PALABRA DE VIDA enero 2025
«¿Crees esto?».
Después de haber
aclarado que se refiere a la vuelta de Lázaro a la vida física aquí y ahora, y
no solo a la que le espera al creyente después de la muerte, Jesús le pide a Marta la adhesión de la fe, y no solo
para realizar uno de sus milagros –que
el evangelista Juan llama «signos»–, sino para otorgarle a ella, como a todos
los creyentes, una vida nueva y la resurrección.
«Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11, 25), afirma Jesús. Y la fe que le pide es una relación personal con él, una
adhesión activa y dinámica. Creer no es como aceptar un contrato que
se firma una vez y ya no se vuelve a mirar, sino un hecho que transforma e
impregna la vida diaria.
«¿Crees esto?».
Jesús invita a vivir una vida
nueva aquí y ahora. Nos invita a experimentarla cada día, sabiendo
que, como hemos vuelto a descubrir en Navidad, Él
mismo nos la ha traído, tomando la iniciativa de venir a buscarnos y
viniendo entre nosotros.
¿Cómo responder a
su pregunta? Miremos a Marta, la hermana de Lázaro.
En el diálogo con
Jesús le brota una profesión de fe plena en Él.
El original griego la expresa aún con más fuerza. El «yo creo» que ella
pronuncia significa «he alcanzado a creer»,
«creo firmemente» que «tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que iba a venir al
mundo» (cf. Jn 11, 27), con todas las
consecuencias. Es una convicción madurada con el tiempo, puesta a
prueba en las diversas circunstancias que ha afrontado en la vida.
El Señor me dirige su pregunta también a mí.
También a mí me pide una confianza generosa en él y la adhesión a su estilo de
vida, fundado en el amor generoso y concreto a
todos. La perseverancia madurará mi
fe, que se reforzará al constatar día tras día la verdad de las
palabras de Jesús puestas en práctica, y que no dejará de expresarse en mi
actuar diario con todos. Para empezar, podemos
hacer nuestra la oración de los apóstoles a Jesús: «Auméntanos la fe»
(Lc 17, 5).
«¿Crees esto?».
«Una de mis hijas
había perdido el trabajo a la vez que todos sus compañeros, ya que el gobierno
había cerrado la agencia pública donde trabajaban –cuenta Patricia, de
Latinoamérica–. Como forma de protesta, habían organizado una acampada ante la
sede. Yo procuraba apoyarlos participando en algunas de sus actividades,
llevándoles comida o simplemente parándome a hablar con ellos. El Jueves Santo,
un grupo de sacerdotes que los acompañaba decidió celebrar una ceremonia en la
que se ofrecían también espacios de escucha, se leyó el Evangelio y se llevó a
cabo el gesto del lavatorio de pies en recuerdo de lo que había hecho Jesús. La
mayor parte de los presentes no eran personas religiosas; sin embargo, fue un
momento de profunda unión, fraternidad y esperanza. Se sintieron abrazados, y,
emocionados, daban las gracias a aquellos sacerdotes que los acompañaban en
medio de la incertidumbre y el sufrimiento».
Esta palabra de
Jesús ha sido elegida como lema para la Semana
de oración por la unidad de los cristianos de 2025. Así pues,
recemos y apliquémonos para que nuestra creencia común nos mueva a buscar la fraternidad
con todos: esta es la propuesta y el deseo de Dios para la humanidad, pero
requiere nuestra adhesión. La oración y la acción serán eficaces si nacen de
esta confianza en Dios y de nuestro actuar en consecuencia.
SILVANO MALINI y el equipo de la Palabra de vida
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