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sábado, 1 de febrero de 2025

EXAMINAD Y ESCOGED

 PALABRA DE VIDA                               febrero 2025


«Examinadlo todo

y quedaos con lo bueno»

(1 Ts 5, 21)

 

La Palabra de este mes está tomada de una serie de recomendaciones finales que el apóstol Pablo da a la comunidad de los tesalonicenses: «No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal» (1 Ts 5, 19-22). Profecía y discernimiento, diálogo y escucha. Estas son las indicaciones de Pablo a una comunidad que había emprendido hacía poco el camino de la fe.

Entre los variados dones del Espíritu, Pablo estimaba mucho el de la profecía[1]. El profeta no es aquel que prevé el futuro, sino más bien quien tiene el don de ver y entender la historia personal y colectiva desde el punto de vista de Dios.

Pero todos los dones están guiados por el don más grande, la caridad, el amor fraterno (cf. 1 Co 13). Agustín de Hipona afirma que solo la caridad permite discernir qué actitud tomar ante cada situación[2].

 

«Examinadlo todo y quedaos con lo bueno».

 

Hace falta estar en condiciones de mirar no solo los dones personales, sino también el gran potencial y la complejidad de visiones y opiniones que se abren ante nosotros, en aquellas personas que tenemos al lado y con las cuales nos confrontamos, incluso en personas con las que nos cruzamos por casualidad. Es importante mantener con todas la autenticidad del corazón y también ser conscientes de nuestro punto de vista limitado.

Podríamos adoptar esta Palabra de vida como lema en cualquier situación de diálogo y de confrontación. Escuchar al otro, no necesariamente para aceptarlo todo, pero sí sabiendo que es posible encontrar algo bueno en lo que dice, favorece una apertura mental y del corazón. Es hacer el vacío dentro de nosotros por amor y así tener la posibilidad de construir algo juntos.

 

«Examinadlo todo y quedaos con lo bueno».

 

El padre Timothy Radcliffe, uno de los teólogos que participaron en el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica, ha afirmado que «lo más valiente que podemos hacer en este sínodo es ser sinceros entre nosotros respecto a nuestras dudas y preguntas, aquellas para las que no tenemos respuestas claras. Entonces nos acercaremos como compañeros de búsqueda y mendigos de la verdad»[3].

En una charla con focolarinos, Margaret Karram comentó así esta reflexión: «Pensando en ello, me he dado cuenta de que muchas veces no he tenido el valor de decir verdaderamente lo que pensaba: quizá por temor a no ser entendida, o tal vez para no decir algo completamente distinto de la opinión de la mayoría. He entendido que ser “mendigos de la verdad” significa tener los unos con los otros esa actitud de proximidad en la que todos queremos lo que Dios quiere, en la que todos juntos buscamos el bien»[4].

 

«Examinadlo todo y quedaos con lo bueno».

 

Es la experiencia de Antía, que participa en el grupo de artes escénicas Mosaico, nacido en España en 2017 como Gen Rosso Local Project. Está compuesto por jóvenes que ofrecen su experiencia de fraternidad a través de su arte y de sus talleres. Antía nos cuenta: «Es la conexión con mis valores: un mundo fraterno, dando cada uno (sea muy joven, inexperta, vulnerable…) su aportación a este proyecto. Mosaico me hace tener fe en que un mundo más unido no es una utopía, a pesar de las dificultades y el gran trabajo que conlleva. He crecido trabajando en equipo, con un diálogo brutal y renunciando a esas ideas mías que consideraba las mejores. Y es que “lo bueno” se construye pieza a pieza entre todos»[5].

 

 

PATRIZIA MAZZOLA y el equipo de la Palabra de vida



[1] Cf. Juan Pablo II, Audiencia general, 24-6-1992, n. 7.

[2] Agustín de Hipona, Ep. Jo., 7, 8.

[3] T. Radcliffe, Meditazione n. 3, Amicizia, Sinodo dei Vescovi, Sacrofano 2-10-2023.

[4] M. Karram (presidenta del Movimiento de los Focolares), Charla con los focolarinos, Rocca di Papa 3-2-2024.

