pidiendo por favor que escribiera la carta tal como ella la necesitase y que yo la adaptaba-retocaba y la firmaba. Parece que se molestó, (¿quizá di la impresión que yo no me tomé interés?), y me contestó que ya no quería nada.
            Esa noche, aunque yo estaba “muerto de sueño” tras varios días preciosos (¡pero intensísimos y sin apenas descanso!) y, como siempre, tenía que madrugar mucho al día siguiente para una jornada y semana también repletos, (pensé que yo tenía que “dar de beber” a este Jesús), me
puse a redactar tratando de situarme en su lugar, escaneé mi firma, etc.
Le mandé la carta de recomendación y un día después me contestó: “Gracias, Paco, por tu interés e insistencia. La carta es perfecta, es lo que quería. Voy a una ciudad donde no conozco a nadie ni me conocen, pienso que me puede respaldar”.

2.-        Una familia vino a pasar unas horas con nosotros. El marido acababa de presentar su tesis en teología: estaba feliz de poder disertar sobre el tema con 6 sacerdotes, que, además estábamos muy interesados precisamente en ese tema.
Los 4 niños hacía ya rato que habían empezado a irse por otro lado jugueteando. Su mujer escuchaba feliz de ver a su marido entusiasmado y valorado, pero sin entender ella la
mitad de la terminología.
            Así que, aunque me hubiera gustado seguir escuchando e interviniendo, me salí para hacer un juego a los niños, al cual incorporé luego a la mamá. Después de un buen rato, volví con la intención de reengancharme a la discusión teológica, pero la mamá se puso a recoger la mesa. Vi la oportunidad de no dejarla sola en la tarea, sino de servir yo también, dejando a la vez que ella se sintiera útil y conversando cosas que ella pudiera entender y que a la vez le fuesen asequibles también a su sed de espiritualidad. Traté así también de ser instrumento de Jesús para "dar de beber" a unos y otros, ¡para darle de beber a Él en pequeños y adultos!

3.-        Volviendo de mi pueblo en el tren, al ir entrando a Madrid, otro viajero me pregunta cómo puede ir al aeropuerto. Lo vi subir al tren en mi pueblo, y me había parecido árabe. Musulmán sí era, pero no exactamente árabe, sino pakistaní. Por esos días era la “alarma yihadista” en toda Europa. Al acabar de explicarle, yo dudaba si entablar conversación con él, pero así hice al recordar el diálogo de Jesús con la samaritana que tenemos como Palabra de vida este mes.
Fueron 20 minutos, a mitad de los cuales incluso me atreví a preguntarle con sencillez, (me interesaba el punto de vista de uno de allí), cómo es realmente la relación de musulmanes y cristianos en su país, (adonde él precisamente se dirigía ahora 2 meses), sabiendo que allí son no sólo discriminados, sino amenazados y a menudo perseguidos los cristianos.
Al llegar a Chamartín, me volvió a preguntar lo del
aeropuerto, así que (aunque yo ya llegaba tarde al trabajo), decidí acompañarlo para mostrarle el panel donde pone todos los horarios y luego la taquilla donde se compran los billetes de cercanías. Aunque muy serio, quizá por el viaje y por no desenvolverse bien en castellano, me despidió dando dos veces las gracias.


Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida de enero («Jesús le dijo: ‘Dame de beber’»Jn 4,7) y la de diciembre («El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo», Lc 3, 11):
1.-        anoche fuimos mi marido y yo por la plaza mayor. Él tenía también esa penitencia que cumplir y fuimos juntos… Decía él: " y ¿cómo se hace esto?... Yo dije que tampoco lo había hecho nunca, pero que la Virgen nos ayudaría. En los soportales de la Plaza Mayor duermen unos cuantos. Yo había preparado dos bolsas con comida. Algunos estaban juntos y, como sólo llevábamos dos bolsas y dos Rosarios, pensamos que era mejor alguien que estuviera solo. Vimos a una señora, parecía filipina y nos acercamos… Le pregunté si quería algo de comer. Me preguntó
que de qué era el bocadillo. Le dije que uno de jamón y... preguntó que de qué jamón. Contesté que de york y entonces me dijo que sí lo quería, (yo había pensado al principio en jamón serrano, pero luego se me ocurrió que a lo mejor tenían problemas para masticar y llevé de york y otro de queso, también dulces, etc...). Después le dije que quería darle un regalo y le entregué el Rosario. Lo puse en su mano y la cerré de manera que ella apretaba el Rosario. Lo hice con todo el amor que pude. Le dije que la Virgen cuidaría de ella y la noté que estaba emocionada y entendía... Asintió con la cabeza y me dio las gracias.
Ahora le tocaba a mi marido... Preguntó a otros dos si querían algo de comer y ambos dijeron que ya tenían, que gracias. Íbamos ya hacia el coche, cuando vio a un hombre de mediana edad en el suelo. Le preguntó si quería algo de comer y contestó: "sí, tengo
hambre". Le entregó la bolsa y también el Rosario. Yo añadí que lo llevara siempre, que le iba a proteger. Dijo que sí, se lo acercó al corazón, nos dio las gracias y nos felicitó el año.
Nos fuimos con tanta paz... Al entrar en casa, calentita, y con el frío que hacía en la calle, daba gracias al Señor, y mi corazón sentía compasión por tantos que no tienen hogar... Lo vivido con uno de mis hijos hace que sienta algo especial por ellos y un agradecimiento infinito al Señor y a la Virgen

2.-        “ pasé cerca de la catedral. Tenía algo de tiempo, entré. Me impresionó verla tan grande y tan vacía. Subí las escaleritas para rezarle a María. Al bajar, me senté delante de Jesús. Se me hizo raro. Otras veces que había ido, estaba abarrotada de gente. Recordaba la última vez: no se cabía en los bancos…
Bien diferente era la situación de ayer. No había nadie más que yo. Estábamos solos los dos. Jesús en la cruz frente a mí, y yo, sentada delante de Él. Me acordé de San Ignacio, leí en sus “Ejercicios” que era bueno imaginarse a Jesús en la Cruz y hablarle como se le habla a un amigo. Yo, reconozco, que esto nunca he sido capaz de hacerlo: no he tenido imaginación para ello. Cuando pienso en hablarle a un amigo, pienso en una cafetería, o sentados los dos en el banco, en el suelo, en… pero tratar de imaginarme hablando a un amigo mientras Él está en una situación de dolor y yo no, me resultaba difícil. 
Además, siempre que me imaginaba a Jesús en la cruz me le imaginaba mirando al suelo, ¿cómo iba a hablarle a un amigo que no me mira a los ojos? No, nunca fui capaz de imaginarme en esa escena y, sin embargo, era la que ahora mismo estaba viviendo. Allí estábamos los dos. Él en la cruz, con gesto de dolor y yo frente a Él.
No recuerdo lo que le dije, la verdad, pero sí recuerdo que me dio mucha pena verle allí tan sólo. Me hubiese gustado cambiarme por Él... Me costó marcharme de allí.
Llegó la hora, me tuve que ir. No podía imaginarme en ese instante que, poco después, mis deseos se iban a cumplir. En mi vida he sentido tanto dolor como el que sentí después: nunca me había sentido tan sola y tan abandonada como me sentí ayer, incluso, me sentí rechazada por Él, por Jesús. Llegué a plantearme si alguna vez de verdad me quiso o fue tan sólo un sueño.
Ahora me era fácil identificarme con el dolor y la soledad de Jesús. Rechazado por los suyos, abandonado por el Padre y una sola pregunta: “¿por qué?”.
Nunca, nunca en mi vida me sentí tan mal como me sentí ayer. No tuve respuesta, o eso me parecía, porque luego me acordaba de las palabras del Papa: “Si no aprendéis a llorar, no sois buenos cristianos. Al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar…”.
Gracias Padre, por hacerme comprender: te quiero y no me importa si me tienes a tu lado o si me abandonas, mientras me dejes quererte, no me importa en la situación que esté.
Sola o acompañada
Triste o alegre
Rezando, trabajando
Con mi hijo, con mi marido,
Estudiando, cocinando
Te quiero, Padre.
Je t´aime
Je t´adore
JE SUIS À TOI
TU es TOUT pour moi !






