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martes, 30 de abril de 2024

MOSTRAR AL RESUCITADO EN NUESTRAS ACCIONES

VIDA DE LA PALABRA                    últimas semanas de ABRIL


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de abril («Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía», Hch 4, 33) y la de marzo («Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme», Sal 51, 12):

1.-        El domingo me pidieron que grabara un video de 20’ contando mi experiencia para un encuentro de sacerdotes en Ecuador. Aunque ando muy mal de tiempo, vi una oportunidad de testimoniar la presencia del Resucitado, así que acepté el desafío: tenía que realizarlo y enviarlo en menos de 48 horas.

            Ayer por la mañana logré ponerme y creo que gracias a la unidad de los amigos que me lo pidieron y al amor al prójimo que lo iba a escuchar, me sentía movido interiormente e inspirado (más allá de alguna tartamudez, por la premura; e incluso un garrafal error gramatical, que acepté con paz como humillación, a mí que me gusta ser perfecto en el escribir y hablar). Me salió “del tirón”, (sin tiempo de haber previamente escrito un guion), y sin tiempo de luego haber hecho recortes ni montaje. ¡Esperemos que sirva!: en cualquier caso, para gloria de Dios.

 

2.-        El otro día tuve que hacer corrección fraterna a algunos de un grupo. Me daba mucho corte, pero lo vi necesario. Estaban preparando cosas y trabajando en una capilla de nuestro templo parroquial cuando empezó la Misa: yo daba por supuesto que iban a participar en la Misa y a interrumpir su labor para continuarla después. Pero siguieron trabajando: la verdad es que cerraron la puerta acristalada y, aunque no dejaron de hablar, lo hicieron en voz no muy alta, pero se oía un molesto murmullo continuo.

            Además de distraer a la gente, a mí me cuesta mucho centrarme cuando personas a 4 ó 5 metros de la celebración están como si lo que allí se vive no tuviera valor: ¡nada menos que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo que se vuelven a hacer presentes en el altar! Naturalmente no eran conscientes de ello, no lo hacían como desaire.

            Así que, al finalizar la Misa, poniéndome de acuerdo en mi interior con Jesús Resucitado a quien acababa yo de comulgar, sin terminar de quitarme el alba, con toda paz y una sonrisa más especial si cabe, fui a decírselo: “vengo a echaros la bronca”. Mientras se lo decía con calma, les iba dando un abrazo a cada uno. Acogieron muy bien mi comentario y me quedé más en paz todavía. Sonrientes ellos y yo, continuaron su labor.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía», Hch 4, 33), la de marzo («Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme», Sal 51, 12) y la de febrero («Haced todo con amor», 1 Co 16, 14):

1.-        “perdona por no haber contestado antes... Me encantaría tener una conversación en persona... Dios quiera sea algún día posible.

Mi padre falleció y la verdad es que, aunque es ley de vida, su ausencia deja un hueco muy grande en mi corazón. Tuvo un final de vida con enfermedad: llevaba ciego unos años y desde hace tres, que cogió covid, en cama con insuficiencia cardiorrespiratoria... Su cabeza muy lúcida y siempre con muy buen ánimo; decía que "era el hombre más feliz de la tierra". Yo iba mucho a visitarle: eran tantas tardes con él y El Señor. ¡Era tan bonito estar con él!: en sus ojos estaba la Paz de Dios. Un día antes de morir le dije: "papá, tranquilo, Dios ayuda". Y él me contestó con la voz ya muy afectada: "CLARO QUE AYUDA DIOS, NO LO DUDO".

Ahora me emociono al recordar con qué entereza, Fe, humildad, generosidad y Amor vivió sus últimos años. A veces pienso que por ello Dios nos lo quiso dejar un poco más después del aislamiento que tuvo tan duro durante la pandemia en la residencia.

 

2.-        “no sabía muy bien qué lectura escoger ahora en Pascua del Nuevo Testamento. Pensaba releerme de nuevo Hechos de los apóstoles pero al final he optado por leer la Carta de Santiago pues así, de seguido, hacía mucho tiempo que no la leía y la verdad es que no tiene desperdicio.

Tanto es así que aunque ya la he leído, ahora voy a hacer una relectura pausada para pensar en todos los temas de los que habla que son muchos y variados: las pruebas, el origen de las tentaciones, la importancia de pedir a Dios pero no de cualquier forma sino con fe.

Necesario es escuchar la palabra, pero, sobre todo, ponerla en práctica. Algo que nos evitaría muchos problemas si lo hiciéramos de veras: refrenar la lengua. Menciona también la discriminación que hacemos de las personas, la fe y las obras…

Me encanta. Bien cortita, pero que no tiene desperdicio.

