domingo, 31 de diciembre de 2023

ALEGRES EN EL SEÑOR

VIDA DE LA PALABRA              últimas semanas DICIEMBRE


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18) y la de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5):

1.-        Mi madre salió bien de la operación de cadera, (gracias también a la oración de tantos: ¡gracias!).

Cuando la dejaron un día más de lo esperado hospitalizada, tratamos de verlo con alegría y sin cejar en la oración, adaptando rápidamente los planes de cada uno. A cada uno que venía a visitarla o al personal del hospital, cada vez le dábamos las gracias con una sonrisa, (y, si estábamos varios, cada uno le decía un “¡gracias!”).

En muchos momentos luego me emocionaba recordar la generosidad de mi madre, casi innata, (siempre, igual que mi padre las muchas veces que estuvo hospitalizado), cuando la enfermera le traía la comida, nos decía con ilusión a quien de nosotros estuviera cuidándola en ese rato: “come tú, rico mío; que es tarde”. “Pero mamá, ¡si es tu comida! Y es muy pronto todavía. Ya comeré yo cuando me releven”. “Bueno, ya, pero cómela tú y luego me dejas algo si no tienes más gana”.

1b.-     Cuando estos días, ya en casa, ha empezado a dar sus primeros pasitos con el andador, ella iba casi siempre tarareando o cantando abiertamente: “alabado seas mi Señor…”. A veces se paraba un instante insinuando que le dolía, que tenía molestias, pero… ¡en seguida seguía caminando con esas u otras alabanzas o salmos o villancicos! Naturalmente yo (y si estaba alguien más de la familia) nos uníamos en el tarareo de la melodía o cantábamos también.

Anteayer la tuve que cambiar porque no llegamos a tiempo al servicio: temí que se desanimara. Pero no, al instante, aceptándolo todo, me daba las gracias. Y le contestaba yo: “¿y las veces que tú me cambiabas a mí?, ¿qué?”. Y al ratito, pasados los apuros, ella y yo seguimos alegres, y ella tarareando.

Cada “avance” ella y todos dábamos gracias a Dios por todo. Y ahora también, cuando por whatsapp los hermanos nos vamos comunicando su evolución.

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18), la de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5) y la de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21):                                        

1.-        unos días después de la muerte de mi hermana me he sentido cansado, con la mente y el corazón un poco aturdidos. Me inscribí en unos Ejercicios Espirituales.

Al principio no conseguía estar a gusto, sin alboroto mental, pero poco a poco se ha ido abriendo paso la calma y la luz. En algunas ocasiones, de rodillas, adorando al Santísimo, me cansaba enseguida y estaba deseando salir de la capilla; pero notaba una voz que me decía “Aguanta, aguanta un poco más”. Los últimos minutos eran los mejores, estaba cómodo, concentrado, sin prisa delante de Jesús.

         Los Ejercicios han sido, al final, una bendición, y al salir de ellos La Palabra de Vida “vosotros no sois hijos de las tinieblas, sino hijos de la luz y del día” me ha ayudado a dejarme llevar por Jesús, a actuar orientado por Él en varias ocasiones.

1b.-     En una ocasión conseguí  tener paciencia ante el comportamiento reprobable de una persona. Me sentía muy disgustado, pero no actué impulsivamente. Después, pasados unos días, le corregí con delicadeza y reaccionó  reconociendo su fallo, amigablemente. 

1b.-     Un día he ido a ver a un amigo enfermo al hospital, y después le he visitado varias veces más. Al ofrecerle los sacramentos de Jesús me ha dicho que su esposa y él no son creyentes, pero sí practicantes; que tratan de actuar bien con los demás y ayudan en todo lo que pueden, pero que no sienten la necesidad de rezar, que no creen en Dios. De nuevo la luz del Señor me ha iluminado al responderle que la Iglesia reconoce semillas evangélicas en quienes no siendo creyentes viven conforme a su recta conciencia, y que están cerca de Dios, que caminan anónimamente hacia Él. Después he bendecido unos dulces que les llevaba y se han santiguado y rezado “soto voce”. También ellos son hijos de la luz, hijos del día, aunque no lo vean.

