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miércoles, 15 de noviembre de 2023

ENCENDER LUZ EN LA OSCURIDAD

 Nos quedan quince días para acabar este año litúrgico con la semana que empieza con el domingo de Jesucristo Rey del Universo.

Nos ayudará a finalizarlo bien el reintensificar el vivir la Palabra del mes («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5):

 


 

ACEPTAR NUESTRAS HERIDAS

 

El dolor puede ser fuente de luz. Veamos la luz que viene de Jesús en la cruz.

Cuando amamos tenemos la luz dentro de nosotros, y todas las situaciones por las que pasamos, especialmente en el sufrimiento, las heridas, son iluminadas por esta luz.

Cuando acogemos nuestras heridas, no como desgracias, sino como medios para ayudarnos a la redención del mundo, transmitimos a todos los reflejos de la luz de Dios, que ilumina las tinieblas.

Cuando acogemos nuestras heridas, acogemos al mismo Jesús, que transforma el dolor en amor.

No huyamos de las cruces, de nuestras heridas, sino afrontémoslas con amor y valentía, porque más allá de las llagas del Crucificado está la resurrección.

 

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra del 9 de noviembre

 

 

 

 

SÉ HIJO DE LA LUZ CON ALEGRÍA NACIDA DEL EVANGELIO

 

El Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un anuncio, un anuncio de alegría. Las ideologías son frías, todas. El Evangelio tiene el calor de la alegría. Las ideologías no saben sonreír, el Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la Buena Noticia.

El nacimiento de Jesús, en la historia como en la vida, es el principio de la alegría: pensad en lo que les sucedió a los discípulos de Emaús que de la alegría no podían creer, y los otros, después, los discípulos todos juntos, cuando Jesús va al Cenáculo, no podían creer de la alegría (cfr. Lc 24,13-35). La alegría de tener a Jesús resucitado. El encuentro con Jesús siempre te lleva a la alegría y si esto no te sucede a ti, no es un verdadero encuentro con Jesús

la humanidad abunda de hermanos y hermanas que esperan una palabra de esperanza. El Evangelio es esperado también hoy: el hombre de hoy es como el hombre de todo tiempo: lo necesita, también la civilización de la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más, sobre todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido religioso, necesita de Jesús. Este es el momento favorable al anuncio de Jesús. Por eso quisiera decir nuevamente a todos: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (ibid.,1). No olvidemos esto. Y si alguno de nosotros no percibe esta alegría, se pregunte si ha encontrado a Jesús. Una alegría interior. El Evangelio va en el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio. Invito a todo cristiano, en cualquier lugar y situación se encuentre, a renovar hoy mismo su encuentro con Jesucristo. Cada uno de nosotros hoy se tome un poco de tiempo y piense: “Jesús, Tú estás dentro de mí: yo quiero encontrarte todos los días. Tú eres una Persona, no eres una idea; Tú eres un compañero de camino, no eres un programa. Tú eres Amor que resuelve muchos problemas. Tú eres el inicio de la evangelización. Tú, Jesús eres la fuente de la alegría”. Amén.

 

PAPA FRANCISCO, Audiencia General,  miércoles, 15 de noviembre de 2023

 

 

 

 

 

SERVIR CON PRONTITUD

 

No podemos esperar el momento adecuado para amar, porque el mejor momento es ahora.

No podemos perder el tiempo planificando un amor que nunca sucede, y llegar al final de la vida con el arrepentimiento de no haber amado lo suficiente para alcanzar la felicidad eterna.

Debemos amar con prontitud, de inmediato, sirviendo a quien está a nuestro lado en el momento presente.

Amar siempre, porque el amor se concreta en pequeños gestos que son fragmentos de eternidad.

Amar de inmediato, con prontitud, porque nuestra eternidad comienza ahora, en el momento presente de la vida.

Amar con alegría, porque nuestra voluntad de servir es lo que realmente nos hace felices.

