jueves, 30 de noviembre de 2017

AFRONTAR LA NECESIDAD DEL OTRO

VIDA DE LA PALABRA                últimas semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11) y la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5):
1.-        Este mes ha habido muchas pequeñas oportunidades de practicar la PdV (siempre sostenidos por la Gracia; si no…). P.ej. el día que estuve en mi pueblo, fue pasar toda (casi literalmente) la jornada con mi madre, acompañándola (o llevándola) donde tuviera que ir, escuchándola, saliendo a pasear, leyendo en voz alta lo que a ella le apetecía, rezando, la Misa, etc. Ya iba predispuesto a dedicarle bastante tiempo: al final del día, yo no había hecho ninguna de las cosas para las que pensaba haber sacado tiempo, pero contento de habérselo dedicado al Señor en ella, haciéndome uno en todo.
Y así también, a la mañana siguiente, (aunque yo debía regresar pronto a la parroquia), acompañándola al médico (¡más de hora y media de espera!) para así tomar bien nota de todo lo que le dijeran, (ha empezado con problemas en las rodillas).
Inmediatamente después, todavía antes de emprender regreso hacia acá, (también con mi madre) pasé allí por el tanatorio: una amiga y vecina de infancia me había escrito de madrugada que su marido acababa de fallecer (él llevaba 15 años y 7 meses en coma: ¡eso sí que es servir por amor, atendiéndolo día a día!); fue un rato de mucha serenidad, fraternalmente en Dios: sencillo, con plena paz y fe; con el dolor añadido de no poder quedarme para el día siguiente oficiar la Misa “corpore insepulto” tal como ella me había solicitado si yo pudiera.
Además, me habían acabado de llamar de aquí, del hospital (aunque los martes no es día que yo tenga que ir, ni siquiera ocuparme de urgencias), para atender a una persona que llevaba unos 10 días ingresada por intento de suicidio y, ahora, arrepentida, quería hablar conmigo y confesarse. Así que, traté de vivir con paz las casi 3 horas de viaje, rezando por todos (sobre todo por los que había encontrado o iba a ver ese día), escuchando en el coche varias meditaciones de Chiara Lubich sobre María, y, sin pasar por casa, me dirigí directamente al hospital: aunque era la hora de la siesta, me encontré sorprendentemente “ágil” (gracias a Dios) para poder escuchar más de una hora seguida, comprender, consolar, animar… ¡y compartir la alegría de la misericordia de Dios! Y me dio tiempo justo luego para llegar a la parroquia, para abrir a los niños de catequesis cuando se disponían a entrar.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11), la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5) y la de septiembre («Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», Mt 16, 24):
1.-        “Gracias de nuevo, Paco, por tu fidelidad en darnos a mitad de mes un nuevo empuje en hacer vida en nosotros la Palabra. La verdad es que no faltan ocasiones de estar al servicio de los demás y poder vivir la de este mes. La he intentado poner en práctica preparando la comida, acercando a una persona a su casa en el coche después de una reunión, realizando diversos servicios en la Residencia de Mayores a la que voy a ayudar los sábados por la mañana,...
1b.-      Pero cuando más me ha ayudado a no replegarme en mí misma ha sido en circunstancias imprevistas: por ejemplo, el miércoles pasado que salía de viaje a otra ciudad y, cuando iba a salir, no pude abrir la cerradura del piso por más intentos que realicé. Llamé enseguida al cerrajero, pero no fue fácil y perdí el billete del tren. Solo porque Jesús dentro me recordaba: "lo que importa es amar en el presente", logré mantener la calma, tratar de ayudarle desde dentro del piso y preocuparme por sus cosas en el buen rato que tardó en poner una cerradura nueva.
1c.-      También, en los dos días que he tenido que hacer un poco de reposo por el dolor en un pierna, me daba la paz -aunque me costaba dejar de hacer lo que tenía programado- la seguridad de la potencia de la oración cuando fallan las fuerzas físicas, como dice el comentario de esta PdV