 

2.-        “me he acostumbrado en estos días a decir en varias ocasiones, “por Ti, Señor”, lo cual me da paz y alegría, incluso en situaciones de contrariedad, tratando de hacer las cosas bien, con paciencia, incluso con gratitud.

En mi comunidad hay una chica, profesora, que sufre una enfermedad incurable, pero siempre está sonriente, contenta y servicial. La Asociación de Vecinos de su barrio ha conseguido dedicarle una calle en vida, en reconocimiento a su tarea dentro del Centro de la Mujer, de la que es coordinadora... Nos dice que cada día se propone como objetivo abrirse a los demás como Jesús, y que al terminar el día le da gracias a Dios por lo conseguido, o le pide perdón si ha fallado, y se propone recomenzar al día siguiente.

 

 

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FELIZ AÑO NUEVO 2024

 Hoy, domingo de la Sagrada Familia,

además de felicitarte por ello 
(pues todos tenemos una raíz, sin la cual nos secamos; 
todos provenimos de una familia)


deseo a ti y a los tuyos

que tengáis una muy buena salida y entrada de año

y un próspero 2024

colmado de la bendición del Señor:

 

Dios se hizo hombre,

no vino al mundo precipitándose desde el cielo:

nació de María.

No nació en una mujer, sino de una mujer…:

significa que Dios quiso tomar carne de ella.

No la utilizó, sino que le pidió su “sí”, su consentimiento.

Y con ella inició el lento camino

de la gestación de una humanidad libre de pecado

y llena de gracia y de verdad,

llena de amor y de fidelidad.

Una humanidad bella, buena y verdadera,

a imagen y semejanza de Dios,

pero tejida con nuestra carne ofrecida por María;

nunca sin ella; siempre con su consentimiento;

en libertad, en gratuidad, en respeto, en amor.

Y este es el camino que Dios ha elegido

para entrar en el mundo, para entrar en la historia,

este es el modo.

Y este modo es esencial,

tan esencial como el hecho mismo de que haya venido.

La maternidad divina de María

—maternidad virginal, virginidad fecunda—

es el camino que revela

el respeto extremo de Dios por nuestra libertad.

Quien nos creó sin nosotros no quiere salvarnos sin nosotros

Ante el nuevo año…,

quiero desear a todos

que crezcamos en esta virtud: la amabilidad.

La experiencia nos enseña que si se convierte en un modo de vida,

puede crear una convivencia sana,

puede humanizar las relaciones sociales

disolviendo la agresividad y la indiferencia…

¡No demos por sentado el misterio de la maternidad divina!

Dejémonos asombrar por la decisión de Dios,

que podría haber aparecido en el mundo

de mil maneras mostrando su poder

y, en cambio, quiso ser concebido con plena libertad en el seno de María,

quiso ser formado durante nueve meses como cualquier niño,

y finalmente nacer de ella, nacer de una mujer.

No pasemos deprisa, detengámonos a contemplar y meditar,

pues aquí está una parte esencial del misterio de la salvación.

Y tratemos de aprender el “método” de Dios,

su respeto infinito, su “amabilidad” por así decirlo,

porque en la maternidad divina de la Virgen

está el camino hacia un mundo más humano.

 

PAPA FRANCISCO, Homilía en las primeras vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios

y Te Deum de acción de gracias, 31 diciembre 2022


martes, 19 de diciembre de 2023

FELIZ NAVIDAD 2023

 Anteayer empezó el segundo periodo del, (muy breve este año), Adviento, preparación ya inmediata a la Navidad, un impulso para poner más en práctica la Palabra.

Nos ayudarán a ello un par de textos y con las palabras del primero de ellos, del Papa, también quiero felicitarte la Navidad de corazón:

 


 

"...no se puede celebrar la Navidad sin asombro.

Pero un asombro que se limita a una emoción superficial

―no es un asombro―,

una emoción ligada a la exterioridad de la fiesta,

o peor aún a un frenesí consumista. No.

