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martes, 31 de octubre de 2023

DAD A DIOS LO QUE ES DE DIOS

VIDA DE LA PALABRA              últimas semanas de OCTUBRE

 


 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21) y la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2):

1.-        La parroquia nos hemos ido uniendo a los diversos llamamientos para una Jornada de oración y ayuno por la paz, tanto en Tierra Santa y Ucrania, (como en los otros 21 conflictos armados enquistados desde hace años y casi olvidados totalmente en diversos lugares del planeta).

            En esas ocasiones hemos organizado desde antes del amanecer hasta entrada la noche turnos de media hora de oración ante Jesús Eucaristía en la capilla.

            Uno de esos días, bien temprano, antes de la hora “oficial” habitual de abrir el templo parroquial y el despacho, se presentó una señora marroquí pidiendo alimentos, como suele de vez en cuando. Al principio me incomodó, (a esa hora, en teoría, no tenemos ni abierto nada), pues me rompía mi horario y quehaceres matinales, pero reaccioné rápidamente, (y más siendo jornada por la paz, que incluye ayuno y penitencia), y charlé un buen rato con ella interesándome por su salud y todos sus problemas y luego le di un “vale” para canjearlo en el supermercado por alimentos frescos.

1b.-     Ese mismo día, por la tarde me acerqué a una población vecina a un acto de oración interreligiosa por la Paz: habían invitado a algunos judíos y musulmanes.

Desde junio me han encargado ser el Coordinador, (a nivel de toda esta amplia Vicaría), para el ecumenismo y del diálogo interreligioso, así que me sentía doblemente llamado, y no solo, pues, por la espiritualidad de la unidad que trato de vivir.

            Antes de empezar ese acto, saludando yo a los organizadores, llegó en ese momento un musulmán y nos reconocimos mutuamente por haber participado ambos en junio en un concierto de “las tres culturas”. Estuve charlando muy amigablemente con él y a la hora de empezar el acto, nos sentamos juntos.

            Además del discurso, muy profundo y bonito de los organizadores, (en el que, por cierto, se vislumbraban frases o discursos de Chiara Lubich), había 3 intervenciones-oración: un católico; una musulmana, que, además de textos de su tradición religiosa, incorporó la “oración simple” de S. Francisco de Asís (“hazme, Señor, instrumento de tu paz”) y un poema de Machado (“se hace camino al andar…”); y una judía.

Y después de cada intervención, una canción de algún modo relacionada con esa respectiva religión, mientras que, a la vez, quien quería se podía levantar y encender una velita para colocarla en un amplio candelero con arena.

Durante la última canción, ofrecí al musulmán si quería encender una vela e, incluso, que podíamos encender una única vela entre los dos. Fue un signo bonito.

Antes de finalizar, se nos invitó a todos a dar un abrazo de paz a quienes teníamos cerca, que impresionó mucho a todos.

            Todo el acto resultó en sí enriquecedor y sembrador de esperanzas de paz.

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21), la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2) y la de agosto («Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas», Mt 15, 28): 

1.-        “creo que le dedico a Dios menos tiempo del que debiera y, sin embargo, encuentro tiempo suficiente para hacer otras cosas.

He pensado en devolverle a Dios ese tiempo que le robo cuando me entretengo en cosas que no me pide.

He calculado que, de las 24 horas del día, debería darle el diezmo, dedicándole esas 2 horas y 20 ó 30 minutos; para ello he elaborado un sencillo plan de vida por el que intento cada día darle más directamente la décima parte de mi tiempo: oración, Eucaristía, rosario, lectura de la Palabra y otras lecturas espirituales.

A la noche lo reviso. La verdad es que me cuesta. Me cuesta más que dar de mis ingresos dinero a los necesitados, pero Jesús me está pidiendo ahora, particularmente, eso con su Palabra.

 

2.-        “ como sabes, estoy estudiando para una oposición y tengo el examen ya dentro de pocos días. Hoy domingo, concentrada en los estudios, vi que llegaba la hora de Misa y, ante la tentación de falta de tiempo, me acordé: “dad a Dios lo que es Dios”. Así que, fui a la parroquia a participar en la Misa.

            Por la tarde, ante el encuentro formativo para adultos en la misma parroquia, de nuevo idéntica preocupación y de nuevo quise reaccionar con la PdV del mes: me resonaba que tengo que dar a Dios lo que es de Él. Participé plenamente en la reunión.