2.-        “Mi querido amigo: como de costumbre te escribo tarde y, aunque no quiera buscar excusas, la verdad es que la vida nos ha cambiado bastante…: nuestro hijo mayor y sus tres hijos, que siempre han vivido en otra provincia, lleva casi tres años en el paro y como tiene una “enfermedad” muy grave, como es la de tener 51 años, se han venido aquí. Como no tienen otra posibilidad, se han venido a vivir a casa y, aunque son prudentes, nuestra vida se ha complicado algo, ya que nos habíamos acostumbrado a vivir solos.
Creo que no hemos hecho nada más que lo que teníamos que hacer, pero nos supone un sacrificio grande que le ofrecemos a Dios de corazón.
Esto lleva consigo que, en vez de preparar comida para dos, tengo que hacerlo para siete y la verdad es que suelo estar bastante cansado, pues mi salud se va debilitando por mis problemas circulatorios. Todo sea para mayor gloria de Dios.
La salud… de mi mujer también se va resintiendo con bastante rapidez, pero estamos muy unidos los dos y tengo que volver a decirte que, a pesar de todo, le doy gracias a Dios porque estoy viviendo de los mejores años de mi vida, sintiéndome útil, olvidándome de mí mismo y entregado a servir a los miembros de la "nueva familia" que se nos ha formado en casa…
Gracias una vez más por tus envíos que son para mí como viento fresco que entra por la ventana... Como siempre, recibe un fuerte abrazo

3.-        “Paco buenos días: quiero darte las gracias por tantas invitaciones que recibo a tus encuentros...
Bueno, poco a poco y paso a paso, me voy llenando con tu palabra de vida y con las experiencias que compartes con nosotros…
Te mando un dibujito de mi hija: ha coloreado todas las viñetas de la palabra de vida para niños. Por cierto, lo que te conté de la mayor, ya está en el instituto integrada y feliz, compartiendo su tiempo con las que en su día la rechazaban y dándonos ejemplo de que a uno no le hace daño quien quiere sino quien puede.
El evangelio de hoy dice que la verdadera limosna es quien da, no lo que le sobre, si no lo que tiene como imprescindible: qué difícil, ¿verdad? Hace tiempo que me comprometí a que, si veo una persona pidiendo en la calle, sin cuestionarme si es necesitado para comer o no, (es ya bastante humillante pedir, aunque lo gaste en lo que quiera), yo daría algo suelto que tuviese; y lo hago. Pero es solo eso, limosna; quizás ese gesto en el que yo me creo hacer algo bueno, sea poco muy poco a ojos de Dios



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jueves, 16 de noviembre de 2017

SERVICIO CONCRETO: HACERSE UNO CON EL OTRO

Aquí tienes algunos textos para tratar de seguir poniendo en práctica con intensidad la Palabra del mes («El mayor entre vosotros será vuestro servidor»):



GOZAR CON QUIEN SE GOZA

Si en los momentos difíciles el compartir trae alivio al dolor, en los momentos felices multiplica la alegría. Quien es solidario en el dolor sabe ser partícipe en las conquistas, en las victorias y en las celebraciones festivas de sus amigos.
Participar de la alegría del otro es participar de su vida, significa que el otro es importante y todo lo que es suyo es mío y viceversa.
Pienso que todos ya experimentamos cuánto aumenta nuestra alegría la presencia de amigos que la comparten con nosotros, hasta parece que la alegría se hace más legítima con la presencia de ellos. Se convierte en un evento que resalta no solo porque estamos alegres, sino también porque la compartimos con los amigos.
Tal vez, alegrarse con quien se alegra sea la parte más fácil del “hacerse uno”, pero no menos importante que el llorar con quien llora. Son solo momentos diferentes de la misma fraternidad.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO



CALOR DE SER FAMILIA

El proyecto de Dios sobre la humanidad… es hacer de todos nosotros una única familia de sus hijos, en la que cada uno le sienta cercano y se sienta amado por Él… sienta el calor de ser familia de Dios. En este gran proyecto encuentra su raíz la Iglesia… La Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con Él, a su amistad, es más, a participar como sus hijos en su propia vida divina… Dios nos convoca, nos impulsa a salir del individualismo, de la tendencia a encerrarse en uno mismo, y nos llama a formar parte de su familia.