La voy a releer y contestar con otra carta, aunque Santiago nunca la recibirá, pero a mí me servirá para pensar y reflexionar.


 

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jueves, 30 de noviembre de 2023

SER ESPEJOS DE LA LUZ DE DIOS PARA TODOS

 VIDA DE LA PALABRA               últimas semanas de NOVIEMBRE



 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5) y la de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21):

1.-        Al ir a poner la alarma para cerrar el templo parroquial, de pronto me di cuenta que estoy pisando agua: alguien se había dejado el émbolo de la cisterna del servicio levantada y debía llevar al menos una hora saliendo agua, de tal manera que había desbordado el inodoro. ¿Cómo ser “hijo de la luz” ahora que no hay nadie directamente? Aparte los juicios que me querían venir hacia quienes no son cuidadosos, no pensé en que precisamente tenía muchas cosas que preparar y no podía perder tiempo, y fui a por cubo y fregona y con paz traté de ir secando y escurriendo toda el agua.

1b.-     Ahora, mientras estaba terminando de escribir todo esto, también agua en la nave del templo: ¡una gotera! Terrible noticia por la mala solución, (¡y carísima!), de estas cosas y más en un techo tan alto y curvo. Pero no debo ensombrecerme: Dios proveerá; también esto lo tengo que vivir como hijo de la luz.

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5), la de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21) y la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2):

 

1.-        “… llevábamos unas semanas que los contenedores de basura y reciclaje enfrente de mi edificio tenían muchas bolsas y residuos por los alrededores: olores, contaminación de todo tipo, ¡también “contaminación visual” que me pone muy nerviosa! Para ser hija de la luz, me atreví, (aunque me costaba mucho), cuando veía a los vecinos y a alguna empresa cercana, a veces incluso desde el balcón, de decirles que, por favor, que no cuesta tanto trabajo abrir el contenedor y depositarlas dentro, y si vieran que esos contenedores están repletos hicieran el esfuerzo de molestarse un poquito en llevarlos a unos contenedores 100 metros más abajo (lo tienen fácil, ligera cuesta abajo) en vez de dejarlos aquí delante de nosotros.

            Y eso que te dije hace semanas, ahora tiene nueva solución para sorpresa mía: han puesto contenedores también al otro lado de la calzada, aunque aquellos vecinos siguen con la costumbre de traerlos a este lado y… de seguir dejándolos fuera. Pero sigo con paciencia tratando de ser luz para ellos y para el barrio….

 

2.-        el matrimonio es un paso y un compromiso tan grande... Resumiendo: hemos prometido ante Dios, ante la Iglesia, ante nuestras familias, entregarnos por completo a la otra persona, trabajar cada día en nuestro amor y poner en nuestra escala de prioridades a Dios y a nuestra unión y a la familia que sale de ella, para toda la vida. 

Somos conscientes de que no hemos tomado un camino fácil, pero estamos convencidos de que es el camino correcto. Con fe, dedicación, entrega y amor estamos decididos a cumplir con nuestra promesa cada día de nuestra vida.

 

 

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miércoles, 30 de noviembre de 2022

CONFIAD SIEMPRE EN DIOS

 PALABRA DE VIDA                               diciembre 2022

                                                                             

«Confiad en el Señor por siempre jamás,

porque en el Señor tenéis una Roca eterna»

(Is 26, 4)

 

La Palabra de vida que queremos vivir en este mes está tomada del Libro del profeta Isaías, un texto extenso y rico, muy apreciado por la tradición cristiana, ya que contiene páginas muy queridas, como el anuncio del Enmanuel, el «Dios con nosotros» (cf. Is 7, 14; Mt 1, 23), o también la figura del Siervo de dolores (cf. Is 52, 13 - 53, 12), que hace de fondo a los relatos de la pasión y muerte de Jesús.

Este versículo forma parte de un canto de agradecimiento que el profeta pone en boca del pueblo de Israel una vez terminada la terrible prueba del exilio, cuando por fin van a volver a Jerusalén. Sus palabras abren los corazones a la esperanza, porque la presencia de Dios al lado de Israel es fiel, inquebrantable como la roca; Él mismo sostendrá cualquier esfuerzo del pueblo en la reconstrucción civil, política y religiosa.

Derrocará la ciudad que se cree «excelsa» (cf. Is 26, 5) porque no está construida según el proyecto de amor de Dios, mientras que la que está construida sobre la roca de la cercanía a Él gozará de paz y prosperidad.

 

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».

 

¡Qué actual es esta necesidad de estabilidad y de paz! También nosotros, personal y colectivamente, estamos pasando por momentos oscuros de la historia que amenazan con aplastarnos bajo el peso de la incertidumbre y el miedo al futuro.

