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sábado, 1 de junio de 2019

TESTIGOS DEL DIOS VIVO

PALABRA DE VIDA                                           junio 2019



«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,
que vendrá sobre vosotros,
y seréis mis testigos»
(Hch 1, 8)

El libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito por el evangelista Lucas, comienza con la promesa que Jesús Resucitado hace a los apóstoles poco antes de dejarlos para volver definitivamente al Padre: recibirán de Dios mismo la fuerza necesaria para continuar anunciando y construyendo su Reino en la historia humana.
No se trata de alentar un «golpe de estado» o de lanzar a un poder político o social en contra de otro, sino de la acción profunda del Espíritu de Dios cuando es acogido en los corazones, que hace «hombres nuevos».
Al poco tiempo descenderá el Espíritu Santo sobre los discípulos reunidos con María, y ellos, partiendo de la ciudad santa de Jerusalén, difundirán el mensaje de Jesús hasta los «confines de la tierra».

«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos».

Los apóstoles, y con ellos todos los discípulos de Jesús, son enviados como «testigos».
En efecto, cuando el cristiano descubre a través de Jesús lo que quiere decir ser hijo de Dios, descubre también que es enviado. Nuestra vocación y nuestra identidad de hijos se realizan con la misión, yendo hacia los demás como hermanos. Todos estamos llamados a ser apóstoles que testimonian con su vida y luego, si hace falta, con la palabra.
Somos testigos cuando adoptamos el estilo de vida de Jesús. Es decir, cuando cada día, en nuestro entorno familiar, laboral, de estudio o de ocio nos acercamos a las personas con espíritu de acogida y con ánimo de compartir, pero teniendo en el corazón el gran proyecto del Padre: la fraternidad universal.
Cuentan Marilena y Silvano: «Cuando nos casamos queríamos ser una familia acogedora con todos. Una de las primeras experiencias la hicimos en vísperas de Navidad. No queríamos que las felicitaciones fuesen un saludo apresurado a la salida de la iglesia, y se nos ocurrió la idea de ir nosotros a casa de nuestros vecinos llevando un detalle. Todos se mostraban sorprendidos y contentos, especialmente una familia que muchos procuraban evitar: nos abrieron el corazón, nos contaron sus dificultades, nos dijeron que nadie había ido a su casa en muchos años. La visita duró más de dos horas, y nos conmovimos al ver la alegría de aquellas personas. Así, poco a poco, con el único esfuerzo de estar abiertos con todos, entablamos relación con muchas personas. No siempre ha sido fácil, porque a veces una visita imprevista nos cambiaba los planes, pero siempre teníamos en cuenta que no podíamos perder estas ocasiones de crear relaciones fraternas. Una vez nos regalaron una tarta y se nos ocurrió compartirla con una señora que nos había ayudado a encontrar regalos para mandar a Brasil. Le encantó la idea, y a nosotros nos dio la ocasión de conocer a su familia. Al despedirnos, nos dijo: “Ojalá tuviese yo este valor de ir a ver los demás”».

«Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos».