domingo, 18 de enero de 2015

SED DE AGUA VIVA

VIDA DE LA PALABRA           primeras semanas de ENERO 2015
 
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida de enero («Jesús le dijo: ‘Dame de beber»,Jn 4,7)
1.-        El diálogo de Jesús con la samaritana de la PdV me invitaba a pedir muchas veces (junto a muchos de los que me habéis escrito), "dame de beber". Con el salmo he rezado a menudo: "como busca la cierva corrientes de agua viva..., mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo entraré...?".
            Acabo de terminar nuestra semana de Retiro con otros casi 500 sacerdotes de todo el mundo (de Europa principalmente) y ha sido verdaderamente sentirme catapultado a esas fuentes de agua viva, al seno de la Trinidad. Ha sido no sólo escuchar, sino experimentar a través de la comunión propiciada por el amor recíproco, que hemos bebido de la mismísima fuente del carisma de la unidad, hemos sentido calmada nuestra sed y, a la vez, que nos queda gana de seguir bebiendo: y se intuye la cantidad y la frescura de lo mucho que queda.
            Un dvd de Chiara Lubich sobre la Eucaristía (que nos diviniza), y una aplicación-explicación teológico-espiritual de Piero Coda a la vida concreta diaria de unidad; otro de Klaus Hemmerle sobre su experiencia de Dios y otro de Igino Giordani sobre María como modelo de perfección, además de la homilía de Jesús Morán sobre los Consejos evangélicos mirados como "vuelos" de desposorio con Dios..., todo…, te hacía estar con los pies en el suelo, con el alma saciada y en comunión con todos tendiendo a viví la realidad más real (vivir en Dios) y todo ello que viviendo con
la presencia de Jesús en medio. Ser sacerdotes-María. "Vivir en la más alta contemplación… en medio del mundo. Como María, ama de casa…; como Jesús, hijo del carpintero…".
            Al final, unos cuantos salimos delante de todos a expresar los frutos. Luego en coloquios y encuentros personales, me decían (¡y nos decíamos!, ¡también yo a los otros que hablaron!): "lo que has comunicado, yo también lo he vivido, y lo compartiría hasta con las mismas palabras". Signo todo ello de la unidad, de la comunión vivida y experimentada.

1b.-       Sin olvidar que también había sido precedido (y continuado) todo por raíces profundas engarzadas en Jesús crucificado y abandonado: viernes y sábado anteriores estuve con fiebre en cama, 4 de los españoles al final no pudieron ir por enfermedad de última hora...
            La misma víspera de viajar, a uno de los que vino a dormir a Las Matas para luego irnos todos juntos, le pidieron que preparara y mandara una experiencia que ilustrara uno de los temas del Retiro. Un marcapáginas con la frase de Santa Teresa, ("nada te turbe..."), junto con la PdV, nos ayudó a no impacientarnos. Me apetecía acostarme pronto (y más no estando recuperado del todo de mi fuerte constipado), pero, además de ofrecerle mi ordenador, me quedé para luego revisar juntos el texto y mandarlo, de forma que también todo fuera realizado con "Jesús en medio" de nosotros por ese amor recíproco.
            Y en el viaje de vuelta, 4 horas de espera antes de salir, por la huelga, (y aprovecho para escribir estas mis experiencias).

1c.-      Participaron también 2 sacerdotes sirios. Sólo verlos (conociendo su vivencia por otros encuentros y por las noticias de la guerra), nos ayudaba a situarnos en lo esencial: "todo pasa; sólo Dios permanece". Aquí en occidente “nos quejamos de vicio”.
            Aunque cada uno ya lo tenemos todo dado a la Comunión de Bienes (y de esta les llega periódicamente a ellos y a otros compañeros de distintos lugares del mundo), el último día quisimos hacer un gesto especial (aparte de orar y seguir haciéndolo): pudimos reunir unos 5.000 €, (con eso pueden vivir 30 familias allí durante un año).


Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida de enero («Jesús le dijo: ‘Dame de beber»,Jn 4,7) y la de diciembre («El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo», Lc 3, 11):
1.-       estoy subscrita a tu blog, y periódicamente recibo tus experiencias y las de los demás sobre la Palabra de Vida... Son siempre una bocanada de aire fresco y me ayudan a sentirme unida con vosotros, aunque sea ahora desde otro país. Este mes de diciembre era una Palabra de Vida bastante "práctica", que nos vino
al dedillo: hace dos meses nos mudamos a una Mariápolis permanente, a una casa de alquiler de una familia amiga nuestra. Aquí, la cocina ya está amueblada, por lo que nuestros muebles y el horno que traíamos de nuestro apartamento estaban sobrando. 
          En seguida pusimos a disposición los muebles, que ya estaban usados de algunos años, pero en buen estado, y una voluntaria nos dijo que le venían muy bien para su cocina: después nos mandó una foto y realmente quedaron genial.
          Quedaba aún el horno, que habíamos recibido de regalo de bodas del padrino de mi marido: nuevo, moderno y bueno. Lo "lógico" era pensar en guardarlo, por si en un futuro nos mudamos de nuevo y lo necesitamos; pero delante de la Palabra de vida, sentimos que no podíamos quedarnos con esa "segunda túnica" si había algún hermano necesitándola... Y efectivamente, ¡una familia lo necesitaba! Así que, con mucha, alegría donamos también nuestro horno nuevo y nosotros estamos usando el que los dueños tenían aquí, un poquito más viejo y con menos potencia... pero lo suficiente para cocinar

2.-        “…la Palabra de Vida también ha sido (al menos para mí) en esa misma línea. Yo, siendo ignorante en las oraciones (entre otras cosas porque llevo menos tiempo bautizada), mi oración favorita es: "Jesús, hijo de David, ten piedad de mí. ¡Tengo Sed, tengo sed de Ti!".
            Pero lo que te voy a contar es que para mí ha sido muy novedosa la Palabra de Vida de Enero cuando afirma: "abrirnos al otro, como lo hizo Jesús, pidiendo agua, superando la barrera". En mi casa, incluso con mis hijos, (a pesar de que a veces los padres pensamos que tenemos que "parecer" perfectos para nuestros hijos, y no parecer "débiles", para darles ejemplo), les he hablado de mi esclavitud… y ahora más en estas fechas festivas... y les he pedido ayuda: que me ayuden todos, cada vez que vean que voy a comer fuera de hora o sin tener hambre… que me paren, o me lo recuerden... Pero el resultado ha sido sorprendente: mi hijo adolescente, también me ha pedido ayuda. Ha reconocido que tiene problema de pereza para estudiar y quiere que le ayude... que cada vez que le vea perder el tiempo, que le recuerde que no es ese el camino… cuando hasta ahora ha sido una permanente lucha hacerle entender que no estudiaba suficiente y perdía mucho tiempo. En fin, solo puedo dar Gracias a Dios, y a sus mensajeros

3.-        “como sabes estoy una temporada de voluntaria en Sudamérica. La semana pasada fui donde los niños, a la selva, (que es lo que me impulsó a volver, pues el año pasado les había comprado playeros, calcetines, balones y estufas). Me habían dicho que iban descalzos, pero no me lo creía del todo: cuando lo vi, mi alma se cayó; si en ese momento me piden la luna...

           Este año dije que les preguntaran lo que les hacía falta. "Juguetes, - nos dijo el profesor-, pues hay niños que no han tenido nunca uno". Yo, de momento, estaba un poco reacia con mis compañeras cuando habíamos ido a comprar. Después ya cambié de actitud, cuando vi que el dinero llegaba para los ventiladores, pues los necesitaban, además de comprarles algo de ropa.
            Al día siguiente salimos muy pronto, porque está lejos. Cuando me reconocieron y vieron todas las cajas, estaban perplejos. Estaban varios papás, (hasta el que representaba la zona); me dijeron que hablara un poco a los niños. Pedí ayuda a lo alto. Les dije que por los niños daría la vida. Cuando terminé, les preparamos algo de comer y les repartí sus paquetes: era de verles su cara. No se atrevían a abrir los paquetes. Era algo especial especial ver sus caras y sus comentarios…
            Hablé un poco con los papás: están muy contentos por las cosas que les había llevado. Habló el Representante y me dio las gracias porque hasta ahora nadie les había dado nada a sus hijos: "una vez fueron unos políticos y apenas les llevaron nada, pero les pidieron el voto; y usted viene de tan lejos y les trae regalos y les da cariño y sonrisa". Les dije que no tienen que darme las gracias, que soy un instrumento y que el dinero no es mío.

