martes, 28 de febrero de 2017

CORAZÓN DE CARNE CON MISERICORDIA TAMBIÉN HACIA NOSOTROS MISMOS

VIDA DE LA PALABRA      últimas semanas de FEBRERO

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de febrero («Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo», Ez 36, 26) y la de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14):
1.-      Me estoy dando cuenta que tengo que aplicarme a mí mismo lo del corazón de carne, es decir, que en algunos aspectos a veces me exijo demasiado, teniendo hacia mí mismo un “corazón de piedra”. Eso me está ayudando quizá a crecer en humildad, teniendo paciencia y misericordia conmigo mismo.
P.ej.: sin darme cuenta, en un par de ocasiones he quedado para tener un coloquio detenido, con lo cual a una de las personas le he tenido que pedir perdón y buscarle otro ratillo; o citar a la hora que tenía una reunión de las que solo hay una vez al mes, (menos mal que me di cuenta luego, un par de días antes, me disculpé y buscamos otro hueco). Algunos días, (no siempre, ¡eh!), son tantas las actividades y personas hilando una cosa con otra sin descanso, que quizá mi, (hasta ahora buena), memoria no le da tiempo a “grabar”. Así que, paciencia, no abatirme por “ponerme colorado”: tengo que tener “corazón de carne” hacia mismo.

2.-        Como te comenté hace 15 días, este sábado mi hermana Miriam, la pequeña, la que vive con mi madre hasta ahora, se marcha un mes a aprender francés, (para irse luego en mayo 3 años misionera a África). Ante ese discernimiento que te comenté, la semana pasada recibo una llamada que puede trastocar todos los tipos de soluciones: ¡bendito sea Dios! Estamos en sus manos y es Él quien más nos quiere y conoce a todos. Procurar no darle demasiadas vueltas a la cabeza y vivir con simplicidad cada momento presente que Él regala. Y hace un rato, más complicaciones: estaba yo en mi pueblo a punto de regresar a la parroquia…, me iba yo a traer ya la maleta de mi madre para que se viniera a los Ejercicios el fin de semana y todo el mes a la parroquia… y… justo antes de subirla al coche nos llaman del hospital diciendo que el próximo miércoles operan allí a mi madre, (¡llevamos casi 11 meses y medio esperando!). Así que, cambio total de planes. Dar vueltas a la cabeza para ver cómo organizarnos, (ya no estará Miriam). Ni siquiera tentaciones de que se me endureciese el corazón con los del hospital o con las circunstancias o…, por Gracia vencidas a las primeras milésimas de segundo. Como repetía y repite continuamente mi madre: Dios proveerá, “no os agobiéis por el mañana”.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de febrero («Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo», Ez 36, 26), la de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14) y la de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35, 4):
1.-        “un corazón de carne...: me escuchaste, (y descargué mis preocupaciones, a pesar del poco tiempo del que dispones), con toda tranquilidad ...y mucha generosidad. Gracias; todo en manos de Dios y la Virgen: con espíritu nuevo y mucho amor ,viviendo el hoy y mañana Dios dirá!! Ojalá pueda ir a los ejercicios de Cuaresma al Centro Mariápolis o mis ejercicios serán los que el Señor me mande

2.-        “Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo”: quiero que cada vez más vivir la Palabra sea como “mi estilo de vida” y así trato de salir de mi comodidad; por ejemplo, en poco tiempo han fallecido familiares cercanos de tres personas conocidas en ciudades relativamente cercanas a la mía y he salido de viaje muy temprano para acompañarlas en su dolor durante el entierro.
O me ofrezco para lo que sea necesario. Por ejemplo, hace varias semanas que estoy llevando en coche a rehabilitación a una amiga.
2b.-     “También intento no escatimar esfuerzos ni tiempo de dedicación a los demás, por ejemplo, con la presidencia de la comunidad de vecinos que tengo este año y que requiere bastantes llamadas, estar pendiente del desarrollo de las obras que se están realizando, etc. Muchas veces me pregunto: ¿es el amor, el bien del otro lo que me guía? Esto hace que tenga un coloquio íntimo más continuo con Dios y pueda amar “con un corazón nuevo”, siempre volviendo a empezar una vez tras otra que me encierro en mí misma.
2c.-      “Esta PdV también me está ayudando, como dice el comentario, a tener “pensamientos de paz” hacia los hermanos: una vez iba por la calle, pasé por una “tienda de chinos” y me vino rápido un juicio negativo, pero también enseguida recordé la PdV y traté de cambiar mi corazón de piedra. Otro día, escuchando noticias en la TV,  me vino el pensamiento “este mundo no tiene remedio”, pero me di cuenta que no  podía resignarme ante los males que nos sobrepasan y me puse a rezar en esos momentos por tantas situaciones de la humanidad que no siguen el proyecto de Dios.
Estas experiencias me están ayudando a eliminar prejuicios que existen en mí, a veces de forma inconsciente, y poner mi granito de arena en construir “…un mundo nuevo en medio de la gran variedad de pueblos y culturas