[5] Mosaico GRPL forma parte del proyecto Fuertes sin violencia, que organiza talleres multidisciplinares con jóvenes durante tres días, procurando transmitir valores como la no-violencia, la paz y el diálogo a través del arte. Cf. revista LAR, n. 1, Primavera 2024, p. 11.

sábado, 30 de marzo de 2024

TESTIMONIAR AL RESUCITADO VIVO HOY

 

¡Cristo ha resucitado, aleluya, aleluya!

¡Verdaderamente ha resucitado el Señor,

aleluya, aleluya!

 



 

Para ti y los tuyos…:

¡¡¡feliz Pascua de Resurrección!!!

 

Y para vivirla bien, una nueva Palabra para poner en práctica todo un mes :

 

PALABRA DE VIDA                      abril 2024

 

«Los apóstoles daban testimonio con gran poder

de la resurrección del Señor Jesús.

Y gozaban todos de gran simpatía»

(Hch 4, 33).

 

        Esta palabra, que cae en tiempo de Pascua, nos invita a ser testigos también nosotros, con la libertad plena de quienes han recibido el mensaje evangélico, del evento que ha marcado la historia: ¡Jesús ha resucitado!

Para entender hasta el fondo el sentido de este versículo sacado de los Hechos de los Apóstoles, conviene citar la frase que lo precede: «La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos» (cf. Hch 4, 32).

 

«Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía».

 

        El texto presenta a la comunidad cristiana animada por la fuerza potente del Espíritu, caracterizada por la comunión, que la empuja a proclamar a todos el Evangelio, la buena noticia, es decir, que Cristo ha resucitado.

        Son las mismas personas que antes de Pentecostés estaban asustadas y apesadumbradas ante los últimos acontecimientos acaecidos, y ahora salen a descubierto, dispuestas a dar testimonio hasta el martirio gracias a la fuerza del Espíritu, que se ha llevado miedos y temores. Eran un solo corazón y un alma sola, practicaban el amor mutuo hasta poner en común sus bienes: esta era la realidad que estaba implicando cada vez a más personas.

        Mujeres y hombres que seguían a Jesús habían escuchado sus palabras, habían vivido con Él sirviendo y amando a los últimos, a los enfermos; habían visto con sus ojos los hechos prodigiosos obrados por Jesús, y su vida había cambiado porque, llamados a vivir una nueva ley, habían sido los primeros testigos de la presencia viva de Dios en medio de los hombres.

        Y para nosotros, seguidores de Jesús hoy, ¿qué significa dar testimonio?

 

«Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía».

 

        El modo más eficaz de testimoniar al Resucitado es mostrar que Él está vivo y habita en medio de nosotros. «Si vivimos su Palabra, […] manteniendo encendido en el corazón el amor al prójimo, si nos esforzamos en especial por mantener siempre el amor mutuo entre nosotros, el Resucitado vivirá en nosotros, vivirá en medio de nosotros e irradiará su luz y su gracia alrededor, transformando cada lugar con frutos incalculables. Y será Él quien guíe nuestros pasos y nuestras actividades con su Espíritu; quien disponga las circunstancias y nos proporcione las ocasiones para llevar su vida a las personas que necesitan de Él»[1].

 

«Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía».

 

        Escribe Margaret Karram[2]: «“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15) es la extraordinaria consigna que hace 2000 años los apóstoles recibieron directamente de Jesús y que cambió el curso de la historia. Hoy Jesús nos dirige a nosotros la misma invitación: nos ofrece la posibilidad de llevarlo al mundo con toda la creatividad, las capacidades y la libertad que Él mismo nos ha dado»[3].

        Es un anuncio «que no termina con su muerte, ¡al contrario! Adquiere más fuerza después de la Resurrección y de Pentecostés, cuando los discípulos se convirtieron en testigos valientes del Evangelio. Y el mandado de ellos ha llegado hasta nosotros hoy. A través de mí y de cada uno de nosotros, Dios quiere seguir contando su historia de amor a aquellos con quienes compartimos tramos breves o largos de la vida»[4].

 

Patrizia Mazzola y el equipo de la Palabra de vida

                               



[1] C. Lubich, Palabra de vida, enero 1986: Palabras de vida/1 (1943-1990), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 364-365.

[2] Presidente del Movimiento de los Focolares.

[3] M. Karram, LLamados y enviados, Rocca di Papa, 15-9-2023.