Si la Navidad se reduce a esto,

nada cambiará:

mañana será igual que ayer,

el próximo año será igual que el anterior, y así sucesivamente.

Significaría calentarnos por unos instantes con un fuego de paja,

y no exponernos con todo nuestro ser a la fuerza del Acontecimiento,

no captar el centro del misterio del nacimiento de Cristo.

Y el centro es éste:

«El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14)...

... La Madre nos devuelve a la realidad,

a la verdad de la Navidad,

que está contenida en esas tres palabras de San Pablo:

«nacido de mujer» (Gal 4,4).

El asombro cristiano no procede de los efectos especiales,

de los mundos fantásticos,

sino del misterio de la realidad:

¡no hay nada más maravilloso y sorprendente que la realidad!

Una flor, un terrón de tierra, una historia de vida, un encuentro...

El rostro arrugado de un anciano

y el rostro recién florecido de un niño.

Una madre sosteniendo y amamantando a su hijo.

El misterio brilla allí...

... (María) contemplando a su Hijo,

siente la cercanía de Dios,

siente que Dios no ha abandonado a su pueblo,

que Dios ha venido, que Dios está cerca, es Dios-con-nosotros.

Los problemas no han desaparecido,

las dificultades y las preocupaciones no faltan,

pero no estamos solos:

el Padre «envió a su Hijo»...

... (María) nos sonríe y dice:

Él es el Camino. Sigámosle, tengamos confianza. No decepciona”.

Sigámosle en nuestro camino cotidiano:

Él da plenitud al tiempo,

da sentido a las acciones y a los días.

Tengamos confianza, en los momentos felices y en los dolorosos:

la esperanza que Él nos da

es la esperanza que nunca defrauda..."

 

PAPA FRANCISCO, Homilía en las primeras vísperas de la Solemnidad de Sª. María, Madre de Dios y Te Deum de acción de gracias, Basílica de san Pedro, 31 de diciembre de 2021

 

 

Estos son mis deseos para

UNA SANTA Y FELIZ NAVIDAD.

Los dirijo con afecto a ti

y a tus familiares y personas cercanas,

en particular si hubiera alguno enfermo o que sufre.




sábado, 16 de diciembre de 2023

SIEMPRE, CONSTANTEMENTE, EN TODO: ALEGRÍA, ORACIÓN, DAR GRACIAS

 VIDA DE LA PALABRA                        primeras semanas de DICIEMBRE


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18) y la de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5):

1.-        Por un mal entendido, hace poco más de un año quedé mal con un matrimonio. Yo tenía mis razones de fuerza mayor, que no acabaron de comprender ellos y “desaparecieron”: dejaron de responder cualquier mensaje mío y de venir por la parroquia. Ciertamente era un momento muy importante para ellos.

            “Que todos sean uno…”, es el testamento de Jesús. Varias veces intenté restablecer la bonita relación que hasta entonces habíamos ido tejiendo esporádicamente.

            Hace unos días me encontré con él y, aunque los dos íbamos con mucha prisa, (por un momento dudé si acercarme, por si con ello aumentaba su distanciamiento), el “sois hijos de la Luz…” de noviembre me animó, (por otra parte, tampoco estaba yo totalmente seguro si era él o no, pues lo vi de refilón y, además, después de un año sin vernos).

            Se giró sorprendido e inexpresivo dijo mi nombre. No quise acercarme de primeras por no incomodar, pero visto que me miró y se detuvo, me aproximé. Le dije que entendí su distanciamiento, pero que se fiaran de mí y que en aquella situación había cosas de profundo calado que movieron mi decisión. Le pedí perdón por lo mal que, (luego con el tiempo y su silencio), supuse que se sintieron. Yo había confiado en su comprensión, aunque solo nos conocíamos de 5 ó 6 meses. Imperturbable, (pero parecía muy sincero), me dijo: “está olvidado”. Me comentó que acababan de tener un bebé y le felicité con verdadera alegría.