 

3.-        “…somos enfermera, técnico de laboratorio y médico. Trabajamos en diferentes departamentos de un mismo hospital. Estamos convencidos de que el Evangelio vivido no se limita a transformar al hombre, sino que también puede renovar estructuras, barrios y lugares de trabajo. Por esta razón, casi siempre, por la mañana, antes de comenzar a trabajar, buscamos un momento para encontrarnos y compartir nuestros esfuerzos y alegrías, y recordarnos y declararnos que queremos vivir por la unidad, para que Jesús esté entre nosotros también en el trabajo. Es un descubrimiento continuo entender que podemos trasladar a nuestro ámbito laboral esta carga de amor concreto por todos, viviendo nuestra tarea profesional diariamente….

 

4.-        “…considero que, gracias a Dios, tengo un buen trabajo que está bastante bien pagado, por lo que creo que debo compartir, aunque somos familia numerosa y, además, me ocupo de mi tía.

Desde ya algunos años, una vez al mes de las que voy a hacer mi compra, le ofrezco a una vecina comprarle lo que necesite, dado que la dejó su marido después que ella padeciera un ictus y desde entonces no le van del todo bien las cosas.


 

 

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martes, 28 de febrero de 2023

TU TIEMPO, BAJO LA MIRADA DE DIOS

 VIDA DE LA PALABRA                últimas semanas de FEBRERO



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13) y la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17):

1.-        El pasado fin de semana ha sido intenso por confluencia de horarios y compromisos ya programados, ¡sin acordarme que, además, nos tocaba a nuestra parroquia “guardia” para los posibles servicios en el tanatorio! ¡¡Y llegaron estos!!

         Hemos tratado de organizarnos los dos sacerdotes confiando todo el uno en el otro, aunque nos cargáramos mutuamente de ocupaciones. P. ej., el sábado hubo que ir 3 veces al tanatorio. Con gran vergüenza por mi parte, (confiando en que “Dios me ve” y “Dios le ve”) tuve que sugerirle al otro que él los realizara todos, además de sus propias tareas, pues yo tenía previstas desde hace meses en el Centro Mariápolis mañana y tarde completas con dos grupos distintos a la vez.

1b.-     Por otro lado, precisamente con estos dos grupos en unos mismos espacios, parecía difícil compaginar: la Adoración Nocturna buscaban que yo les diera un día de retiro espiritual en silencio y oración; el otro grupo eran 70 matrimonios (con 40 niños) de “Familias Nuevas” de España y Portugal. Además, les propuse que la Misa fuera en común para todos.

Me fiaba del “Dios que me ve” y siendo Amor se encarga de todo. Al principio parecía que el primer grupo, (aparte que bastantes de ellos se perdieron al llegar), quizá pudiera sentirse incómodo y no aprovecharan bien la jornada. Me pareció un auténtico milagro que al final todos, los de un grupo y los de otro, quedaran verdaderamente felices, (unos por unas cosas y otros por otras, que yo ni me hubiera imaginado), y obteniendo todos abundante fruto espiritual.

1c.-      Ese domingo  a media mañana me comprometí para la tarde en otra ciudad para asistir en grupito a otra Misa y a continuación adoración al Santísimo. Y… al poco rato llaman del tanatorio… ¡para un servicio a esa misma hora a la que me había comprometido! Cuando me avisaban, justo estaba yo revestido para empezar una de las Misas de la mañana aquí en la parroquia, (después de haber celebrado otra preciosa en el Centro Mariápolis): no me daba tiempo a llamar a unos y otros para encajar y cuadrar horarios. Me vino la tentación de inmenso estrés, pensando en que iba a quedar mal con unos y otros. Pero recordando “el Dios que me mira”, me abandoné a sus manos y celebré con toda la concentración posible. Y ya después de acabar la celebración y despedir y saludar a toda la gente, empecé a hacer llamadas para ajustar todo: en una de ellas, me sugieren una solución que yo no había imaginado. Así que, nuevas llamadas para “negociar” pequeñas variaciones de horarios tipo “tetrix”.

Al final pude ir realizando la mayoría de las cosas relativamente bien, (espero que sin multa por despiste en semáforo en ámbar-rojo), y sobre todo con serenidad y sin dejar de amar a todos.

Incluso al final de la Adoración al Santísimo, el sacerdote de allí, (sin conocerme; y con mi bufanda, yo no era distinguible como sacerdote), inesperadamente apoyó un instante la custodia con Jesús Eucaristía en mi frente mientras yo estaba orando de rodillas con los ojos cerrados.

