lunes, 31 de enero de 2022

ACOGER A TODOS

 PALABRA DE VIDA                              febrero 2022


«Al que venga a Mí

no lo echaré fuera»

(Jn 6, 37)

 

Esta afirmación de Jesús forma parte de un diálogo con la muchedumbre, que lo busca después del milagro de los panes multiplicados en abundancia y pide un signo más para creer en Él.

Jesús revela que Él mismo es el signo del amor de Dios; es más, él es el Hijo que ha recibido del Padre la misión de acoger y llevar de nuevo a su casa a toda criatura, en particular a toda persona humana, creada a imagen de Él. Sí, porque el Padre mismo ha tomado ya la iniciativa y atrae a todos hacia Jesús (cf. Jn 6, 44), poniendo en el corazón de cada uno el deseo de una vida plena, es decir, de la comunión con Dios y con sus semejantes.

Así pues, Jesús no rechazará a nadie por muy lejos que pueda sentirse de Dios, porque esta es la voluntad del Padre: no perder a nadie.

 

«Al que venga a mí no lo echaré fuera»

 

Es en verdad una buena noticia: Dios ama a todos inmensamente; su ternura y su misericordia se dirigen a cada hombre y a cada mujer. Él es el Padre paciente y misericordioso que espera a cualquiera que se ponga en camino llevado por la voz interior.

Con frecuencia estamos enfermos de sospecha: ¿por qué Jesús querría acogerme? ¿Qué quiere de mí? En realidad Jesús solo nos pide que nos dejemos atraer por Él, que liberemos el corazón de todo lo que lo estorba para acoger con confianza su amor gratuito.

Pero es también una invitación que solicita nuestra responsabilidad. Pues si experimentamos tanta abundancia de ternura por parte de Jesús, nos sentiremos movidos también nosotros a acogerlo a Él en cada prójimo (cf. Mt 25, 45): hombre o mujer, joven o mayor, sano o enfermo, de nuestra cultura o de otra… Y no rechazaremos a nadie.

 

«Al que venga a mí no lo echaré fuera»

 

         En Quebec (Canadá), una comunidad cristiana que vive la Palabra se esfuerza por acoger a muchas familias que llegan a su país desde distintas partes del mundo: Francia, Egipto, Siria, Líbano, Congo… A todos los acogen y los ayudan también en lo referente a la inserción. Lo cual significa responder a sus muchas preguntas, rellenar formularios en relación con el estatuto de refugiado o de residente, coordinarse con el colegio de los niños y acompañarlos a conocer su barrio. Es importante también inscribirse en clases de francés y buscar trabajo.

Escriben Guy y Micheline: «Una familia siria que llegó a Canadá huyendo de la guerra se encontró aquí con otra nada más llegar, estando aún muy desorientada. A través de las redes sociales activaron la solidaridad y muchos amigos le procuraron todo lo necesario: camas, sofás, mesas, sillas, vajilla, ropa, libros y juguetes para los niños, que otros niños de nuestras familias les regalaron espontáneamente, sensibilizados por sus padres. Han recibido más de lo que necesitaban, y han ayudado a su vez a otras familias pobres de su edificio. La Palabra de vida de aquel mes llegó muy a propósito: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

 

«Al que venga a mí no lo echaré fuera»

 

He aquí cómo podemos transformar en vida esta Palabra de Dios: dando testimonio de la cercanía del Padre ante cada prójimo, cada uno y como comunidad.

Nos ayuda esta meditación de Chiara Lubich sobre el amor en forma de misericordia. Este, escribe Chiara, es «[…] el amor que abre corazón y brazos a los miserables […], a los maltratados por la vida, a los pecadores arrepentidos. Un amor que sabe acoger al prójimo desviado –amigo, hermano o desconocido– y le perdona infinitas veces. […] Un amor que no mide y que no será medido. Es una caridad que florece más abundante, más universal y más concreta que la que el alma poseía antes. Y esta siente nacer en sí sentimientos semejantes a los de Jesús, y se da cuenta de que afloran a sus labios, para cada persona que encuentra, las divinas palabras: «Siento compasión de esta gente» (cf. Mt 15, 32). […] La misericordia es la máxima expresión de la caridad, la que la completa. Y la caridad supera al dolor, porque este es solo de esta vida, mientras que el amor perdura también en la otra. Dios prefiere la misericordia al sacrificio»[1].

 

LETIZIA MAGRI

 

 



[1] C. Lubich, «Cuando uno ha conocido el dolor», en Meditaciones, Ciudad Nueva, Madrid 1964, 200710, pp. 57-58.