            En el camino de vuelta, por delante iban los mayorcillos de 10, 12 años, con sus juguetes, agachados tirando del camión uno 4 km, el otro 5 km. De verdad que le di las gracias a Dios por ser tan feliz en ese momento y contenta porque había vivido la palabra de vida. El director y su familia nos dijeron que todas las familias estaban felices por todo. Al final, no había repartido todo lo que había traído para ellos: los niños se iban felices; les dejé todo allí, para cuando empiece el cole, que hicieran una rifa

Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ

N.B.: tú también puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela.


sábado, 17 de enero de 2015

HACIA LA PLENA COMUNIÓN DE LOS CRISTIANOS

A mitad de mes y empezando mañana el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos, cuyo lema es precisamente la Palabra de Vida del mes de enero ("Dame de beber", dijo Jesús a la Samaritana), te ofrezco un texto del Papa que nos ayude a profundizar en ambas cosas:

AVANZAR HACIA LA PLENA COMUNIÓN

          …encontrarnos, mirar el rostro el uno del otro, intercambiar el abrazo de paz, orar unos por otros, son dimensiones esenciales de ese camino hacia el restablecimiento de la plena comunión a la que tendemos. Todo esto precede y
acompaña constantemente esa otra dimensión esencial de dicho camino, que es el diálogo teológico. Un verdadero diálogo es siempre un encuentro entre personas con un nombre, un rostro, una historia, y no sólo un intercambio de ideas.
          Esto vale sobre todo para los cristianos, porque para nosotros la verdad es la persona de Jesucristo. El ejemplo de san Andrés que, junto con otro discípulo, aceptó la invitación del Divino Maestro: «Venid y veréis», y «se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39), nos muestra claramente que la vida cristiana es
una experiencia personal, un encuentro transformador con Aquel que nos ama y que nos quiere salvar. También el anuncio cristiano se propaga gracias a personas que, enamoradas de Cristo, no pueden dejar de transmitir la alegría de ser amadas y salvadas...
          Así pues, no es casualidad que el camino de la reconciliación y de paz entre católicos y ortodoxos haya sido de alguna manera inaugurado por un encuentro, por un abrazo entre nuestros venerados predecesores, el Patriarca Ecuménico Atenágoras y el Papa Pablo VI, hace cincuenta años en Jerusalén, un
acontecimiento que Vuestra Santidad y yo hemos querido conmemorar encontrándonos de nuevo en la ciudad donde el Señor Jesucristo murió y resucitó.
          Por una feliz coincidencia, esta visita tiene lugar unos días después de la celebración del quincuagésimo aniversario de la promulgación del Decreto del Concilio Vaticano II sobre la búsqueda de la unidad de todos los cristianos, Unitatis redintegratio. Es un documento fundamental con el que se ha abierto un nuevo camino para el encuentro entre los católicos y los hermanos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales.
          … el restablecimiento de la plena comunión, que no significa ni sumisión del uno al otro, ni absorción, sino más bien la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada uno, para manifestar a todo el mundo el gran misterio de la salvación llevada a cabo por Cristo, el Señor, por medio del Espíritu Santo. Quiero asegurar a cada uno de vosotros que, para alcanzar el anhelado objetivo de la plena unidad, la Iglesia Católica no
pretende imponer ninguna exigencia, salvo la profesión de fe común, y que estamos dispuestos a buscar juntos, a la luz de la enseñanza de la Escritura y la experiencia del primer milenio, las modalidades con las que se garantice la necesaria unidad de la Iglesia en las actuales circunstancias: lo único que la Iglesia Católica desea, y que yo busco como Obispo de Roma, «la Iglesia que preside en la caridad», es la comunión con
las Iglesias ortodoxas.
Dicha comunión será siempre fruto del amor «que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado» (Rm 5,5), amor fraterno que muestra el lazo trascendente y espiritual que nos une como discípulos del Señor.