3.-        “he empezado hoy a trabajar como voluntaria los viernes por la mañana en un hospital. Y estoy en departamento de psiquiatría cogiendo el teléfono. Va a ser un desafío pero espero poner ayudar y contribuir en algo. Un abrazo fuerte desde aquí…
Estoy muy animada. La verdad es que mejor que nunca. Gracias siempre por estar con todos nosotros on site y on line!!

4.-        “imagino que mi correo será uno entre los muchísimos que recibe. Como en muchas ocasiones le he comentado, usted ha sido una renovación de Fe en mi vida, haciendo que sea capaz de mejorar cada día como persona, mediante el ejemplo que me hace llegar en estos bonitos correos. A veces con la velocidad en la que vivo no me paro ni a pensar, pero cuando tengo un ratito libre, me gusta ir leyendo, de a trozos, los correos de la palabra de vida. Hoy que tengo 15 minutos mientras estoy en el coche esperando a que mi hija salga del cole, me gustaría aportar mi experiencia.
Este mes más centrada en tratar de poner en práctica la Palabra, he intentado ver con amor a personas que muchas veces me causan solo enfados. Dos de los niños más grandes son difíciles de trabajar porque me cuesta mucho la comunicación con los padres. He decidido dejar de quejarme de ellos y emplear más tiempo en escucharlos y asesorarlos, (sin cobrar nada extra), con paciencia, sin juzgar, sin pensar en que lo hacen mal: solo guiándolos como si de uno de mis niños se tratase, entendiéndolos y explicando las veces que sea necesario y escuchando sus inquietudes.
El fin de semana pasado fue una locura: entre ambas familias, tenía yo alrededor de 40 mensajes y unas 10 llamadas por día; a medida que pasaba el día y no tenía ánimos de atenderlos, le pedía a Dios paciencia y guía para actuar lo mejor posible para esas familias. Así voy entregando mis ratos "libres" con amor y en realidad vale la pena al llegar a la terapia esta semana y poder escuchar de parte de esos chicos que están más contentos y no han tenido problemas en casa.
Espero poder seguir mejorando cada día y así ayudar más, si en mis manos está hacerlo. De hecho hoy estuve hablando largo rato con una de estas madres que está muy afligida y en cama y la invité a venir a la misa con usted. Me dijo que quería hacerlo y que pasado mañana mismo quería comenzar. Ahora trataré de ajustar mi agenda, ya que si la voluntad de Dios es que yo la acompañe en este momento de esa manera, haré todo lo posible. 
Muchas gracias por todo





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miércoles, 15 de febrero de 2017