Todos los cristianos hemos recibido el Espíritu Santo como regalo en el bautismo, pero Él habla también a la conciencia de todas las personas que buscan sinceramente el bien y la verdad. Por eso todos podemos hacer sitio al Espíritu de Dios y dejarnos guiar.
¿Cómo reconocerlo y escucharlo?
Puede ayudarnos este pensamiento de Chiara Lubich: «[…] El Espíritu Santo habita en nosotros como en su templo, nos ilumina y nos guía. Es el Espíritu de verdad que hace comprender las palabras de Jesús, las hace vivas y actuales, nos enamora de la Sabiduría, sugiere lo que debemos decir y cómo debemos decirlo. Es el Espíritu de Amor que nos inflama con su mismo amor, nos hace capaces de amar a Dios con todo el corazón, el alma y las fuerzas, y de amar a todos los que se cruzan en nuestro camino. Es el Espíritu de fortaleza que nos da el valor y la fuerza de ser coherentes con el Evangelio y dar siempre testimonio de la verdad. […] Con y por este amor de Dios en el corazón podemos llegar lejos y hacer partícipes a muchísimas otras personas de nuestro descubrimiento: […] los “confines de la tierra” no son solo los geográficos. También indican, por ejemplo, personas cercanas a nosotros que aún no han tenido la alegría de conocer en verdad el Evangelio. Hasta ahí tiene que llegar nuestro testimonio. […] Por amor a Jesús se nos pide “hacernos uno” con cada cual, olvidándonos completamente de nosotros mismos, hasta que el otro, dulcemente herido por el amor de Dios en nosotros, quiera “hacerse uno” con nosotros en un intercambio recíproco de ayuda, de ideales, de proyectos y de afectos. Solo entonces podremos dar la palabra. Y será un don, por la reciprocidad del amor».


LETIZIA MAGRI




N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
 y en MP3 para escuchar en el móvil.


en más de 30 idiomas.


jueves, 31 de mayo de 2018

ESCUCHAR LA VOZ DEL ESPÍRITU SANTO PRODUCE FRUTOS

VIDA DE LA PALABRA                   últimas semanas de MAYO
  


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de mayo («En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí», Ga 5, 22-23) y la de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47):

1.-        Después de 3 días intensos… esa noche me costaba conciliar el sueño y, cuando ya por fin me adormilaba, a la 1:00 a.m. suena el móvil de urgencia del hospital; no me lo podía creer: esa mañana había estado 4 veces en ese mismo pasillo, el anciano llevaba 9 días ingresado ¡y a la familia se les ocurre esperar al último momento, cuando yo al día siguiente tengo que madrugar mucho y desarrollar una jornada todavía más intensa que las anteriores (el otro sacerdote no estaba, había “extras” como primeras comuniones…)! Así que, no debí emplear buen tono al contestar al pobre enfermero que llamó: me disculpé, le di las gracias (¡más vale tarde que nunca!, aunque el sacramento de la Unción es para recibirlo conscientemente, no sedado…).
En fin, me puse la ropa encima del pijama y sin tráfico los 5 km. se recorren en seguida.
Aunque le expliqué a la familia que es un sacramento de sanación (del alma y del cuerpo) y con delicadeza les dije que lo habían privado durante 9 días del consuelo, paz y fortaleza que conlleva (y, además, así me lo aseguran muchos enfermitos por su propia experiencia), la familia se deshacía en darme las gracias.
Luego ya me costó dormirme y me desperté al primer rayo de sol, antes de que sonara el despertador: muy cansado. Ciertamente conforme avanzaba el día yo iba a medio gas (y algunos me lo notaron en la cara); en una reunión de Consejo no pude aportar nada (más bien se preocuparon por mi cara de cansado). Pero me fiaba que, más allá de todo, más allá de mis límites e inoperancias, el Espíritu Santo enviaría su Luz y su Fortaleza a cada uno (con mi colaboración directa, unas veces, y/o con mi adormilamiento otras, pues había sido por intentar servir por amor).

2.-        El primero de esos días “entretenidos” concluía con una actividad extra: el ensayo “general” con “el mejor coro provisional del mundo”, que de nuevo me iban a sacar de un apuro (esta vez en las primeras comuniones).
Justo antes de empezar, nada más acabar la Misa, se presentan en la sacristía con una sonrisa de oreja a oreja y con una tarta (con vela encendida y cantando). Me hizo muchísima ilusión. Me encantó. Fue bonito luego el ensayo en clima de hermanos, de verdadera familia, y precioso el ratito posterior charlando y compartiendo unos salados, refrescos y la tarta. En lo uno y en lo otro, por el amor recíproco, se percibía la presencia del Resucitado “donde dos o más…” que “produce” al Espíritu Santo, como así notamos por la “paz, alegría…” que enumera la PdV.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de mayo («En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí», Ga 5, 22-23), la de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47) y la de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus sendas», Sal 25, 4):

