Mostrando entradas con la etiqueta mundo unido. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta mundo unido. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de diciembre de 2018

SIEMPRE ALEGRES EN EL SEÑOR

PALABRA DE VIDA                diciembre 2018


«Estad siempre alegres en el Señor»
(Flp 4, 4)

El apóstol Pablo escribe a la comunidad de la ciudad de Filipo cuando él mismo es objeto de una persecución que lo pone en grave dificultad. Y sin embargo, a estos queridos amigos suyos él les aconseja –es más, casi les ordena– que estén «siempre alegres».
Pero ¿se puede dar semejante mandato? Si miramos a nuestro alrededor, no es fácil encontrar
motivos de serenidad, ¡y mucho menos de alegría!
Ante las preocupaciones de la vida, las injusticias de la sociedad y las tensiones entre pueblos, es ya un gran esfuerzo no dejarnos llevar por el desánimo, darnos por vencidos y replegarnos en nosotros mismos.
Pero Pablo nos invita también a nosotros:

«Estad siempre alegres en el Señor».
¿Cuál es su secreto?
«[…] hay una razón por la que, a pesar de todas las dificultades, debemos estar siempre en la alegría. La vida cristiana tomada en serio es la que nos lleva a ello. Esta hace que Jesús viva plenamente dentro de nosotros, y con Él no podemos dejar de estar en la alegría. Él es la fuente de la verdadera alegría, porque da sentido a nuestra vida, nos guía con su luz, nos libera de todo temor, tanto respecto al pasado como en relación con lo que nos espera; nos da la fuerza para superar todas las dificultades, tentaciones y pruebas que podamos encontrar» (Chiara Lubich, invitación a la alegría, 1978).
La alegría del cristiano no radica en el puro optimismo, en la seguridad del bienestar material ni en la alegría de ser joven y tener salud; más bien es fruto del encuentro personal con Dios en lo profundo del corazón.

«Estad siempre alegres en el Señor».

Esta alegría, sigue diciendo Pablo, nos hace capaces de acoger a los demás con cordialidad, nos dispone a dedicar tiempo a quienes están a nuestro alrededor (cf. Flp 4, 5).
Es más, en otra ocasión Pablo repite con fuerza este dicho de Jesús: «Mayor felicidad hay en dar que en recibir» (Hch 20, 35).
De la compañía de Jesús brota también la paz del corazón, la única que puede contagiar a las personas
de alrededor con su fuerza desarmada.
En Siria, a pesar de los graves peligros y estrecheces de la guerra, un numeroso grupo de jóvenes se reunió recientemente para compartir sus experiencias de vivir el Evangelio y experimentar la alegría del amor mutuo; de allí marcharon luego decididos a dar testimonio de que es posible la fraternidad.
Nos escriben algunos participantes: «Se suceden relatos de historias de amargo dolor y esperanza, de fe heroica en el amor de Dios. Unos lo han perdido todo y ahora viven con su familia en un campo de refugiados; otros han visto morir a sus seres queridos […]. Es fuerte en estos jóvenes el compromiso de generar vida a su alrededor: organizan festivales por las calles implicando a miles de personas, reconstruyen en el centro de un pueblecito una escuela y un jardín que nunca se terminaron a causa de la guerra; ofrecen apoyo a decenas de familias de refugiados […]. Vuelven a aflorar en el corazón las palabras de Chiara Lubich: “La alegría del cristiano es como un rayo de sol que brilla a través de una lágrima, una rosa florecida en una mancha de sangre,
esencia de amor destilada del dolor […] por eso tiene la fuerza apostólica de un retazo del Paraíso”. En nuestros hermanos y hermanas de Siria encontramos la fortaleza de los primeros cristianos, que en esta tremenda guerra testimonian su confianza y esperanza en Dios Amor y la transmiten a sus compañeros de viaje. ¡Gracias, Siria, por esta lección de cristianismo vivo!».