CORAZÓN NUEVO, CORAZÓN PURO

VIDA DE LA PALABRA                             primeras semanas de FEBRERO

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de febrero («Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo», Ez 36, 26) y la de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14):
1.-        Tuve que ir dos veces al hospital en día que no me toca, (ni siquiera era día que yo tenía el móvil 24h para urgencias). Eso me descabalaba todos los planes (entre ellos, preparar este correo…). Los 10 ó 12 minutos de coche yendo hacia allá, cada una de las veces me venía la tentación de quejarme interiormente, pero traté que se convirtieran en oportunidad para dialogar con el Señor en el corazón; luego, la búsqueda de estacionamiento, más difícil que otras veces, (ayer ya hasta me pusieron multa por no aparcar bien: malestar interior,
pero ofrecer al Señor el “perder la buena fama” y desapegarme del dinero; eso no me puede impedir seguir sonriendo a la gente que, además, no tienen ninguna culpa).
“Corazón de carne”. Ya atendiendo a la gente, me olvidaba de todo y me centraba en cada paciente y su familia. Uno de estos viajes, luego incluso supuso estar allí más de dos horas pues iban surgiendo más avisos de enfermos: seis en total (y eso que el otro capellán había hecho la ronda completa de las habitaciones por la mañana). Como dice la PdV: sin prisas y centrándome en la persona que tenía delante (y los que le acompañaban).
El primero de esos enfermos, falleció 2 minutos después de atenderlo yo; luego me esperaba la familia agradecidísima dentro de su dolor por el desplazamiento y la amabilidad: “parece que estaba esperando el sacramento para quedarse en paz”.
Por una cosa u otra, fueron todos momentos bonitos, con cada uno.

2.-        Todas estas semanas corro el riesgo de dejarme distraer por un doble motivo: en primer lugar, mi madre, desde abril tiene recomendada una operación de 2 hernias, (aunque ella ya entonces llevaba más de un año diciendo a los médicos que era eso lo que provocaba sus dolores y pinchazos abdominales), le hicieron incluso el preoperatorio el 10 de noviembre… y todavía no la han citado. Y, en segundo lugar, mi hermana pequeña, consagrada a Dios en el movimiento MI.ES., vive con mi madre en el pueblo; a primeros de mayo, marchará 3 años como misionera a África, al Chad; y ahora a primeros de marzo va 5 semanas a Francia a aprender el idioma.
         Todos tratamos de discernir bien la voluntad de Dios para mi madre y para cada uno de la familia: ¿se viene conmigo a la Parroquia…?, ¿pido yo traslado
hacia allá…?, ¿otras posibles soluciones…?
         Quisiera yo encontrar más momentos de oración o para pasear tranquilamente… y dejarme iluminar por el Señor. Mis pocos ratos “libres”, están a disposición de la gente. Algunos vienen con problemas irresolubles…, pero, por lo menos, les escucho atentamente (¡no quiero un corazón de piedra!) y pido para que Dios les ilumine y fortalezca. A muchos, simplemente el haber estado con ellos con “un corazón de carne” les aporta luz o al menos les da esperanza.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de febrero («Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo», Ez 36, 26), la de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14) y la de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35, 4):
1.-        “en la palabra del mes pasado, tan bella,  porque el amor de Cristo nos apremia. Algo muy breve: yo me he sentido interpelada al enviar por watssapp a algunos de mis contactos textos que son una luz para nuestras vidas. Alguien me reprocha ser demasiado religiosa, y otros no me lo dicen, pero lo piensan. Algunos días me parece no ser justa con Dios-amor si no los publico. Así pues, pongo a Dios primero y su amor, y digo: “ilumínalos Tú”. Y acontece que ese día muchos me dan las gracias

2.-        “…asistía a unas conferencias muy interesantes. Al mediodía, sin embargo, pensé que debería volver a casa para ir por la tarde a una fiesta programada en el centro social para ayudar a los niños de entornos sociales desfavorecidos y sus familias. Yo querría permanecer en la conferencia, pero -a la luz de la palabra- creí entender claramente que el amor me obligaba a renunciar a favor de las personas del centro social a las que tanto les gusta celebrar. Y confieso que el buen Dios me llenó el corazón de alegría la tarde…

3.-        “…una familia joven se presentó en la parroquia porque quería bautizar al niño. No sabían cómo encontrar a una persona católica como madrina. Cómo ese día estaba yo de voluntariado en la secretaría, el padre me preguntó si yo aceptaría, (siempre y cuando los padres del
niño también así lo quisieran). Así, me he convertido en la madrina de ese niño, sabiendo que, como madrina, debo ayudar a los padres en la educación cristiana de sus hijos.
Pensé que estos jóvenes padres podrían hacerlo muy bien invitando a la reunión de familias jóvenes en la casa parroquial. Varias veces ellos no han logrado llegar a la reunión. Llamé cada vez para preguntar qué pasó y si podía ayudar en algo. Me preguntaba yo si no les molestaría con mis llamadas, pero entiendo que hay que saber amar más allá del respeto humano, insistiendo sólo como buenos vecinos…




