lunes, 31 de agosto de 2020

DAD Y OS SERÁ DADO

 PALABRA DE VIDA                      septiembre 2020

 

«Dad y se os dará;

una medida buena, apretada, remecida, rebosante

pondrán en el halda de vuestros vestidos»

(Lc 6, 38)

 

«Había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírlo…» (Lc 6, 17-18): así introduce el evangelista Lucas el largo discurso de Jesús que proclama las bienaventuranzas, las exigencias del Reino de Dios y las promesas del Padre a sus hijos.

Jesús anuncia libremente su mensaje a hombres y mujeres de distintos pueblos y culturas que han acudido a escucharlo; es un mensaje universal, dirigido a todos y que todos pueden acoger para realizarse como personas, creadas por Dios Amor a su imagen.

 

«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos».

 

Jesús revela la novedad del Evangelio: el Padre ama a cada uno de sus hijos personalmente, con un amor «desbordante», y le da la capacidad de expandir el corazón hacia los hermanos, cada vez con mayor generosidad. Son palabras acuciantes y exigentes: dar de lo nuestro; bienes materiales, pero también acogida, misericordia, perdón; con generosidad, a imitación de Dios.

La imagen de la recompensa abundante vertida en el regazo nos da a entender que la medida del amor de Dios para con nosotros es desmedida, y que sus promesas se realizan por encima de nuestras expectativas, a la vez que nos libera de la ansiedad de nuestros cálculos y plazos y de la desilusión de no recibir de los demás según nuestra medida.

 

«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos».

 

A propósito de esta invitación de Jesús, Chiara Lubich escribió: «¿Nunca te ha pasado, al recibir un regalo de un amigo, que también tú has sentido la necesidad de hacerle otro…? […] Si te sucede así a ti, imagínate a Dios, a Dios, que es Amor. Él recompensa siempre cada regalo que hacemos a nuestro prójimo en su nombre. […] Dios no se comporta así para enriquecerte o para enriquecernos. […] Lo hace porque cuanto más tenemos, más podemos dar; para que –como verdaderos administradores de los bienes de Dios– hagamos circular todas las cosas en la comunidad que nos rodea […]. Ciertamente, Jesús pensaba en primer lugar en la recompensa que tendremos en el Paraíso, pero todo lo que sucede en esta tierra es ya preludio y garantía de ello»[1].

 

«Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos».

 

Y ¿qué sucedería si nos comprometiésemos a practicar este amor juntos, con muchos otros hombres y mujeres? Ciertamente daría origen a una revolución social.

Cuenta Jesús, de España: «Mi mujer y yo trabajamos en consultoría y formación. Nos apasionaron los principios de la Economía de Comunión[2] y quisimos aprender a mirar al otro: a los empleados, considerando los sueldos y las alternativas a los despidos necesarios; a los proveedores, respetando los precios, los pagos, las relaciones de larga duración; a la competencia, con cursos conjuntos y ofreciendo nuestra experiencia; a los clientes, aconsejándoles en conciencia aun a costa de nuestro propio interés. La confianza que se generó nos salvó cuando llegó la crisis de 2008. Más tarde, a través de la ong «Levántate y Anda», conocimos a un profesor de español en Costa de Marfil que quería mejorar las condiciones de vida en su pueblo mediante un paritorio. Estudiamos el proyecto y le dimos la cantidad necesaria. No se lo podía creer. Tuve que explicarle que eran los beneficios de la empresa. Actualmente la maternidad «Fraternidad», construida por musulmanes y cristianos, es símbolo de la convivencia. En los últimos años los beneficios de nuestra empresa se han multiplicado por diez».

 

LETIZIA MAGRI



[1] C. Lubich, Palabra de vida, junio 1978, en Ead., Palabras de vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 106-108.

N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 

En viñetas para los niños, adaptada para adolescentes y para jóvenes,

 y en MP3 para escuchar en el móvil.

 

Palabra de Vida AQUÍ en presentación Power Point

en más de 30 idiomas.