LETIZIA MAGRI




N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
 y en MP3 para escuchar en el móvil.


en más de 30 idiomas.




domingo, 15 de octubre de 2017

MISMOS SENTIMIENTOS QUE JESÚS

VIDA DE LA PALABRA          primeras semanas de OCTUBRE



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5) y la de septiembre («Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», Mt 16, 24):
1.-        Por no alargar, hace 15 días no te conté la reunión anual de primos y hermanos. Fuimos toda la familia a unas casas rurales. La Palabra de vida de agosto («Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas», Sal 145, 9) me orientó esos días: no sólo armoniosamente familiares, sino también de contemplación de Dios en lo pequeño, en las personas y en la naturaleza. Una veintena de niños de diferentes edades y casi otros tantos adultos, yo el mayor de todos, (y echando mucho de menos a un primo y, sobre todo, a mi hermana pequeña, misionera en Chad).
A ratos, contemplar sin prisas a los niños correteando y riendo; otros ratos tumbarme en el césped mientras los oía y observaba y las hojas de los árboles moverse ligeramente y el azul del cielo a través de ellas…; preparar y compartir las comidas; escuchar el tintinear del riachuelo y el trinar de distintos tipos de aves…; el hacer deporte todos, o hacernos como niños jugando con ellos…; la Misa participada y cantada…
Muchos momentos me venía a la mente esta canción que aprendí en mi primera Mariápolis, (Salamanca, julio 1981) y que refleja la vivencia de ese fin de semana:
      Amanece, el sol ilumina ya las calles,
sus rayos me despiertan alegre,
la lluvia ya ha cesado y ha dejado en mí
la felicidad.
      Sonrío, se me ocurren tantas cosas para hacer,
un día tan hermoso no lo perderé,
claro que no.
      Me arreglo, el aire de la mañana yo respiro,
los pájaros cercanos me saludan
volando en el cielo.
      ¿Y POR QUÉ HAY OTROS QUE ESTE SOL AÚN NO LO VEN,
Y MUEREN EXPLOTADOS POR SU ANSIA DE RIQUEZA?
      ¿Y POR QUÉ PERDEMOS TANTO TIEMPO CON PALABRAS,
EN CAMBIO NO AMAMOS Y LLEVAMOS LIBERTAD?
      Oigo que los niños en la calle están jugando,
en el portal un viejo toma el sol,
sentado él sonríe y los mira,
¡qué feliz será!
      Camino y dentro tarareo una canción,
me fijo incluso en aquellos que
nunca había visto.
      Las flores de campos y jardines han brotado,
sencillas pero bellas como el día que
voy a vivir.

2.-        Las circunstancias socio-políticas de estas semanas me han hecho acudir mucho a la Palabra de este mes: “… los sentimientos de Cristo…; …pasando por uno de tantos… …por obediencia hasta la muerte y muerte de cruz…”. Servir por amor.
Escuchando los telediarios… se me encendía la sangre… a veces por impotencia… otras pensando en que la gente pobre puede empobrecerse más… constatar que muchos viven engañados en un sentido y en otro… que muchos caen en el rencor, el desprecio o la rivalidad…
Y ante ello, ¿cómo reflejar yo sentimientos de Cristo? Amar siempre, amar a todos (unos y otros y otros…) y rezar…
Muchos me llamaban o escribían desde distintos lugares, preguntando por las actitudes de determinadas personas, tratando de clarificar cuál puede ser una solución o una respuesta cristiana, cómo comportarse con sus conocidos…
            Todo es un “rostro” tremendo, grandísimo, de Jesús Abandonado. Un auténtico Jesús Abandonado colectivo…
Esto (y cosas similares) contesté a muchos: "...me preocupa estas semanas que se cuele en mi corazón (o en cualquier corazón) algo que no sea amor, y así se lo hago ver a tantos que me llaman desconcertados o a la gente que encuentro a diario. El riesgo de división en la sociedad ya es difícilmente reparable a corto y medio plazo…: muchos no entienden (entendemos)… Pero por encima de todo, es un J.A. colectivo. No olvidemos que Jesús pide al Padre (no a nosotros, que no sabemos): “Padre, que todos sean uno…”. Pero al estilo de la unidad y trinidad de Dios: “…como Tú en Mí y Yo en Ti, que sean completamente uno en nosotros”. La caridad. La unidad al estilo de la Trinidad es muy superior a la simplemente política, territorial, humana... y no está circunscrita a los distintos modelos en que estas se puedan realizar. Pero las discordias y, lo que es peor, los odios obstaculizan y rompen una y otras: son triunfos del diablo (que eso significa también ese mismo vocablo).
Si amamos, si elegimos todos y cada uno a solo Dios, si lo tenemos a Él como único Bien… estoy seguro que vendrá una resurrección colectiva, grande… plena de luz y esperanza, con una maduración nueva. Y será un don para la Iglesia y para la sociedad. Pero hay que estar en la llaga y ahí hay que ser de Dios, estar en Dios; ser el Amor (que incluye verdad y luz, misericordia y justicia, que solo en Dios coinciden; y no perder de vista lo que la Doctrina Social llama el “bien común”, -y no simplemente el “interés general”, que se queda muy corto-, que tiene poco que ver con mayorías o minorías). Es lo que estoy tratando de vivir ante la tentación de pesimismo y desconcierto; y es lo que digo a tantos que me llaman (de Andalucía, La Mancha, Extremadura, Cataluña) o a mucha gente que se confiesa de la “rabia” y/o impotencia que siente dentro..."

