VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de DICIEMBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de diciembre, («Nada es imposible para Dios», Lc 1, 37) y la de noviembre («Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir», Mc 12, 44):
1.- El
primer domingo de octubre iba
yo conduciendo hacia mi pueblo y recibí una llamada: una buena amiga me
proponía hacer juntos en la distancia en ese momento oración, (naturalmente sin
que me distrajese). Al acabar ese cuarto de hora, continué dialogando en mi
interior con el Señor y me vino a la mente cuando, un rato antes, una persona
sin muchos medios proponía hacer una suscripción domiciliada con una pequeña
aportación periódica a la economía de la parroquia, con lo cual me acordé de
las dos monedas de la viuda en el Evangelio y me emocioné interiormente.
Y entonces empezaron a venirme a la mente y al corazón varios
episodios de esa misma mañana, el primero (ya te lo conté en el correo de justo
hace un mes): yo estaba orando en silencio y entró un señor como cada domingo…;
y traté de escucharle con agrado e interés…; y me sorprendió la última frase
que me dijo: “padre, le quiero mucho”. Pero hasta ese momento en el coche, no
me di cuenta que en realidad era Dios que, en mi oración, me estaba hablando y
diciéndome eso a través de él.
1b.- Empecé así a recapitular las cosas de esa misma mañana
y vi cuántas veces Dios me había dicho eso: por ejemplo, antes de esa misa, una
niña de catequesis me entregó un dibujo en el cual escribía “un fuerte beso
para que le sigas siendo fiel al Señor, que te llamó para ser un cura
estupendo. Que seas feliz, amigo sacerdote Paco”. Su mamá me aclaró que la
iniciativa había partido de la niña y no se lo había querido ni enseñar hasta
ese momento. Vi también ahí otro guiño del amor de Dios.
Después de misa otra niña me acercó otro dibujo con una cruz en el
que ponía felicidades, pues había sido mi Santo dos días antes. Este año
precisamente me había felicitado mucha menos gente por S. Francisco de Asís,
incluso cercanos. Y también ahí percibí el paso de Dios.
En días previos estaba yo un poco desanimando inconscientemente:
varias personas y familias, (que se habían empezado a integrar en la comunidad
parroquial), estaban trasladándose esos días a otra población. Y al inscribir a
niños para empezar la catequesis de primero, si ya el año anterior había solo
17, (me parecían poquísimos), este año ¡¡eran 8!! Y, para colmo, 2 de ellos se “desapuntan”:
uno de los pocos que podía venir andando desde su casa a la parroquia, prefiere
apuntarse en otra a 8 km (12 min. en coche) y una niña prefiere ir a otra incluso
aún más lejos porque están allí sus primos, (y justo el cura de esa parroquia
me había comentado en días previos que le faltaba espacio en su templo parroquial
y le sobraba gente).
Así que, aunque se lo ofrecía yo al Señor, (“Tú, Señor, eres mi único
Bien”), de hecho estaba un poco “plof” sin darme cuenta. En realidad también estaba
contento de que pudieran enriquecer otra comunidad parroquial.
1c.- Continuaba yo en el coche meditando-recordando todo lo de esa
mañana dominical de octubre:
Entre una Misa y otra hubo una fiestecilla de inicio de catequesis
y vi a una persona habitual de la parroquia, (con la que habíamos acordado que
durante el curso se encargase de los padres mientras los niños estaban con la
catequista): la vi contactando con unos y con otros, animando a todos los
padres para esa reunión que con ella habíamos concordado. Viéndola resolutiva,
alegre e interaccionando, percibí también ahí el amor de Dios que nos “echa un
capote” para seguir organizando cosas de la parroquia y para que una persona
encuentre donde encajar las cualidades que puede ofrecer.
Y a través de todos estos recuerdos, como que el Señor continuaba
diciéndome: “no me olvido de ti, ni de tu parroquia, ¡que es más Mía que tuya,
eh!”.
1d.- Después, (seguía mis dos horas y media de viaje
a mi pueblo), me acordé que esta misma persona que me acababa de llamar para
orar, en enero había puesto un papelito bajo su “San José durmiente” para que
solucionara la economía de la parroquia, (y cada 3 ó 4 días ella me preguntaba
ingenua e ilusionada si se había arreglado). En abril, el consejo de economía
me había dicho que estaba saneada en realidad desde el inicio de año porque no
habían tenido en cuenta un dato. Y vi en ello otro gesto de amor del Señor por
mí y por la comunidad parroquial.