1.-        acabo de leer la nueva Palabra de Vida y las experiencias que envías… , y te envío alguna que otra experiencia, porque como siempre has dicho, “lo que no se da, se pierde”. 
En mi trabajo hay aparentemente un buen ambiente entre compañeros, pero en la práctica no es así: es todo fachada, hay claramente dos grupos diferenciados, por un lado unos más afines a los jefes, y por otro un sector más crítico y abierto a nuevas
propuestas. Desde que empecé aquí, el sector crítico me abrió sus puertas de par en par… y comparto muchos momentos con ellos sobre puntos de vista, ideas de trabajo e ideas personales. Pero con el tiempo noté que, dependiendo de con quién te juntes más, ya te marcan o definen en un determinado grupo... Pero, en esta forma de ser mía de no definirme en ningún sitio y a la vez estar en todos y con todos, he tratado y sigo tratando de estar siempre con ambos grupos, compartir sus anhelos, aportar aquello que puedo y escuchar a cada persona atentamente... la relación se ha ido forjando y se forja cada día, porque esto es un constante...
De hecho hay compañeras con un carácter, digámoslo así, bastante seco, y que generan bastante tensión en las relaciones personales o en decisiones que hemos tenido que tomar entre todos, no facilitando en ningún momento el diálogo o tan siquiera la puesta en común de otros puntos de vista que pueden enriquecer... Yo trato de estar más allá de estas tensiones, de las críticas entre unos y otros, tratando de dar mi opinión cuando puedo y quitándole hierro a determinadas situaciones, que muchos aprovechan para arremeter contra el contrario... He observado que he creado relaciones o así lo intento con cada uno de ellos, y aseguro que con alguno o alguna es bastante difícil por su carácter seco, distante y poco conciliador.
Prueba de ello fue el otro día que traje un desayuno para compartir entre todos con motivo de mi cumpleaños. Normalmente para el desayuno también hay dos grupos, unos salen fuera a un bar y el resto se queda en una sala en el trabajo. Aposté por aprovechar este espacio común para invitar a todos a desayunar y fue bonito, y ahora lo pensaba, porque tuvimos un momento de compartir juntos en la sala con motivo del desayuno, y más allá de las diferencias y puntos de vista, se hizo un paréntesis y todo fluyó muy bien... ¡¡Esta búsqueda de la unidad que nos ha enseñado Chiara hasta la saciedad y que nos ha dejado es muy grande!!
Por otro lado y desde los ejercicios trato de perseverar en esta relación con Jesús

2.-        “es precioso el texto del Papa Francisco, pero no es fácil de llevarlo a cabo. Con relación al apego cada vez soy más consciente de todo lo que estanca y no te hace crecer pero te va atrapando y no lo quieres ver. Lo he vivido en mi propia piel y por eso lo identifico ya conscientemente.
Este mes lo estoy dedicando a ayudar a algunos conocidos (ya que me han demostrado que no tienen la categoría de amigos) y aunque los veo muy interesados también sé que tienen problemas serios legales y al final he ofrecido al Señor mi servicio, aunque no tengo claro si se lo merecen, pero hay que sembrar y aquí estoy yo sembrando lo que puedo.
2b.-    También tengo otra amiga muy enferma con depresión que cada vez le llegan a su vida situaciones más duras y la estoy acompañando en este trayecto de su vida, aun sabiendo que me escucha poco, pero si logro distraerla un rato de sus preocupaciones, eso ya me vale.
2c.-    Es una etapa de continuo estrés en el trabajo con muchos cambios de criterio y muchas prisas: todo es urgente y “se tenía que haber realizado ayer”, así que yo le pido al Señor calma y que me ayude a priorizar, ya que me siento como un bombero apagando los fuegos más inminentes