PAPA FRANCISCO, Audiencia General, 29 de mayo de 2013



HACER PROPIOS LOS INTERESES DEL PRÓJIMO

Benevolencia: querer el bien del otro. Es 'hacerse uno' con él, acercarnos a él completamente vacíos de nosotros mismos, de nuestros intereses, de nuestras ideas, de tantos prejuicios que nos nublan la mirada, para cargar con sus pesos, sus necesidades, sus sufrimientos, para compartir sus alegrías.
Es entrar en el corazón de aquellos a quienes nos acercamos para comprender su mentalidad, su cultura, sus tradiciones, y hacerlas, en cierto modo, nuestras; para entender de verdad lo que necesitan y saber acoger esos valores que Dios ha depositado en el corazón de cada persona. En una palabra: vivir por quien tenemos al lado.

CHIARA LUBICH – Parola di Vita Agosto 2006



SER INSTRUMENTO DE LA MISERICORDIA DE DIOS

Todos somos llamados a ser mediadores entre Dios y los hermanos, porque estamos llamados a ser otros Cristo. Mediador, no en el sentido semántico de la palabra, sino en el sentido de ser canales de la misericordia de Dios para todos.
Cada persona debe sentir, a través de nosotros, que Dios la ama inmensamente, que perdona todas sus faltas y la acoge como un Padre.
Jesús en su vida terrena demostró con hechos la misericordia infinita de Dios. Él amó a todos: enfermos, pecadores, pobres y ricos, huérfanos, viudas... Y todos experimentaban un cambio en sus vidas.
          Jesús asumió poco a poco sobre Sí nuestras faltas y transfirió para nosotros su justicia. Terminó con su abandono sobre la cruz, cuando realizó el rescate final y definitivo de cada persona que creyó y cree en su infinita misericordia.
          Nos dejó como legado: ser instrumentos de esa Misericordia para cada persona que pase a nuestro lado.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO



SER UN DON PARA EL OTRO

Nada es pequeño si se hace por amor. ¿Sabes lo que hay que hacer cuando hemos amado hasta el extremo? ¡Seguir amando!
No se recuerda que los primeros cristianos tuvieran éxtasis, sino más bien que se amaban entre ellos: habían acogido, en toda su vitalidad, el testamento de Jesús.
Quien está a mi lado ha sido creado como don para mí y yo he sido creada como un don para el que está a mi lado. En la tierra, todo está en relación de amor con todo, cada cosa con cada cosa. Pero es necesario ser el Amor para encontrar el hilo de oro entre los seres.

CHIARA LUBICH, La doctrina espiritual, Madrid 2007, Ed. Ciudad Nueva, p. 135


miércoles, 15 de noviembre de 2017

SERVIR POR AMOR APORTA PAZ

VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11) y la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5):
1.-        La semana pasada falleció mi tío, hermano mayor de mi padre: en menos de 25 meses, los tres hermanos ya han partido hacia la Casa del Padre (además de un primo mío, casi de mi edad).
Yo lo tenía muy difícil para ir al pueblo al entierro, (aparte de que son más de dos horas y media de coche), y sería ida y vuelta en viaje relámpago. Mi madre me decía que ni lo intentara, que las carreteras están peligrosas y que la Misa ofrecida (allí o desde aquí) es lo que vale (¡y es verdad!). Además, a mí me da muchísima fatiga pedir favores, y tendría que solicitarlos a varias personas, (aparte de aplazar o suspender otras actividades): pensando que a mí también me agrada hacer algo por los otros, me atreví a insinuar. Al final, con la bondad y disponibilidad del párroco (¡hubiera sido su día libre!, ¡y encima estaba con anginas!), del diácono permanente para que me sustituyera haciendo el turno en el hospital (era el día que dedica a una actividad cultural con su esposa) y de una catequista, fui.
Mi primo dijo que no tenía que haberme molestado; a mi prima le dio mucho consuelo el verme allí y que celebrara yo la Misa y los acompañara al cementerio; y me lo agradeció lo indecible.
            Como sabes, la primera semana de noviembre, se puede lucrar indulgencia plenaria visitando un cementerio y rezando por el eterno descanso de los difuntos, (con todas las otras condiciones requeridas habitualmente, claro está). Así que, aproveché también para ofrecer la indulgencia plenaria ese día por él, además de varias veces la Misa esos días. Es un acto de amor, una de las “obras de misericordia espirituales”, el rogar a Dios por vivos y difuntos. Así que, recordando la PdV, (¡también en eso puedo ser “servidor por amor”!), el resto de la semana visité un cementerio (aunque un par de días estaba lloviendo) para rezar y ofrecer por otros familiares y amigos difuntos.