            Entonces me atreví a decirle: “volved a la parroquia; allí se os quiere, (¡os queremos!), mucho; y, si hace falta me pongo de rodillas para pedíroslo”. “Lo hablaré con ella y lo valoraremos”, respondió después de unos segundos.

Para despedirnos, le dije si le podía dar un abrazo: continuando en su seriedad, accedió. Yo quedé contento de al menos haber intentado en estos meses y en ese rato con él todo lo que estaba de mi mano, pues “…no somos hijos de la luz ni de las tinieblas”.      

 

2.-        Cuando voy por las calles dentro de la demarcación parroquial, siempre suelo saludar sonriente a cada persona: la mayoría ni se enteran (quizá abstraídos en sus pensamientos, o más aún si llevan auriculares), otros miran como de soslayo asombrados sin manifestar nada y otros contestan amablemente, (incluso algunos sin conocerme).

Pero el viernes me ocurrió algo que me dejó perplejo: estaba cerrando yo la verja del patio de la parroquia y pasó por la acera una señora. Le di los buenos días y se paró con cara muy seria: “¿le conozco de algo?”. “No sé: creo que no, pero suelo desear ‘buen día’ a todo el mundo con el que me cruzo”. A lo que me repuso de un modo cortante: “pues yo soy libre de saludar”. Me quedé un poco parado y tratando de no perder la sonrisa ni la amabilidad le repuse: “por supuesto que eres libre de contestar o no y de saludar o no”. “’¡¡Totalmente!!”, añadió en tono agrio y se marchó. Añadí con paz: “nada, no te preocupes: ¡que tengas muy buen día!”.

Es verdad que una señora hace dos años, (espero que no fuese la misma), de modo parecido se paró conmigo, (iba yo bien temprano en chándal haciendo ejercicio) y al continuar diciéndole que yo era el nuevo párroco, me contestó que ella era atea, a lo que yo repuse que eso no impedía ser buenos ciudadanos y desear que tuviera buen día.

Durante el día el episodio me vino varias veces a la cabeza y no dejé que me perturbara la alegría, y menos aún cuando por la tarde empezaron a llegar los niños de catequesis con sus padres y abuelos para el festival de villancicos, que luego resultó precioso, al igual que la chocolatada posterior.

 

3.-        El sábado pasado por la noche bauticé a mi segunda sobrina-nieta. Por la mañana mi madre se había caído dos veces y roto la cadera, con lo cual ni ella ni dos de mis hermanas pudieron ir.

Más allá del contratiempo, unos y otros tratamos de no perder la alegría y participar a fondo en la ceremonia y en la sencilla celebración de después en un salón de esa parroquia.

3b.-     Mi madre quedó internada en el hospital de nuestro pueblo. Hemos “competido” los 5 hermanos por turnarnos y acompañarla, (valorando las distintas situaciones de cada uno y poniéndonos en su lugar). También hoy martes, que ha sido la operación y ha resultado bien. Y ya nos hemos organizado para estos días.

En todo ello la PdV de este mes nos ha venido muy bien: alegría (siempre, entre nosotros, hacia el personal del hospital, hacia los amigos); oración constante (rezando por ella, unidos en la distancia, o, juntos, como hoy, 3 de nosotros con ella tanto las laudes como las vísperas, o pidiendo oraciones) y dando gracias en todo (a Dios, sobre todo, en cada cosa, y a cada uno de los que entraban para algún servicio en la habitación y de los que habéis preguntado y rezado).

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18):

1.-        gracias por la hermosa PdeV de diciembre. Me ha enseñado los tres caminos que seguiré de ahora en adelante: alegría, oración y agradecimiento. Me encantan!!.

 

 

 

 

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viernes, 1 de diciembre de 2023

ALEGRÍA, ORAR Y DAR GRACIAS

 PALABRA DE VIDA                              diciembre 2023

 


«Estad siempre alegres. Orad constantemente.