3.-        “a pesar de que estos últimos 15 días no han sido fáciles para mí, he podido experimentar los frutos del Espíritu.  Como dice la PdV, he tratado de atajar las tentaciones para decir “sí” a las tareas que Dios nos pide y qué verdad es que el Espíritu nos guía para poder seguir amando al prójimo:
Con tantas cosas entre manos, me olvidé que había quedado en recoger a una persona que venía de viaje. Justo cuando llegué a casa e iba a cambiarme de ropa, no sé por qué, antes miré el móvil y ¡faltaba el tiempo justo de llegar! Di gracias a Dios y le dije que salía para la estación, a la que llegué antes que el tren.   
3b.-      Un día, quería ir a visitar a una amiga enferma, pero no acababa de encontrar el momento. Otra amiga común me llamó para preguntarme si yo iba a ir a verla y podía venir conmigo en el coche. Sentí que era lo que Dios quería, fuimos juntas y fue un regalo especial de Dios para las tres. 
3c.-      Otro día una persona que trabaja en mi ciudad, pero vive en otra localidad, me preguntó si podía venir a casa. Mi sí no fue inmediato, pero cambié los planes y todo fue bien. Por la noche me dice: "tú sí que vives las obras de misericordia". Para mí fue experimentar la misericordia de Dios que cubre todos mis límites

4.- [de mi hermana, Misionera de la Esperanza en Chad]  si tuviera que decir quién es la persona chadiana que más nos ha cuidado desde que estoy aquí, en la que siempre hemos podido confiar, la que más me ha sorprendido por sus profundos comentarios hechos vida de la Palabra de Dios en el grupo que llevo de personas que quieren conocer MI.ES. y de la que más he aprendido aquí (de su gran corazón)… sin duda diré: “mamá Fátima”, nuestra cocinera. Mujer sencilla, generosa, alegre, luchadora, que todos los días (lloviera a cantaros o tronara, hiciera un sofocantísimo calor... recorría 7 km a pie desde su casa a la nuestra y venía sonriendo, saludando y ayudando a todo el que se encontrara por su camino.
Ayer recibió su bautismo… por la gravedad de su estado, sin haber terminado su catecumenado de preparación, que aquí dura 4 años. Hace unos 10 días le picaron un montón de abejas enfurecidas (las habían echado a pedradas de su panal justo cuando ella pasó por el camino hacia su casa) y se ensañaron con ella picándole por todas las partes de su cuerpo. Ha sufrido muchísimo. La hemos llevado al hospital, parecía que estaba mejor después de unos días y la llevamos a su casa cuando le dieron el alta, pero cuando parecía que estaba remontando poco a poco, recibió la noticia de la muerte de su madre en Djamena y eso hizo que perdiera las pocas fuerzas que tenía y la volvimos a llevar al hospital; allí le pusieron alguna medicación, pero poco le podían hacer porque los médicos estaban en huelga, así que al día siguiente probamos en un hospital o Centro privado y allí ha pasado la noche.
Esta mañana he estado en el centro de salud en el que está ingresada (en un colchón en el suelo, con una bolsa colgada en el clavo de una pared, haciéndole una transfusión de sangre y rezábamos junto a un sacerdote. ¡¡Dios mío, cuánto sufrimiento de esta mujer tan buena y qué triste llevo todo el día!!   Sé que Jesús está ahí especialmente, acompañándola en su dolor, pero no puedo evitar que se me escapen unas lagrimillas cuando nadie me ve. Rezad mucho por ella y su familia, rezad mucho por nosotros


Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
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lunes, 20 de mayo de 2013