2.-        Voy de correprisas por el despacho parroquial, pues me esperan para una reunión en uno de los salones. Un señor me pide que le abra un instante la puerta; voy apurado, pero… recuerdo la PdV, le sonrío y le pregunto qué necesita: “solo es un instante; quería agradecerte que… [me señala a su nieto de 2 ó 3 años en el carrito] está apuntado a clase de religión gracias a ti”. Entre mis prisas y mi extrañeza por lo que me decía él, (yo, sin entender bien dónde quería ir a parar), continúa: “¿te acuerdas una tarde que atendiste a una chica [de tal país] con su niño…?”.
            En una milésima rememoro algo de la primavera pasada que me hizo finalizar la jornada muy contento y agradecido a Dios. Miércoles, fiesta de la Visitación, el último día viviendo la PdV «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Yo iba a cerrar ya el templo parroquial al anochecer… y pienso…: “aunque estés cansado de la jornada, espera un poco; a lo mejor ocurre algo bonito también hoy, igual que varias de las veces que has esperado…”. Me quedo rezando y… veo una chica con su niño rubillo en la puerta entreabierta de la iglesia, (como sin atreverse a entrar del todo), y chapurreándole algo al niño en una lengua del este de Europa. Me acerco. Entiende español, pero habla inglés, (que yo tengo casi olvidado, pero comprendo todavía algo). No es católica, es ortodoxa. Le manifiesto mi alegría: con todo respeto intento explicarle, (casi más con gestos que con palabras), el diálogo ecuménico con simplicidad. Y los invito si quieren entrar a rezar o ver el templo parroquial: “¿podríamos?”. “¡¡Claro!!”. Vamos cerca del crucifijo y yo, agachándome para ponerme a la altura del pequeño, le explico sencillamente al niño, (y su madre le traduce). Cuando ya se van, me ofrezco a mandarle la Palabra de Vida en su idioma, aclarándole que la viven no sólo los católicos, sino también los ortodoxos (de hecho, se la envío a algunos de su país), los anglicanos y los protestantes. Los acompaño a la puerta. Me señala a un hombre a lo lejos: su marido. Entonces voy hacia allá y me voy acercando a él con la mano tendida presentándome: él sí es español.
            Pues bien, por lo visto, gracias a todo esto, decidieron inscribir a su niño en la clase de religión. Damos gracias a Dios, que se vale de mi inutilidad. “Nada hay pequeño de lo que hagas por amor”, nos recuerda Chiara Lubich.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11), la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5) y la de septiembre («Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», Mt 16, 24):
1.-        “y en medio de todo esto, la PdV me hacía seguir amando en la vida de cada día sin dejarme abatir ni acaparar por el tema de la difícil situación sociopolítica.
Por ejemplo:
Tengo que sanear la fontanería de mi cocina, debajo hay un local cuyo propietario usa como almacén de su tienda y que no vive en el bloque. Yo desconocía su domicilio, pero pensando en que pudiera haber alguna avería que dañara su mercancía, hice varias gestiones hasta que lo pude localizar para avisarle antes de que empiecen la obra.
1b.-      Como tengo una habitación libre, una amiga me pidió quedarse en casa dos días y, aunque me sentía bastante cansada, le dije que sí y preparé todo con el mayor cariño. Todavía estaba ella en casa, cuando me llamaron para ver si podía alojar a dos personas que venían el fin de semana. Eso significaba arreglar todo en poco tiempo, porque el mismo día que se iba mi amiga por la mañana, llegaban las otras por la tarde. De inmediato pensé: “¿no podrían quedarse en otro sitio?”. Pero, enseguida dije que sí, pues me di cuenta de que era la oportunidad que Jesús me daba para seguir al servicio de los demás y ofrecer algo por la paz y la concordia. 
1c.-      El hijo de una conocida, que ha acabado los estudios en el Conservatorio, daba un Concierto para Marimbas y me había invitado. No era algo atrayente para mí y tenía que ajustar mucho mi programa para poder ir, pero intuyendo que para ella era algo muy importante, asistí. Estaba muy contenta y me repetía que había significado mucho para ella mi asistencia. 
            Tenemos Jesús en medio, Paco, y sigo rezando por tu familia y todo lo que tienes entre manos