3.-        Me llama una conocida: un compañero suyo de trabajo quiere confesarse cuando yo vaya por allí. Me paso un par de veces por el despacho de ella y me explica. A la tercera, decido acercarme directamente al despacho del interesado, en vez de esperar que viniera él. Me quedo fuera pues noto que está atendiendo a gente. Cuando sale el último, entro y me presento. Él, casado y padre de dos hijos. Fue un ratito de verdadera fraternidad, bonito. Momentos de Dios. Por ello, al acabar, me viene gana de darle un abrazo, pero no comenté nada. Al levantarme para despedirme, me dice: “no sé qué pensarás…: ¿puedo darte un abrazo?”. Al día siguiente, en un mensaje comenta: “hay que repetir no solo la confesión, sino el buen rato de charla”.

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de julio de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5), la de septiembre («Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», Mt 16, 24) y la de agosto («Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas», Sal 145, 9):
1.-        “…no puedo etiquetar a las personas por su categoría, por edad, por la apariencia, por su posición social o cualquier otro tipo de calificación buena o mala. Mi deber cristiano es acercarme a cada uno sin ningún tipo de prejuicio. En mi profesión de médico trato de ver a cada paciente como alguien que necesita de toda mi atención y de todo mi amor sin hacer ninguna distinción. Solo hay un modo de ver más allá de las apariencias y amar a todos sin hacer acepción de personas: reconocer la presencia de Jesús en cada prójimo…

2.- [de mi hermana pequeña, misionera por 3 años en Chad]:      aquí esperando que podamos pasar por los caminos (discurren cerca de los ríos) y llegar a los pueblos de los niños, (donde han estado un mes en familias de acogida). Hoy hemos ido andando 8 km al pueblo más cercano, que no tiene río y hemos tenido que cruzar grandes charcos y meternos hasta las rodillas. En esos charcos, hay niños pescando peces 😂😂😂😂 (misterio: ¡los hay!)…
           