NOVEDAD, ARMONÍA, MISIÓN
Domingo de Pentecostés

Para revivir Pentecostés, celebrado el domingo pasado, y prolongar en nuestra vida la acción del Espíritu Santo, os ofrezco unos párrafos de los textos del Papa durante ese día:
¡SOIS UN DON!
"[…] un renovado Pentecostés, que ha transformado la Plaza de San Pedro en un Cenáculo a cielo abierto. Hemos revivido la experiencia de la Iglesia naciente, concorde en oración con María… También nosotros, en la variedad de los carismas, hemos experimentado la belleza de
la unidad, de ser una cosa sola. Y esto es obra del Espíritu Santo, que crea siempre nuevamente la unidad en la Iglesia.
Quisiera agradeceros a todos los Movimientos, Asociaciones, Comunidades… ¡Sois un don  y una riqueza en la Iglesia! ¡Eso sois! (…) ¡Llevad siempre la fuerza del Evangelio! ¡No tengáis miedo! ¡Tened siempre la alegría y la pasión por la comunión en la Iglesia! […]"
PAPA FRANCISCO, Regina coeli, Domingo de Pentecostés, 19 mayo 2013
(traducción propia)


NOVEDAD, ARMONÍA, MISIÓN
Queridos hermanos y hermanas:
En este día, contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia, un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.
Pero, ¿qué sucedió en aquel día tan lejano a nosotros, y sin embargo, tan cercano, que llega adentro de nuestro corazón? San Lucas nos da la respuesta en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado (2,1-11). El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los Apóstoles. El primer elemento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo, «como de viento que sopla
fuertemente», y llenó toda la casa; luego, las «lenguas como llamaradas», que se dividían y se posaban encima de cada uno de los Apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego son signos claros y concretos que tocan a los Apóstoles, no sólo exteriormente, sino también en su interior: en su mente y en su corazón. Como consecuencia, «se llenaron todos de Espíritu Santo», que desencadenó su fuerza irresistible, con resultados llamativos: «Empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse». Asistimos, entonces, a una situación totalmente sorprendente: una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno oye hablar a los Apóstoles en su propia lengua. Todos experimentan algo nuevo, que nunca había
sucedido: «Los oímos hablar en nuestra lengua nativa». ¿Y de qué hablaban? «De las grandezas de Dios».
A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles, deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu: novedad, armonía, misión.

1. La novedad nos da siempre un poco de miedo, porque nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida, según nuestros esquemas, seguridades, gustos. Y esto nos sucede también con Dios. Con frecuencia lo seguimos, lo acogemos, pero hasta un cierto punto; nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones; tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, nos saque de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos. Pero, en toda la historia de la salvación, cuando Dios se revela, aparece su novedad Dios ofrece siempre novedad—, trasforma y pide
confianza total en Él: Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva; Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa; Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad; los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que verdaderamente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera serenidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien. Preguntémonos hoy: ¿Estamos abiertos a las “sorpresas de Dios”? ¿O nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido la capacidad de respuesta? Nos hará bien hacernos estas preguntas durante toda la jornada.

2. Una segunda idea: el Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la Iglesia, la armonía la hace el
Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: el Espíritu Santo “ipse harmonia est”. Él es precisamente la armonía. Sólo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división; y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Si, por el contrario, nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad nunca provocan conflicto, porque Él nos impulsa a vivir la variedad en la comunión de la Iglesia. Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los Pastores, que tienen
un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son muy peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá (proagon) de la doctrina y de la Comunidad eclesial –dice el Apóstol Juan en la segunda lectura–  y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo (cf. 2Jn1,9). Así, pues, preguntémonos: ¿Estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo, superando todo exclusivismo? ¿Me dejo guiar por Él viviendo en la Iglesia y con la Iglesia?

3. El último punto. Los teólogos antiguos decían: el alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos
adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo, y nos salvaguarda del peligro de una Iglesia gnóstica y de una Iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto; nos impulsa a abrir las puertas para salir, para anunciar y dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo de la fe, del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar. El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros» (Jn 14,16). Es el Espíritu Paráclito, el «Consolador», que da el valor para recorrer los caminos del

mundo llevando el Evangelio. El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión.