 

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra, 24 de octubre


jueves, 30 de septiembre de 2021

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

    Hace hoy justo 5 años escribí una entrada en este blog diciendo: 
"aprovechando mi llegada esta noche a la que va a ser mi nueva Parroquia hasta que Dios quiera y que mañana me presentan en ella, pido al Señor con toda mi alma (con una oración que rezo desde finales de 1993) que sea una "Parroquia Nueva", en el sentido paulino de ser "hombres nuevos", pero no aisladamente, sino en comunión, en comunidad, ¡en Iglesia!; y que cada parroquia del mundo también lo sea (como un día insinuó Juan Pablo II)".

   El domingo próximo iniciaré mi ministerio como párroco en S. José de Las Matas. Alguien me preguntaba "mi programa" y parafraseé a Benedicto XVI en el inicio de su pontificado (y luego el Vicario lo citó textualmente): "mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia”. 
      El tren, (Las Matas es lugar tradicionalmente ferroviario), está en marcha: no podemos pararnos. Me subo, nos subimos, al tren. Pero siendo todos locomotoras, (aunque uno tenga la autoridad final), no vagones, "tirando todos del carro" en corresponsabilidad y sinodalidad, atentos a lo que el Espíritu Santo nos quiera decir a todos a través de las ideas e iniciativas de cada uno escuchadas y acogidas en espíritu de fraternidad.
     En realidad, lo que importa es la gente, y la "oración de la comunidad cristiana" expresa mejor que cualquier programa esta nueva estación en la que me subo hoy, (yo quisiera ya incluso ir a dormir allí esta noche, pero no podrá ser por algunas averías de la casa), y la meta a la que debemos llegar:

Oración de la Comunidad Cristiana

   SEÑOR JESÚS, que has dicho: "Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”, quédate entre nosotros que nos esforzamos por estar unidos en tu AMOR en esta comunidad parroquial.

AYÚDANOS a tener siempre un sólo corazón y una sola alma, compartiendo alegrías y dolores, cuidando especialmente de los enfermos, los ancianos, los que están solos, los necesitados.

   HAZ que cada uno de nosotros se comprometa a ser "evangelio vivo”, donde los alejados, los indiferentes, los pequeños, descubran el Amor de Dios y la belleza de la vida cristiana.

CONCÉDENOS el valor y la humildad de perdonar siempre, de salir al encuentro de quien pensara alejarse de nosotros, de poner de relieve lo mucho que nos une, no lo poco que nos separa.

DANOS unos ojos nuevos para ver tu rostro en cada persona que encontremos y en cada cruz que nos presentes.

CONCÉDENOS un corazón fiel y abierto, que vibre a cada toque de tu Palabra y de tu Gracia.

INSPÍRANOS siempre confianza y fortaleza para no desanimarnos por los fallos, las debilidades o las ingratitudes de los hombres.

   HAZ que nuestra Parroquia sea, de verdad, una FAMILIA en la que cada uno se esfuerce en comprender, perdonar, ayudar, compartir; donde la única Ley, que nos une y nos hace ser verdaderos discípulos tuyos, sea el amor recíproco.




Movimento parrocchiale “Parrocchie Nuove”, 
dell’Opera di Maria  o Movimento dei focolari
 Vallo Torinese (IT.)




miércoles, 15 de abril de 2020

DICHOSO QUIEN CREE SIN HABER VISTO

VIDA DE LA PALABRA                         primeras semanas de ABRIL

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29) y la de marzo («Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas», Mt 7, 12):