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13), la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):

1.-        la PdV de Febrero me hace reflexionar sobre dos aspectos fundamentales.

            El primero: Dios se hace más cercano en el desierto. Ese fue un lugar de encuentro ÚNICO entre Dios y Agar. Entendemos el desierto de la vida, como aquellas etapas difíciles; podrían ser momentos de soledad,  de enfermedad,  de dolor, ansiedad,  depresión... es decir, en situaciones que humanamente suponen ruptura,  el Señor se deja "palpar". Frente a la ruptura personal, el consuelo de la cercanía Divina. Así actúa Dios... Examinando mi vida a lo largo de los años, los momentos de mayor sosiego y Paz del Alma han aparecido después de grandes crisis (al nivel que fueran). ¿Será que el Espíritu de Dios se manifestó en mí de una forma especial? El Señor permitió el sufrimiento, lo vivió junto a mí y tras la tempestad vino la calma, la Paz de Dios.

El segundo; ¡Dios nos ve! Cómo cambia la vida cuando experimentamos la certeza de la presencia de Jesús en y con nosotros en el día a día. Practicamos este deporte: vivir sabiendo que no estamos solos y que Él que nos acompaña no es cualquiera, con sus aciertos y limites...: ¡es Jesús!, Él no falla, su principal "interés";  nuestra santificación.

 

2.-        me he dado cuenta que en nuestra Parroquia, todo el grupito de gente sencilla que tratamos de vivir la Palabra de Vida mensual y compartir entre nosotros las experiencias, al final unos y otros somos los que estamos colaborando calladamente en todos los servicios que mantienen vivas todas las realidades pastorales.

 

 

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jueves, 30 de septiembre de 2021

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

    Hace hoy justo 5 años escribí una entrada en este blog diciendo: 
"aprovechando mi llegada esta noche a la que va a ser mi nueva Parroquia hasta que Dios quiera y que mañana me presentan en ella, pido al Señor con toda mi alma (con una oración que rezo desde finales de 1993) que sea una "Parroquia Nueva", en el sentido paulino de ser "hombres nuevos", pero no aisladamente, sino en comunión, en comunidad, ¡en Iglesia!; y que cada parroquia del mundo también lo sea (como un día insinuó Juan Pablo II)".

   El domingo próximo iniciaré mi ministerio como párroco en S. José de Las Matas. Alguien me preguntaba "mi programa" y parafraseé a Benedicto XVI en el inicio de su pontificado (y luego el Vicario lo citó textualmente): "mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia”. 
      El tren, (Las Matas es lugar tradicionalmente ferroviario), está en marcha: no podemos pararnos. Me subo, nos subimos, al tren. Pero siendo todos locomotoras, (aunque uno tenga la autoridad final), no vagones, "tirando todos del carro" en corresponsabilidad y sinodalidad, atentos a lo que el Espíritu Santo nos quiera decir a todos a través de las ideas e iniciativas de cada uno escuchadas y acogidas en espíritu de fraternidad.
     En realidad, lo que importa es la gente, y la "oración de la comunidad cristiana" expresa mejor que cualquier programa esta nueva estación en la que me subo hoy, (yo quisiera ya incluso ir a dormir allí esta noche, pero no podrá ser por algunas averías de la casa), y la meta a la que debemos llegar:

Oración de la Comunidad Cristiana

   SEÑOR JESÚS, que has dicho: "Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”, quédate entre nosotros que nos esforzamos por estar unidos en tu AMOR en esta comunidad parroquial.

AYÚDANOS a tener siempre un sólo corazón y una sola alma, compartiendo alegrías y dolores, cuidando especialmente de los enfermos, los ancianos, los que están solos, los necesitados.

   HAZ que cada uno de nosotros se comprometa a ser "evangelio vivo”, donde los alejados, los indiferentes, los pequeños, descubran el Amor de Dios y la belleza de la vida cristiana.

CONCÉDENOS el valor y la humildad de perdonar siempre, de salir al encuentro de quien pensara alejarse de nosotros, de poner de relieve lo mucho que nos une, no lo poco que nos separa.

DANOS unos ojos nuevos para ver tu rostro en cada persona que encontremos y en cada cruz que nos presentes.

CONCÉDENOS un corazón fiel y abierto, que vibre a cada toque de tu Palabra y de tu Gracia.

