jueves, 31 de agosto de 2017

DIOS ES TIERNO CON TODAS SUS CRIATURAS

VIDA DE LA PALABRA                                     mes de agosto

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de agosto («Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas», Sal 145, 9) y la de julio («Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso», Mt 11, 28):
1.-        La Mariápolis siempre resulta una vivencia grata. Este año, más todavía, si cabe. Quizá también porque la “viví desde” el corazón de 3 personas que iban por primera vez, con los cuales, además, (como precioso inicio), hice el viaje hasta Cáceres.
            El lema era “El secreto del Amor más grande”. Cada día, un título, pequeños textos que lo explicaban y significativas experiencias y testimonios que lo confirmaban: “te encuentro en el dolor”, “ir más allá del dolor”, “una mirada que transforma”, “compartimos el secreto” y “el secreto que revoluciona”. Y luego, a ponerlo en práctica en la convivencia, en las excursiones, en los talleres y mesas redondas, en la recreación…
¿Y cuál es ese secreto? Amar a (como, desde) Jesús Crucificado y Abandonado, que en la cruz grita: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”. Y Él continúa amando siempre (al Padre, “a tus manos encomiendo mi espíritu”, y a todos, “perdónalos…”).
            En el momento conclusivo, los niños presentaron unas de sus manualidades: hecha en cartulina, una ostra con su secreto dentro, su perla, en la cual cada uno había escrito una experiencia distinta. Uno de
los niños explicó: “cuando a la ostra le entra un grano de arena, le duele y empieza a cubrir este grano con nácar; de esta manera se convierte en una perla. Como Jesús en la cruz, que tenía muchos dolores y seguía amando. Así transformó esos dolores en perlas”. [Si quisieras, puedes leer más cosas al respecto: secreto descubierto].
            Ya de regreso, una amiga nos escribe al día siguiente a un grupito: “Tras descubrir en estos días el secreto del amor más grande, sabía que cruzar el umbral de la puerta de casa iba a ser un dolor y así ha sido, pero tras la primera lágrima, rápidamente me ha venido al pensamiento una de las cosas que he aprendido en la Mariápolis: "el dolor tiene dos caras, una es el dolor en sí y la otra es el dolor que Jesús transforma en amor para darlo a los demás".  Así quiero vivir, plenamente segura de que juntos, se puede. Ansío que perdure esta llama que arde en mí y contagiar la unidad allá donde Jesús me envíe.
Comparto esta alegría con mi familia de la que formáis parte”.
Una semana después, hablando por teléfono me dice: “creí que el efecto de la Mariápolis se iba a pasar, pero me parece que la gente sigue notando en mí algo especial. Yo creía que ese estilo de vida solo se podría realizar allí, pero, en cambio, hoy, he salido al mercadillo; otras veces, me ponía las gafas de sol y saludaba a la gente con un “hola o adiós” y poco más, pero esta vez, olvidando mi timidez, salí sin las gafas de sol; con todos los que me saludaban, me paraba interesándome verdaderamente por ellos y charlando un rato, y se notaba un “clima” especial: ¡estoy feliz!, ¡veo que se puede transportar el ambiente de Mariápolis allí donde vamos!”. Y realmente por la voz en el teléfono se notaba que irradiaba “Vida” (con “v” mayúscula), alegría.

2.-        En una excursión que hicimos durante la Mariápolis, compré un pequeño recuerdillo para mi madre: me dieron uno que ya estaba en su cajita. Cuando se lo doy a ella y lo abre, me llevo la desagradable sorpresa que le falta la imagen de la Virgen. Me enfadé un poco y pensé llamar para protestar; decidí llamar, sí, pero no para quejarme, sino para que, en ese tipo de recuerdos, aconsejarles que miren la cajita embalada para que no les pase con otros. Se quedaron sorprendidos y agradecidos.