SERENOS EN LA MANO DE DIOS

VIDA DE LA PALABRA                                        agosto 2020


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («¿Quién nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35) y la de julio («Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre», Mt 12, 50):

 

1.-        Como cada mes, también este ha sido muy útil la Palabra. Cuando no podía dormir lo que hubiera querido para descansar en vacaciones, “¡esto no me puede apartar del amor de Dios!: ¡seguir creyendo en Su Amor y seguir amando yo a Él y a todos!”. ¿Recuerdos de ingenuas meteduras de pata del curso y del pasado?: ¡ídem: “nada nos separará del amor de Dios” (tarareaba yo a menudo interiormente esa y otras canciones similares! ¿Noticias de que mi madre había tenido que ir 2 veces a urgencias y luego además se cayó?: ¡ídem! Cuando ya pude estar con ella estos últimos 15 días y a cada instante tenía que dejar mi lectura o lo que yo hacía para traerle algo o acompañarla al servicio: ¡ídem! ¿Por la noche, que eso era frecuente y costaba más porque el cansancio se apoderaba de mí (y cada vez que me despierto luego tardo muchísimo en volver a coger el sueño)?: ¡¡ídem!! ¿Problemas, ansiedades o dolores de otras personas a las que aprecio y me veo impotente para ayudarlas?: ¡ídem!

 

2.-        Uno de los libros que estoy leyendo durante el verano me está costando mucho puesto que, (aparte de técnico y voluminoso) la traducción del inglés es dura (literal) y tiene bastantes erratas (que me distraen mucho). “Nada nos separará del amor de Dios”; ¡tampoco esto! Por hacer una obra de amor, comuniqué a la editorial varios de esos fallos con cuidado de no herir a nadie. Me lo agradecieron y pidieron que continuara haciéndolo: de hecho, aunque no me gusta dejar un libro a medias, más de cuatro veces había pensado en abandonar. Pero el recuerdo de que así puedo ayudar a mejorar futuras versiones y de que es una manera de amar me hace seguir poco a poco.

            Por no quedarme en lo dificultoso… Otro de los libros, ¡te lo recomiendo en el alma!, me ha ayudado un montón para la meditación diaria y estoy disfrutando y saboreando cada línea: “Ese palpitar silencioso. La oración en la espiritualidad de la unidad”. Lo puedes pedir a la Editorial Ciudad Nueva por internet. ¡Te encantará! Y también la recopilación de todas las Palabras de Vida de 1943 a 1990, que también estoy leyendo.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («¿Quién nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35), la de julio («Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre», Mt 12, 50) y la de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40):

 

1.-        “…hoy hablaba por teléfono con una amiga y al despedirnos me dice: “adiós, M., adiós”. Pero según lo ha dicho a mí me ha sonado como: “a Dios, M., a Dios”. Así que, cualquier decisión que he tenido que tomar desde entonces a lo largo del día, por pequeña que fuera, me iba cuestionando si me llevaba a Dios o por el contrario me llevaba a otros diosecillos….

 

2.-        “hace años, la que luego sería mi madrina, al verme por la calle con un instrumento, sin conocernos de nada, me habló. Con todo cariño me paré a escuchar a esta persona mayor por respeto: así, por las buenas, me dijo que tenía que entrar a una iglesia y que algún día tenía que tocar para el Señor. Fui con ella a una que no hay lejos de mi piso y cogí atrás unas hojitas que leí y me gustaron mucho. Por el apellido de quien las firmaba, pensé que era una centroeuropea, quizá una filósofa alemana. Todavía conservo aquellas primeras hojitas, que fui cogiendo mes a mes, tiempo antes de empezar mi preparación al bautismo: era la mensual Palabra de Vida. Releo esas de vez en cuando. Me gusta Chiara: rezuma un carisma especial. Sabe extraer lo bueno de todos, lo que nos une.

Acuérdate que en el país que estuve antes, jamás fui a una iglesia. Y, previamente, en el mío, la única vez que entré, (era yo adolescente), al día siguiente tenía a la policía del partido en mi casa.

