sábado, 16 de diciembre de 2023

SIEMPRE, CONSTANTEMENTE, EN TODO: ALEGRÍA, ORACIÓN, DAR GRACIAS

 VIDA DE LA PALABRA                        primeras semanas de DICIEMBRE


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18) y la de noviembre («Pues todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas», 1 Ts 5, 5):

1.-        Por un mal entendido, hace poco más de un año quedé mal con un matrimonio. Yo tenía mis razones de fuerza mayor, que no acabaron de comprender ellos y “desaparecieron”: dejaron de responder cualquier mensaje mío y de venir por la parroquia. Ciertamente era un momento muy importante para ellos.

            “Que todos sean uno…”, es el testamento de Jesús. Varias veces intenté restablecer la bonita relación que hasta entonces habíamos ido tejiendo esporádicamente.

            Hace unos días me encontré con él y, aunque los dos íbamos con mucha prisa, (por un momento dudé si acercarme, por si con ello aumentaba su distanciamiento), el “sois hijos de la Luz…” de noviembre me animó, (por otra parte, tampoco estaba yo totalmente seguro si era él o no, pues lo vi de refilón y, además, después de un año sin vernos).

            Se giró sorprendido e inexpresivo dijo mi nombre. No quise acercarme de primeras por no incomodar, pero visto que me miró y se detuvo, me aproximé. Le dije que entendí su distanciamiento, pero que se fiaran de mí y que en aquella situación había cosas de profundo calado que movieron mi decisión. Le pedí perdón por lo mal que, (luego con el tiempo y su silencio), supuse que se sintieron. Yo había confiado en su comprensión, aunque solo nos conocíamos de 5 ó 6 meses. Imperturbable, (pero parecía muy sincero), me dijo: “está olvidado”. Me comentó que acababan de tener un bebé y le felicité con verdadera alegría.

            Entonces me atreví a decirle: “volved a la parroquia; allí se os quiere, (¡os queremos!), mucho; y, si hace falta me pongo de rodillas para pedíroslo”. “Lo hablaré con ella y lo valoraremos”, respondió después de unos segundos.

Para despedirnos, le dije si le podía dar un abrazo: continuando en su seriedad, accedió. Yo quedé contento de al menos haber intentado en estos meses y en ese rato con él todo lo que estaba de mi mano, pues “…no somos hijos de la luz ni de las tinieblas”.      

 

2.-        Cuando voy por las calles dentro de la demarcación parroquial, siempre suelo saludar sonriente a cada persona: la mayoría ni se enteran (quizá abstraídos en sus pensamientos, o más aún si llevan auriculares), otros miran como de soslayo asombrados sin manifestar nada y otros contestan amablemente, (incluso algunos sin conocerme).

Pero el viernes me ocurrió algo que me dejó perplejo: estaba cerrando yo la verja del patio de la parroquia y pasó por la acera una señora. Le di los buenos días y se paró con cara muy seria: “¿le conozco de algo?”. “No sé: creo que no, pero suelo desear ‘buen día’ a todo el mundo con el que me cruzo”. A lo que me repuso de un modo cortante: “pues yo soy libre de saludar”. Me quedé un poco parado y tratando de no perder la sonrisa ni la amabilidad le repuse: “por supuesto que eres libre de contestar o no y de saludar o no”. “’¡¡Totalmente!!”, añadió en tono agrio y se marchó. Añadí con paz: “nada, no te preocupes: ¡que tengas muy buen día!”.

Es verdad que una señora hace dos años, (espero que no fuese la misma), de modo parecido se paró conmigo, (iba yo bien temprano en chándal haciendo ejercicio) y al continuar diciéndole que yo era el nuevo párroco, me contestó que ella era atea, a lo que yo repuse que eso no impedía ser buenos ciudadanos y desear que tuviera buen día.

Durante el día el episodio me vino varias veces a la cabeza y no dejé que me perturbara la alegría, y menos aún cuando por la tarde empezaron a llegar los niños de catequesis con sus padres y abuelos para el festival de villancicos, que luego resultó precioso, al igual que la chocolatada posterior.

 

3.-        El sábado pasado por la noche bauticé a mi segunda sobrina-nieta. Por la mañana mi madre se había caído dos veces y roto la cadera, con lo cual ni ella ni dos de mis hermanas pudieron ir.

Más allá del contratiempo, unos y otros tratamos de no perder la alegría y participar a fondo en la ceremonia y en la sencilla celebración de después en un salón de esa parroquia.

3b.-     Mi madre quedó internada en el hospital de nuestro pueblo. Hemos “competido” los 5 hermanos por turnarnos y acompañarla, (valorando las distintas situaciones de cada uno y poniéndonos en su lugar). También hoy martes, que ha sido la operación y ha resultado bien. Y ya nos hemos organizado para estos días.

En todo ello la PdV de este mes nos ha venido muy bien: alegría (siempre, entre nosotros, hacia el personal del hospital, hacia los amigos); oración constante (rezando por ella, unidos en la distancia, o, juntos, como hoy, 3 de nosotros con ella tanto las laudes como las vísperas, o pidiendo oraciones) y dando gracias en todo (a Dios, sobre todo, en cada cosa, y a cada uno de los que entraban para algún servicio en la habitación y de los que habéis preguntado y rezado).

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros», 1 Ts 5, 16-18):

1.-        gracias por la hermosa PdeV de diciembre. Me ha enseñado los tres caminos que seguiré de ahora en adelante: alegría, oración y agradecimiento. Me encantan!!.

 

 

 

 

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