DESCUBRIR QUE DIOS NOS GUÍA A TRAVÉS DE SENCILLOS SIGNOS

VIDA DE LA PALABRA                                 últimas semanas de ENERO

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2) y la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45):

1.-        El sábado de la semana anterior, antes de la Misa matinal, llegó a la parroquia un señor mayor, sencillo, con su garrota: venía del otro lado de la A6 a entregar en mano sus 100 € como donativo según su costumbre, (bimestrales o trimestrales, no sé bien todavía). Me pareció una persona transparente, sencilla, encantadora… un signo luminoso para mí, como la estrella de oriente.

         Le regalé el “Evangelio de cada día 2022”: “¿y viene el de los 365 días? ¿De verdad? ¡Pero… no he traído dinero para pagarle el librito!”. Me pareció enternecedor: “no te preocupes; si lo regalamos a todo el mundo, (aunque en conjunto nos supone un buen coste a la Parroquia), ¿cómo no te lo vamos a regalar a ti, que acabas de hacernos un donativo generoso? Y, además, regalamos el calendario de mesa y el de bolsillo con los horarios de la parroquia; y la estampa con la oración de la comunidad cristiana”. Conmovido el hombre, (¡pero yo más!), me contesta: “la rezaré todos los días; ¡pero qué buenos regalos que hacen ustedes aquí siempre!”.

         Cuando él se fue, yo, como los reyes de oriente, no tuve más remedio que alabar y adorar al Señor, porque… “has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las ha revelado a la gente sencilla; sí, Padre, así te ha parecido mejor”.

 

2.-        Trato de acoger a toda la gente con alegría y apertura de mente y corazón. Me han ocurrido varias experiencias bonitas estos días: con unos recién trasladados a Las Matas y que quieren bautizar al bebé; con una que vive aquí pero, en cambio, lleva a su niña a la catequesis a otro pueblo y pedía una partida de bautismo para que hiciera la comunión en otra parroquia; con el barrendero que se ocupa de esta zona y al que llevaba varios días sin ver; etc. Quedaron muy contentos y agradecidos de la sonrisa y el trato, y del regalo también del calendario y del “Evangelio de 2022”. Y yo con el alma volando al ver sus respectivas alegrías y las ganas de algunos de volver por la parroquia, pues decían que no se habrían imaginado que se sentirían tan a gusto... Y, de nuevo, adorar al Señor en el fondo de mi alma, y buscar un ratito de recogimiento, porque es Él Quien hace nuevas todas las cosas y toca los corazones.

2b.-     Y con ese mismo fruto, pero con metedura de pata mía previamente, también he tenido, (aunque dolorosamente), ese signo de la estrella que guía.

         Por ejemplo, en un amplio diálogo con una persona, quizá me esperaba cosas que yo daba por hechas dada su responsabilidad, y entonces me pude haber dejado llevar por mi impulsividad: a pesar de hablar yo con una sonrisa en los labios y pretendiendo que no se conformara con una parte de la experiencia católica, sino que tuviera completos todos los pilares, quizá no me hice entender bien. De hecho, al rato volví a ver a esa persona un par de veces y, a pesar de su mascarilla, noté una sombra en su mirada. Así que, por la noche, le mandé un whatsapp pidiendo perdón, si eso se debía a la conversación que tuvimos. Efectivamente. Le volví a escribir, entonces, disculpándome, recordando que hay que vivir la unidad en la diversidad, pero, como dice S. Agustín: "en lo necesario, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad", (“in necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas”).

         Tengo que estar más atento en mis primeros pasos y no perder lo que siempre trato de vivir: hacerme uno con todos en todo menos en el pecado; ponerme en el lugar y en la perspectiva de cada interlocutor para asimilar bien lo que quiere decir y, desde ahí, dialogar caritativamente.

         Y, aprendida la lección desde mi equivocada impulsividad, ver de nuevo la estrella que se pone en camino para guiarme a Jesús y adorarle.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero  («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2), la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45) y la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9):

1.-        “a mí me “premiaron” en el trabajo poniéndome en el turno de noches toda la Navidad, excepto el 25 y el 1 de enero, hasta el 9. Pero eso me hizo que me armara de paciencia para afrontarlo, pensando que así mis compañeros podrían estar mejor. Alguien tenía que estar de guardia. Al menos mi hija, (que trabaja en otra ciudad lejos), ha estado aquí y aunque yo haya dormido poco estos días, nos hemos visto.

Ahora he vuelto a mis ratos en el campo, podando y rezando, dando gracias a Dios por todas las cosas que nos da. Rezo por los sacerdotes y todos los que tienen el valor de seguirle a ÉL sin condiciones.

 

2.-        “una palabra de vida reconstituyente ha sido ésta para mí. 

Corren tiempos difíciles, en que la gente está nerviosa por todo lo que nos rodea. Vivimos tan “ombligados”, que en ocasiones uno pierde esa capacidad tan Cristiana y humana de dar amor. Y también surge el miedo al rechazo, pues cada vez se ve que menos gente comparte su fe abiertamente. 