1.-        A pesar del confinamiento, casi todos los días los he tenido muy atareados. P.ej. el miércoles santo: aparte de empezarlo con un fallo (con toda mi ingenuidad) que hizo peligrar ¡precisamente la unidad! con el otro sacerdote, (que tuvo que corregirme “delante” de todo el consejo; y eso me “martilleó” todo el día), mi hermana misionera (que, como sabes, ya regresó aquí hace meses para cuidar a mi madre) me pide ayuda para que otra de sus compañeras allí en Chad, pudiera volver a su país a pesar del confinamiento: no la dejan subir al último vuelo militar humanitario porque tiene que “pisar” la Unión Europea (París y
España) y ella es ecuatoriana. Se me sobrecoge el corazón. Pero la PdV pide “creer sin haber visto”. ¡Confío en Ti, Señor! ¡Creo en tu resurrección, creo que esto tiene arreglo!
Me puse en contacto con el Nuncio en Chad y con el Nuncio en Ecuador: mensajes, audios, llamadas todo el día.
Mientras, me contactan desde el hospital de aquí para atender por videollamada a una paciente. Por otro lado, en ese momento, una colaboradora cercana y viva de la Parroquia necesitaba hablarme largo rato al teléfono (me pongo a prepararme la comida casi a las 4 de la tarde), y, por la tarde, otra más, esta con un asunto de Caritas.
 El Nuncio en Chad logra hablar con el Embajador de España en Camerún. Luego este con el Ministerio, en Madrid: ¡preparan un documento! Pero… ¡los franceses en la aduana no lo quieren aceptar! ¡¡No sé qué más podrían pedir!! Yo, a cada llamada o cada audio, se me venían las lágrimas (quizá inconscientemente pensando que le habría podido ocurrir a mi hermana). Les cerraron la misión (principalmente es un orfanato): llevaron a los cincuenta y tantos niños a familias de acogida. Quedarse un europeo solo allí es un peligro, ¡y más si es mujer!, ¡¡y encima en esta situación de emergencia sanitaria con lo precario que es todo allí!!
Entre una llamada (o mensaje o audio) y otra, ¡rezando como loco! Y allí en el aeropuerto de Djamena, los 3 misioneros españoles y ella, ¡¡más todavía!!, aparte de hacer todo lo humanamente imposible (y también los responsables de su movimiento, desde Málaga). A cada rato me venía de nuevo la PdV: ¡¡cree!!, ¡Dios producirá resurrección!
A las 21:00 me escribe el Nuncio, (que rato antes me comunicó que el vuelo estaba cerrado): “dile que no hay plazas, porque un rumano que está en N’Djamena y que se quiere ir, no ha entrado por falta de sitio, y él sí que es ciudadano comunitario”. Es increíble, ¿habrá que esperar otra ocasión? “Señor,
¡creo sin haber visto!”. Uno de los compañeros misioneros españoles dice que renuncia a ese último vuelo militar y se queda allí en Chad para no dejarla sola.
Ya todo perdido… a las 22:39, en cambio, me añade el Nuncio: “me dice el Secretario que la ecuatoriana podría viajar mañana..., creo que le han pedido el número de pasaporte... 🙏🙏🙏  Pero no adelantemos acontecimientos... 🙏🙏🙏”.
Después de rezar más intensamente… ya no puedo hacer más. Me iba a acostar (que la noche anterior apenas dormí) ofreciendo el vivir la Voluntad de Dios (en este caso, tratar de dormir) por la solución del problema: ¡sigo creyendo sin haber visto!, el vuelo no despega hasta el día siguiente.

1b.-     Me estoy metiendo en la cama sobre las 23:26 y… ¡suena el teléfono! Pero no son ellos: es una amiga con quien hacía mucho que no hablaba. De pronto… su simpatía se torna en stress, ansiedad, casi desesperación: una buenísima amiga suya (la había conocido yo a primeros de octubre y luego habíamos cruzado un par de correos) está a punto de quitarse de en medio… y ya no sabía qué más decirle por teléfono… nada más que se esperara… que un sacerdote la iba a llamar.
Llamé: ¡número equivocado! Vuelvo a contactar con la que me lo había dado; me proporciona otro: mientras había ella hablado con otro sacerdote que también la conoce por si a mí no me cogía el teléfono.
La tensión de unas cosas y otras, (todos “rostros” de Jesús Abandonado) los voy viviendo-ofreciendo por todas las situaciones-problemas de ese día. Vuelvo a llamar y… ¡salta su contestador automático!: ¡¡espero que esté hablando con el otro sacerdote!! Le dejo un mensaje audio lo más esperanzador que el Señor me inspira.
Contacto de nuevo con la amiga, que está al borde de la ansiedad y hablamos casi otra media hora, hasta que logra una cierta paz.
Nuevo intento de llamar a la otra: contestador otra vez. Y de nuevo la PdV: “creo sin haber visto”. No puedo hacer más: “¡me fío de Ti, Señor; Tú lo sabes y lo puedes todo!”.
En ese momento (son las 00:30) un whatsapp: «la ecuatoriana saldrá mañana, y todos los españoles. Gracias señor Nuncio. Un abrazo»: Me lo manda el Embajador de España en Camerún”, me dice el Nuncio. ¡¡El gracias, Dios mío, me brota del alma con un torrente de lágrimas!!
Al día siguiente ya logro contactar con las del otro caso: al final tampoco había acabado en tragedia. Seguimos trabajando en ello. ¡¡Gracias, Señor!!