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martes, 14 de febrero de 2017

CORAZÓN Y ESPÍRITU NUEVOS

¡Febrero tiene menos días, con lo cual hay que concentrar la intensidad en seguir viviendo la Palabra «os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo… un corazón de carne», no de piedra! Te ofrezco para ello unos textos:



VIVIR CON SINCERIDAD

[…] querer el bien del otro significa escucharlo, demostrarle una atención sincera, compartir sus alegrías y sus pruebas, preocuparse de él, acompañarlo en su camino. El otro no es nunca un extraño, sino un hermano, una hermana que es parte de mí, a quien quiero servir. […]

P. FABIO CIARDI, OMI, julio 2016





ACOGER LOS IMPREVISTOS DE LAS MANOS DE DIOS

…Cada día, sucede siempre alguna cosa nueva. (…)
Cada día, sin excluir ninguno, uno o más imprevistos se introducen en nuestro programa e incluso pueden destrozarlo parcial o totalmente.
¿Y entonces, qué? Entonces, si estamos atentos, de verdad, a la voz del Espíritu en nuestro interior, sabremos acoger también con amor aquella noticia, aquella circunstancia, aquel encuentro, aquel suceso.
Si, en cambio, no estamos demasiado atentos a la voz del Espíritu, nos quedamos apegados a nuestros programas y no sabemos hacer morir nuestra voluntad en la de Dios. Y, en ese momento, la luz del Resucitado se apaga en nosotros, y, con su luz, también Su Voz.
¿Y, entonces? El amor a Jesús [Crucificado y] Abandonado, que es también la oscuridad, el silencio, la confusión de voces, hace despuntar en nosotros la luz y hace que volvamos a sentir Su Voz.
Sólo creciendo en el amor a Jesús Abandonado, la voz de Dios se hace cada vez más clara en nuestro interior. Entonces, la escuchamos y esa voz nos mueve en nuestro actuar. Es lo que he tratado de expresar en la meditación: El tiempo se me escapa veloz, acepta mi vida Señor. Te tengo en el corazón, es el tesoro que ha de impulsar mis movimientos…, eso es, yo debo ser movida por tu voz dentro de mí. Y así, que el toque de mi mano sea tuyo, sólo tuyo el acento de mi voz…
Es como estar regulados desde dentro. Pero hace falta que esa voz se haga más fuerte, y su altavoz es Jesús en medio. ¿Es realmente Él quien te hace sentir lo que es de Dios y lo que no es de Dios?

CHIARA LUBICH, Conexión (multiconferencia) 2 enero 1986





CUARESMA: CAMINO HACIA LA PASCUA

“La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar.
La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu... En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia…”

PAPA FRANCISCO, (Inicio del) Mensaje para la Cuaresma 2017
(si quieres el texto entero, dime y te lo mando).



DÍA DE LA PALABRA

…Sería oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año litúrgico, renovase su compromiso en favor de la difusión, el conocimiento y la profundización de la Sagrada Escritura: un domingo dedicado enteramente a la Palabra de Dios para comprender la inagotable riqueza que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo. Habría que enriquecer ese momento con iniciativas creativas, que animen a los creyentes a ser instrumentos vivos de la transmisión de la Palabra...