INSPÍRANOS siempre confianza y fortaleza para no desanimarnos por los fallos, las debilidades o las ingratitudes de los hombres.

   HAZ que nuestra Parroquia sea, de verdad, una FAMILIA en la que cada uno se esfuerce en comprender, perdonar, ayudar, compartir; donde la única Ley, que nos une y nos hace ser verdaderos discípulos tuyos, sea el amor recíproco.




Movimento parrocchiale “Parrocchie Nuove”, 
dell’Opera di Maria  o Movimento dei focolari
 Vallo Torinese (IT.)




miércoles, 1 de septiembre de 2021

EN TODO AMAR Y SERVIR

 VIDA DE LA PALABRA                                        mes de agosto


 Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos»Mt 18, 4), la de julio («Ánimo, hija, tu fe te ha salvado», Mt 9, 22) y la de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21)::

1.-        No te conté en el correo anterior lo del 23 de julio. En la parroquia, poco antes de las 5:00 a.m. un ruido me despierta. ¿Ladrones otra vez? ¿La señora de la limpieza que quiere hoy empezar una hora antes? No se oye nada más. Aprovecho para ir al servicio, pero con los ojos cerrados, (pues un rayito de luz de las farolas de la calle ya me desvelaría del todo). Sin mirar, abrí la ventana para que corriera aire, y… ¡uf!, ¿todavía no refresca?: entra calor.

Me vuelvo a acostar y… otro ruido fuerte de nuevo: ¿una pequeña explosión?; ¿o sí que ha entrado alguien en la parroquia? Nerviosismo, pero me viene la PdV de ese mes: “¡ánimo, tu fe te ha salvado!”. Enciendo el móvil, marco 112, pero antes de pulsar la llamada… miro por todas las ventanas por si se ve a alguien dentro del recinto parroquial. ¡Alguien, no! ¡¡Algo!!: un coche ardiendo en la puerta. Aprieto a llamada y aviso a los bomberos que no tardan ni 5 minutos en llegar, aunque luego el coche se les resistía. Estaba muy cerca de la parroquia, pero las llamas no hacían peligrar el edificio ni otros coches.

Ya que estaba desvelado, me quedé rezando en la iglesia. También para esperar la llegada de la señora de la limpieza y que no se asustara.

Cuando ya me subí para intentar al menos tumbarme un rato aunque no me durmiera, miro una última vez por la “famosa” ventana: se acercan dos adolescentes al coche echándose las manos a la cabeza. Bajo: son las hijas de la dueña. Trato de transmitirles paz. Me piden que espere la llegada de su madre.

En fin, hablando luego también con unos vecinos y atando cabos… saqué mis conclusiones, (venganzas-celos), supongo coincidentes con las de la guardia civil.

Y dando gracias a Dios, pues si hubiera quemado el otro coche cerca, sí hubiera podido prenderse el templo parroquial.

 

2.-        A primeros estuve de convivencia con 22 sacerdotes de distintas diócesis de España tratando de vivir “donde dos o más…” ese amor recíproco que Jesús pide a los suyos para dejarse notar resucitado en medio de ellos.

Verdaderamente Él ha sido nuestro descanso. Y también el Maestro: hemos dialogado-meditado el librito “Narrar el Evangelio hoy” y, con la consiguiente “comunión de alma” y “comunión de experiencias”, (no simple debate, ni elucubración…), Él nos ha renovado interiormente y también pastoral y teológicamente.

A la vez, gracias también a unas correcciones fraternas al final, me di cuenta que últimamente me he dejado invadir por el individualismo e inmediatamente (como el niño evangélico del que habla la PdV) me puse a remediarlo (y continúo): “más vale lo menos perfecto en unidad, que lo más perfecto cada uno por su cuenta”, decía S. Agustín. Me esmeré en pequeñas cosas: esperar a quien va más despacio, ponerme de acuerdo por lo menos con uno para la siguiente cosa a realizar, invitar a otros, perder mi propuesta o mi gusto para agradar a los otros, etc.

 

3.-        [Desenlace de la experiencia que te conté al mandarte la PdV de julio] Como recordarás, las últimas semanas de junio fueron de agitación interior e incertidumbre. Al final, después de rezar mucho y de tratar de discernir personal y comunitariamente, yo estaba abierto a todas las opciones, aunque cada una dejaba flancos al descubierto. Yo no puedo abarcar todo. Sí puedo hacer lo que más quiera Dios, y Él se encargará de otra manera del resto.