Recordemos hoy estas tres palabras: novedad, armonía, misión.

La liturgia de hoy es una gran oración, que la Iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, cada
movimiento, en la armonía de la Iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También hoy, como en su nacimiento, junto con María, la Iglesia invoca: «Veni Sancte Spiritus! – Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor». Amén.

PAPA FRANCISCO, Homilía en la Santa Misa con los Movimientos eclesiales, Domingo de Pentecostés, 19 mayo 2013

viernes, 17 de mayo de 2013

PENTECOSTÉS 

VIDA CONDUCIDA POR EL ESPÍRITU SANTO  
Para vivir bien la solemnidad del Domingo de Pentecostés (19 de mayo de 2013) y su Vigilia
os ofrezco unos párrafos de esta reciente catequesis: 
PAPA FRANCISCO, Audiencia general, miércoles 8 mayo 2013

         El tiempo pascual que estamos viviendo con alegría, guiados por la liturgia de la Iglesia, es por excelencia el tiempo del Espíritu Santo donado «sin medida» por Jesús crucificado y resucitado. Este tiempo de gracia se concluye con la fiesta de Pentecostés, en la que la Iglesia revive la efusión del Espíritu sobre María y los Apóstoles reunidos en oración.
         (…) la tercera Persona de la Santísima Trinidad; es el gran don de Cristo Resucitado que abre nuestra mente y nuestro corazón a la fe en Jesús como Hijo enviado por el Padre y que nos guía a la amistad, a la comunión con Dios.
         (…) el Espíritu Santo es el manantial inagotable de la vida de Dios en nosotros. El hombre de todos los tiempos y de todos los lugares desea una vida plena y bella, justa y buena, una vida que no esté amenazada por la muerte, sino que madure y crezca hasta su plenitud. El hombre es como un peregrino que, atravesando los desiertos de la vida, tiene sed de un agua viva fluyente y fresca, capaz de saciar en profundidad su deseo profundo de luz, amor, belleza y paz (…) esa agua es el Espíritu Santo, que procede del Padre y que Jesús derrama en nuestros corazones. «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante», nos dice Jesús (Jn 10, 10).
         (…) Cuando decimos que el cristiano es un hombre espiritual entendemos precisamente esto: el cristiano es una persona que piensa y obra según Dios, según el Espíritu Santo…     
         (...) El «agua viva», el Espíritu Santo, Don del Resucitado que habita en nosotros, nos purifica, nos ilumina, nos renueva, nos transforma porque nos hace partícipes de la vida misma de Dios que es Amor. Por ello, el Apóstol Pablo afirma que la vida del cristiano está animada por el Espíritu y por sus frutos, que son «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí»… tiene como efecto también una mirada nueva hacia los demás, cercanos y lejanos, contemplados como hermanos y hermanas en Jesús a quienes hemos de respetar y amar. El Espíritu Santo nos enseña a mirar con los ojos de Cristo, a vivir la vida como la vivió Cristo, a comprender la vida como la comprendió Cristo. (…) nos dice que somos amados por Dios como hijos, que podemos amar a Dios como sus hijos y que con su gracia podemos vivir como hijos de Dios, como Jesús. Y nosotros, ¿escuchamos al Espíritu Santo? ¿Qué nos
dice el Espíritu Santo? Dice: Dios te ama. Nos dice esto. Dios te ama, Dios te quiere. Nosotros, ¿amamos de verdad a Dios y a los demás, como Jesús? Dejémonos guiar por el Espíritu Santo, dejemos que Él nos hable al corazón y nos diga esto: Dios es amor, Dios nos espera, Dios es el Padre, nos ama como verdadero papá, nos ama de verdad y esto lo dice sólo el Espíritu Santo al corazón, escuchemos al Espíritu Santo y sigamos adelante por este camino del amor, de la misericordia y del perdón.