 

3.-        “en el confinamiento pensaba qué podía yo hacer: rezar más… Una sobrina estaba con una hernia discal y no sabía qué hacer con el tratamiento, pues empezó a ir peor. Como al hospital no podía ir, iban a casa los del centro de salud a ponerle el tratamiento (empeoró muchísimo). Pero seguía pidiendo al Señor que me pusiera algo en mi camino. En mi interior como que me decía: “llama a las personas mayores, a gente de la parroquia, a los que atendías en Caritas, a la vecina de antes y algún familiar que vive fuera, etc.” Fue bonito: las escuchaba afondo y luego ellas me llamaban. Su generosidad era tan grande, que mi ánimo estaba todos los días con ganas de hacer algo.

Un día me acordé de una señora que, hará dos años que se separó con tres niños pequeños, la panadera me preguntó… y yo la mandé a Caritas. Cuando el confinamiento me vino a la mente qué pasaría de esa familia y un día que bajé a por el pan, le pregunté. Por la noche yo no podía dormir: hablaba con el Señor. Al día siguiente bajé por el pan y pregunté qué puedo hacer…; ella me contestó que el pan ya se lo daba ella y algo.

Por la noches le doy vueltas y como una voz interior me decía: “bajas mañana y de lo que tiene en la tienda, haces un par de bolsas y así este mes puede andar un poco mejor”. Lo hice y subí feliz.

Al día siguiente, una vecina a la que había visto y me preguntó, me dijo que tenía embutido del que ella hace y quería dárselo a esa familia. A mí me dio alegría por la señora y los niños. Se lo dejé a la de la panadería.

A los dos días vuelvo a bajar y me dice la panadera: “¿quieres ver a los niños?”. Me enseña un video donde estaban felices, cantando y bailando y diciendo: “¡yupi por la amiga y por sus amigas, que son geniales!”. Dando gracias, subí emocionada.

A los tres días bajé a por mi pan. Y sorpresa; me dice: “me han dado esto para ti”. Una carpeta. La abro; unos dibujos y ponían: “con cariño y muchas gracias”. Para mí fue un regalo especial: la lágrima se me caía, me alegraron el día por el regalo tan precioso (y encima su mamá no les había encargado que lo hicieran). El Señor es tan generoso… Sigo ayudándoles… Doy gracias al Señor todos los días.

 

4.-        “…una amiga vio uno de tus vídeos del YouCat (sobre el sacramento de la penitencia) y me pregunta cómo escuchar todas las semanas esa videoconferencia. Ella no conoce mucho.

            De paso te comento por compartir contigo. Día tras día, al principio de quedarse en casa, era rezar la misa de la mañana y luego por la tarde después del Rosario en radio María; era el centro y orden del día.

En mayo, cuando Caritas y banco de alimentos pedían ayuda, hablé con ellos y ofrecí una finca muy cerca de mi casa. Pero resultaba que no podían gastar ni en desplazamiento. Así que, pagué a quien pusiera un melonar (por la época era lo único que se podía hacer). Pagué las plantas y ya lleva varias semanas y muy bien que va. Solo que este tiempo hay que regarlo y para que sea agua buena (de pozo de casa rellenando botellas), cosa que hago pensando que es para dar comida en otoño a quien más lo necesite. Y claro, con muchos cuidados de la mejor calidad de tierra y agua.

Lo hago por Jesús en sus hijos. Me ha costado mucho: lo tengo que regar a mano y con poco peso, pero ya he tenido las primeras sandías y hay melones creciendo y salen ahora las calabazas. Total que es precioso, he visto puestas de sol magníficas, tomo el aire, hago ejercicio y tengo fruta. Y he aprendido cuánto cuesta sacar de la tierra algo de alimento. Y a tener paciencia y regar esperando que nazca algo. Dios me ha dado una idea estupenda. ¡Y quizá algunos postres para alguien en otoño!.

 


Si quieres leer más experiencias similares, 

de gente de todo el mundo,

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  N.B.: tú también puedes compartir las experiencias

que, por gracia de Dios, hayas podido realizar

poniendo en práctica el Evangelio;

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o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,

mándamela por  correo-e.