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29), la de marzo («Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas», Mt 7, 12) y la de febrero («¡Creo, ayuda a mi poca fe!», Mc 9, 24):

1          “di positivo en covid19: ya llevo 20 días y no empeoro, pero voy muy despacio: el sábado tuve que ir al hospital y me pusieron dos tratamientos, uno que parece que da resultados y antibióticos.
Salí muy contenta y animada, pero no me noto gran mejoría; aun así sigo animada y hay gente que les lleva un poco más de tiempo hay que tener paciencia.
Por suerte estoy en casa con los míos: soy afortunada y sé que esto se tiene que pasar 🙏
Mis hijos, bien: lo pasaron muy leve 1 o 2 días y mi marido también asintomático. Sé que rezas por todos, y te doy gracias porque ahí también estoy yo. Cuídate mucho.

2.-        “Hola Paco: hace mucho que no te agradezco por tu fidelidad en estos correos que tanto nos ayudan y, ahora que dispongo de un poco más de tiempo, no quiero dejar de compartir algo sobre estos días de confinamiento. Creo que me están haciendo crecer en interioridad y en capacidad de entender a los demás.
            Tras unos primeros días de incertidumbre y desasosiego, comprendí que tenía que centrarme en el momento presente, perder las muchas programaciones que tenía en la cabeza y salir de mí misma, preocupándome de los demás, como fuera posible en esta situación, e intensificando la oración.
            Empecé por ponerme en contacto con muchas personas que me venían a la mente: familiares, antiguos compañeros del trabajo, personas de la comunidad, etc. Con algunas ha sido sencillamente saber cómo se encontraban, con otras han sido largas conversaciones telefónicas en las que hemos compartido mucho sufrimiento, no sólo por el coronavirus. He notado en la mayoría una predisposición mucho mayor en comunicar cosas esenciales de las que antes no se hablaba.

2b.-     Por ejemplo, un familiar me confiaba las dificultades con su nieto, ya tiene 10 años, que tiene síndrome de Asperge y nunca lo había comunicado abiertamente.
Con una persona pude compartir una dura situación con su padre durante más de una hora y al final me agradecía repetidamente porque de eso no podía hablar con nadie.
Con otra, que no está bien síquicamente y me costaba mucho escucharla, después de un buen rato, se despedía pidiéndome disculpas por el tiempo que me había ocupado y me salió de dentro decirle (estoy segura que fue un impulso de Dios): “no te preocupes y llámame cuando tengas necesidad de hablar”. De ahí siguió una profunda conversación, al final me decía que había sido para ella un rato de Paraíso y dábamos gracias a Dios.

2c.-      También ha sido apoyar acciones generosas de solidaridad como la de una amiga que ha acogido en su casa a dos niños de un Centro de acogida durante este periodo o participar del miedo de una madre que debía dar a luz en estos días, con cesárea, y después de la alegría del feliz nacimiento de la hija.