¿Cómo superar la tentación de dejarnos abatir por las dificultades del presente, de encerrarnos en nosotros mismos y de cultivar sentimientos de sospecha y desconfianza hacia los demás?

Para los cristianos, la respuesta es ciertamente «reconstruir» ante todo, con valentía, la relación de confianza con Dios, que en Jesús se hizo nuestro prójimo por los caminos de la vida, incluidos los más oscuros, estrechos y escarpados.

Pero esta fe no significa quedarse esperando pasivamente. Al contrario, requiere trabajar activamente para ser protagonistas creativos y responsables en construir una «nueva ciudad» fundada en el mandamiento del amor recíproco. Una ciudad con las puertas abiertas, que acoge a todos, sobre todo «a los pobres y oprimidos» (cf. Is 26, 6), los predilectos del Señor desde siempre.

Y por este camino estamos seguros de contar con la compañía de muchos hombres y mujeres que cultivan en el corazón los valores universales de la solidaridad y la dignidad de cada persona, respetando también la creación, nuestra «casa común».

 

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».

 

En el pueblo murciano de Aljucer (España), toda una comunidad está volcada en construir relaciones de fraternidad mediante formas de participación abierta e inclusiva.

Cuentan: «En el verano de 2008 fundamos una asociación cultural con el objetivo de desarrollar actividades de distinto tipo, tanto por iniciativa nuestra como en colaboración con otras asociaciones del territorio, para promover espacios de diálogo y proyectos humanitarios internacionales.

Por ejemplo, desde el principio promovemos una cena solidaria anual para el proyecto Fraternity with Africa, para financiar becas para jóvenes africanos que se comprometen a trabajar en su país durante al menos cinco años. Son cenas que reúnen a unas 200 personas y en las que colaboran comercios y asociaciones.

Estamos muy satisfechos de trabajar desde hace años con otra asociación. Juntos organizamos un evento anual abierto a personalidades del mundo de la cultura, música, pintura y literatura, pero también a exponentes de la política, la economía y la medicina. Para todos ellos es una ocasión para compartir sus experiencias y las motivaciones más profundas de sus acciones»[1].

 

«Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna».

 

Estamos a la espera de la Navidad. Preparémonos acogiendo desde ya mismo a Jesús en su Palabra. Esta es la roca sobre la que construir también la ciudad de los hombres: «Encarnémosla, hagámosla nuestra, experimentemos cuánta potencia de vida libera si la vivimos, en nosotros y a nuestro alrededor. Enamorémonos del Evangelio hasta dejarnos transformar en él y derramarlo sobre los demás. […] Así ya no viviremos nosotros, sino que en nosotros se formará Cristo. Nos sentiremos libres de nuestro yo, de nuestros límites, de nuestras esclavitudes; y además veremos estallar la revolución de amor que Jesús, libre de vivir en nosotros, provocará en el tejido social del que formamos parte»[2].

 

LETIZIA MAGRI

 

 



[1] Experiencia tomada de la web www.focolare.org.

[2] C. Lubich, Palabra de vida, septiembre 2006, en Ciudad Nueva n. 434 (8-9/2000), p. 23.


lunes, 31 de enero de 2022

DESCUBRIR QUE DIOS NOS GUÍA A TRAVÉS DE SENCILLOS SIGNOS

VIDA DE LA PALABRA                                 últimas semanas de ENERO

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2) y la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45):

1.-        El sábado de la semana anterior, antes de la Misa matinal, llegó a la parroquia un señor mayor, sencillo, con su garrota: venía del otro lado de la A6 a entregar en mano sus 100 € como donativo según su costumbre, (bimestrales o trimestrales, no sé bien todavía). Me pareció una persona transparente, sencilla, encantadora… un signo luminoso para mí, como la estrella de oriente.

         Le regalé el “Evangelio de cada día 2022”: “¿y viene el de los 365 días? ¿De verdad? ¡Pero… no he traído dinero para pagarle el librito!”. Me pareció enternecedor: “no te preocupes; si lo regalamos a todo el mundo, (aunque en conjunto nos supone un buen coste a la Parroquia), ¿cómo no te lo vamos a regalar a ti, que acabas de hacernos un donativo generoso? Y, además, regalamos el calendario de mesa y el de bolsillo con los horarios de la parroquia; y la estampa con la oración de la comunidad cristiana”. Conmovido el hombre, (¡pero yo más!), me contesta: “la rezaré todos los días; ¡pero qué buenos regalos que hacen ustedes aquí siempre!”.

         Cuando él se fue, yo, como los reyes de oriente, no tuve más remedio que alabar y adorar al Señor, porque… “has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las ha revelado a la gente sencilla; sí, Padre, así te ha parecido mejor”.