Lo que sí parecía claro desde hace meses, a través de varios signos, es que el Señor me estaba pidiendo que empezara a preparar las maletas.

Soy sacerdote diocesano de Toledo, natural de un pueblo que actualmente es diócesis de Albacete, pero estoy de servicio ahora en la de Madrid y pertenezco al movimiento de los Focolares: todo sumado presentaba unas posibilidades más que variopintas. El posible traslado podría ser a todos esos diversos sitios y tareas. Precisamente por todo ello, se me pedía también, para el discernimiento, que manifestara yo dónde me sentiría mejor, dónde Dios me llamaba. La verdad es que todas las posibilidades me atraían, (incluida la de seguir como hasta ahora), aunque cada una dejaba cosas sin cubrir.

Con varias personas de absoluta confianza, (para así tener a “Jesús en medio” por la escucha en amor recíproco), traté de poner todo en común. Al final, casi estaba tentado de hacer como los Apóstoles, en los Hechos: ellos rezaron intensamente al Espíritu Santo y lo echaron a suertes.

         Después de esas semanas de incertezas, ¡el día de mi aniversario de ordenación!, me comunican que, efectivamente, dejaría Villalba (parroquia y hospital) a finales de septiembre y me nombrarían para la de S. José, en Las Matas. Lo acojo con luz y paz. Y si el Señor quisiera otra cosa, “que mueva ficha” y me lo haga ir viendo claro. Así, pues, me despediré el último domingo de septiembre y luego haré la mudanza: el 3 de octubre tomaré posesión de esa nueva parroquia.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de

agosto («Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos»,

Mt 18, 4), la de julio («Ánimo, hija, tu fe te ha salvado», Mt 9, 22) y la de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21):

 

1.-        …¡Qué bonito lo del "niño evangélico"!: «el “niño evangélico” lo deja todo en la misericordia de Dios y, olvidando el pasado, empieza cada día una vida nueva, abierto a las sugerencias del Espíritu siempre creativo. 

El niño no sabe aprender a hablar por sí solo; necesita que alguien le enseñe.

El discípulo de Jesús […] lo aprende todo de la Palabra de Dios hasta hablar y vivir según el Evangelio».

 el “niño evangélico” […] ama a todos, sin interés, porque así lo hace el Padre celestial».

La verdad es que eso intento yo cada día, vivir el presente: empezar cada día como si fuera una vida nueva, abierta y atenta a lo que el espíritu Santo me sugiera pero no siempre me es fácil.

Es como un círculo cerrado. En verdad empiezo animada y con ilusión hasta que un día mi marido empieza con “¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?...” y yo, sin saber qué responder me hundo y lloro. Y, ¿qué hago? Pues reaccionar como hacen los niños, acudo a los brazos del Padre, a veces de la Madre, hasta que me tranquilizo y vuelvo a empezar de nuevo. Como los niños ciertamente que, cuando se caen, se hacen un rasguño, pero le hace un mimo la madre y siguen corriendo, jugando y ya no siguen pensando en la herida hasta que se hacen otra.

Cierto, los niños por sí solos no aprenden, necesitan a alguien que les enseñe y aprender del Padre es una gozada, también una responsabilidad, pues lo que Él enseña es el Evangelio, así que, si se quiere ser coherente y buen alumno, lo aprendido luego hay que llevarlo a la práctica, al día a día.

                

 

2.-        …en mi voluntariado, esta mañana cuando fui a levantar a las ancianas encamadas, me he sentido como que era la primera vez que las veía, con ojos nuevos; luego estaba atenta a lo que las demás necesitaban, como poner su chaqueta, la cremallera; otra que va con un tacatá y va muy agachada, recordarle cómo tiene que caminar.

A otra, a la que le gusta mucho rezar el Rosario, (y por la tarde está acostada cuando lo hacen todos juntos), le pregunté si le apetecía rezar; enseguida me dijo: “sí, me gusta mucho”. Pregunté al resto si quería y también me dieron que sí.

Algunas me añadieron: “¿y la gimnasia?”. “Igual que siempre”: les hago mover los brazos y las piernas, porque algunas están mucho tiempo sentadas; luego les arreglo las uñas y se las pinto; ellas me lo agradecen y están contentas. Las que están tristes, trato de hablar con ellas y escuchar a fondo.

Pequeñas cosas, pero para ellas es mucho. Trato de ayudar donde me piden: ahí, en la cocina, en el lavadero, etc. Estos son mis días en el asilo. Viendo a cada uno, como si fuera Jesús….

