martes, 15 de junio de 2021

HÁGASE TU VOLUNTAD

 VIDA DE LA PALABRA             primeras semanas JUNIO

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21) y la de mayo («Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él», 1 Jn 4, 16):

 

1.-        Hará un par de semanas me volvió a repetir, (al igual que en el julio de los últimos 2 años), un pequeño episodio de sentirme un poco raro durante 3 ó 4 horas: no acordarme de algunas cosas (los misterios concretos del Rosario, el nombre de algunos de los que tenía delante, las contraseñas que todos los días utilizo…) y tener la sensación de no estar seguro de las que sí me acordaba. Menos mal que la PdV sí la tenía presente: “¡hágase!”. ¡Era la adecuada, además, para esta ocasión! Hágase la voluntad de Dios.

Esta vez el episodio había sido menos intenso, pero la ligera sensación de aturdimiento duraba más. Como aquellas veces, de nuevo pregunté a alguien de confianza si me había saltado algo de la Misa o había dicho alguna tontería: todo correcto. Pero era mi sensación incómoda. Por un momento pensé: “ ¿y si esto "se quedase" esta vez?”. Y de nuevo con la PdV, le manifesté al Señor: “como Tú quieras o permitas; soy tuyo y estoy en tus manos, seguro de que siempre será lo mejor”.

            Al igual que el año pasado, me están haciendo todo tipo de pruebas: todo bien hasta ahora. Y, de hecho, pasadas aquellas horas, no he vuelto a notar nada, (lo mismo que los otros años). Me dicen que quizá es un pequeño microinfarto cerebral, (que nos da a todos de vez en cuando, a veces sin percatarnos), y/o que es cansancio acumulado o estrés o ansiedad, unido a los calores, (que, además, este año han venido de repente). La gente afirma que le doy paz, (¡pero quizá a veces “la procesión” se queda por dentro!).

Así que también estoy acogiendo como voluntad de Dios concreta para mí el no sobrecargarme mis propios horarios: descansar y orar y hacer ejercicio también para cumplir la Voluntad de Dios, igual que realizar las distintas tareas, leer o escuchar a todos.

 

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21), la de mayo («Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él», 1 Jn 4, 16) y la de abril («Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas», Jn 10, 11):

 

1.-        “…mil gracias a todos por vuestras oraciones y cercanía. Es una experiencia en la que tendré que pensar muy mucho: a estas horas la semana pasada salía de visitar a mi marido en la UCI. Me dijeron que estaba en una situación muy grave: la malaria a su edad, y con la analítica como la tenía, no me daban muchas esperanzas, por no decir ninguna.

Una semana después ya está de nuevo en casa.

            Muchas emociones y sentimientos que no me ha dado tiempo a digerir. Ahora mismo me siento como anestesiada, estoy agotada….

 

 

2.-        “Paco, quería agradecerte tu correo de experiencias que mandas puntualmente y que son un buen alimento espiritual para mí y otras personas a las que se lo reenvío.

Tengo dificultad para leer la letra pequeña, pero me esfuerzo porque vale la pena participar de tu vida sacerdotal que tienes muy llena de actividades, al revés de lo poco que yo puedo ya hacer sin salir de casa. Pienso que los dos hacemos la voluntad de Dios con alegría, y dolor a veces, poniendo nuestro mosaico en las pequeñas cosas de cada día, y así nos santificamos juntos en la distancia como sacerdotes de Maria.

 

3.-        “leyendo esta Palabra de Vida, me veo reflejada en el "hágase..." porque, aunque lo repetimos cada día en la oración del Padrenuestro, realmente para mí ha alcanzado su pleno significado desde que recibí el Sacramento de la Confirmación, pues desde entonces, mis oraciones diarias terminan con un "Señor, Tú sabes lo que nos conviene: a tus manos encomiendo mi espíritu, hágase tu voluntad", y realmente lo siento así. Gracias por ser nuestro pastor.

 

 

4.-        “de la lectura que me dijiste (Juan 15), me quedé pensando en aquello que dice Jesús: “Ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos”. Recordaba tu pregunta: “¿cómo está tu relación con Dios?”. Algo me resultó extraño en la pregunta cuando me la hiciste y, ahora, tras leer a San Juan, he comprendido lo que era.

            Según me la preguntaste, me quedé un poco en blanco y es que me doy cuenta que a Dios como tal no me dirijo casi nunca, tampoco me dirijo al Señor, yo le hablo al Padre, o eso creía.

¿Realmente me dirigía a Él con actitud de hija o más bien con una actitud servil?: ¿era la mía una actitud cercana o más bien era algo distante, más parecida a la actitud del siervo? 

            Le llamaba “Padre”, pero… ¿le trataba como tal? Creo que no, sin embargo últimamente cuando voy a hablarle, sí que le veo y le siento como tal. Siento su cercanía, su amor de Padre y yo siento que mi relación hacia Él ha cambiado, no es una relación solo servicial sino realmente filial: me siento y le quiero como hija y eso lo cambia todo.

 

5.-        “…hace unas semanas, el párroco me pone un WhatsApp: “sábado hay excursión de arte y naturaleza”. El día antes yo le había dicho: “el sábado no vendré a rezar laudes: tengo boda”. Me da pena porque él hace el esfuerzo por si alguien va. Le contesto que tengo boda, pero me gusta ir. Y, a la vez, yo le decía al Señor: “si Tú quieres que vaya, lo arreglarás”. Y ahí se lo dejé.

A los pocos días me cuentan que hay varios que no pueden y se hará una semana después. “¡Qué grande eres, Señor!”.

Hay que llevar el bocata de tortilla: pensé decir a los sacerdotes y a otra que es ciega que si les llevo, pero mi “hombre viejo” estaba dudando. Le pregunté al párroco; me respondió encantado; la ciega también. Faltaba el otro sacerdote, que va siempre: no se había apuntado. Me responde que le van a hacer una biopsia: “si puedo ir, te llamo”. En otra ocasión no se había apuntado, pero le hice y vino bien.

Yo feliz porque puedo ayudar. Luego compartíamos muchas cosas además de comida: hablamos y nos ayudamos, como una familia….

 


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