…por ahí sí podríamos ir en coche y a la vuelta nos ha llevado otro misionero; el problema es ir a 60 km, donde están la mitad de los niños y atravesar zonas de caminos en que se han desbordado ríos. Si el jueves
no se puede, tendremos que hacer otra ruta de 300 km que dicen que ya no está inundada, aunque tardemos 5 veces más y tengamos que hacer noche…
…abiertos a lo que Dios quiera y dejándonos sorprender por Él.
Lo hemos pasado muy bien por el camino saludando gente: de verdad, íbamos también cantando 😂🤗🙏🏿😘…
2b.-      …un niño de 12 años hace unas semanas se vino él solito andando más de 40 km (traía los pies destrozados; y empapado, porque las últimas horas había diluviado) porque la familia de acogida no le daba bien de comer, y se acordaba del cariño y la comida aquí en la misión...
…hoy estoy bien contenta de que ayer por fin pudiéramos empezar las clases, porque por fin, ya pudimos recoger a los chicos que tenían ríos desbordados en los caminos para llegar a sus pueblos. Solo tuvimos que bajarnos una vez para andar dos minutos cruzando un gran charco que todavía quedaba, porque nuestra camioneta se quedó atascada y aunque el camino estaba lleno de agujeros, puentes estrechos y mal construidos... ya estamos todos aquí.
Este curso tenemos 11 chicos nuevos que se suponen que tienen doce años, pero yo creo que algunos tienen menos: aquí casi nadie sabe cuántos años tienen, ni qué día nacieron…
Es bonito ver cómo los niños nuevos, (primero les dábamos miedo, porque no habían visto nunca a personas blancas), en menos de un día ya son nuestros amigos y se ríen mucho con nosotros y están muy contentos aquí junto a los otros 40 chicos aprendiendo en la escuela, jugando, cantando y haciendo labores en el campo 😘…
2.c-      …viernes y sábado muy divertida enseñando a montar en bici a los 5 chicos y chicas que tienen más de 16 años y que en este último año con nosotros tienen que ir todos los fines de semana al pueblo (a 8 km) a hacer prácticas de taller. 4 han aprendido muy rápido, aunque se han caído alguna vez, pero el otro es muy torpe: de pequeño vivió demasiados años abandonado entre animales y aunque ha mejorado mucho, todo le cuesta el doble!!! Tendremos que continuar. Ayer todos aplaudiéndole porque ya casi no se sale del camino ni se va contra las plantas😂😂😂😂 Casi lloro de la emoción de ver la alegría y el apoyo de todos 👏🏿👏🏿😂🙏🏿

3.-        “…conocí el Movimiento de los Focolares muy joven. Y una práctica que me fascinó desde el principio, fue la comunión de bienes practicada por sus miembros. En el grupo de jóvenes que yo participaba, una vez por mes, hacíamos una reunión para ver las necesidades de cada uno. Había quien tenía suficiente para los gastos y había quien no tenía casi nada. Compartíamos nuestras necesidades y después poníamos en común los pocos bienes que poseíamos: dinero, ropas, libros, billetes para el transporte, etc., de manera que cada uno tuviese el mínimo necesario.
Para nosotros, aquello era una verdadera revolución. Vivir el compartir con los hermanos, vivir el Evangelio al pie de la letra.
Eso me educó a estar atento a las necesidades de los otros y a tener la humildad de compartir también mis necesidades con los hermanos...
…tengo el hábito de revisar de vez en cuando mi armario y ver lo que es superfluo y hacer una donación. No sólo ejercito el desapego, también tengo la oportunidad de ayudar a una persona. Con seguridad, lo que me sobra falta para alguien. Observo lo que realmente necesitamos y lo que tenemos más. Cuando compartimos, sentimos una alegría nueva, mayor que la que tuvimos al adquirirlos. La alegría por el bien que hicimos y por ver que nada nos falta. “Porque hay más alegría en dar que en recibir” (Hechos 20,35)…


Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ
y otras también AQUÍ y AQUÍ



N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.




viernes, 1 de julio de 2016

PACTO DE MISERICORDIA

PALABRA DE VIDA                        julio 2016
«Sed buenos, comprensivos,
perdonándoos unos a otros
como Dios os perdonó en Cristo»
(Ef 4, 32)