 

3.-        amanecía nublado esta mañana: no tenía muy claro si podría darme un chapuzón en el mar, el último del verano.

Salgo de casa. Al girar la esquina veo al frutero en su furgoneta, le saludo con la mano. Vuelvo la cabeza a la izquierda, su mujer, desde la tienda, me desea unos buenos días.

Llego a la Lonja, entro a comprar algo ligero para acompañar a lo que me queda en la nevera. Converso con la pescadera.

Mientras tanto mi marido ha ido a comprar la prensa. Dejamos las cosas en el piso y vamos caminando hacia la playa.

3b.-     Al pasar por la iglesia, recuerdo la misa del domingo. Minutos antes de empezar, me preguntan si quería hacer la segunda lectura. Según me acercaba a leer, sonreía recordando tus recomendaciones para aquellos que leían: pies juntos, manos quietas, lectura pausada, no leer lo escrito en rojo, hacer una mini pausa mirando a las personas antes de decir "Palabra de Dios“… La verdad es que desde que te escuché esas recomendaciones ya nunca leí de la misma forma. Ante todo me daba cuenta del profundo respeto que me daba acercarme a ese Libro. Pensar que aquellas palabras a las que iba a poner voz eran en verdad "Palabra de Dios", me hacía sentir una cierta dosis de responsabilidad. No era cualquier libro el que tenía delante de mí y no podía acercarme a él y leerlo como cualquiera de los otros libros que leía.

Leí: "Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros... No os contentéis con oírla, ponedla en práctica...". De nuevo me acordé de ti, de la palabra de vida.

            Llegamos a la playa. Nos dimos un “paseíto” de 14 km, así que pensamos que, a este ritmo, el verano que viene podríamos hacer el camino de Santiago.

Desaparecieron las nubes, pude darme un chapuzón y me senté en la orilla. Mientras me despedía de las olas recordaba la mañana y sonreí. Me notaba contenta sin haber hecho nada especial: un saludo, una sonrisa, un intercambio de palabras, una lectura, un recuerdo, un paseo.

 

 

 

 

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martes, 15 de junio de 2021

HACER LA VOLUNTAD DE DIOS PARA AMARLO

            Estos textos (y las experiencias) nos ayudarán a renovarnos en la intensidad de vivir la Palabra de este mes («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial») para sobrellevar con ilusión todo:

 

 


 

ANUNCIAR CON PALABRAS Y OBRAS

EL AMOR QUE DIOS NOS TIENE

 

Podemos anunciar el amor de Dios por nosotros con palabras y acciones, para que los demás crean.

Es fácil creer en el amor de Dios cuando somos agraciados por el éxito de nuestros proyectos. Sin embargo, es mucho más difícil reconocer ese amor cuando sentimos dolor.

Dios no permite nada que no sea para un bien mayor. Y cuando estamos en medio de la oscuridad, si perseveramos en la fe, veremos Su luz aún más intensa.

De hecho, no tiene utilidad encender una vela a la luz del sol, pero cuando está oscuro, su luz nos permite caminar sin tropezar: es en los momentos más difíciles cuando el anuncio del amor de Dios por nosotros convence.

Fue clavado en una cruz como el Amor venció a la muerte y conquistó el mundo. Allí está el testimonio del amor extremo, el amor de un Dios por todos y cada uno.

Para hoy: acciones concretas para que el amor de Dios llegue a todos. Y junto, el anuncio con las palabras como coherencia de vida.

 

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra diario, del 13 de junio

 

 

 

 

HACER LA VOLUNTAD DE DIOS PARA AMARLO

 

¿Qué actitud tenían que tener para demostrar a Dios que Él era efectivamente el centro de sus vidas? Chiara Lubich y sus primeras compañeras se preguntaban cómo poner en práctica este nuevo ideal de vida: Dios Amor. Enseguida pareció obvio: tenían que amar a Dios. Sus vidas no tendrían ningún sentido si no fueran «una pequeña llama de este infinito fuego: amor que responde al Amor».

Y les parecía un don grande y sublime, tener la posibilidad de amar a Dios, hasta el punto de repetir frecuentemente: «No tenemos que decir: “debemos amar a Dios”, sino: “¡Poder amarte Señor! ¡Poderte amar con este pequeño corazón!”». Recordaban una frase del Evangelio que no dejaba y no deja escapatoria a quien quiere llevar una vida cristiana coherente: «No quien dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino aquél que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos» (Mt 7,21). Hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, era la gran posibilidad que todas tenían para amar a Dios. De este modo, Dios y su voluntad coincidían.