 

2.-        Trato de acoger a toda la gente con alegría y apertura de mente y corazón. Me han ocurrido varias experiencias bonitas estos días: con unos recién trasladados a Las Matas y que quieren bautizar al bebé; con una que vive aquí pero, en cambio, lleva a su niña a la catequesis a otro pueblo y pedía una partida de bautismo para que hiciera la comunión en otra parroquia; con el barrendero que se ocupa de esta zona y al que llevaba varios días sin ver; etc. Quedaron muy contentos y agradecidos de la sonrisa y el trato, y del regalo también del calendario y del “Evangelio de 2022”. Y yo con el alma volando al ver sus respectivas alegrías y las ganas de algunos de volver por la parroquia, pues decían que no se habrían imaginado que se sentirían tan a gusto... Y, de nuevo, adorar al Señor en el fondo de mi alma, y buscar un ratito de recogimiento, porque es Él Quien hace nuevas todas las cosas y toca los corazones.

2b.-     Y con ese mismo fruto, pero con metedura de pata mía previamente, también he tenido, (aunque dolorosamente), ese signo de la estrella que guía.

         Por ejemplo, en un amplio diálogo con una persona, quizá me esperaba cosas que yo daba por hechas dada su responsabilidad, y entonces me pude haber dejado llevar por mi impulsividad: a pesar de hablar yo con una sonrisa en los labios y pretendiendo que no se conformara con una parte de la experiencia católica, sino que tuviera completos todos los pilares, quizá no me hice entender bien. De hecho, al rato volví a ver a esa persona un par de veces y, a pesar de su mascarilla, noté una sombra en su mirada. Así que, por la noche, le mandé un whatsapp pidiendo perdón, si eso se debía a la conversación que tuvimos. Efectivamente. Le volví a escribir, entonces, disculpándome, recordando que hay que vivir la unidad en la diversidad, pero, como dice S. Agustín: "en lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad", (“in necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas”).

         Tengo que estar más atento en mis primeros pasos y no perder lo que siempre trato de vivir: hacerme uno con todos en todo menos en el pecado; ponerme en el lugar y en la perspectiva de cada interlocutor para asimilar bien lo que quiere decir y, desde ahí, dialogar caritativamente.

         Y, aprendida la lección desde mi equivocada impulsividad, ver de nuevo la estrella que se pone en camino para guiarme a Jesús y adorarle.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero  («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2), la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45) y la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9):

1.-        “a mí me “premiaron” en el trabajo poniéndome en el turno de noches toda la Navidad, excepto el 25 y el 1 de enero, hasta el 9. Pero eso me hizo que me armara de paciencia para afrontarlo, pensando que así mis compañeros podrían estar mejor. Alguien tenía que estar de guardia. Al menos mi hija, (que trabaja en otra ciudad lejos), ha estado aquí y aunque yo haya dormido poco estos días, nos hemos visto.

Ahora he vuelto a mis ratos en el campo, podando y rezando, dando gracias a Dios por todas las cosas que nos da. Rezo por los sacerdotes y todos los que tienen el valor de seguirle a ÉL sin condiciones.

 

2.-        “una palabra de vida reconstituyente ha sido ésta para mí. 

Corren tiempos difíciles, en que la gente está nerviosa por todo lo que nos rodea. Vivimos tan “ombligados”, que en ocasiones uno pierde esa capacidad tan Cristiana y humana de dar amor. Y también surge el miedo al rechazo, pues cada vez se ve que menos gente comparte su fe abiertamente. 

         Es una cosa que hablo con una amiga que tú conoces. Cuando hablamos de Dios y nos contamos nuestra experiencia y vivencias, siento una paz interior y una emoción interior… Creo que en ocasiones los Cristianos hemos convertido el acto de ir a la iglesia en una rutina más, que a veces no se vive con la intensidad y la importancia que tiene esa común unión dentro de nuestra comunidad. 

Y no alimentamos ese amor, con las palabras que escuchamos allí, no compartimos ese amor con los que nos rodean en ese momento. Vivimos en un momento de tal rechazo a todo, que observo que poca gente es dada a abrirse y vivir nada con intensidad. 

Trabajo de cara al público, y muchas veces estos nerviosismos llevan a la gente a tratar y actuar de forma poco correcta y cristiana. Pero sí, la palabra de vida me carga las pilas para seguir intentando infundir ese amor en mi grupo… Gracias una vez más, por la labor de hacernos llegar éstas reflexiones sobre la palabra.

 

 

 

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domingo, 16 de enero de 2022

Y VOLVIERON A SUS COSAS POR OTRO CAMINO

 VIDA DE LA PALABRA                     primeras semanas de ENERO

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2) y la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45):

 1.-        Estando en mi pueblo fui a comprar en un bazar de los que tienen de todo y barato. Al ir a pagar, sabiendo que eran magrebíes, le di los “buenos días” en árabe, (en Loppiano aprendí a saludar en muchas lenguas). Me miró raro, pero en seguida reaccionó y me contestó en árabe… y tras unos segundos de pausa, empezó a adivinarse su sonrisa a través de la mascarilla y me preguntó en español si me sabía más palabras. “Buenas tardes”; “gracias”.