          En el mundo de hoy se alzan con ímpetu voces que no podemos dejar de oír, y que piden a nuestras Iglesias vivir plenamente el ser discípulos del Señor Jesucristo.
          …En el mundo hay demasiadas mujeres y demasiados hombres que sufren… No podemos permanecer indiferentes ante las voces de estos hermanos y hermanas. Ellos no sólo nos piden que les demos ayuda material, necesaria en muchas circunstancias, sino, sobre todo, que les apoyemos para defender su propia dignidad de seres humanos, para que puedan encontrar las energías espirituales para recuperarse y volver a ser protagonistas de su historia… Como cristianos, estamos llamados a vencer juntos a la globalización de la indiferencia, que hoy parece tener la supremacía, y a construir una nueva civilización del amor y de la solidaridad.
          … Turbar la paz de un pueblo, cometer o consentir cualquier tipo de violencia, especialmente sobre los más débiles e indefensos, es un grave pecado contra Dios, porque significa no respetar la imagen de Dios que hay en el hombre. La voz de las víctimas de los conflictos nos impulsa a avanzar diligentemente por
el camino de reconciliación y comunión entre católicos y ortodoxos. Por lo demás, ¿cómo podemos anunciar de modo creíble el Evangelio de paz que viene de Cristo, si entre nosotros continúa habiendo rivalidades y contiendas? (Cfr. Evangelii nuntiandi, 77).
          … Las nuevas generaciones nunca podrán alcanzar la verdadera sabiduría y mantener viva la esperanza, si nosotros no somos capaces de valorar y transmitir el auténtico humanismo,
que brota del Evangelio y la experiencia milenaria de la Iglesia. Son precisamente los jóvenes –pienso por ejemplo en la multitud de jóvenes ortodoxos, católicos y protestantes que se reúnen en los encuentros internacionales organizados por la Comunidad de
Taizé– son ellos los que hoy nos instan a avanzar hacia la plena comunión. Y esto, no porque ignoren el significado de las diferencias que aún nos separan, sino porque saben ver más allá, son capaces de percibir lo esencial que ya nos une.

          Querido hermano, muy querido hermano, estamos ya en camino, en camino hacia la plena comunión y podemos vivir ya signos elocuentes de una unidad real, aunque todavía parcial. Esto nos reconforta y nos impulsa a proseguir por esta senda… Pidamos a Dios el gran don de la plena unidad y la capacidad de acogerlo en nuestras vidas. Y nunca nos olvidemos de rezar unos por otros.
en presencia del Patriarca ecuménico de Constantinopla,

Iglesia patriarcal de San Jorge, Estambul, domingo 30 de noviembre de 2014

jueves, 1 de enero de 2015

MÁS ALLÁ DE TODA DIVISIÓN

PALABRA DE VIDA                        Enero 2015


Jesús le dijo: ‘Dame de beber’
(Jn 4,7)

Jesús deja la región de Judea y se dirige a Galilea. El camino lo lleva a atravesar Samaría. Al mediodía, bajo el sol, cansado del camino, se sienta en el pozo que el patriarca Jacob había construido 1700 años antes. Tiene sed, pero no cuenta con un recipiente para sacar agua. El pozo es profundo, 35 metros, como se puede observar aún en la actualidad.
Los discípulos se fueron al pueblo a comprar algo para comer. Jesús quedó solo. Llega una mujer con un cántaro y Él, con simplicidad, le pide de beber. Es una petición que va contra las
costumbres de la época: un hombre no se dirige directamente a una mujer, sobre todo si se trata de una desconocida. Además, entre judíos y samaritanos existen divisiones y prejuicios religiosos: Jesús es judío y la mujer, una samaritana. El desacuerdo, e inclusive el odio entre los dos pueblos, tiene raíces profundas, de origen histórico, político. Hay también otra barrera entre ambos, de tipo moral: la samaritana tuvo varios hombres y vive en una situación irregular. Tal vez por eso no se acerca a recoger agua con las demás mujeres por la mañana o al atardecer, sino a una hora insólita como la del mediodía: para evitar sus comentarios.
Jesús no se deja condicionar por ningún tipo de barrera y entabla un diálogo con la extranjera. Quiere entrar en su corazón y le dice:

Dame de beber”.