Escribía Chiara: «Dios era como el sol. Y a cada uno de nosotros llegaba un rayo de este sol: la divina voluntad sobre mí, sobre mi compañera, sobre la otra. Un único sol, distintos los rayos, pero siempre “rayos de sol”. Único Dios, única voluntad, distinta para cada uno, pero siempre voluntad de Dios. Era necesario caminar por el propio rayo sin apartarse nunca. Y caminar durante el tiempo que poseíamos. No tenía sentido divagar sobre el pasado o fantasear acerca del futuro. Era necesario abandonar el pasado a la misericordia de Dios, ya que no lo poseíamos; y el futuro lo viviríamos plenamente cuando se hiciera presente.

»Sólo el presente estaba en nuestras manos. Para que Dios reinase en nuestra vida, tendríamos que concentrar en el presente, la mente, el corazón, las fuerzas, haciendo su voluntad.

»Lo mismo que un viajero en el tren, no piensa en caminar por el vagón para llegar antes a la meta, sino que se deja llevar sentado; así nuestra alma, para llegar a Dios, tenía que hacer su voluntad, enteramente, en el momento presente, porque el tiempo camina por sí solo. Y no habría sido muy difícil entender lo que Dios quería de nosotros. Él manifestaba su voluntad mediante los superiores, la Sagrada Escritura, los deberes del propio estado, las circunstancias, las inspiraciones… Minuto a minuto y ayudadas por la gracia actual, construiríamos el edificio de nuestra santidad; o mejor aún, haciendo la voluntad de Otro –de Dios mismo– Él se habría edificado a Sí mismo en nosotros.

»Por lo tanto, hacer la voluntad de Dios no significa sólo “resignación”, como a menudo se entiende, sino la más grande divina aventura que le pueda tocar a una persona: la de seguir no la propia y mezquina voluntad, no los propios proyectos limitados, sino seguir a Dios y realizar el designio que Él tiene sobre cada uno de sus hijos; designio divino, sorprendente, riquísimo. Hacer la voluntad de Dios ha sido para nosotros el descubrimiento de un camino de santidad para todos. De hecho, la voluntad de Dios la puede vivir cada uno, en cualquier lugar, situación o vocación en la que se encuentre, puede ser el billete de ingreso de las masas a la santidad. Hacer la voluntad de Dios para amarlo se ha convertido en el segundo punto cardinal de nuestra espiritualidad de la unidad».

 

https://www.focolare.org/ citando a Chiara Lubich



HÁGASE TU VOLUNTAD

 VIDA DE LA PALABRA             primeras semanas JUNIO

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21) y la de mayo («Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él», 1 Jn 4, 16):

 

1.-        Hará un par de semanas me volvió a repetir, (al igual que en el julio de los últimos 2 años), un pequeño episodio de sentirme un poco raro durante 3 ó 4 horas: no acordarme de algunas cosas (los misterios concretos del Rosario, el nombre de algunos de los que tenía delante, las contraseñas que todos los días utilizo…) y tener la sensación de no estar seguro de las que sí me acordaba. Menos mal que la PdV sí la tenía presente: “¡hágase!”. ¡Era la adecuada, además, para esta ocasión! Hágase la voluntad de Dios.

Esta vez el episodio había sido menos intenso, pero la ligera sensación de aturdimiento duraba más. Como aquellas veces, de nuevo pregunté a alguien de confianza si me había saltado algo de la Misa o había dicho alguna tontería: todo correcto. Pero era mi sensación incómoda. Por un momento pensé: “ ¿y si esto "se quedase" esta vez?”. Y de nuevo con la PdV, le manifesté al Señor: “como Tú quieras o permitas; soy tuyo y estoy en tus manos, seguro de que siempre será lo mejor”.

            Al igual que el año pasado, me están haciendo todo tipo de pruebas: todo bien hasta ahora. Y, de hecho, pasadas aquellas horas, no he vuelto a notar nada, (lo mismo que los otros años). Me dicen que quizá es un pequeño microinfarto cerebral, (que nos da a todos de vez en cuando, a veces sin percatarnos), y/o que es cansancio acumulado o estrés o ansiedad, unido a los calores, (que, además, este año han venido de repente). La gente afirma que le doy paz, (¡pero quizá a veces “la procesión” se queda por dentro!).