         Y a raíz de eso empezamos a charlar animadamente. En seguida me dijo que él era el Presidente de la comunidad musulmana de mi pueblo. Le pregunté cuántos eran y dónde tenían la mezquita. Me ofreció que fuera a visitarla, (cosa que intentaré alguna de las próximas veces que vaya al pueblo). Y estuvimos hablando de la paz: todos tenemos que colaborar para que exista. Dudé por un instante si darle mi tarjeta, (cosa que hago con casi todo el mundo), pero vencí ese prejuicio.

         Nos despedimos sonrientes y yo llevaba en el alma la alegría de haber abierto cauces, dejándome guiar, como los sabios de oriente, por la luz de esa estrella que conduce a otros horizontes. Y, entonces, me puse a adorar al Señor en mi corazón, mientras salía a recoger a mi madre que me esperaba fuera apoyada en su bastón, mientras hablaba con una amiga que encontramos cuando yo entré. Le conté la experiencia y participó de la alegría.

 

2.-        Desde que llegué a la parroquia, una de las preocupaciones era el “modelo 182” que hay que cumplimentar en enero: la declaración de donantes para que Hacienda les desgrave. Todos los párrocos temen cada año esta complicación.

         Una persona nos había anunciado hace pocas semanas que nos podría ayudar en esa tarea. Y después de Reyes, empezó; el otro sacerdote también se lo tomó muy en serio. Y justo me pilló el covid, (pocos síntomas y leves), cuando ya había visto yo esa providencia asomar en el momento justo, (¡como la estrella de oriente!), pues, si no, me hubiera quedado muy preocupado. Y de nuevo me sirvió para adorar al Señor en mi alma.

2b.-     Cosa que también aproveché para hacer más esa semana de aislamiento; también para con el Espíritu Santo, con la oración del Card. Mercier (“¡oh, Espíritu Santo, alma de mi alma!: te adoro, etc.”).

Celebraba la Misa solo en casa, con mi madre conectada por zoom. Me leí, entre otras cosas, el librito “La Salud. Historias reales y reflexiones sobre nosotros, los demás y el planeta”, de Ed. Ciudad Nueva, que me ha encantado, (¡y te recomiendo vivamente!), y creo, además, que era el adecuado para ese momento y para esta época: para vivir una enfermedad y la recuperación “como Dios manda”, y la salud como un don de Dios, y, por ello, responsabilizarme todavía más para que lo sea para todo el mundo en el plano físico, psicológico y espiritual, y de una ecología integral. Y algunos “ángeles de la guarda” contribuyeron también a todo ello con el alimento material.

Hoy he vuelto a mis tareas normales, pero, (como los sabios de oriente avisados en sueños), por otro camino.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero  («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2), la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45) y la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9):

 

1.-        “ayer me acordé de las palabras que dijiste en la homilía del domingo: "para ser hijos de Dios hay que hacer las tareas cotidianas, del día a día con mucho amor y mucha alegría". Tras desayunar, me puse con las tareas cotidianas: hacer la cama, rezar, preparar la comida, ir a la compra, gestiones en el banco, preparar papeles para la declaración del 182, llamadas varias... lo de siempre, lo de todos los días.

Sin embargo, yo notaba que aun siendo las tareas cotidianas del día a día, algo había diferente en todas ellas, o mejor dicho, alguien: yo. No sé qué me pasaba, pero me sentía feliz, entusiasmada con todo aquello que estaba haciendo por muy insignificante que pareciera la tarea que estaba realizando y la verdad es que disfruté mucho de la mañana. Con todo lo que hacía y con todos los que había saludado en las diversas tareas: en el banco, en el médico, en la pescadería, los vecinos...

Leo hoy en el libro I de Samuel: ".... Luego, la mujer emprendió su camino, comió y su semblante no fue ya el mismo". Leo, y me siento identificada con esas palabras. Tras la Navidad, emprendo de nuevo el camino de lo cotidiano, pero mi semblante no es el mismo; vuelvo por otro camino, como los sabios de oriente después de encontrarse con el niño Jesús.

 

2.-        “muchas gracias, Paco, por todo lo que envías, por la Palabra de Vida de este mes que me ha encantado y por las experiencias.

Estos días estoy confinada por el COVID  de 3 personas de la familia. Está siendo una preciosa ocasión para adorar, leer (estoy leyendo una biografía nueva sobre Charles de Foucauld maravillosa), tejer y rezar.

