VIDA DE LA PALABRA últimas semanas OCTUBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2) y la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6):
1.- Ha habido
situaciones difíciles a lo largo del mes en las cuales no veía solución. En mi
interior le he repetido la PdV decenas de veces al día al Señor.
Las dificultades de una persona; y yo
le repetía a Jesús: “el auxilio me viene del Señor…”; me quedaba paz relativa, pues
veía que esa persona seguía sufriendo, pero al final compruebo que eso la hace
ir madurando y creciendo interiormente.
1b.- Las dichosas y
costosas goteras de la cubierta en nuestro templo parroquial. Es casi una
angustia el no saber con certeza de dónde viene el agua. Ahí sí que repito sin
cesar, (y mucha gente), “el auxilio me viene del Señor…”; también por medio de
la intercesión de san José.
La colaboración económica para las
obras ya empezadas, va llegando para los pagos: también la ayuda desinteresada
de entendidos es también una respuesta a la petición de ese salmo, al menos
para seguir adelante con esperanza. Eso sí, poniendo la seguridad en Él, no en
esas mediaciones humanas. “Mi auxilio me viene del Señor”.
2.- Un sábado había
quedado con una persona, (pasa pocos días en Madrid, pues trabaja en otro país),
para charlar sus problemas de conciencia, sin darme cuenta que yo tenía reunión
parroquial programada a esa hora.
Cuando me percaté de la confluencia horaria,
faltaba menos de media hora para la cita y me manda en ese instante un whatsapp
disculpándose porque le están entretenido en unos análisis y no va a llegar:
aplazábamos para el día siguiente. Ahí exclamé totalmente agradecido: “mi
auxilio me viene del Señor…”.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Mi
auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2), la de septiembre («Alegraos
conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6) y la de agosto («Porque
donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):
1.- “…suelo hacer
un rato de oración en el tren durante el trayecto de vuelta a casa del trabajo.
Ese día no la había hecho pensando que podía ir a la iglesia media hora antes
de la Misa de diario y así estar delante del Sagrario en oración, que me ayuda
mucho.
Cuando llegué a la iglesia, me
encontré a una amiga. Ella iba a empezar a rezar el Rosario y me propuso recitarlo
juntas. Yo en un principio le dije que no, que prefería hacer oración sola en
silencio, (además, ya había rezado el Rosario por la mañana), pero al cabo de
un momento pensé que le iba a dar mucha más gloria a Dios rezar el Rosario
juntas que la oración yo sola. Así lo hicimos y al terminar sentí una gran
alegría interior y le di las gracias por ese momento tan bonito…”.
2.- “…Paco... te escribo
desde el hospital: le están haciendo una intervención a una de mis hijas y con
los nervios lógicos de estos momentos, me he sentado a pedirle a nuestro Padre
que salga todo bien y he rezado un Padrenuestro...
Me he acordado que no te había leído
y me has sacado una sonrisa y como siempre una pequeña reflexión... Al final en
la vida las cosas son cosas y lo importante es el amor a nuestros seres
queridos y darlo a quien lo necesite de una manera u otra, pero siempre con una
sonrisa... Gracias por tus palabras que hacen tanto bien!!!…”.
3.- “…mil gracias
por esta nueva Palabra de Vida, siempre tan acertada, y con las frases clave
para no dejarme vencer por el decaimiento o la derrota. “¡Señor, Tú eres mi
único Bien!”…”.
4.- “…muchas
gracias por tus continuos regalos!!!: saboreo cada correo quincenal como el
primer día. Unidos en la fe!”.
5.- “…todo bien, yo
trabajando y mis hijos bien y mi hermano. Muy contenta trabajando. Acordándome
mucho de mi madre: ahora ya hizo 6 meses y vienen fechas muy difíciles, pero
saldremos adelante…”.

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