 

 






sábado, 1 de agosto de 2020

NADA NOS SEPARARÁ DEL AMOR DE DIOS


PALABRA DE VIDA                               julio 2020


(Rm 8, 35)

La carta que el apóstol Pablo escribe a los cristianos de Roma es un texto extraordinariamente rico de contenido. En ella expresa la potencia del Evangelio en la vida de cada persona que lo acoge, la revolución que este anuncio acarrea: ¡el amor de Dios nos libera!
Pablo lo ha experimentado, y quiere ser testigo de ello con las palabras y con el ejemplo. Su fidelidad a la llamada de Dios lo llevará precisamente a Roma, donde podrá dar la vida por el Señor.

«¿Quién nos separará del amor de Cristo?».

Poco antes Pablo había afirmado: «¡Dios está por nosotros!» (Rm 8, 31). Para él, el amor de Dios por nosotros es el amor del Esposo fiel que nunca abandonaría a su esposa, a la cual se ha unido libremente con un vínculo indisoluble al precio de su propia sangre.
De modo que Dios no es un juez, sino más bien Aquel que se hace cargo de nuestra defensa.
Por eso nada puede separarnos de Él a través de nuestro encuentro con Jesús, el Hijo amado.
Ninguna dificultad que podamos encontrar en nosotros y fuera de nosotros, grande o pequeña, es insuperable para el amor de Dios. Es más, dice Pablo que precisamente en estas situaciones, quien se fía de Dios y se encomienda a Él sale «vencedor» (cf. Rm 8, 37).
En este tiempo nuestro de superhéroes y superhombres que pretenden vencer a toda costa con la arrogancia y el poder, la propuesta del Evangelio es la mansedumbre constructiva y el abrirse a las razones del otro.

«¿Quién nos separará del amor de Cristo?».

Para comprender y vivir mejor esta Palabra puede ayudarnos lo que nos sugiere Chiara Lubich: «Sin duda creemos, o por lo menos decimos que queremos creer en el amor de Dios. Sin embargo, muchas veces […] nuestra fe no es tan valiente como debería ser […] en los momentos de prueba, por ejemplo en las enfermedades o en las tentaciones. Es muy fácil que nos asalte la duda: “Pero ¿de verdad Dios me ama?”. No puede ser; no debemos dudar. Tenemos que abandonarnos con confianza y sin reservas al amor del Padre. Tenemos que superar la oscuridad y el vacío que podamos sentir y abrazar bien la cruz. Y luego lancémonos a amar a Dios cumpliendo su voluntad, y a amar al prójimo. Si lo hacemos, sentiremos junto a Jesús la fuerza y la alegría de la resurrección. Palparemos hasta qué punto es cierto que todo se transforma para quienes creen y se abandonan a su amor: lo negativo se vuelve positivo; la muerte se convierte en fuente de vida y las tinieblas darán paso a una luz maravillosa»[1].

«¿Quién nos separará del amor de Cristo?».

Incluso en medio de la lúgubre tragedia de la guerra, quienes siguen creyendo en el amor de Dios abren resquicios de humanidad: «Nuestro país se encuentra en una guerra absurda, aquí en los Balcanes. A mi escuadrilla venían también soldados de primera línea del frente, con muchos traumas porque veían a parientes y amigos morir ante sus ojos. No podía hacer otra cosa que amarlos uno a uno en lo que podía. En los poquísimos momentos de descanso, procuraba hablar con ellos de muchas cosas que uno tiene dentro en esas circunstancias, pero también llegamos a hablar de Dios, pues muchos de ellos no creían. En uno de estos momentos de escucha propuse llamar a un sacerdote para celebrar la misa. Todos aceptaron y varios de ellos se acercaron a la confesión después de 20 años. Puedo decir que Dios estaba allí con nosotros».

LETICIA MAGRI


[1] C. Lubich, Palabra de vida, agosto 1987, en Ead., Palabras de Vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 414-415.