PAPA FRANCISCO, Carta Apostólica Misericordia et misera, n. 7




lunes, 6 de febrero de 2017

IN MEMORIAM: JOSÉ VARAS

  José Varas Arroyo
Sacerdote focolarino

14 noviembre 1929
 †  28 enero 2017


Nació en Madrid el 14 de noviembre de 1929 en una sencilla familia obrera. De su niñez, cuenta él mismo:
los padres no nos llevaron a la escuela durante la guerra del 36  al 39 porque en Madrid, del lado republicano, la escuela era laica y nos podían quitar la fe: éramos cinco hermanos, todos pequeños. Ellos fueron padres y “maestros”. Ellos nos enseñaron a leer, a contar y a rezar; el rosario en octubre en familia, aunque mi padre lo rezaba cada día mientras se lavaba la cabeza a la vuelta del trabajo, -era obrero de la construcción-, y sus Avemarías se oían en el comedor con naturalidad”.
Cuando luego, ya anciano, veíamos su resistencia y fortaleza y su austeridad, (y no tirar ni las migas del pan), siempre sentenciaba:
yo soy niño de la guerra”.
Estudiando luego con los salesianos de Estrecho, recordaba como si fuera ayer el lugar de la calle en que hablando con un religioso a sus 11 añitos de edad sintió la llamada al sacerdocio y al curso siguiente entró en el Seminario de Madrid:
A los 11 años sentí la vocación al sacerdocio; sentí en lo íntimo de alma  que Dios me quería y me llamaba. Se manifestaba como Dios Amor; me sentí atraído como Santo Domingo Savio, cuya unión con Dios admiraba. Entrando en la iglesia la Nochebuena para la misa con mis padres se lo conté a mi profesor seglar, que me respondió: “qué bien”, dándome un beso en la frente”.

Fue ordenado sacerdote el 12 de junio de 1954 con unos 20 compañeros, de los que hasta hace pocos
años siempre ha sido el que los convocaba para juntarse al menos cada año en el aniversario, con un cuidado proverbial, con cariño materno, por cada uno a lo largo de los meses, sin olvidar a alguno secularizado.
Conoció la Obra de la Iglesia y hasta hace poco continuaba recibiendo los escritos de la Madre Trinidad.

Pero lo que determinó su vida y su ministerio fue el encuentro con la Obra de María, el movimiento de los focolares:
corría el año 1964. Llevaba yo 10 años de vida sacerdotal y los focolarinos vinieron a vivir en el territorio de la parroquia donde yo trabajaba, en “Santa Teresa y Santa Isabel”. Fui a conocerlos por orden del párroco y la vida en común del grupo, todo él juvenil, me sorprendió. Había alegría, sencillez, vida de familia. Aspiraban a la santidad juntos, cosa nueva para mí en jóvenes seglares: Jesús vivía entre ellos y lo amaban”.
         Con estos nuevos amigos, iba de sorpresa en sorpresa. Luego, cientos de veces habrá narrado la siguiente anécdota:
Me enseñaron a amar concretamente a Dios también en el prójimo. “Dios es Amor y el que ama está en Dios”. Llamé al focolar un día por teléfono y pregunté: “¿qué novedades hay por ahí?”. Y un joven, José María Murillo, me respondió: "¡Padre, cada momento es una novedad!". El Amor de Dios hace que “cada momento sea una novedad”.
Y José luego explicaba así el momento:
Yo desconocía prácticamente el amor  al prójimo, a todos, como voluntad de Dios que le es grata. El prójimo solo me ocupaba y me daba trabajo. El amor hace que todo sea una novedad sorprendente.”

José ha sido el primer sacerdote focolarino de
España. Él explica así su paulatino cambio:  “Yo hacía oración, pero desconectada del amor  al prójimo...: orar y amar no iban unidos. Vivir en el amor a Dios… y al prójimo me unificó la vida las veinticuatro horas. ¡Hasta los sellos había que pegarlos en el sobre de la carta con amor!
 Al mismo tiempo, al no experimentar la elección de Dios como único Bien, el día lo tenía yo como fraccionado: a Dios le daba sus horas; pero Él no estaba presente en mi vida de continuo.
Luego el Concilio… me aclaró que la unidad de vida en el sacerdote dependía del hecho de hacer la Voluntad de Dios y de amar  al prójimo siempre, el primero, a todos, o sea, la caridad pastoral. Ambas cosas, a partir de entonces, con la clarificación del Ideal unificaron mi vida que se hizo más del agrado de Dios hora a hora, momento por momento…”.
Conocer este Ideal de la unidad, el Ideal de Dios Amor viviendo en la tierra al estilo de la Trinidad, en seguida encontró en él también su expresión más típica: una espiritualidad comunitaria sobre todo, no simplemente personal:
Otro sacerdote, religioso sacramentino, Tomás Iturriaga, que trabajaba con los scouts, tuvo la misma experiencia; e igualmente un padre agustino, Manolo Morales. El mismo descubrimiento nos apiñó y la relación fraterna nos hizo experimentar que Jesús en medio de dos o más, reunidos en su nombre, era verdadera realidad también entre sacerdotes, entre religiosos de distintas familias, entre parroquias…”
Más de una vez recuerda que por aquella época
fue empezando a sonreír y a reírse con esa carcajada que sería un signo peculiar suyo el resto de la vida.
Participó en la Mariápolis de Ávila en 1966 y ese año y otros, también lo hicieron algunos seminaristas de Burgos, Gerona, Murcia, Sevilla… y entre todos empezaron una fraternidad que se ha mantenido y ha ido creciendo todos estos años.