         Es una cosa que hablo con una amiga que tú conoces. Cuando hablamos de Dios y nos contamos nuestra experiencia y vivencias, siento una paz interior y una emoción interior… Creo que en ocasiones los Cristianos hemos convertido el acto de ir a la iglesia en una rutina más, que a veces no se vive con la intensidad y la importancia que tiene esa común unión dentro de nuestra comunidad. 

Y no alimentamos ese amor, con las palabras que escuchamos allí, no compartimos ese amor con los que nos rodean en ese momento. Vivimos en un momento de tal rechazo a todo, que observo que poca gente es dada a abrirse y vivir nada con intensidad. 

Trabajo de cara al público, y muchas veces estos nerviosismos llevan a la gente a tratar y actuar de forma poco correcta y cristiana. Pero sí, la palabra de vida me carga las pilas para seguir intentando infundir ese amor en mi grupo… Gracias una vez más, por la labor de hacernos llegar éstas reflexiones sobre la palabra.

 

 

 

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lunes, 17 de enero de 2022

ADORAR JUNTOS AL ÚNICO JESUCRISTO

 A mitad de la "cuesta de enero", conviene renovarnos en el practicar con plenitud la Palabra de vida que tenemos este mes, («hemos visto su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo»), y más aún en vista de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que cada año celebramos del 18 al 25 de enero en buena parte del mundo, (en algún país se realiza, en cambio, en torno a Pentecostés). Nos ayudarán a todo ello estos textos:


 

ASPIRAR AL MAYOR DON: LA CARIDAD

 Cuando nos falta la caridad, surgen los malentendidos, los conflictos, las enemistades. Quien no ama, alimenta malos sentimientos que destruyen su espíritu y lo hacen infeliz.

Cuando reina la caridad entre las personas, hay serenidad, paz, armonía en las relaciones, perdón, verdadera amistad.

La caridad es Amor en su expresión más genuina: amor concreto, que es vida en donación. No debemos reducir la palabra “amor” a un simple afecto, así como no podemos reducir la caridad a una limosna.

La caridad es amor de naturaleza divina. Está en nuestro ADN espiritual. Nosotros fuimos creados para amar y solo con amor nos realizamos plenamente.

Dios nos concede muchos dones, pero el don más elevado es la caridad, porque nos hace semejantes a Él que es amor.

 

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra diario, 15 enero 2022

 

 

 

 

 

LOS TRES CÍRCULOS CONCÉNTRICOS DE LA UNIDAD

 …podríamos imaginar la unidad formada por tres círculos concéntricos, como los de un tronco.

El primer círculo, el más interno, es permanecer en Jesús. Aquí es donde comienza el camino de cada persona hacia la unidad. En la acelerada y compleja realidad actual, es fácil perder el hilo, atraídos por mil cosas. Muchos se sienten fragmentados por dentro, incapaces de encontrar un punto fijo, un orden estable en las circunstancias variables de la vida. Jesús nos muestra el secreto de la estabilidad al permanecer en Él… Necesitamos la oración como el agua para vivir. La oración personal, estar con Jesús, la adoración, es lo esencial para permanecer en Él. Es el modo de poner en el corazón del Señor todo lo que habita en nuestro corazón, esperanzas y temores, alegrías y penas. Pero, sobre todo, centrados en Jesús en la oración, experimentamos su amor. Y de este modo nuestra existencia toma vida, como el sarmiento toma savia del tronco...

El segundo círculo es el de la unidad con los cristianos. Somos sarmientos de la misma vid, somos vasos comunicantes: el bien y el mal que cada uno hace se derrama sobre los demás. En la vida espiritual existe una especie de “ley de la dinámica”: en la medida en que permanecemos en Dios nos acercamos a los demás, y en la medida en que nos acercamos a los demás permanecemos en Dios. Significa que si oramos a Dios en espíritu y en verdad surge la necesidad de amar a los demás y, por otra parte, que «si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros» (1 Jn 4,12). La oración sólo puede conducir al amor, de lo contrario es un ritualismo fatuo. De hecho, no es posible encontrarse con Jesús sin su Cuerpo, formado por muchos miembros, tantos como son los bautizados. Si nuestra adoración es auténtica, creceremos en el amor por todos los que siguen a Jesús, independientemente de la comunión cristiana a la que pertenezcan, porque, aunque no sean “de los nuestros”, son suyos...

Sin embargo, constatamos que amar a nuestros hermanos no es fácil, porque enseguida aparecen sus defectos y faltas… Pidamos, pues, al Padre que nos quite los prejuicios sobre los demás y los apegos mundanos que dificultan la plena unidad con todos sus hijos. Así, purificados en el amor, sabremos poner en segundo lugar las trabas terrenales y los obstáculos del pasado que hoy nos distraen del Evangelio.