Así que también estoy acogiendo como voluntad de Dios concreta para mí el no sobrecargarme mis propios horarios: descansar y orar y hacer ejercicio también para cumplir la Voluntad de Dios, igual que realizar las distintas tareas, leer o escuchar a todos.

 

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21), la de mayo («Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él», 1 Jn 4, 16) y la de abril («Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas», Jn 10, 11):

 

1.-        “…mil gracias a todos por vuestras oraciones y cercanía. Es una experiencia en la que tendré que pensar muy mucho: a estas horas la semana pasada salía de visitar a mi marido en la UCI. Me dijeron que estaba en una situación muy grave: la malaria a su edad, y con la analítica como la tenía, no me daban muchas esperanzas, por no decir ninguna.

Una semana después ya está de nuevo en casa.

            Muchas emociones y sentimientos que no me ha dado tiempo a digerir. Ahora mismo me siento como anestesiada, estoy agotada….

 

 

2.-        “Paco, quería agradecerte tu correo de experiencias que mandas puntualmente y que son un buen alimento espiritual para mí y otras personas a las que se lo reenvío.

Tengo dificultad para leer la letra pequeña, pero me esfuerzo porque vale la pena participar de tu vida sacerdotal que tienes muy llena de actividades, al revés de lo poco que yo puedo ya hacer sin salir de casa. Pienso que los dos hacemos la voluntad de Dios con alegría, y dolor a veces, poniendo nuestro mosaico en las pequeñas cosas de cada día, y así nos santificamos juntos en la distancia como sacerdotes de Maria.

 

3.-        “leyendo esta Palabra de Vida, me veo reflejada en el "hágase..." porque, aunque lo repetimos cada día en la oración del Padrenuestro, realmente para mí ha alcanzado su pleno significado desde que recibí el Sacramento de la Confirmación, pues desde entonces, mis oraciones diarias terminan con un "Señor, Tú sabes lo que nos conviene: a tus manos encomiendo mi espíritu, hágase tu voluntad", y realmente lo siento así. Gracias por ser nuestro pastor.

 

 

4.-        “de la lectura que me dijiste (Juan 15), me quedé pensando en aquello que dice Jesús: “Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos”. Recordaba tu pregunta: “¿cómo está tu relación con Dios?”. Algo me resultó extraño en la pregunta cuando me la hiciste y, ahora, tras leer a San Juan, he comprendido lo que era.

            Según me la preguntaste, me quedé un poco en blanco y es que me doy cuenta que a Dios como tal no me dirijo casi nunca, tampoco me dirijo al Señor, yo le hablo al Padre, o eso creía.

¿Realmente me dirigía a Él con actitud de hija o más bien con una actitud servil?: ¿era la mía una actitud cercana o más bien era algo distante, más parecida a la actitud del siervo? 

            Le llamaba “Padre”, pero… ¿le trataba como tal? Creo que no, sin embargo últimamente cuando voy a hablarle, sí que le veo y le siento como tal. Siento su cercanía, su amor de Padre y yo siento que mi relación hacia Él ha cambiado, no es una relación solo servicial sino realmente filial: me siento y le quiero como hija y eso lo cambia todo.

 

5.-        “…hace unas semanas, el párroco me pone un WhatsApp: “sábado hay excursión de arte y naturaleza”. El día antes yo le había dicho: “el sábado no vendré a rezar laudes: tengo boda”. Me da pena porque él hace el esfuerzo por si alguien va. Le contesto que tengo boda, pero me gusta ir. Y, a la vez, yo le decía al Señor: “si Tú quieres que vaya, lo arreglarás”. Y ahí se lo dejé.

A los pocos días me cuentan que hay varios que no pueden y se hará una semana después. “¡Qué grande eres, Señor!”.

Hay que llevar el bocata de tortilla: pensé decir a los sacerdotes y a otra que es ciega que si les llevo, pero mi “hombre viejo” estaba dudando. Le pregunté al párroco; me respondió encantado; la ciega también. Faltaba el otro sacerdote, que va siempre: no se había apuntado. Me responde que le van a hacer una biopsia: “si puedo ir, te llamo”. En otra ocasión no se había apuntado, pero le hice y vino bien.

Yo feliz porque puedo ayudar. Luego compartíamos muchas cosas además de comida: hablamos y nos ayudamos, como una familia….

 


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