No hay nada más bello que oír que nos dicen: «Te quiero». Cuando alguien nos quiere, no nos sentimos solos, caminamos seguros, podemos afrontar incluso dificultades y situaciones críticas. Si además el quererse se vuelve recíproco, la esperanza y la confianza se refuerzan, nos sentimos protegidos. Todos sabemos que para crecer bien, los niños necesitan estar rodeados de amor, de alguien que los quiera. Pero esto es cierto a cualquier edad. Por eso la Palabra de vida nos invita a ser «buenos» los unos con los otros, o sea, a querernos; y nos pone de modelo a Dios mismo.
Precisamente su ejemplo nos recuerda que quererse no es un mero sentimiento; es un «querer el bien del otro» muy concreto y exigente. En Jesús, Dios se acercó a los enfermos y a los pobres, sintió compasión por la multitud, tuvo misericordia con los pecadores y perdonó a quienes lo habían crucificado.
También para nosotros querer el bien del otro significa escucharlo, demostrarle una atención sincera, compartir sus alegrías y sus pruebas, preocuparse de él, acompañarlo en su camino. El otro no es nunca un extraño, sino un hermano, una hermana que es parte de mí, a quien quiero servir. Todo lo contrario de lo que sucede cuando percibimos al otro como un rival, un competidor, un enemigo, y llegamos a desearle el mal, a machacarlo, a eliminarlo incluso, tal como, por desgracia, nos cuentan las crónicas de cada día. Aun sin llegar a tanto, ¿no nos sucede también a nosotros que acumulamos rencor, desconfianza, hostilidad o simplemente indiferencia o desinterés hacia personas que nos han perjudicado, que nos resultan antipáticas o que no pertenecen a nuestro círculo social?
Querer el bien los unos de los otros –nos enseña la Palabra de vida– significa tomar el camino de la misericordia, dispuestos a perdonarnos cada vez que nos equivocamos. A este respecto, Chiara Lubich cuenta que, al principio de la experiencia de su nueva comunidad cristiana, había hecho un pacto  de amor recíproco con sus primeras compañeras para poner en práctica el mandato de Jesús. Y a pesar de ello, «sobre todo al principio, no siempre era fácil para un grupo de chicas vivir la radicalidad del amor. Éramos personas como las demás, aunque sostenidas por un don especial de Dios; y también entre nosotras, en nuestras relaciones, podía depositarse polvo, y la unidad podía languidecer. Ocurría, por ejemplo, cuando nos dábamos cuenta de los defectos e imperfecciones de los demás y los juzgábamos, de modo que la corriente de amor mutuo se enfriaba.
»Para reaccionar a esta situación, un día pensamos en sellar entre nosotras un pacto, al que llamamos “pacto de misericordia”. Decidimos ver cada mañana al prójimo con quien nos encontrábamos –en el focolar, en clase, en el trabajo, etc.– verlo nuevo, totalmente nuevo, sin recordar en absoluto sus tachas ni sus defectos, sino cubriéndolo todo con el amor. Y acercarnos a todos con una amnistía completa del corazón, con un perdón universal. Era un compromiso fuerte, que adquirimos todas juntas y que nos ayudaba a ser siempre las primeras en amar, a imitación de Dios misericordioso, el cual perdona y olvida»[1].
¡Un pacto de misericordia! ¿No podría ser este un modo de crecer en bondad?





[1] C. Lubich, El amor al prójimo, charla a un grupo de musulmanes, Castel Gandolfo, 1-11-2002.



N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
 y en MP3 para escuchar en el móvil.


en más de 30 idiomas.




martes, 26 de agosto de 2014

AMOR MÁS FUERTE QUE LA VENGANZA

“Que el perdón venza al odio, la indulgencia a la venganza…” reza una de las Plegarias Eucarísticas de la Misa. ¿Efectos de esa oración…? P. ej., esta experiencia de un amigo sacerdote africano que relató (traducción mía) en el reciente congreso "NetWorking" de este mes de agosto en Loppiano:

“Soy J. N., vengo de la República Centroafricana, un país hasta hace poco bastante desconocido, desde hace meses escenario de una sangrienta guerra civil entre musulmanes, cristianos y animistas. Como tantos de nosotros, también yo desde hace años sigo este camino de profundización de la espiritualidad de comunión con el Movimiento de los Focolares, camino que es fundamental para la historia de mi vocación y que me hizo darme
cuenta de que el sacerdote es un hombre de diálogo, una persona que ama a Dios y al prójimo y vive para todos, sin discriminación.