 

3.-        “hemos pasado unos días un poco locos, porque hemos tenido la familia en casa y en mi caso no reina siempre La Paz en estas fechas. Pero, por más que lo intentaba, diciendo todo el rato “venga, empiezo de nuevo”, no conseguía nada. Así que decidí pedírselo al Señor: “Señor, desvía mi atención de todos los comentarios fuera de lugar, de las personas que me querían quitar La Paz y céntrame en Ti, solo en Ti”. El Señor, que esto se le da muy bien, ¡¡me escuchó!!: desde ese día vivo con una paz en el corazón que no es de este mundo; hoy me dice mi marido: “cariño, ¡están las cosas muy tranquilas de repente en casa!”. Así que espero seguir mirando al Señor, porque si me miro a mí, (como hizo Pedro caminando sobre las aguas), me hundiré.

 

4.-        “ahora que parece que mi padre está tranquilo, aprovecho para escribirte.

Tendré que oír tus audios de Radio María de los jueves con tranquilidad.

Me hizo mucho bien el pasapalabra, (la frase breve de ayuda diaria a la Palabra de Vida del mes), del 31. Por la circunstancia familiar, mi padre otra vez ingresado (hasta otra ciudad, bien lejos, nos han llevado) y día especial por todo: fin de año, santo y cumple de papá y reunión familiar. Y yo trabajando hasta las siete y directa al hospital a sustituir a mí hermano, que llevaba tres días aquí. Y enfadada con los otros hermanos, dispuesta a decirles lo primero que me pasaba por la cabeza, pero... “sembrar la paz a nuestro alrededor”, fue la salvación para no empezar una guerra familiar.

Aun así, estaba controlándome y llegó el siguiente pasapalabra: “la paz empieza dentro de nosotros”. Y entonces me di cuenta que, a pesar de todo lo que nos está pasando, Dios está aquí, a nuestro lado, viendo cómo hay reacciones en mis hermanos que no me hubiera nunca imaginado: ahí está Dios, descolocando mis pensamientos y cambiando mis chips negativos por otros nuevos.

Echo de menos la Eucaristía, los sacramentos, pero sé que Él sigue ahí, dándome fuerza, no solo a mí, sino también a mi familia, aunque ellos no se den cuenta, (son las oraciones de todos vosotros): todos creen en Dios, pero no practican porque no están de acuerdo con lo que la Iglesia dice; bueno, unos sí, otros no). Pedid para que tengamos fuerzas suficientes para llevar adelante todo lo que nos queda. Hay veces que me gustaría compartir algo más, pero de verdad que no me da el tiempo: esto es un juego de ir y venir, de atender a los dos (papá y mamá) y cada uno en un lugar ¡y para rematar hay que ir a trabajar! Pero bueno, todo pasa, solo Dios queda.

 

5.-        “por fin he encontrado este ratito para leer la PdV, y es que el inicio de año ha sido movidito: en casa entró el “bichillo” que nos tiene por el camino de la amargura y nos puso todo patas arriba. Afortunadamente estamos todos bien y volviendo a la rutina de colegios y trabajos.

Me quedo con el primer camino del texto del Papa esta semana: el diálogo entre generaciones. ¡Qué difícil es a veces entendernos con nuestros mayores, y qué ejercicios de humildad, perdón, y paciencia tenemos que hacer por ambos lados! Estos días tan metidos en casa han sido tensos, pero con el diálogo, poco a poco vamos encarrilado de nuevo la convivencia. 

¡Y qué bonita la PdV! Este año pudimos ir a la Adoración de los Reyes Magos en la Iglesia de San Miguel. Fue muy muy bonita y los niños disfrutaron mucho. A quien le tocó quedarse confinado, luego se lo contaron como ilusión. Me encanta poder hacer estas cosas juntos, y que los primos se unan también a nosotros. Hemos disfrutado de unas Navidades muy familiares, ¡que ya hacían falta!

Ahora, ya recuperada de las vacaciones, tengo que retomar el tema de la nulidad… Te voy contando...

Mil gracias por estos emails: me gusta mucho tener este ratito de reflexión.

 

 

 

 

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viernes, 30 de abril de 2021

PRESTAR NUESTRAS MANOS AL BUEN PASTOR

VIDA DE LA PALABRA                               últimas semanas de ABRIL


 Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas», Jn 10, 11) y la de marzo («Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas», Sal 25, 4)

1.-        Buscando un alquiler barato, una familia marchó a otro pueblo, (y, al final, con muchas humedades), justo antes del primer confinamiento. Los 4, además, añoraban y anhelaban el ambiente de nuestra parroquia (y del Centro Mariápolis) y les ha surgido la oportunidad de regresar, pero el inmenso obstáculo era la fianza de 2 mensualidades para un pequeño piso cerca de aquí. Acordándome de la PdV, del Buen Pastor, les dije que no dudaran y se pusieran en movimiento ya: yo, rebuscando, en unas horas les adelantaría el dinero y ya me lo irán devolviendo poco a poco en años futuros si pudieran. Una segunda dificultad era que no  tenían muebles ni apenas otras cosas.