3.-        He desaprovechado muchas ocasiones, pues meto la pata continuamente, pero también el Señor ha permitido muchas pequeñas experiencias cotidianas de la Palabra de Vida: por ejemplo, un día me quedé un ratito simplemente contemplando las arrugas de mi tía, la monja clarisa, (y en alguna otra ocasión con personas mayores), y una lagrimilla que se le caía y alabando a Dios porque es bueno con ella y por toda la bondad que rezuma su alma. Belleza interior.
El día de viaje hacia la Mariápolis, en el sitio que paramos, me quedé contemplando una llanura muy grande y la Sierra de Gredos al fondo con el pico Almanzor y admirando esa sublimidad de Dios que subyace debajo de las cosas que Él ha creado. Y me expansioné diciéndoselo en voz alta a los otros para compartirlo.
Me encanta nadar. Los días que he podido, mientras nadaba boca arriba (viendo el cielo azul y a veces alguna nubecilla) alababa a Dios por la bondad de todas sus criaturas; sentir el frescor del agua que rozaba tobillos, rodillas…, brazos… dando gracias a Dios por sentir vivo el organismo; o mirando dentro del agua los multiformes destellos y reflejos del sol…
Me admiró un día que a mi madre, los nietecillos sin querer, le pillaron los dedos en una gruesa puerta: después del grito ahogado de dolor, (mientras en seguida yo le ponía su mano debajo de un chorro de agua fría), ella no hacía más que dar gracias a Dios porque podría haber sido un golpe peor aún y porque no le había pasado a ninguno de los niños.
Aprendiendo de eso, aquella misma tarde, a mí me dio un cólico nefrítico: dentro del terrible dolor, admiraba a Dios porque siempre me había funcionado hasta ahora bien el riñón. Y le daba gracias porque, además de mi madre, (con quien había estado yo solo esos 9 días, justo esa misma tarde habían llegado 2 de mis hermanas, y una me pudo ayudar y llevar 2 veces a urgencias).
En fin, glorificarlo a menudo por todas las maravillas en la naturaleza y en las personas, con una canción del Gen Rosso (basada en una meditación de Chiara Lubich):                       

Existe una ley en esta vida
impresa en cada cosa,
ley que mueve los astros del cielo
en un concierto de armonía;

y canta en la naturaleza,
canta en los colores,
canta en toda la tierra.

El día deja paso a la noche por amor,
la noche saluda al día por amor.
Del mar sube el agua al cielo por amor,
el agua desciende del cielo al mar por amor.
El árbol da las hojas a la tierra por amor,
la tierra devuelve las hojas por amor.
El grano cae en tierra y muere por amor,
la vida germina del surco de la muerte por amor.

Esta es la ley eterna, ley de Dios,
de un Dios que, por Amor,
ha creado las cosas
y escondió el amor
bajo apariencia de muerte y de dolor.

Esta es la ley de la vida
impresa en cada cosa,
ley que mueve los astros del cielo
en un concierto de armonía;

y canta en la naturaleza,
canta en los colores,
canta en toda la tierra.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de agosto («Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas», Sal 145, 9), la de julio («Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso», Mt 11, 28) y la de junio («Como el Padre me envió, también yo os envío», Jn 20, 21):
1.-        “me encantó verte el domingo después de la Misa que celebró el otro sacerdote, aunque fuese un ratito. Me quedé, con el presentimiento de que aparecerías, aunque me habían dicho que te habías ido.
Necesitaba verte para afrontar la firma de la compraventa con más serenidad, ya que mi mundo ahora está un poco patas arriba, pero confiando siempre en el Señor, que estoy segura que tiene un plan para mí.
Con relación a los agobios y sobrecargas de vida, decirte que a la carga de trabajo se me ha unido el cambio de domicilio. Tengo la sensación de que mi “lista de pendientes” es infinita. Cada día se incrementa una acción: alguien me llama para comentarme algo y siempre me digo: “no puedo, estoy a tope”. Al final, mi vocación de servicio me vence y siempre acabo interviniendo.
Concibo la vida como un intercambio y no voy a negarte que a veces tengo la sensación que solo doy yo o que doy en otra proporción.
1b.-      Decirte que tengo un grupo de amigos espectaculares y hoy una de ellas me ha sorprendido: me contactaron para ayudar a una estudiante de música que parecía que no tenía buenas relaciones y podría estar consumiendo algún tipo de drogas. Las puse en contacto con una psicóloga especialista en esos temas y muy cercana a los adolescentes.
Hoy lamentablemente hemos descubierto a través de su profesora de música, (que es mi amiga), que el problema real es su madre y cómo está afrontando su separación. Mi amiga me ha llamado a última hora agotada, pero satisfecha y dándome las gracias por el asesoramiento. Creo que hay tantas familias desechas sin rumbo ya, que solo están invadidas por el odio y el resentimiento, que a veces se nos olvida lo privilegiados que somos por tener fe...
Empiezo una nueva etapa conmigo misma cargada de muchos encuentros y quiero dejar atrás los miedos y confiar en Cristo más que nunca

2.-        “…hace unas semanas, me llamaron por teléfono: un sobrino estaba en la UCI con un infarto. Enseguida hago perjuicios: “no se cuida, se va a trabajar con dolor…”. Pero me acuerdo de la PdV “Venid a Mí todos los que estáis cansados y sobre cargados y YO os daré de descanso”. Tengo que fiarme…, pero pensando en su madre, "mi hermana", que también está de corazón y sus hermanos que son como una piña, si le pasa algo a él, a ellos también… Tengo que seguir fiándome. Y demostrarles que estoy con ellos. Los 20 días de la UCI, iba yo para estar fuera con ellos, (aunque a alguno lo dejaban entrar, porque nos conocen). Otros días era estar con las niñas. Las mañanas las tengo ocupadas de voluntaria, pero madrugo para que me dé tiempo, recoger a las sobrinas y escucharlas y seguir fiándome de Él.
La gravedad es mucha, porque tuvo otro infarto y una parada y le tuvieron que inducir un coma. Yo seguía diciendo: “me FIO de TI”. Y, la verdad, era un alivio: me daba fuerzas para ir adelante. Cuando yo hablaba con alguno de ellos, intentaba ayudarles, les decía que yo rezaba y mis amigos también. Ahora ya ha salido de la gravedad…, pero va tirando; él lo lleva mal porque su trabajo no lo va poder hacer. Pero seguiré fiándome. Me va bien fiarme; últimamente lo suelo hacer


3.-        “Gracias, Paco, por estas preciosas experiencias que me han ayudado a "seguir adelante" hoy que me sentía bastante sin fuerzas...




Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
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martes, 1 de agosto de 2017

COLABORAR CON DIOS EN CUIDAR LA CREACIÓN

PALABRA DE VIDA                                 agosto 2017


«Bueno es Yahvé para con todos,
tierno con todas sus criaturas»

(Sal 145, 9)

Este salmo es un canto de gloria para celebrar la realeza del Señor, que domina sobre toda la historia: es eterna y majestuosa, pero se expresa en la justicia y en la bondad y se parece más a la cercanía de un padre que al poder de un dominador.
Dios es el protagonista de este himno, que revela su ternura sobreabundante como la de una madre: Él es misericordioso, piadoso, lento a la ira, grande en el amor, bueno con todos…
La bondad de Dios se ha manifestado hacia el pueblo de Israel, pero se extiende sobre todo lo que ha salido de sus manos creadoras, sobre cada persona y sobre toda la creación.
Al final del salmo, el autor invita a todos los vivos a unirse a este canto para multiplicar su anuncio, en un armonioso coro de muchas voces:

«Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas».

Dios mismo confió la creación a las manos laboriosas del hombre y de la mujer, como libro abierto en el que está escrita su bondad. Y ellos están llamados a colaborar en la obra del Creador y a añadir páginas de justicia y de paz caminando según su designio de amor.
Pero, por desgracia, lo que vemos a nuestro alrededor son las muchas heridas infligidas a personas muchas veces indefensas y al entorno natural. Y es debido a la indiferencia de muchos y al egoísmo y la voracidad de quienes explotan las grandes riquezas del entorno solo para sus intereses, en perjuicio del bien común.
En los últimos años se ha abierto camino en la comunidad cristiana una nueva consciencia y sensibilidad en favor del respeto a la creación; desde esta perspectiva podemos recordar muchos llamamientos autorizados que nos animan a redescubrir la naturaleza como espejo de la bondad divina y patrimonio de toda la humanidad.
Así lo expresa el patriarca Bartolomé I en su Mensaje para la Jornada de la Creación del año
pasado: «Se requiere una vigilancia continua, formación y enseñanza, de modo que quede clara la relación de la crisis ecológica actual con las pasiones humanas […] cuyo […] resultado y fruto es la crisis ambiental en que vivimos. Por tanto, el único camino lo constituye el retorno a la belleza antigua […] de la moderación y de la ascesis, que pueden llevar a gestionar sabiamente el entorno natural. En particular la avidez, con la satisfacción de las necesidades materiales, lleva con certeza a la pobreza espiritual del hombre, la cual comporta la destrucción del entorno natural»[1].
Y el papa Francisco ha escrito en el documento Laudato si’: «El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno solo puede ser gratuito […]. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes aunque no se sometan a nuestro control. […] Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos»[2].
Así pues, aprovechemos algún rato libre de las tareas laborales, o todas las ocasiones que tengamos durante el día, para dirigir la mirada a la profundidad del cielo, la majestad de las cimas y la inmensidad del mar, o si no a una simple brizna de hierba que ha brotado a la orilla del camino. Nos ayudará a reconocer la grandeza del Creador amante de la vida y a encontrar la raíz de nuestra esperanza en su infinita bondad, que todo lo envuelve y acompaña.
Elijamos para nosotros y para nuestra familia un estilo de vida sobrio, respetuoso con las exigencias del entorno y proporcionado a las necesidades de los demás, para enriquecernos de amor. Compartamos los bienes de la tierra y del trabajo con los hermanos más pobres y testimoniemos esta plenitud de vida y de alegría haciéndonos portadores de ternura, benevolencia y reconciliación en nuestro entorno.

LETIZIA MAGRI



[1] Cf. Bartolomé I, Mensaje para la Jornada de la Creación, 1-9-2016.
[2] Cf. PAPA Francisco, carta encíclica 'Laudato si’, 24-5-2015, nn. 228-229.



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