Desde hace tres años soy párroco en una gran ciudad. Cuando llegué a la parroquia, todo el país ya vivía bajo la psicosis de un posible conflicto entre musulmanes y no musulmanes (cristianos, animistas y paganos). Me sorprendió mucho que nosotros, los sacerdotes y pastores de otras iglesias, no nos conociéramos ni entre nosotros ni con los imán musulmanes. Junto con algunos pastores más abiertos, fuimos capaces de involucrar a todos los demás y luego también a los líderes musulmanes en el compromiso de crear juntos un espacio de fraternidad. De este modo, los ministros cristianos nos reunimos entre nosotros cada semana para orar y ver juntos las directrices a transmitir a nuestros fieles para una convivencia pacífica. Cada quince
días más o menos, nos reuníamos también con los imán de la ciudad.

Todo funcionaba bien hasta que la minoría musulmana dio un golpe de estado y tomó el control del poder en todo el país y comenzó a masacrar a los cristianos y a todos los demás que no son musulmanes. Para nosotros como Iglesia ha sido un golpe terrible. Yo estaba allí en esa ciudad con una fuerte influencia musulmana para defender a los cristianos, arriesgando incluso la vida; y esto durante casi un año.

Poco a poco tomó textura otra rebelión formada por los llamados rebeldes antibalaka, compuesta por cristianos (sólo de nombre), paganos y animistas. Ellos lograron revertir la situación, tomando el control de gran parte del país, con el objetivo declarado de acabar con todos los musulmanes, para
vengarse de toda la violencia que habían sufrido de parte de los rebeldes musulmanes (seleka). Los que pudieron, a este punto, huyeron de la ciudad. Otros musulmanes vinieron a refugiarse a mí, en la parroquia. Allí acogí a más de 2.000 personas. Inmediatamente lo comuniqué al obispo, quien me aseguró su apoyo.

Cuando los rebeldes antibalaka supieron que yo estaba protegiendo a musulmanes, vinieron para matarlos. Me pidieron varias veces que los hiciera salir, es decir, que se los entregara, pero me negué, buscando iniciar una negociación con el poco dinero que yo tenía, pero todo fue en vano. Así que decidieron llevar 40 litros de gasolina para prender fuego a la iglesia y matarnos a todos. Nos indicaron un día determinado y una hora determinada, dándonos así un ultimátum. Ante esta amenaza, traté de hacer todo lo posible para conseguir protección, llamando al gobierno y a diversas autoridades en busca de ayuda, pero todo sin éxito. En un determinado momento, mis compañeros, que en aquellos días no estaban en la ciudad, se enteraron de lo que estaba pasando y vinieron a sacarme de allí. Fue un momento muy difícil para mí, porque irme significaba abandonar a más de dos mil personas en manos de los rebeldes que querían matarlos. Quedarme, en cambio, significaba aceptar ser masacrado junto con los musulmanes. Quedaban pocas horas. Antes de pensar en qué hacer, fuimos a celebrar la Santa Misa rápidamente. En el momento de silencio después de la comunión, me vino a la mente una pregunta: "¿Qué haría Chiara Lubich si estuviera en mi lugar? ¿Qué harían los otros responsables de los Focolares con los que desde hace años sigo este camino? Como en un flash revisé la relación de Chiara con los musulmanes y recordé lo mucho que
los quería. Me di cuenta entonces que sin duda ella habría dado la vida por esas personas refugiadas en la iglesia. En ese momento me di cuenta de que Dios me estaba pidiendo dar lo más importante que yo tenía: mi vida. Me vinieron a la mente los muchos proyectos que yo tenía para el futuro. Aunque un río de lágrimas me saltaba de los ojos, decidí quedarme, pidiendo a mis compañeros que se fueran. Antes de salir, sin embargo, les rogué que me dieran tiempo para escribir a toda prisa mi testamento. Mientras lo estaba escribiendo, uno de los hermanos me dijo: "No puedo irme, me quedo contigo". Después de él, uno tras otro, los tres decidieron quedarse. Esperando a los rebeldes, nos miramos con lágrimas en los ojos, rezando cada uno en su interior. Yo había hecho todo lo posible: advertí a las autoridades, al ejército, pero no había pasado nada.