Poco después, fue a un encuentro de sacerdotes en Rocca di Papa. Allí conoció a D. Silvano Cola, siempre referente en su vida, uno de los primeros sacerdotes focolarinos:
D. Silvano me aclaró: “aquí venimos a aprender a amar; a rezar ya nos enseñó el seminario”. Me abrió los ojos a la nueva dimensión de la fraternidad que yo no había experimentado antes: Jesús en medio era la gran novedad que yo entendí acompañando a Roma uno de esos días al sacerdote del Paraguay para una gestión en su embajada: gocé intensamente de la unidad y de la presencia de Jesús entre nosotros por vez primera...”.
Y más tarde hizo los 6 meses de la “escuela sacerdotal internacional” en Grottaferrata (Roma):
la vida en común con otros sacerdotes, que el Concilio aconsejaba.., la comprendí en la "escuela sacerdotal" donde hora a hora vivíamos en el amor recíproco con la iluminación de este Ideal...
Con Tomás Iturriaga saltó la oportunidad: pasó al clero diocesano y a los dos el obispo D. Casimiro nos quiso mandar juntos a una parroquia que se fundaba, para que así “tuviéramos a Jesús en medio”. Nada menos. Aterrizamos en San Blas, en parroquias cercanas: él en “S. Joaquín” y yo en “Virgen de la Candelaria”. Estuve un año y me
enviaron al seminario como director espiritual tres años. Volví a la Candelaria  y comenzó la vida en comunidad con Pedro Muñoz”.

Tras las parroquias en el gran San Blas, de 1982 a 1995 ejerció con gran responsabilidad como Vicario en la Vicaría II de la Archidiócesis:
Cuando me nombró Vicario Episcopal [el Cardenal] D. Ángel Suquía, le pregunté si podía seguir viviendo con otros sacerdotes del Movimiento. Su respuesta fue afirmativa sin rodeos.
Y continúa José narrando una anécdota de años después referida a aquel periodo, con esa típica inocencia y humildad suya, de niño evangélico: 
Y al presentarme un sacerdote amigo a otro en la residencia de San Pedro exclamó: “¿José Varas? ¡El Vicario que más ha querido a los curas!”. Casi me avergüenzo, pero en el fondo reconozco que el Ideal [de Chiara Lubich] me ha enseñado a amar a todos y lo he procurado hacer”.
Muchos somos testigos que a José lo quería todo el mundo, de una lado y de otro, sacerdotes o laicos,
de una posición alta o el pordiosero más miserable, de una ideología o de otra… Y seguramente lo querían porque él los había querido a todos.
Por aquella época también vivió con D. Francisco Pérez (actual Arzobispo de Pamplona) y con Manuel Bru (con este también los 9 años en S. Jorge).