Posee un don para ella, el don del agua viva. “El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí” (7, 37). El agua es esencial para todo tipo de vida y resulta mucho más preciada en ambientes áridos como en Palestina. La que Jesús quiere donar es un agua “viva”, para simbolizar la revelación de un Dios que es Padre y amor, el Espíritu Santo, la vida divina que Él nos trajo. Todo lo que dona está vivo y es para la vida: Él mismo es el pan “vivo” (cfr. 6, 51), es la Palabra que da vida (cfr. 5, 25), es simplemente la Vida (cfr. 11, 25-26). Sobre la cruz, nos lo dirá Juan que fue testigo, cuando uno de los soldados le golpeó el costado con la lanza, “enseguida brotó sangre y agua” (19, 34): es el don extremo y total de Sí mismo.
Pero Jesús no impone. No la reprocha ni siquiera por su convivencia irregular. Él, que puede darlo todo, pide, porque necesita el don de ella.
Pide porque está cansado, tiene sed. Él, el Señor de la vida, se hace mendigo sin esconder su real humanidad.
Pide porque sabe que si la mujer dona, podrá abrirse más fácilmente y estar preparada para recibir a su vez.
De esta petición nace una conversación con argumentaciones,
malinterpretaciones, profundizaciones, al final de las cuales Jesús puede revelar su identidad. El diálogo derribó las barreras de defensa y llevó al descubrimiento de la verdad: el agua que Él vino a traer. La mujer deja lo que en ese momento es lo más precioso, su jarra, porque encontró otra riqueza, y corre a la ciudad para iniciar a su vez un diálogo con los vecinos. Tampoco ella impone, sino que cuenta lo acaecido, comunica su propia experiencia y abre el interrogante sobre la persona que le dijo:

 Dame de beber

En esta página del Evangelio me parece encontrar una enseñanza para el diálogo ecuménico, nos hace tomar conciencia de la división escandalosa entre las Iglesias que continúan desde hace demasiados años y nos invita a acelerar los tiempos de una comunión profunda que supere toda barrera, así como Jesús superó las divisiones entre judíos y samaritanos.
La falta de unidad entre los cristianos es sólo una de las fracturas que nos lastiman en los diferentes ambientes, con malos entendidos familiares y entre vecinos, con tensiones en el trabajo y
con discriminaciones. Las barreras que a menudo nos dividen pueden ser de naturaleza social, política, religiosa o simplemente fruto de diferentes hábitos culturales que no logramos aceptar. Son las que desencadenan los conflictos entre las naciones y las etnias, pero que también suscitan hostilidad en la convivencia cotidiana. ¿No podríamos abrirnos al otro y superar los prejuicios, tal como hizo Jesús? ¿Por qué no escuchar, más allá de la manera en que es formulada, la petición de comprensión y de ayuda? También en quien es contrario o pertenece a otro estrato cultural, religioso o social se esconde un Jesús que se dirige a nosotros y nos dice:

 Dame de beber”.

Resulta espontáneo recordar otra palabra similar pronunciada por Jesús en la cruz, también referida en el Evangelio de Juan: Tengo sed (19, 28). Se trata de una necesidad
primordial. En toda persona necesitada, desocupada, sola, extranjera, perteneciente o no a otro credo o convicción religiosa podemos reconocer a Jesús que nos dice “tengo sed”, y nos pide “dame de beber”. El Evangelio dice que basta ofrecer un vaso de agua para tener recompensa (cfr. Mt 10, 42) y encaminar un diálogo que restablece la fraternidad.
También nosotros podemos expresar la misma necesidad sin avergonzarnos de “tener sed” y pedir “dame de beber”. Así podrá iniciarse un diálogo sincero y una comunión concreta, sin miedo a la diversidad y al riesgo de compartir nuestro pensamiento y nuestra hospitalidad. Haciendo hincapié en las potencialidades de quien se nos presenta y en los valores existentes incluso cuando están escondidos, como hizo Jesús que supo reconocer en la mujer algo que él no podía: sacar agua.

Fabio Ciardi 



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