Entonces, de repente, sonó el teléfono: era el jefe del ejército de la Unión Africana, que se encontraba en Centroáfrica para la seguridad del país. Él sabía lo que estaba pasando y me advirtió que en las proximidades de nuestra
ciudad pasarían los militares, dirigiéndose a la frontera. Fui a su encuentro para pedir ayuda y junto con ellos logramos regresar a la parroquia 17 minutos antes de la llegada de los rebeldes. Y así es como fuimos salvados.

Los rebeldes hicieron un intento de asalto, pero los soldados que nos protegían eran más fuertes, por lo que volvió la calma. Luego, poco a poco, nos las arreglamos para conseguir que una mayoría de los refugiados fuera a Camerún. Ahora, en la parroquia sigue habiendo 800, protegidos por los militares.

Así es como yo trato de vivir como sacerdote cotidianamente abierto a todos, amando a Dios y al prójimo, sin discriminación, incluso en momentos difíciles.”


lunes, 3 de febrero de 2014

EN LA ESCUELA DE LA TRINIDAD

VIDA DE LA PALABRA durante el pasado mes de enero
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de vivir la Palabra de Vida de enero ("Jesucristo, único cimiento de la Iglesia") y la de diciembre (“el Señor os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”):
1.-        La semana de Retiro llevaba por título "En la escuela de la Trinidad" y de verdad que ha sido un estar desde el principio Ahí por el clima de familia que se respiraba entre los casi mil sacerdotes (aunque nos vemos una o dos veces al año nada más, y con otros, más tiempo): el saludo sonriente, el compartir lo último que llevas en el alma… para ofrecer un "regalo" al otro… y parecía que nos habíamos visto ayer.
            Un egipcio, varios libaneses, un sirio, un iraquí… varios filipinos… Los telediarios no se
 escuchan igual cuando tienes "familia" en esos sitios. Y los ves dándose con alegría. Realmente cada uno es un don de Dios para mí y yo puedo ser un don para el otro.
            Todo era un dejarse moldear en esa Escuela buscando la unión con Dios no sólo personalmente en los momentos de meditación y oración, en algunas charlas que eran pura contemplación, sino también por el amor recíproco comunicando la "perla", el destilado, de lo que Dios-Trinidad iba dejando en el alma. Y también con los gestos concretos de amor al prójimo.
            Todo servía, todo era escuela; ¡hasta los "ronquidos" del vecino!: me tocó en la habitación con un ruso que roncaba muy fuerte ("il russare del russo", en italiano, "el roncar del ruso") y dos eslovacos que le "hacían coro". Ya cuando me confesé al empezar, el sacerdote me puso como penitencia "ofrecer las pequeñas incomodidades que sin duda vendrán estos días por el fruto del Retiro". Yo habitualmente no puedo dormir con ruidos; empleé tapones, y se oía. ¡Pero me alegraba de los ronquidos!: ¡¡era "gasolina" para ayudar a la marcha del retiro!! Y lo mismo otros pequeños inconvenientes. Quizá era por "mirar" ("¡oír!") desde otra perspectiva, pero sí dormí bastante (al menos lo suficiente para estar despejado durante las charlas).
            Cada año el Retiro se puede sintetizar con Juan Pablo II: "una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los que están a nuestro lado. … sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como «uno que me pertenece», para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos… ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un «don para mí», además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. …saber «dar espacio» al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros…".

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de vivir la Palabra de Vida de diciembre (“el Señor os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos”) y la de enero ("Jesucristo, único cimiento de la Iglesia"):
1.-        “gracias por los correos, que  tanto bien me hacen… Uno de los días tenia gente en casa y me dije: “tengo que hacer las cosas como si fuera Jesús el que viene a mi casa”. Por la tarde quería ir yo al hospital a ver una persona: cuando la dejé, oigo que una señora pregunta por la salida; me doy prisa para alcanzarla… y le digo que la acompaño, pues… "yo voy hacia allá; le llevo la bolsa". Me iba a
 comer; eran las cuatro de la tarde, le pregunto dónde vive: “no se preocupe, yo la llevo”. Ante mi ofrecimiento, me dice que su hijo vendrá a recogerla. Ella le cuenta en dos minutos lo que habíamos hablado; él me dice: “se lo agradezco”. No hice nada, me despido.
No sé por qué me encontraba tan bien por tan poca cosa: “no es mérito mío, sino solo Tuyo, Señor; gracias por habérmela puesta en mi camino”"