[4] Ibid.

martes, 30 de noviembre de 2021

FELICIDAD CREYENDO A DIOS

 PALABRA DE VIDA                      diciembre 2021

 


«¡Feliz la que ha creído

que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

(Lc 1, 45)

 

También en este mes la Palabra de vida nos propone una bienaventuranza. Es el saludo gozoso e inspirado de una mujer, Isabel, a otra mujer, María, que ha ido a su casa para ayudarla. Sí, porque ambas esperan un hijo y ambas, profundamente creyentes, han acogido la Palabra de Dios y han experimentado su poder generador en su propia pequeñez.

María es la primera bienaventurada del Evangelio de Lucas, aquella que experimenta la alegría de la intimidad con Dios. Con esta bienaventuranza, el evangelista introduce la reflexión sobre la relación entre la Palabra de Dios anunciada y la fe que la acoge, entre la iniciativa de Dios y la libre adhesión de la persona.

 

«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

 

María es la verdadera creyente en la promesa «a Abraham y a su linaje por los siglos» (cf. Lc 1, 55). Está tan vacía de sí misma, tan humilde y abierta a escuchar la Palabra, que el mismo Verbo de Dios puede encarnarse en su seno y entrar en la historia de la humanidad.

Nadie podrá experimentar la maternidad virginal de María, pero todos podemos imitar su confianza en el amor de Dios. Si la Palabra es acogida con corazón abierto, puede encarnarse también en nosotros con sus promesas y hacer fecunda nuestra vida de ciudadanos, padres y madres, estudiantes, trabajadores y políticos, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos.

¿Y si nuestra fe es insegura, como la de Zacarías (cf. Lc 1, 5-25; 67-79)? Sigamos confiando en la misericordia de Dios. Él no dejará de buscarnos hasta que descubramos también nosotros su fidelidad y lo bendigamos.

 

«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Entre las mismas colinas de Tierra Santa, pero en tiempos mucho más próximos a los nuestros, otra madre profundamente creyente enseñaba a sus hijos el arte del perdón y del diálogo que había aprendido en el Evangelio. Es un pequeño signo en esta tierra cuna de civilizaciones, que siempre busca la paz y la estabilidad entre fieles de religiones diversas. Cuenta Margaret: «A nosotros, sus hijos, ofendidos por expresiones de rechazo de otros niños vecinos nuestros, nuestra madre nos dijo: “Invitad a esos niños a nuestra casa”; ella misma les dio pan recién hecho en casa para que lo llevasen a sus familias. Desde entonces hemos mantenido relaciones de amistad con esas personas»[1].

También Chiara Lubich nos sostiene en esta fe valiente: «Después de Jesús, María es quien mejor y más perfectamente ha sabido decir sí a Dios. Ahí radica sobre todo su santidad y su grandeza. Y si Jesús es el Verbo, la Palabra encarnada, María, por su fe en la Palabra, es la Palabra vivida, aun siendo una criatura como nosotros, igual a nosotros. […] Así pues, creamos con María que se realizarán todas las promesas contenidas en la Palabra de Jesús y atrevámonos como María, en caso necesario, a exponernos al absurdo que a veces conlleva su Palabra. A quien cree en la Palabra le suceden hechos grandes y pequeños, pero siempre maravillosos. Se podrían escribir libros con los hechos que lo confirman. […] Cuando, en la vida de todos los días, al leer las Sagradas Escrituras, nos encontremos con la Palabra de Dios, abramos el corazón a la escucha, con la fe de que se cumplirá lo que Jesús nos pide y promete. No tardaremos en descubrir […] que Él mantiene sus promesas»[2].

 

«¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

 

En este tiempo de preparación a la Navidad, recordemos la sorprendente promesa de Jesús de hacerse presente entre quienes acogen y viven el mandamiento del amor recíproco: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre –es decir, en el amor evangélico–, allí estoy Yo en medio de ellos» (Mt 18, 20).

Confiados en esta promesa, dejemos que Jesús renazca también hoy en nuestras casas y en nuestras calles gracias a la acogida recíproca, a la escucha profunda del otro, al abrazo fraterno como el de María e Isabel.

 

LETIZIA MAGRI



[1] Cf. cittanuovatv - Entrevista a Margaret Karram.

[2] C. Lubich, Palabra de vida, agosto 1999: Ciudad Nueva n. 357 (8-9/1999), p. 28.



N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 

en viñetas para los niñosadaptada para adolescentes y para jóvenes,

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