2d.-     No poder comulgar sacramentalmente, al principio me costaba mucho ya que toda la vida he ido a Misa diaria. Pero ahora estoy descubriendo mejor otras presencias de Jesús, sobre todo en las Palabras del Evangelio y, siguiendo las Misas por la TV, muchos días experimento una unión con Dios mayor que algunas veces cuando estaba físicamente presente. Las lecturas del día y las homilías del Papa me están calando profundamente: pido a María saber conservarlas en mi corazón como Ella y siento que, en el momento oportuno, las recuerdo y tengo la fuerza de ponerlas en práctica.
Por ejemplo, un día me venía la tentación de pensar que no puedo hacer nada directamente por las personas que sufren, pero recordé que “somos un cuerpo” y eso me dio la paz, para seguir tratando de ser fiel en lo pequeño, segura de que eso también ayuda a las que están en primera línea luchando contra el virus.




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domingo, 15 de marzo de 2020

LA ESPERANZA: UN ANTIVIRUS

DOMINGO III CUARESMA
Homilía Misa

Retransmisión Radio Nacional de España "Radio 5"
Centro Mariápolis "Luminosa"
C/ Poniente 33 - Las Matas (Madrid)
15 marzo 2020

Ex 17, 3-7
Sal 94
Rom 5, 1-2.5-8
Jn 4, 5-42

El pueblo de Israel, -hemos escuchado en la primera lectura-, durante su camino por el desierto, se queja una vez más contra Dios y contra Moisés: ¡falta agua! Moisés toca la roca con el bastón y brota un
surtidor[1]: Dios saca agua de una roca en el desierto.
  Siglos después en Samaría, más de uno diría: “esa mujer no tiene remedio”. Nosotros hoy día sentenciamos a menudo: “con esta persona es imposible entenderse”. Y, sin embargo, Jesús hizo brotar agua viva en el desierto corazón de aquella mujer samaritana[2]. Y puede hacerlo hoy a través de nosotros. Él emplea un arte: el diálogo.
El Papa Francisco afirma que “dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir; acoger su punto de vista, sus propuestas…” [3]. Nuestra luminosidad no debe provenir de palabrerías o efectos especiales, sino de acercarnos, con amor y con ternura, a quien encontramos herido en el camino[4].
Y con esa misma ternura Jesús desvela a la samaritana que conoce su pasado y su actual vida de pecado. La libera: ya no tiene ella, entonces, necesidad de disimular ni de camuflar su vida y sus actitudes.

Ayer era el aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich, (fundadora del Movimiento de los Focolares), dentro de todo este año en el que se celebra el centenario de su nacimiento: en este marco, estos días
vivimos en toda Europa una circunstancia existencial y colectiva muy particular, que nos deja sin palabras.
Chiara Lubich comenzó con sus primeras compañeras en Trento, (su ciudad natal en el norte de Italia), en una situación más difícil incluso que la nuestra hoy: era plena Segunda Guerra Mundial, con todos sus horrores y calamidades. Ellas se dieron cuenta que “todo pasa, y solo Dios permanece”; y que Dios es Amor; y que si, todo es “vanidad de vanidades”, hay que emplear bien cada momento presente que Dios nos regala, “colmándolo de amor” (como también diría décadas después el Cardenal Van Thuan en sus 13 años de confinamiento[5] y que él bien lo había aprendido de la misma Chiara). Hay que hacer la “elección de Dios” y decirle a cada momento con las palabras del salmo: “Tú, Señor, eres mi único Bien”. Y, por tanto, vivir cada instante su Voluntad, por amor a Él, y vivir bien la regla de oro “haced a los demás, cuanto quisierais que hicieran con vosotros”.