Fue también muchos años Responsable de todos los sacerdotes focolarinos en España, llamándolos con frecuencia, yendo a visitarles, sobre todo a los enfermos y ancianos:
Me ha enriquecido ese quehacer. También me daba preocupaciones. Pero me ayudaba a vivir lo que dice San Pablo…: “Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mi la fuerza de Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. El contacto con los sacerdotes me ha
mantenido a mí como sacerdote. Pero era algo superior a mí. El amor a Jesús [Crucificado y]Abandonado era un recurso frecuente y escribí a Chiara [Lubich] pidiendo relevo. Ella me contestó y me animaba: que si yo hacía mi parte, Dios haría el resto; bastaba que yo hiciera lo posible. Y me dio una Palabra de Vida que me resolvió en seguida: “y tocaré para Ti, fuerza mía, porque Tú, oh Dios, eres mi alcázar”, del salmo 59. Esta Palabra la he tenido presente toda la vida. Me ha ayudado a hacer mi labor lo mejor que he podido: visitar grupos, presentar congresos parroquiales, ejercer mi responsabilidad de Vicario episcopal, hacer nombramientos de cargos… y a estar contento…”.
Al finalizar el periodo como Vicario, se le otorgó el título de Monseñor, de Prelado Doméstico de Su
Santidad el Papa. Él siempre lo valoró con gran veneración por el Santo Padre, pero una foto que todos recordamos de José con delantal en la cocina, en la casa parroquial de San Jorge, era la que lo definía auténticamente como siervo por amor.
En esa Parroquia pasó sus últimos casi 10 años en activo, pero la tarea no disminuyó, ¡al contrario!, cuando vino a Las Matas, a la casa “Cor Unum” el 9 de marzo de 2005, como iniciador junto con Paco Tomás de ese centro de espiritualidad de comunión para sacerdotes y seminaristas, y como “capellanes” de este Centro Mariápolis que nos alberga. Era el alma de aquella casa, dando calor de hogar, no sólo para los 4 que allí vivían, sino para cada sacerdote y seminarista que venía una temporada o andaba de paso, y para las decenas de personas que cada semana iban a visitar a un sacerdote u otro. Amén de sus
desplazamientos (incluso cuando la movilidad empezó a ser reducida) para visitar, (ya sin tantas prisas de regresar), a sacerdotes mayores de otras diócesis de toda España.
Cuando empezaba a hacérsele más evidente la espasticidad muscular y la enfermedad neurodegenerativa, escribió en 2011: “hay que llegar a ser contemplativos porque “el que ama está en Dios, porque Dios es amor”. Ahora que aprieta un poco más la debilidad, los pequeños dolores, el quedarse en el último lugar cuando los demás corren, Jesús [Crucificado y] Abandonado se asoma con mayor frecuencia y es y será el sostén de mi vida. Hasta ahora el Amor de Dios como Padre había predominado”.
Con férrea voluntad, cada mañana se levantaba él solo, se aseaba y desayunaba, aunque empleara 3 horas en total. Caminando con su andador, en el cual llevaba siempre su breviario. Pasando muchas horas
ante Jesús Eucaristía en la capillita de casa. Todo ese era su trabajar por el Reino de Dios en el simple quehacer diario. Era admirable su perseverancia y con alegría.
Cuando ya necesitó cuidados más especializados, fue a una Residencia, primero 2 meses en la parroquial de Torrelodones, y luego estos últimos 14 en la sacerdotal de Madrid. En ambas, directivos y residentes afirman que ha sido un don para cada uno, a pesar de que los músculos del habla ya no le funcionaban y apenas se le entendía al hablar.
En octubre, muy costosamente, le repetía a Paco Tomás: “estoy contento con la Voluntad de Dios. No puedo hacer lo que yo quisiera. Me voy pareciendo a Jesús en la cruz, me siento más hijo del Padre. Me
siento muy limitado, pero eso no me pone triste... No puedo hacer más ni con la lengua, ni con las piernas, ni con la escritura. .. Hago oración. Me quedaré sin facultades: normal... Para cada uno hay un plan de Dios. Estoy contento de saberme en manos de Dios”.

Su última semana la pasó en el Clínico. En nuestras visitas, le recordábamos que tenía que amar a Jesús Crucificado y Abandonado y le preguntábamos si le daba su "sí" como Esposo del alma; y con un movimiento de cabeza y un gesto, como que decía
"¡por supuesto; faltaría más!".
Y le preguntábamos si lo ofrecía por el "que todos sean uno" de Jesús, tal como querría Chiara Lubich, y por la semana de la unidad de los cristianos que en esos días transcurría, y con un apretón de párpados lo aseguraba. El martes por la noche, tras susurrarle de nuevo eso, Paco Tomás concluye preguntándole: “¿vale, campeón?”. A lo cual él soltó un “¡vale!” impresionaba, pues apenas se le oía. Prácticamente ha sido la última palabra que dijo.