En todo dad gracias,

pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús,

quiere de vosotros»

(1 Ts 5, 16-18)

 

Pablo escribe a los tesalonicenses cuando aún vivían muchos de los contemporáneos de Jesús que lo habían visto y oído, testigos de la tragedia de su muerte y del estupor de su resurrección y luego de su ascensión. Reconocían la huella que había dejado Jesús y esperaban su inminente retorno. Pablo amaba a la comunidad de Tesalónica, ejemplar por su vida, su testimonio y sus frutos, y les escribe esta carta y les suplica que se lea a todos (5, 27). Para seguir siendo «imitadores nuestros y del Señor» (1, 6), anota en ella unas recomendaciones que resume así:

 

«Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros».

 

El hilo conductor de estas apremiantes exhortaciones no se refiere solo a qué se espera Dios de nosotros, sino al cuándo: sin interrupción, siempre, constantemente.

Pero ¿se puede mandar que estemos alegres? Que la vida nos sorprenda con problemas y preocupaciones, con sufrimientos y angustias, que la situación social se muestre árida e inhóspita es algo que todos experimentamos. Y sin embargo, para Pablo hay una razón que puede hacer siempre posible «esa alegría» a la que alude. Él habla a los cristianos y les recomienda que se tomen la vida cristiana en serio para que Jesús pueda vivir en ellos con la plenitud que prometió después de su resurrección. A veces podemos experimentarlo: Él vive en la persona que ama, y cualquiera puede adentrarse en el camino del amor con desapego de sí mismo, con un amor gratuito a los demás, aceptando el apoyo de sus amigos, manteniendo viva la confianza de que «el amor lo vence todo»[1].

 

«Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros».

 

Dialogar entre fieles de distintas religiones y entre personas de convicciones diversas lleva a entender aún con más hondura que rezar es una acción profundamente humana; la oración construye a la persona, la eleva.

Y ¿cómo rezar ininterrumpidamente? El teólogo ortodoxo Evdokimov dice que «no basta con hacer oración, tener reglas, costumbres; hace falta convertirse en oración, ser oración encarnada, hacer de nuestra vida una liturgia, rezar con las cosas del día a día»[2]. Y Chiara Lubich subraya que «podemos amar [a Dios] como hijos, con el corazón lleno por el Espíritu Santo de amor y de confianza en nuestro Padre; una confianza que nos lleva a hablar frecuentemente con Él, a contarle todas nuestras cosas, nuestros propósitos, nuestros proyectos»[3].

Y hay también un modo de rezar siempre que es accesible a todos: pararse antes de cada acción y centrar bien la intención con un «Por Ti». Es una práctica sencilla que transforma desde dentro nuestras actividades y nuestra vida entera en una oración constante.

 

«Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros».

 

Ante cualquier cosa, dad gracias. Es la actitud que brota libre y sincera del amor agradecido por Aquel que, silenciosamente, sostiene y acompaña a los individuos, a los pueblos, la historia y el cosmos. Con gratitud a los demás que caminan con nosotros, que nos hace conscientes de que no somos autosuficientes.

Alegrarnos, orar y dar gracias: tres acciones que nos acercan a ser como Dios nos ve y nos quiere y enriquecen nuestra relación con Él. Con la confianza de que «el Dios de la paz os santifique plenamente (1 Ts 5, 23).

Así nos prepararemos a vivir más profundamente la alegría de la Navidad para hacer un mundo mejor, para convertirnos en tejedores de paz dentro de nosotros, en casa, en los lugares de trabajo, en medio de las plazas. Hoy no hay nada más necesario y urgente.

 

Victoria Gómez y el equipo de la Palabra de Vida



[1] Publio Virgilio Marón, Églogas, x, 69. Se puede ver una versión musical del grupo Gen Rosso en: youtu.be/1OzGqA7ZQN0.

[2] P. Evdokimov, «La preghiera di Gesù», en La novità dello Spirito, Ancora, Milán 1997.

[3] C. Lubich, «Construirnos en oración», en Construir el castillo exterior, Ciudad Nueva, Madrid 2004, p. 47.