Esta es la Cuaresma especial que el Señor quiere que vivamos este año. Cada Cuaresma se inicia el miércoles de ceniza con ese gris elemento, pero tiene como meta la Pascua con la Resurrección de Cristo, y en Él, la limpieza y transparencia del agua bautismal en la cual renovaremos nuestras promesas de hijos de Dios.
En esta Cuaresma, (a pesar de los progresos y estudios de la humanidad hoy día), nos vemos impotentes ante esta pandemia que a todos nos preocupa, pero podemos que hacer un redescubrimiento formidable: la Revelación, la Palabra de Dios dirigida a los hombres en palabras humanas, es una bocanada de aire fresco que nos hace encontrar un sentido trascendente sobre la profundidad de la vida y de la historia. Solo la Palabra de Dios nos da respuestas para el momento que estamos viviendo, porque solo ella custodia una sabiduría eterna que sobrepasa los tiempos sin perder significado[6].
En el salmo de hoy hemos repetido: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
A la luz de la Palabra de Dios nos damos cuenta de un hecho tan desconcertante como paradójico: que vivimos un tiempo de gracia en medio de este estado de alarma. De una cosa estamos seguros: la victoria final es de la misericordia de Dios”[7].

  Recordemos que Jesús comenzó el diálogo con la samaritana poniéndola en tesitura de amar: “dame de beber”. Le ofreció la oportunidad de hacer un
acto concreto de amor al prójimo, (aunque en este caso fuera Él mismo ese prójimo); es decir, hizo que ella dejara de pensar en sí misma y se pusiese en el lugar del otro. Cuando la persona se pone a amar, encuentra la sintonía con su verdadera esencia, (que es ser “imagen y semejanza de Dios”). Se abre, pues, a la interrelación a la que constitutivamente está llamada cada persona como imagen de la Trinidad. “Fraterna condivisión y respetuoso anuncio, superando contraposiciones”[8], decía Benedicto XVI.

Jesús decía a la samaritana algo que resuena hoy más fuerte que nunca ante las restricciones y la supresión de actos litúrgicos con público: “se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre… se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero, adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así; Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad”.

María Voce, la actual presidenta del movimiento de los Focolares decía ayer: “(…) incluso en condiciones extremas, nadie puede quitarnos a Dios, nadie puede impedirnos amar. (…) Son muchos los modos con los que podemos ofrecer apoyo y consuelo: antes que nada con la oración; además, podemos multiplicar los actos de amor: una llamada telefónica, un
mensaje..., para que nadie se sienta solo, ni los que están en casa, ni los enfermos, ni los que se esfuerzan por curar, consolar, acompañar a todos los que sufren las consecuencias de esta situación. (…) Solo así, solo compartiendo los gestos de amor que siempre podremos hacer, nos contagiaremos con el antivirus de la esperanza, el antivirus de la fraternidad (…)[9].

Nos convertiremos también nosotros, como la samaritana, en surtidores del agua viva de Cristo para con los demás.
Que la Virgen María nos acompañe de su mano en este caminar custodiándonos con ternura a todos en su Corazón de Madre.

Francisco-T. Tomás Rodríguez



"Pinchando" aquí puedes volver a escuchar la grabación: Misa domingo 15 marzo 2020Es una pena que el coro magnífico que tenemos no haya podido ir por las restricciones de la epidemia.


            En las fotos que siguen, (agrándalas), puedes leer la monición de entrada:


"Pinchando" aquí puedes volver a escuchar una grabación de otra Misa en ocasión similar: audio Misa enero 2019


"Pinchando" a continuación puedes leer la homilía también retransmitida por Radio hace años en ocasión similar: Misa Centro Mariápolis Las Matas septiembre 2008






[1] Cfr. Ex 17,3-7.

[2] Jn 4.

[3] PAPA FRANCISCO, Mensaje Jornada Comunicaciones Sociales para el domingo 1 de junio de 2014, hecho público el 24-I-’14.
[4] PAPA FRANCISCO, Idem.

[5] F.X. NGUYEN VAN THUAN Testigos de esperanza, Ciudad Nueva, Madrid 200413, pp. 101-125; Cfr. ID., Cinco panes y dos peces , Ciudad Nueva, Madrid 200012.

[6] Cfr. JESÚS MORÁN, (Copresidente del Movimiento de los Focolares), Homilía Misa de aniversario de Chiara Lubich, Rocca di Papa (Roma)  14 marzo 2020. 
Pinchando aquí puedes leer la homilía completa: homilía Vivimos un tiempo de gracia .

[7] Cfr. JESÚS MORÁN, (Copresidente del Movimiento de los Focolares), Homilía Misa de aniversario de Chiara Lubich, Rocca di Papa (Roma)  14 marzo 2020.

[8] BENEDICTO XVI, Mensaje para la Jornada mundial del Migrante y del Refugiado 2012.

[9] MARÍA “EMAÚS” VOCE, (Presidenta del movimiento de los Focolares), Videomensaje 14 marzo 2020.
Pinchando aquí puedes verlo completo con subtítulos en español: centenario Chiara Lubich-Mensaje de Maria Voce .



domingo, 30 de junio de 2019

FORTALEZA DE TESTIGOS


VIDA DE LA PALABRA                             últimas semanas de junio



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8):

1.-        Al llegar al hospital para hacer la habitual ronda de visitas, miro en la agenda las anotaciones del día anterior que realizó el diácono. Sobre un paciente añade que es muy mayor, persona muy violenta sobre todo verbalmente, gritos contra la fe… Tal era la descripción que…, cuando llegué a esa puerta…, ¡casi me daba miedo, (al menos prevención)!
“Recibiréis la fuerza… y seréis mis testigos”. Entré con toda mi sonrisa. La hija me advierte que está un poco demenciado, a menudo alborotado, y que no sabe qué pasará, pero que sería conveniente que recibiese todos los sacramentos. Yo le hablo con todo cariño, le explico… Lo confieso, (de una forma genérica, pues la hija no se atreve a dejarnos solos), pero él me responde adecuadamente; luego revelo lo bonito y grande que es el sacramento de la Unción para los enfermos y la paz y fortaleza que produce y le pregunto si quiere recibirlo: “¡claro!”. Y culmino dándole la comunión con un trocito de la sagrada forma: Cristo está todo Él en cada partícula.
En esa casi media hora, apenas el hombre tuvo dos ligeros desvaríos. La hija estaba más que asombrada.
          Vuelvo al día siguiente y en esta ocasión está un hijo acompañando, que me dice en seguida: “yo te conozco de algo”. Y al momento hace memoria: “¡del Retiro con los focolares!”. Y entonces me vino de dónde era y su nombre: hizo los Ejercicios Espirituales de Adviento 2011 en el Centro Mariápolis; se acordaba con cariño también de José. Tras un rato de conversación desahogándose, me cuenta quiénes son sus hermanas: ¡¡resulta que conocía yo a 2 de ellas, (y al decirlo, ya “le saqué” cierto parecido en la cara, del que solo ahora me percato)!!
          Al día siguiente, lo visita un compañero… a quien me encuentro justo en el momento que está saliendo de esa habitación. Me dice: “la de barbaridades, groserías e insultos…; pero está su hija la monja, que quiere saludarte”. Había yo coincidido con ella en la misma parroquia varios de mis 7 años de periplo andaluz. Y me dice ella: “¡ni me lo podía creer cuando me dijeron que había recibido los 3 sacramentos!, ¡y con cordura! Pero mi mayor asombro fue cuando me explicaron que eras tú el capellán: ¡quién lo iba a imaginar! A ratos está como está, ¡pero ya le administraste todos los sacramentos y eso es lo que cuenta! ¿Sabes?, durante toda aquella mañana en la adoración ante la custodia mi petición continua era: “Jesús, ¡ve Tú a visitarle!”.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8):

1.-        “aunque te escribo poco, siempre leo con atención la Palabra de Vida que me envías.
…hace unos días en el dentista. El cirujano maxilofacial tenía que hacerme una pequeña intervención: un injerto de encía (quitar un poco de paladar para añadirlo a la encía). Me daba pánico. Lo comenté con una amiga que ha superado ya dos cánceres y me dijo: “cuando te lo estén haciendo, haz como yo cuando me daban las sesiones de quimio: me agarraba a los brazos del sillón pensando que uno era el brazo de Jesús y el otro el de María y así lo soporté todo el tiempo”. Ellos me dieron la fuerza.
Así que yo hice lo mismo, y me hizo gracia cuando el médico me decía: “¡cómo te estas agarrando a los brazos del sillón!”. Fue doloroso, pero todo salió bien y no he tenido ninguna complicación.