2.-        “ahora me encuentro en el despacho con trabajos retrasados. ¡Cuál no ha sido mi sorpresa cuando al leer el Diario de ayer viernes, he encontrado esta carta al Director donde un señor habla de un hecho que se dio en la misa de 12 del domingo pasado...! Ocurrió lo que cuenta y, ciertamente, fui yo quien amainó el temporal... Un individuo apareció mientras la homilía y se pudo a gritar a pleno pulmón... Me acordé, mientras tanto del Papa Francisco y traté de adoptar sus gestos. Fue impresionante, porque al acercarme a él le cogí del brazo invitándole a que no diera voces y a participar como todos en la Eucaristía. El pobre chaval me cogía fuerte de la mano, echaba su cabeza sobre mi hombro, me apretaba fuerte...
Se ve que estos gestos tocan más el corazón que tantas palabras. Me ha dado mucha alegría el leerlo y
os hago partícipes de la misma: “…éste resolvió pacíficamente tan engorro­sa situación, haciendo uso de una probada humanidad, y lo que es más, logrando que la persona que inconscientemente había provocado este al­tercado abandonara de buen grado la capilla..., eso sí, una vez que se sin­tió reconfortado con los dos besos en la mejilla que le dio…, quien, a buen se­guro, poniendo de manifiesto su mejor comprensión, amor y caridad, actuó como un autén­tico apóstol de Cristo."

3.-     “no os podéis imaginar las canciones viejas que he encontrado del Gen Verde… Llevaba más de 20 años sin oírlas… Y cuando las he escuchado, no podéis ni imaginarme llorando “emocionaíco”.
Es curioso cómo me recordaban a vosotros, a los papis, a la casa…
…ya puedes poner en tu blog de experiencias (para un mes que te encaje bien con la palabra de vida) que uno te contó que con estas canciones del Gen Verde y del GenRosso, junto con otro montón de cosas, aprendió a ser (más) bueno... jajajajaja
Todo pasa”, “El Amor vive”, “El mundo, una casa”, “Una nueva humanidad”…: los pelos como escarpias... y los ojicos mojaos...
Las letras tan profundas… mi adolescencia…
…es curioso cómo la música es capaz de transportarte en el tiempo…: ¡¡¡he vuelto 25 años atrás de repente!!!
En un mundo como este,/ mi nombre un día oí/: Tú, mi Dios, me llamabas a mí./ Desde entonces Tú sabes bien/ que ha cambiado todo en mí/ y he seguido la senda que Tú/
desde siempre buscaste para mí./ Por eso Te busco, ¿dónde Te escondes?/ En las calles, en la gente/, tu Voz dentro de mí me dice:/"¿sabes?, cuanto has hecho al más pequeño de los míos,/ me lo has hecho a Mí”./
Quien pasa, entonces, junto a mí, ¡sí eres Tú!/ Quien a mi lado enfermo está, ¡sí eres Tú! Quien tiene hambre o frío sí eres Tú. Quien no tiene libertad… sí eres Tú. Aquel parado eres Tú/
cerca estás de mí: mucha gente, pero eres siempre Tú… buscaba un no sé qué;/ vivía, mas sin un porqué./ En un mundo como este/ ahora puedo repetir: sí, Tú, Dios, estabas allí…/ De repente todo ha cambiado…/ Ahora sé dónde estás porque te encuentro en cada hombre”.

Los pelos como escarpias!!! Luego os envío alguna en mp3 de adelanto por mail… y ya os pasaré el CD completo que le estoy haciendo a mis jóvenes de catequesis con esas canciones y mucha música religiosa variada…: ¡es la caña para rezar!



"Pinchando"  AQUÍ 
puedes leer otras experiencias similares de personas de otros países.

N.B.: tú también puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela.