lunes, 23 de junio de 2014

HOMILÍA BODAS DE PLATA SACERDOTALES

Muchísimas gracias de corazón (también de parte de José) a todos y cada uno de los que habéis participado el sábado directamente en la preparación y en el desarrollo de la Misa de acción de gracias por sus 60 años de sacerdocio y por mis 25, y a todos los que os habéis hecho presentes de mil modos con vuestra oración (¡las primeras, las comunidades de monjas de clausura!), vuestro sufrimiento ofrecido por amor (¡tantos imprevistos de última hora!), vuestras llamadas, sms, correos-e., whatsApp, cartas, paquetes, mensajes de video (o escritos) en el "sorpresivo" power point final… Ya os iré respondiendo poco a poco a cada uno.
                Creo, de verdad, que la Palabra de Vida del mes, ("he aquí que Yo estaré con vosotros todos los días…"), se ha podido "respirar" y casi "masticar" en toda la jornada (y lo que la precedió y prosiguió). 
                Dado que muchísimos me habéis pedido la homilía del sábado (aunque la mayor parte de su "efecto" era sin duda el clima sagrado y de presencia de Jesús en medio de "dos o más unidos en su nombre…"), aquí os la copio (que también sea todo y sólo para gloria de Dios). Y rezad mucho por nosotros para que vivamos todo lo que decimos, todo lo que esperáis y habéis dicho de nosotros…; en definitiva, todo lo que Dios quiere.

Bodas diamante y plata sacerdotales
Madrid 12-VI-1954       -       Toledo 9-VII-1989

Centro Mariápolis "Luminosa"
Ciudadela "Castillo Exterior" - Las Matas (Madrid)
21 junio 2014

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del Profeta Jeremías 1, 4-10    (Lee Fernando, hermano de Paco)
Salmo responsorial Sal  22, 1-3a. 3b-4. 5. 6: El Señor es mi Pastor, nada me falta   (Lee Cristina: sobrina de Paco y ahijada de Confirmación)
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31 - 13, 13   (Lee Jesús, hermano de José)
Lectura del santo evangelio según san Juan 17, 20‑26    (Proclama Manuel-Mª. Bru)

HOMILÍA

{ [Añadido improvisando, previo a lo preparado]: "La Palabra de Dios es viva y eficaz". No tenía previsto empezar así la homilía, pero las lecturas, el salmo y el Evangelio recién proclamados me han hecho emocionarme. Siempre que doy Ejercicios aquí, digo que Dios no se repite, que "Dios hace nuevas todas las cosas" y, por tanto, cada texto de su Palabra nos es dicho hoy. Y si decimos, "eso ya lo leí; aquello me suena", le estamos "tapando la boca al Espíritu Santo". En este contexto, con todos vosotros y celebrando este acontecimiento, cada una de las lecturas me han hecho emocionarme, ¡eran nuevas!, me ponían los pelos de punta. Aunque fueran escritas hace siglos, realmente nos las está diciendo a todos nosotros hoy el Señor, porque Él resucitó y vive hoy, y su Espíritu Santo cada día impulsa a su Iglesia.}

1.-          No queremos robarle nosotros el protagonismo a Jesús. Él es el Sumo y eterno sacerdote (esa Misa estamos celebrando). Y, además, "donde dos o más están unidos en Mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos…" por eso hemos querido celebrarlo juntos, aunque exactamente tu aniversario, José, fue el día 12, y el mío lo será el próximo día 9. No queremos ser protagonistas ni él, ni yo; ni siquiera los sacerdotes: que sea Jesús en medio de nosotros unidos por el amor recíproco el protagonista de esta jornada, hoy y siempre.
          No es que nosotros nos hayamos mantenido 25 ó 60 años, sino que es Él quien ha sido fiel a nosotros, a través de nosotros y a pesar de nosotros.

                Decía Paco Sánchez Abellán, un sacerdote focolarino de Murcia: "dejad que os alaben, 'recoged' todo, sí, (que seguramente os lo están diciendo con todo el cariño), pero sin quedaros con nada, pasadlo todo inmediatamente a la Virgen diciendo desde vuestro interior: "las flores, a María"."

                Por tanto, todo lo que digamos o digan de nosotros, todo este día, es sólo para descubrir detrás de cada cosa y cada palabra que Dios es Amor y nos ama a todos inmensamente .

2.-.         Jeremías: "Desde el seno materno te elegí... y te consagré…". Todos  y cada uno de los que estamos aquí, hemos sido pensados por amor desde toda la eternidad por Dios. Todos hemos sido llamados, "vocacionados", a ser hijos suyos, a realizar una misión y a ser santos.
-              En el "seno materno te consagré"… auténticamente. Tu familia, José, piadosa: siempre nos recuerdas que rezabais el rosario juntos en familia. Y que vuestros padres os hicieron de maestros en casa, sin llevaros a la escuela, con tal que en esta no os quitaran la fe, en aquellos tiempos de revolución y luego guerra fratricida.
                Mi familia, comprometida desde siempre en mil (¡y no sería exagerado el número!) tareas eclesiales y en dar a conocer a Jesús a otras familias y a toda persona
que el Señor pusiera en el camino. Todavía mi padre, incluso enfermo, con quien se
encuentra, en seguida lo invita a una reunión parroquial o una entrevista. Y muestra de ello, con parkinson desde hace 10 años, mi padre, aunque esté "muertecico" de hambre, antes de empezar a comer, nos ofrece su comida: ¡y hasta sus medicinas! ¡Lo que siempre ha hecho! Nos lo han dado todo, quizá quitándoselo de su propia boca y no nos hemos dado cuenta. Se envejece como se ha vivido.

-              Vocación sacerdotal: "desde el seno materno te llamé". José recuerda, ¿verdad?, hasta el trozo de acera en Estrecho, el barrio de Madrid, donde casi con sus  
propios oídos a sus 11 añitos llegó a oír la llamada del Señor y entró al Seminario de Madrid al año siguiente.
                Yo, siempre tímido e indeciso, después de una peregrinación a Santiago de Compostela, tras mucho darle vueltas durante todo el curso de COU, entré en el Seminario de Toledo aun sin saber bien si mi vocación era ser sacerdote diocesano, fraile o monje.
                Quien quiera detalles, que luego nos pregunte en la comida, en el pasillo o en la fiesta. Una historia preciosa de Amor de Dios con cada uno.

3.            "Si no tengo caridad, de nada me sirve…" nos ha repetido hoy San Pablo en la segunda lectura.
-              Lo habíamos visto en nuestras familias… pero nos llamó la atención en la 
Obra de María, en el movimiento de los focolares, que se convirtió en nuestra segunda vocación. Y su llamada a la unidad, (palabra con la que se puede resumir su carisma), al "que todos sean uno", la base luego de nuestra vida humana, cristiana y sacerdotal.
                En los años 60 los primeros focolarinos que vinieron a Madrid fueron a "aterrizar" en la demarcación de tu parroquia, José. Siempre nos recuerdas la impresión que te hicieron estos jóvenes vivaces que reflejaban a Dios en el rostro y la sonrisa porque vivían realizando continuamente actos concretos de amor. Y una de las veces que fuiste al focolar, (el "focolar" es el piso, la casa, donde vive una comunidad de consagrados o consagradas), les preguntaste: "¿qué novedades hay?" y la respuesta se te quedó grabada para siempre: "Pero, padre, cada momento es una novedad", (cuando se vive bajo la mirada de Amor de un Dios que es Padre).
                Yo, antes incluso de entrar al seminario. En el año 80 unos religiosos, (que además de su Congregación, pertenecían también al movimiento de los focolares) iban por mi pueblo y fue también un matrimonio que ahora viven aquí, Abelardo y Blanca. Gracias a unos y otros, fuimos por primera vez a la convivencia Mariápolis en
Salamanca '81 toda la familia, los 7 (¿os acordáis?, ¿qué edad tenías tú, Miriam… 7 añitos? Estando ya en el seminario, en cambio, quise dejar el movimiento (lo poquito que conocía de él), pero el Señor no me lo permitió, (luego si alguien tiene interés, que me pregunte y le contamos despacio): tuvo la santa paciencia, (¡nunca mejor dicho!), la divina paciencia de esperar muchos años, incluso ya después de ordenado, para que por mí mismo descubriera que, ni fraile, ni monje, sino, con todas las ventajas de ello y de una familia, lo mío era ser sacerdote diocesano animado por la espiritualidad de comunión del movimiento de los focolares, por la espiritualidad
de Chiara Lubich, una de las grandes autoras y maestras contemporáneas, casi como una madre para muchos de nosotros.

4.            "Que todos sean uno… como Tú, Padre en Mí y Yo en Ti, que sean completamente uno en nosotros", hemos escuchado a Jesús en el Evangelio pedir al Padre. En definitiva, "como en el cielo, así en la tierra".

-              José y yo ya llevamos en la misma comunidad 11 años bajo el mismo techo, con otros sacerdotes más, (ahora Endi y Christian), pero todos con el único objetivo
de hacer realidad el testamento de Jesús, (la unidad), viviendo para ello "donde dos o más unidos…" Por cierto, bromeando esta mañana nos hemos dado cuenta que en casa sumamos 100 años de cura: 60 uno, 25 otro, y Christian y Endi casi 7 y 8 cada uno, y los meses que faltan los aporta otro, ordenado hace un año, que viene con frecuencia.
                A veces, como me habéis oído decir a menudo, "saltan chispas entre nosotros" porque somos muy distintos en edades, formación, procedencia, sensibilidad, culturas…; pero por el perdón mutuo y la misericordia, y por creer en el amor del hermano, esas chispas en vez de "prender las cortinas y quemar la casa",
encienden en cambio el hogar, los troncos en "la chimenea",  y sirve para "iluminar y caldear el corazón" a nosotros y a quien viene a encontrarnos. Ese es el regalo que también queremos que cada uno os llevéis hoy: la presencia de Jesús entre los que están unidos en su nombre. Y no sólo de parte de nosotros, sino de toda la comunidad que nos acoge, ya que de estos 11 años, los últimos 9 y medio José y yo vivimos aquí, en Las Matas, en

concreto en esta comunidad (de seglares, familias, de donados a Dios y nosotros sacerdotes) que es una Mariápolis permanente, ciudad de María permanente, (cuyo edificio más visible es este Centro Mariápolis donde estamos celebrando, pero hay familias y otras casas), entera "ciudadela" que quiere ser "de testimonio", que, como María, calladamente dé a Jesús a quien nos visite o encuentre.

5.            El Papa Francisco en sus ya muy famosas y breves homilías de diario, el jueves 5 junio habló de los sacerdotes y me pareció como inspirado por el Señor para nuestra celebración de hoy:
                "Pastores… que no olvidan jamás a Cristo, su “primer amor”, y permanecen siempre en su seguimiento". Es el retrato que el Papa Francisco trazó. Y preguntaba: “¿Cómo va el primer amor?”. Es decir, ¿estoy enamorado de ti como el primer día? ¿Soy feliz contigo o te ignoro? Preguntas universales que hay que hacerlas con frecuencia, dijo el Papa. Y no sólo los cónyuges en el matrimonio, sino también los sacerdotes y los obispos ante Jesús. Porque es Él –afirmó Francisco– quien nos lo pregunta como un día hizo con Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. “Esta es la pregunta que me hago a mí, a mis hermanos obispos y a los sacerdotes. Cómo va el amor de hoy, el de Jesús, ¿no? ¿Es como el primero? ¿Estoy enamorado como el primer día? ¿O el trabajo, las preocupaciones un poco me hacen mirar otras cosas, y olvidar un poco el amor? Pero los cónyuges pelean, pelean. Y eso es normal. Pero cuando no hay amor, no se pelea: se rompe”.
            “Jamás olvidar el primer amor. Jamás”, reafirmó el Papa Francisco y destacó otros tres aspectos que hay que tener presentes en la relación de diálogo de un sacerdote con Jesús. Ante todo, debe ser un “pastor”, tal como Jesús le pidió a Pedro cuando le dijo:

“Apacienta mis ovejas”. Y añadió: “El resto, viene “después”: ‘¿Soy pastor, o soy un empleado de esta ONG que se llama Iglesia?’. Hay una diferencia. ¿Soy pastor? Una pregunta que yo debo hacerme, que los obispos se deben hacer, y también los sacerdotes: todos. Apacienta. Pastorea. Ve adelante”.
            No hay “gloria” ni “majestad” –observó el Papa– para el pastor consagrado a Jesús: “No, hermano. Terminarás del modo más común, incluso más humillante, tantas veces: en un lecho, que te dan de comer, que te deben vestir… inútil, allí, enfermo…”. El destino es “terminar –repitió el Santo Padre– como terminó Él”: amor que muere “como la semilla de grano y después vendrá el fruto. Pero yo no lo veré”.
            En fin, el cuarto aspecto, la “palabra más fuerte” –indicó– con la cual Jesús concluye su diálogo con Pedro: “sígueme”: “Si nosotros hemos perdido la orientación o no sabemos cómo responder sobre el amor, no sabemos cómo responder sobre este ser pastores, no sabemos cómo responder o no tenemos la certeza de que el Señor no nos dejará solos, incluso en los momentos perores de la vida, en la enfermedad, Él dice: ‘Sígueme. Es ésta
nuestra certidumbre. Sobre las huellas de Jesús. En ese camino. ‘Sígueme”.
            A todos nosotros, sacerdotes y obispos –terminó diciendo el Papa el 5 de junio– que el Señor dé “la gracia de encontrar siempre o de recordar el primer amor, de ser pastores, de no tener vergüenza de terminar humillados en un lecho o incluso con la cabeza perdida. Y que siempre nos dé la gracia de ir tras Jesús, sobre las huellas de Jesús: la gracia de seguirlo
".

6.            Me ha ayudado mucho también la homilía del Papa en la Misa crismal de este año. Comparto un párrafo con vosotros. Dice él: "Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la “madre del Evangelio viviente, es manantial de alegría para los pequeños” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288), y creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del don
que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño. Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas; por eso nuestra oración protectora contra toda insidia del Maligno es la oración de nuestra Madre: soy sacerdote porque Él miró con bondad mi pequeñez (cf. Lc 1,48). Y desde esa pequeñez asumimos nuestra alegría. ¡Alegría en nuestra pequeñez!".


[Al final no leí este texto preparado]:
7.       Y quiero concluir con palabras de don  Silvano Cola, uno de los primeros sacerdotes diocesanos focolarinos, a quien ya por los años 60 la misma Chiara Lubich consideraba santo:
"Esto me parece importante: acercarse al sacerdocio esperando ser capaces de morir por todos,
de morir a sí mismo por todos. Apagar toda llama de saber y ser solamente amor. Dios es Amor. Si amas, eres. Si no amas, no eres. Hay que considerar al otro, a cualquier persona, como insustituible, como único en el mundo. (...)
         (…) hemos leído en san Pablo que aunque tenga el don de profecía y dé todo lo que poseo, si no tengo caridad soy nada. Todo el Evan­gelio está allí. Cualquier cosa le hayas hecho al más pequeño, me lo has hecho a mí. Cualquier cosa le hago al peor desgraciado de este mundo se lo hago a Jesús.
Esta es la capacidad de volver luminosa la noche. (…) Si se está convencido de esto, aquí está el descu­brimiento. Se comprende que finalmente el mundo podría andar bien."  Silvano Cola (Si amas, eres)


1 comentario:

  1. PAZ Y BIEN. GRACIAS POR COMPARTIRLO, PACO. QUÉ BONITA EXPERIENCIA LA TUYA Y LA DE DON JOSÉ VARAS. GRACIAS TAMBIÉN POR COMPARTIR ESTAS FOTOS QUE TANTOS RECUERDOS NOS TRAEN A TODOS LOS QUE TE CONOCEMOS DESDE HACE TANTOS AÑOS. PRECIOSA LA FOTO DE CHIARA Y TÚ EN SANTIAGO DE COMPOSTELA. TÚ POR ENTONCES RECIÉN ORDENADO SACERDOTE, (A CUYA ORDENACIÓN PUDE ASISTIR CON MI AMIGA FRANCESA) YO VIAJANDO POR FRANCIA VISITANDO LOS CASTILLOS DEL LOIRA.DE VERDAD QUE DIOS HACE MARAVILLAS EN NOSOTROS SI LE DEJAMOS HACER. SOR YOLANDA DE LOS ÁNGELES.

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