Comenté todo ello “como de paso” ese mismo día en alguna reunión y en la homilía, pues la primera lectura de la Misa era precisamente: “los primeros cristianos eran un solo corazón (= “cor unum”) y una sola alma; nadie llamaba suyo propio a lo que tenía, sino que todo estaba a disposición según la necesidad de cada uno…”. Varias personas se sintieron impulsadas por dentro y, discretamente, han venido a ofrecer un somier y colchón, útiles de cocina, frigorífico y mesa (esto último al final sí lo tenía el piso), etc. Había que hacerlo todo ya al día siguiente, para no comenzar una nueva quincena, pues el alquiler anterior lo tenían que dar a mitad de mes.

            Ellos pensaban usar el transporte público yendo y viniendo un montón de veces: yo me ofrecí con la furgoneta de la parroquia a ayudarles al día siguiente a hacer el traslado de sus pertenencias y a recoger las cosas que les regalaban y llevárselas. Al final, todo lo relacionado con la furgo lo realizó el responsable de nuestro comedor social: ahí vi también el cuidado del Buen Pastor no solo por ellos, (pues él lo hace fenomenal), sino también por mí, (pues francamente mi tiempo era limitado y más ese día).

            Luego he sabido, que tras la primera reunión a la que llevaban sin asistir desde que estaban en la otra población, una persona quedó después con la mamá de esta familia y la llevó a un centro comercial para regalarle todos los útiles de cocina que todavía le faltasen.

 

2.-        Uno de los días haciendo la ronda normal de visitas por las plantas en el hospital, entré en la habitación donde el otro capellán había administrado la unción de los enfermos a la paciente el día anterior. Estaba dormida (o inconsciente). Una ancianita de apariencia entrañable, muy consumidita por la edad o la enfermedad. Cuando no hay acompañante, yo me quedo en el umbral de la puerta rezando una oración en voz alta y le doy la bendición. Para dejar constancia de que había estado atendiéndola, dejé una estampa de Cristo en el brazo del sillón.

            A la mañana siguiente, llamaron para una urgencia justo cuando yo estaba arrancando con el coche en dirección contraria para ir a Madrid a una reunión importante como arcipreste con el Vicario. ¿Podría esperar el enfermo 4 ó 5 horas? La voz del Buen Pastor me hizo enfilar hacia el hospital, (poniendo un mensaje al grupo de la reunión avisando que llegaría yo hora y pico tarde: me da auténtica vergüenza llegar incluso un minuto tarde a los compromisos).

Una vez administrada la unción de los enfermos, aunque iba yo con muchísima prisa, de nuevo la PdV, el impulso del Buen Pastor, me hizo asomarme en esa misma planta a la ancianita arriba mencionada: de nuevo puerta abierta…, solita… Pensé como el día anterior hacer una oración rápida por ella y darle la bendición, pero me percaté que la estampa que yo había dejado, estaba exactamente en la misma posición (Cristo, en el brazo del sillón vacío): aparte del personal, ¡nadie había ido a acompañarla desde que yo estuve! Y se me conmovieron las entrañas por su soledad en ese trance. Mientras me santiguo y empiezo a hablarle casi con lágrimas que me empezaban a aflorar… me fijo bien y… yo diría… que está excesivamente pálida y no respira… Voy a avisar al control de enfermería. “No te preocupes… le ha pasado varias veces… y luego da un suspiro y continúa respirando”. Le contesto: “oye, creo que… no…: ves en cuanto puedas; yo, por lo pronto, estaré allí rezando en voz alta por ella”. Mientras así lo hacía, (el oído se mantiene, aunque parezca inconsciente; y, en cualquier caso, el alma oye), al instante llegó la enfermera y después de examinarla con todo cariño, mediante un gesto (con todo respeto para no interrumpirme) me da a entender que, efectivamente, ha fallecido. La voz se me entrecorta en medio de las oraciones pensando en que ha estado solita al menos las últimas 28 horas y en ese momento crucial, pero el Buen Pastor justo ha estado a su lado a través de mí: cambio las oraciones por la salud por la “recomendación del alma” y un responso, dedicando más tiempo que en otras ocasiones que alguien tiene acompañantes.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas», Jn 10, 11), la de marzo («Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas», Sal 25, 4) y la de febrero («Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso», Lc 6, 36):

1.-        “…en resumen, lo que a mí me pasó fue que yo toda mi vida fui a un colegio religioso y tenía fe, mi madre y mi tía son muy creyentes y practicantes y así me crie hasta que tuve 18 años y ya salí del colegio y me vine a estudiar a la capital. Desde entonces yo siempre he creído, pero no practicaba; y sinceramente, solo me acordaba de Dios cuando tenía un problema. Sobre todo cuando algún familiar enfermaba o algo así.