Y me acordaba, entonces, también que había sido por primavera
cuando, (después de dos años y medio de continuas solicitudes), nos han dado la
subvención para los paneles solares instalados en la parroquia. Y que ha sido
también a finales de primavera cuando, sin esperarlo, una persona nos dijo que acababan
de abrir el testamento de su marido fallecido en Navidad y dejaba una pequeña cantidad como herencia
también como donación para la parroquia.
Si el Señor, y san José, se ocupaban hasta de las cosas menos
importantes como son las materiales, ¡cuánto ni más estarán siempre pendientes
de las espirituales y verdaderamente importantes!
Así que, con cada uno de estos recuerdos, durante todo ese viaje
me venía como una lágrima de emoción y agradecimiento interior al Señor por
todos esos detalles de amor que, si no hubiera tenido esa llamada, quizás me hubieran
pasado desapercibidos.
Pensé cuántos días me habrán pasado desapercibidos pequeños
detalles de la presencia de Dios y de su amor por la parroquia. Siempre lo
confieso racionalmente, ¡y me lo creo!, ¡¡pero en ese momento era palparlo y
meditarlo!!
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la de Palabra de Vida de diciembre («Nada es imposible para Dios», Lc 1, 37), la de noviembre («Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir», Mc 12, 44) y la de octubre («El que quiera llegar a ser grande entre vosotros sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros sea esclavo de todos», Mc 10, 43-44):
1.- “…gracias por la PdV y
la experiencias. Al finalizar el año siempre solemos hacer balance, y comparto
contigo que este ha sido un año de redescubrimiento y acercamiento a Dios y la
felicidad que me supone estar cerca de vosotros y de toda la parroquia.
Gratamente sorprendida porque mis hijos y mi marido se hayan unido a la Misa de
los domingos, vivo esta Navidad con una alegría renovada.
Gracias por acompañarme en este camino que
creo me hace mejor persona…”.
2.- “…el otro día volvía mi hijo triste del trabajo. Él siempre manifiesta su fe
(además lleva una crucecita al cuello que no se quita para nada).
Sus compañeros del trabajo lo saben y ese día, delante de
varios, uno de ellos dijo: “los cristianos son todos unos enfermos mentales”.
Mi hijo me lo contó con tristeza… Yo le comenté que
rezara por él y que lo que más “descoloca” a alguien que te ha ofendido es
responderle con amor.
A los pocos días era el cumpleaños de esa persona y mi
hijo, al enterarse, en el rato de descanso, (en vez de ir a la pequeña
invitación a tomar algo), salió a comprarle un libro como regalo. Se lo dedicó
y se lo dejó en su mesa.
Cuando el otro lo vio, fue a buscar a mi hijo dándole las
gracias, estaba muy sorprendido… Y le dijo que tenían que quedar un día para
charlar y que si había dicho algo que le pudiera molestar que lo sentía…”.
3.- “…se me ha
ocurrido desearte este año (a ti y a toda la familia) una Feliz Navidad re-enviándote
este correo tuyo, que es el más antiguo que conservo de los que me vas enviando,
(enero de 2008), para que tengas conciencia de tu perseverancia y como
agradecimiento, también, por todo lo que nos compartes y que, sin duda, de una
u otra forma, nos ayuda…”.
4.- “…gracias,
Paco, por tu correo!: me ha encantado la forma en que enseñaste a Jesús en el
Sagrario a ese niñito y la manera en que Dios nos habla cuando oramos a través
de la paz y alegría que sentimos. Agradezco enormemente que a través de este
correo también me haces “oír” de Dios: ¡te quiero mucho!
Hoy amanecí con un virus fuerte
de estómago que ha roto los planes que teníamos para esta noche de fin de año:
estoy muy cansada, pero sé que forma parte de los planes de Dios. En unos días
estaré recuperada.
Me acuerdo de toda la gente que como
yo no tiene salud, no solo hoy día 31, sino muchos, muchos días del año. Y pido
a Dios por ellos, para que tengan fuerza para resistir, Esperanza para
continuar y aceptar lo que Dios disponga de nosotros…”.
5.- “…Muchas
gracias, Paco. Estos correos son como una pequeña luz en medio de tanta
oscuridad que nos rodea. Gracias por compartirnos tus experiencias. Solos no
podemos. Sólo con Dios y en Dios…”.
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