El sábado 28 de enero de 2017 su típica "carcajada" se ha convertido en eterna... La sensación es, sin duda, agridulce, se merecía que prevaleciera la alegría que sólo puede venir del Cielo. Como afirma el Salmo 59, 18, (que Chiara Lubich le dio como Palabra de vida personal, como lema para toda su vida): «...y tocaré para Ti, fuerza mía, porque Tú, oh Dios, eres mi alcázar» 






miércoles, 1 de febrero de 2017

CORAZÓN DE CARNE, NO DE PIEDRA

PALABRA DE VIDA                   febrero 2017

«Os daré un corazón nuevo;
infundiré en vosotros un espíritu nuevo»
(Ez 36, 26)

El corazón remite a los afectos, a los sentimientos, a las pasiones. Pero para el autor bíblico es mucho más: junto con el espíritu, es el centro de la vida y de la persona, el lugar de las decisiones, de la interioridad y de la vida espiritual. Un corazón de carne es dócil a la Palabra de Dios, se deja guiar por ella y formula «pensamientos de paz» hacia los hermanos. Un corazón de piedra está cerrado en sí mismo, incapaz de escuchar y de tener misericordia.
¿Necesitamos un corazón nuevo y un espíritu nuevo? No hay más que mirar a nuestro alrededor. La violencia, la corrupción, las guerras nacen de corazones de piedra que se han cerrado al proyecto de Dios sobre su creación. Incluso si miramos dentro de nosotros con sinceridad, ¿no nos sentimos movidos muchas veces por deseos egoístas? ¿Es efectivamente el amor el que guía nuestras decisiones; es el bien del otro?
Observando esta pobre humanidad nuestra, Dios se compadece. Él, que nos conoce mejor que nosotros mismos, sabe que necesitamos un corazón nuevo. Así se lo promete al profeta Ezequiel, pensando no solo en las personas individualmente, sino en todo su pueblo. El sueño de Dios es recomponer una gran familia de pueblos como la concibió desde los orígenes, modelada por la ley del amor recíproco. Nuestra historia ha mostrado en muchas ocasiones, por un lado, que solos somos incapaces de cumplir su proyecto; y por otro, que Dios nunca se cansa de volver a apostar por nosotros e incluso promete darnos Él mismo un corazón y un espíritu nuevos.
Él cumple plenamente su promesa cuando manda a su Hijo a la tierra y envía su Espíritu en el día de Pentecostés. De ahí nace una comunidad –la de los primeros cristianos de Jerusalén– que es icono de una humanidad caracterizada por «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4, 32).
También yo, que escribo este comentario, y tú, que lo lees o lo escuchas, estamos llamados a formar parte de esta nueva humanidad. Es más, estamos llamados a formarla a nuestro alrededor, a hacerla presente en nuestra vida y en nuestro trabajo. Fíjate qué gran misión se nos encomienda y cuánta confianza pone Dios en nosotros. En lugar de deprimirnos ante una sociedad que muchas veces nos parece corrupta, en lugar de resignarnos ante males que nos sobrepasan y encerrarnos en la indiferencia, dilatemos el corazón «a la medida del Corazón de Jesús. ¡Cuánto trabajo! Pero es lo único necesario. Hecho esto, está hecho todo». Es una invitación de Chiara Lubich, que dice a continuación: «Se trata de amar a cada uno que se nos acerca como Dios lo ama. Y dado que estamos sujetos al tiempo, amemos al prójimo uno por uno, sin conservar en el corazón ningún resto de afecto por el hermano con el que acabamos de estar».
No confiemos en nuestras fuerzas y capacidades, inapropiadas, sino en el don que Dios nos hace:
«Os daré un corazón nuevo; infundiré en vosotros un espíritu nuevo».
Si permanecemos dóciles a la invitación de amar a cada uno, si nos dejamos guiar por la voz del Espíritu en nosotros, nos convertimos en células de una humanidad nueva, artesanos de un mundo nuevo en medio de la gran variedad de pueblos y culturas.





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