Durante el confinamiento, yo me empecé a encontrar mal: sentía que estaba sola, me replanteé si verdaderamente existía un Dios, y si existía, que no me hacía caso o no me escuchaba... Estuve muy mal; la verdad, me sentía muy sola y muy perdida.

No sé cómo, empecé a sentir las ganas de encontrarme de nuevo con Dios. Al principio no sabía ni qué hacer. Y empecé por ponerme algunos días la Misa de la tv y a ver si así sentía algo y descubrí que estaba muy a gusto escuchando el evangelio, hasta que me atreví a ir a misa a la parroquia. También me ayudó una amiga mía que es muy creyente y practicante.

Y ahora estoy muy feliz: me siento llena, tengo una tranquilidad dentro que no sé cómo explicarla, pero ya no me siento sola. Lo que pasa es que… bueno, han sido muchos años de “desconexión“ y ahora no sé muy bien cómo hacer las cosas: yo quiero hacerlo bien, pero claro, el tema de rezar y de pedir perdón por los pescados aún no sé muy bien cómo hacerlo... Estoy en proceso de todo eso. Por eso me gusta buscar información y leer para saber hacer las cosas bien.

 

2.-        “gracias nuevamente por compartir conmigo la Palabra y las experiencias de todos. Ya espero con ilusión tu correo. Unas veces lo leo con la emoción de quien recibe una carta esperada; otras, me espero y lo leo por partes, observando cada detalle e interiorizando, pensando en lo que Dios quiere mostrarme... 

…me ha emocionado al leer la experiencia con el paciente en UCI: me sentí identificada con el aspecto de no saber cómo actuar; personalmente como médico, siento que la pandemia está siendo difícil de manejar, porque el cansancio ya nos dificulta las palabras de ánimo y hay que respirar profundo. Me mantengo fuerte en que los designios de Dios son perfectos, aunque yo no los comprenda, pero no todas las personas responden igual frente a esto. Creo que por ellos debemos rezar también.

 

3.-        “¡qué historias más emocionantes recoge tu correo! ¡Qué maravilla de vida… sabiéndonos acompañados por Jesús, sintiendo Su presencia en cada circunstancia de nuestra vida!

Mi Cuaresma fue un tiempo de abandono en el Señor, de la mano de San José y, aunque tuve mi cruz dolorosa por lo que ya sabes, al final resucité con Él; mi hermana, (empezando la misma noche, después de la Vigilia Pascual): pasé por su casa a llevarle la luz del Señor en una de esas velitas preciosas que preparasteis en la Parroquia y, ¡sorpresa!, me recibió alegre y con mucho cariño. Al día siguiente, el Domingo de Resurrección, comimos en mi casa, (así ella compartió conmigo la alegría del Resucitado), luego tuvimos que ir a ayudarla a ella y a mi cuñado a limpiar la piscina, (mi sobrina estaba con fiebre), y me repetía yo esto en mi corazón: “Señor, ya sé que es tiempo de celebrar este gran día, comiendo y alegrándonos por tu Resurrección, pero la fiesta no es completa si ellos no están dentro”. Así que ese trabajo sucio, literalmente sucio, se lo ofrecí al Señor y noté enseguida su bendición. ¡¡Bendito sea Jesucristo Resucitado, que hace nuevas todas las cosas!!

Desde entonces mi alma rebosa de alegría y de amor, un amor que a veces me cuesta respirar, me ahoga y quiere salir, darse a todos.

Por todo lo demás, me mantengo firme en la Fe y el Señor me acompaña en todo lo que hago.

 

4.-        “he disfrutado mucho en la Semana Santa... Es una época tan profunda, hay tanta riqueza en la Palabra de Dios y en las celebraciones... Y el tiempo de Pascua me llena de un gozo inmenso...

         En medio de esta alegría íntima y profunda, doy también gracias a Dios porque Jesús Abandonado está a mi lado de distintas formas. Ya los años pesan y cada noche me despierta el dolor de cadera o de estómago... Veo que es una oportunidad para pensar en tantos enfermos que sienten fuertes dolores, soledad... Y lo ofrezco por ellos. Entonces se hace más liviano. Me siento más unida a Jesús en su dolor y pudiendo compartir algo de su sufrimiento...

María es la guía segura cada día... Ella me alienta, sostiene, acompaña.

 

 

 

 

 

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