VIDA DE LA PALABRA primeras semanas JUNIO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («No
todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el
que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21) y la de mayo («Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece
en Dios y Dios en él», 1 Jn 4,
16):
1.- Hará un par de semanas me volvió
a repetir, (al igual que en el julio de los últimos 2 años), un pequeño
episodio de sentirme un poco raro durante 3 ó 4 horas: no acordarme de algunas
cosas (los misterios concretos del Rosario, el nombre de algunos de los que
tenía delante, las contraseñas que todos los días utilizo…) y tener la
sensación de no estar seguro de las que sí me acordaba. Menos mal que la PdV sí
la tenía presente: “¡hágase!”. ¡Era la adecuada, además, para esta ocasión!
Hágase la voluntad de Dios.
Esta vez el episodio había sido menos intenso, pero la
ligera sensación de aturdimiento duraba más. Como aquellas veces, de nuevo
pregunté a alguien de confianza si me había saltado algo de la Misa o había
dicho alguna tontería: todo correcto. Pero era mi sensación incómoda. Por un
momento pensé: “ ¿y si esto "se
quedase" esta vez?”. Y de nuevo con la PdV, le manifesté al Señor: “como Tú quieras o permitas; soy tuyo y estoy
en tus manos, seguro de que siempre será lo mejor”.
Al igual que el año pasado, me están
haciendo todo tipo de pruebas: todo bien hasta ahora. Y, de hecho, pasadas aquellas
horas, no he vuelto a notar nada, (lo mismo que los otros años). Me dicen que
quizá es un pequeño microinfarto cerebral, (que nos da a todos de vez en cuando,
a veces sin percatarnos), y/o que es cansancio acumulado o estrés o ansiedad,
unido a los calores, (que, además, este año han venido de repente). La gente
afirma que le doy paz, (¡pero quizá a veces “la procesión” se queda por
dentro!).
Así que también estoy acogiendo como voluntad de Dios
concreta para mí el no sobrecargarme mis propios horarios: descansar y orar y hacer
ejercicio también para cumplir la Voluntad de Dios, igual que realizar las
distintas tareas, leer o escuchar a todos.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor”
entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre
celestial», Mt 7, 21), la de mayo
(«Dios
es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él», 1 Jn
4, 16) y la de abril («Yo
soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas», Jn 10, 11):
1.- “…mil gracias a todos
por vuestras oraciones y cercanía. Es una experiencia en la que tendré que
pensar muy mucho: a estas horas la semana pasada salía de visitar a mi marido
en la UCI. Me dijeron que estaba en una situación muy grave: la malaria a su
edad, y con la analítica como la tenía, no me daban muchas esperanzas, por no
decir ninguna.
Una semana después ya está de nuevo en casa.
Muchas emociones y sentimientos que
no me ha dado tiempo a digerir. Ahora mismo me siento como anestesiada, estoy
agotada…”.
2.- “…Paco, quería agradecerte tu
correo de experiencias que mandas puntualmente y que son un buen alimento espiritual
para mí y otras personas a las que se lo reenvío.
Tengo dificultad para leer la letra pequeña,
pero me esfuerzo porque vale la pena participar de tu vida sacerdotal que
tienes muy llena de actividades, al revés de lo poco que yo puedo ya hacer sin
salir de casa. Pienso que los dos hacemos la voluntad de Dios con alegría, y
dolor a veces, poniendo nuestro mosaico en las pequeñas cosas de cada día, y
así nos santificamos juntos en la distancia como sacerdotes de Maria…”.
3.- “…leyendo esta Palabra de Vida, me veo reflejada en el "hágase..."
porque, aunque lo repetimos cada día en la oración del Padrenuestro, realmente
para mí ha alcanzado su pleno significado desde que recibí el Sacramento
de la Confirmación, pues desde entonces, mis oraciones diarias terminan
con un "Señor, Tú sabes lo que nos conviene: a tus manos encomiendo mi
espíritu, hágase tu voluntad", y realmente lo siento así. Gracias
por ser nuestro pastor…”.
4.- “…de la lectura que me
dijiste (Juan 15), me quedé pensando en aquello que dice Jesús: “Ya no os llamo
siervos, a vosotros os llamo amigos”. Recordaba tu pregunta: “¿cómo está
tu relación con Dios?”. Algo me resultó extraño en la pregunta cuando me la
hiciste y, ahora, tras leer a San Juan, he comprendido lo que era.
Según me la preguntaste,
me quedé un poco en blanco y es que me doy cuenta que a Dios como tal no me
dirijo casi nunca, tampoco me dirijo al Señor, yo le hablo al Padre, o eso
creía.
¿Realmente me dirigía a Él con actitud de hija
o más bien con una actitud servil?: ¿era la mía una actitud cercana o más bien
era algo distante, más parecida a la actitud del siervo?
Le llamaba “Padre”, pero…
¿le trataba como tal? Creo que no, sin embargo últimamente cuando voy a
hablarle, sí que le veo y le siento como tal. Siento su cercanía, su amor de
Padre y yo siento que mi relación hacia Él ha cambiado, no es una relación solo
servicial sino realmente filial: me siento y le quiero como hija y eso lo
cambia todo…”.
5.- “…hace unas semanas,
el párroco me pone un WhatsApp: “sábado
hay excursión de arte y naturaleza”. El día antes yo le había dicho: “el sábado no vendré a rezar laudes: tengo
boda”. Me da pena porque él hace el esfuerzo por si alguien va. Le contesto
que tengo boda, pero me gusta ir. Y, a la vez, yo le decía al Señor: “si Tú quieres que vaya, lo arreglarás”.
Y ahí se lo dejé.
A los pocos días me cuentan que hay varios
que no pueden y se hará una semana después. “¡Qué grande eres, Señor!”.
Hay que llevar el bocata de tortilla: pensé decir
a los sacerdotes y a otra que es ciega que si les llevo, pero mi “hombre viejo”
estaba dudando. Le pregunté al párroco; me respondió encantado; la ciega también.
Faltaba el otro sacerdote, que va siempre: no se había apuntado. Me responde que
le van a hacer una biopsia: “si puedo ir,
te llamo”. En otra ocasión no se había apuntado, pero le hice y vino bien.
Yo feliz porque puedo ayudar. Luego compartíamos
muchas cosas además de comida: hablamos y nos ayudamos, como una familia…”.
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