2.-        “creo que poco a poco leyendo tu palabra de vida hago actos en mi vida pensando en esto: “venga, por amor a Dios”. Me pidió una compañera un escrito con mucha urgencia, tenía que pensar cómo redactarlo y tenía mucho trabajo pendiente y pensé…: “si te lo pide, haz un hueco, lo necesita”. No es gran cosa, pero espero que todas vuestras experiencias me ayuden a ser mejor persona

3.-        “peregrinación a Lourdes, en septiembre, con la PdV ¨si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame¨. Este año no me apetecía ir, por el cambio de días; además, una de las que suelen ir conmigo siempre, le dio un ictus, otra imposible eso días… Pasaban los días y yo seguía sin apuntarme, pero… era algo que me impulsaba a ir: “…son todas nuevas; si yo me comprometí en su día, ahora no puedo decirte que no; y siempre me he dicho que por una persona que venga, yo contenta (como la parábola de la oveja perdida)”. Me apunté dos días antes… El día de salida en la estación me propuse intentar vivir la PdV y olvidarme de todo y estar al servicio de todos: primero con los enfermos, les dejaba en el coche y les llevaba las maletas; cuando había terminado, me fui a saludar a las que no nos vemos cada año, me encuentro con una que colabora conmigo y me presenta a su hija, la saludo y me dice que está muy nerviosa; le digo: “no te preocupes, en seguida haces amistad; han venido varios jóvenes”. Sigo saludando y me encuentro con la mamá de otra joven: está nerviosa, dado que es la primera vez que va; le digo: “te presento a otra joven como tú y así no estáis solas”. Les tocó comedor siempre juntas. Yo estaba pendiente de ellas, si estaban contentas o si algo necesitaban; la hija de mi compañera me buscaba y me abraza contándome lo que había estado haciendo y que estaba feliz. Al tercer día, una me pregunta: “tú eres de la comunidad de los Focolares, ¿verdad?”. “Sí”. “Es que me parecías…”
…la hermana de una compañera que iba por primera vez, al final me dice: “desde que nos presentaron, no sé lo que tienes que me caíste genial: estás pendiente de todo y todos”. Le contesto que no es obra mía, es de María: Ella me lo pone en camino…
…todo esto me lleva a que tengo que estar vigilante en cada momento, aunque hay veces que no lo consigo

4.-        “hoy hemos estado de retiro espiritual, lo he vivido con paz a pesar de las muchas cosas que se me amontonaban: el volver una y otra vez la mente y el corazón para tener los sentimientos de Cristo, me ha ido ayudando cuando la tormenta me amenazaba, ¡cuánto ayuda tener un punto de referencia!
…Estamos siempre unidos en lo que Dios va haciendo en nuestras vidas, acogiendo y dejándonos que Él vaya imprimiendo sus mismos sentimientos entre nosotros, desde nuestro servicio pequeño y alegre en bien de todos.
Vivamos con esperanza el gozo que Cristo nos alcanza: con tu correo, hoy he sentido esa presencia hecha fuerza y esperanza a la que somos llamados, un nuevo impulso para caminar


Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
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y otras también AQUÍ



N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
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miércoles, 1 de noviembre de 2017

EL MAYOR, SEA SIERVO POR AMOR

PALABRA DE VIDA                        Noviembre 2017


«El mayor entre vosotros
será vuestro servidor»
(Mt 23, 11)

Dirigiéndose a la muchedumbre que lo seguía, Jesús anunciaba la novedad del estilo de vida de quienes quieren ser sus discípulos, un estilo «a contracorriente» con respecto a la mentalidad más difundida (cf. Mt 23, 1-12).
En su tiempo, al igual que hoy, era común hacer discursos moralistas y luego no vivir con coherencia, sino más bien buscar para uno mismo puestos de prestigio social, modos de destacar y de servirse de los demás para conseguir ventajas personales.
Jesús les pide a los suyos una lógica completamente distinta en las relaciones con los demás; la que Él mismo vivió:
«El mayor entre vosotros será vuestro servidor».

En un encuentro con personas deseosas de descubrir cómo vivir el Evangelio, Chiara Lubich compartió así su experiencia espiritual:
«Debemos dirigir siempre la mirada al único Padre de muchos hijos. Después, mirar a todas las criaturas como hijas del único Padre… Jesús, modelo nuestro, nos enseñó solo dos cosas, que son una: a ser hijos de un solo Padre y a ser hermanos los unos de los otros… Así pues, Dios nos llamaba a la fraternidad universal».
Aquí está la novedad: en amar a todos como hizo Jesús, porque todos –tú, yo, cualquier persona en esta tierra– son hijos de Dios, amados y esperados por Él desde siempre.
Así descubrimos que el hermano al que hay que amar concretamente, con los músculos, es cada una de las personas que se cruzan con nosotros cada día. Es mi padre, mi suegra, mi hijo pequeño o ese más rebelde; el preso, el mendigo, el discapacitado; el jefe y la señora de la limpieza; el compañero de partido y quien tiene ideas políticas distintas de las mías; el que es de mi credo y cultura y también el extranjero.
La actitud propiamente cristiana para amar al hermano es servirle:
«El mayor entre vosotros será vuestro servidor».

Dice también Chiara: «Aspirar continuamente al primado evangélico poniéndonos lo más posible al servicio del prójimo […] Y ¿cuál es el mejor modo de servir? Hacernos uno con cada persona con que nos encontramos, sintiendo en nosotros sus sentimientos: resolverlos como cosa nuestra, que hemos hecho nuestra por amor […] Es decir, dejar de vivir replegados en nosotros mismos, procurar llevar sus pesos y compartir sus alegrías».
Cualquier capacidad y cualidad positiva que tengamos, todo aquello por lo que podríamos sentirnos «grandes», es una oportunidad de servicio irrenunciable: la experiencia en el trabajo, la sensibilidad artística, la cultura; así como la capacidad de sonreír y de hacer reír; el tiempo que dedicamos a escuchar a alguien que duda o que sufre; las energías de la juventud, como también la potencia de la oración cuando fallan las fuerzas físicas.

«El mayor entre vosotros será vuestro servidor».

Y este amor evangélico desinteresado enciende antes o después en el corazón del hermano el mismo deseo de compartir, renueva las relaciones en la familia, en la parroquia, en los lugares de trabajo o de diversión, y sienta las bases de una nueva sociedad.
Cuenta Hermez, un adolescente de Oriente Próximo: «Era domingo, y nada más despertarme le pedí a Jesús que me iluminase para amar todo el día. Mis padres se habían ido a misa y se me ocurrió limpiar y ordenar la casa. Procuré esmerarme en los detalles y ¡hasta puse flores en la mesa! Luego preparé el desayuno disponiéndolo bien todo. Cuando volvieron mis padres, se mostraron sorprendidos y felices. Aquel domingo desayunamos con una alegría como nunca, dialogamos sobre muchas cosas, y pude compartir con ellos los gestos de amor que había hecho durante toda la semana. Aquel pequeño acto de amor le había dado el tono a un día espléndido».

LETIZIA MAGRI




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