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sábado, 1 de diciembre de 2018

SIEMPRE ALEGRES EN EL SEÑOR

PALABRA DE VIDA                diciembre 2018


«Estad siempre alegres en el Señor»
(Flp 4, 4)

El apóstol Pablo escribe a la comunidad de la ciudad de Filipo cuando él mismo es objeto de una persecución que lo pone en grave dificultad. Y sin embargo, a estos queridos amigos suyos él les aconseja –es más, casi les ordena– que estén «siempre alegres».
Pero ¿se puede dar semejante mandato? Si miramos a nuestro alrededor, no es fácil encontrar
motivos de serenidad, ¡y mucho menos de alegría!
Ante las preocupaciones de la vida, las injusticias de la sociedad y las tensiones entre pueblos, es ya un gran esfuerzo no dejarnos llevar por el desánimo, darnos por vencidos y replegarnos en nosotros mismos.
Pero Pablo nos invita también a nosotros:

«Estad siempre alegres en el Señor».
¿Cuál es su secreto?
«[…] hay una razón por la que, a pesar de todas las dificultades, debemos estar siempre en la alegría. La vida cristiana tomada en serio es la que nos lleva a ello. Esta hace que Jesús viva plenamente dentro de nosotros, y con Él no podemos dejar de estar en la alegría. Él es la fuente de la verdadera alegría, porque da sentido a nuestra vida, nos guía con su luz, nos libera de todo temor, tanto respecto al pasado como en relación con lo que nos espera; nos da la fuerza para superar todas las dificultades, tentaciones y pruebas que podamos encontrar» (Chiara Lubich, invitación a la alegría, 1978).
La alegría del cristiano no radica en el puro optimismo, en la seguridad del bienestar material ni en la alegría de ser joven y tener salud; más bien es fruto del encuentro personal con Dios en lo profundo del corazón.

«Estad siempre alegres en el Señor».

Esta alegría, sigue diciendo Pablo, nos hace capaces de acoger a los demás con cordialidad, nos dispone a dedicar tiempo a quienes están a nuestro alrededor (cf. Flp 4, 5).
Es más, en otra ocasión Pablo repite con fuerza este dicho de Jesús: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir» (Hch 20, 35).
De la compañía de Jesús brota también la paz del corazón, la única que puede contagiar a las personas
de alrededor con su fuerza desarmada.
En Siria, a pesar de los graves peligros y estrecheces de la guerra, un numeroso grupo de jóvenes se reunió recientemente para compartir sus experiencias de vivir el Evangelio y experimentar la alegría del amor mutuo; de allí marcharon luego decididos a dar testimonio de que es posible la fraternidad.
Nos escriben algunos participantes: «Se suceden relatos de historias de amargo dolor y esperanza, de fe heroica en el amor de Dios. Unos lo han perdido todo y ahora viven con su familia en un campo de refugiados; otros han visto morir a sus seres queridos […]. Es fuerte en estos jóvenes el compromiso de generar vida a su alrededor: organizan festivales por las calles implicando a miles de personas, reconstruyen en el centro de un pueblecito una escuela y un jardín que nunca se terminaron a causa de la guerra; ofrecen apoyo a decenas de familias de refugiados […]. Vuelven a aflorar en el corazón las palabras de Chiara Lubich: “La alegría del cristiano es como un rayo de sol que brilla a través de una lágrima, una rosa florecida en una mancha de sangre,
esencia de amor destilada del dolor […] por eso tiene la fuerza apostólica de un retazo del Paraíso”. En nuestros hermanos y hermanas de Siria encontramos la fortaleza de los primeros cristianos, que en esta tremenda guerra testimonian su confianza y esperanza en Dios Amor y la transmiten a sus compañeros de viaje. ¡Gracias, Siria, por esta lección de cristianismo vivo!».


LETIZIA MAGRI




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