El tercer círculo de la unidad, el más amplio, es toda la humanidad. Aquí podemos reflexionar sobre la acción del Espíritu Santo. En la vid que es Cristo, Él es la savia que llega a todas partes. Pero el Espíritu sopla donde quiere y por todos los lugares que quiere para conducirnos de nuevo a la unidad. Nos lleva a amar no sólo a los que nos quieren y piensan como nosotros, sino a todos, como Jesús nos enseñó... Que el Espíritu Santo, autor de la gracia, nos ayude a vivir en la gratuidad, a amar incluso a los que no nos corresponden, porque es en el amor puro y desinteresado donde el Evangelio da sus frutos...

El Espíritu Santo nos enseña así la concreción del amor hacia todos… Al servirles juntos, nos redescubriremos como hermanos y creceremos en la unidad.

El Espíritu, que renueva la faz de la tierra, también nos exhorta a cuidar la casa común, a tomar decisiones audaces sobre la forma de vivir y consumir, porque lo contrario de dar fruto es la explotación y es indigno desperdiciar los preciosos recursos de los que tantos carecen.

El mismo Espíritu, autor del camino ecuménico, nos ha llevado esta tarde a rezar juntos. Y mientras experimentamos la unidad que proviene de dirigirse a Dios con una sola voz, deseo agradecer a todos los que durante esta Semana han rezado y seguirán rezando por la unidad de los cristianos...      Que el Espíritu Santo, derramado en nuestros corazones, nos haga sentir hijos del Padre, hermanos y hermanas entre nosotros, hermanos y hermanas en la única familia humana. Que la Santísima Trinidad, comunión de amor, nos haga crecer en la unidad.

PAPA FRANCISCO, Homilía en las segundas vísperas,

semana de oración por la unidad de los cristianos, 25 enero 2021

 

 

 

 

 

 

CRECER EN LA COMUNIÓN ENTRE TODOS

 ¡Ojalá estos medios nos sirvan no solo para comunicar saludos y noticias sino, sobre todo, corazón y alma y vida interior! Si “un amigo fiel es medicina de vida”, ¡cuánta SALUD y presencia de Dios podremos procurarnos mutuamente!

 P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al pasapalabra diario, 13 enero 2022

 

 


domingo, 16 de enero de 2022

Y VOLVIERON A SUS COSAS POR OTRO CAMINO

 VIDA DE LA PALABRA                     primeras semanas de ENERO

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2) y la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45):

 1.-        Estando en mi pueblo fui a comprar en un bazar de los que tienen de todo y barato. Al ir a pagar, sabiendo que eran magrebíes, le di los “buenos días” en árabe, (en Loppiano aprendí a saludar en muchas lenguas). Me miró raro, pero en seguida reaccionó y me contestó en árabe… y tras unos segundos de pausa, empezó a adivinarse su sonrisa a través de la mascarilla y me preguntó en español si me sabía más palabras. “Buenas tardes”; “gracias”.

         Y a raíz de eso empezamos a charlar animadamente. En seguida me dijo que él era el Presidente de la comunidad musulmana de mi pueblo. Le pregunté cuántos eran y dónde tenían la mezquita. Me ofreció que fuera a visitarla, (cosa que intentaré alguna de las próximas veces que vaya al pueblo). Y estuvimos hablando de la paz: todos tenemos que colaborar para que exista. Dudé por un instante si darle mi tarjeta, (cosa que hago con casi todo el mundo), pero vencí ese prejuicio.

         Nos despedimos sonrientes y yo llevaba en el alma la alegría de haber abierto cauces, dejándome guiar, como los sabios de oriente, por la luz de esa estrella que conduce a otros horizontes. Y, entonces, me puse a adorar al Señor en mi corazón, mientras salía a recoger a mi madre que me esperaba fuera apoyada en su bastón, mientras hablaba con una amiga que encontramos cuando yo entré. Le conté la experiencia y participó de la alegría.

 

2.-        Desde que llegué a la parroquia, una de las preocupaciones era el “modelo 182” que hay que cumplimentar en enero: la declaración de donantes para que Hacienda les desgrave. Todos los párrocos temen cada año esta complicación.

         Una persona nos había anunciado hace pocas semanas que nos podría ayudar en esa tarea. Y después de Reyes, empezó; el otro sacerdote también se lo tomó muy en serio. Y justo me pilló el covid, (pocos síntomas y leves), cuando ya había visto yo esa providencia asomar en el momento justo, (¡como la estrella de oriente!), pues, si no, me hubiera quedado muy preocupado. Y de nuevo me sirvió para adorar al Señor en mi alma.

2b.-     Cosa que también aproveché para hacer más esa semana de aislamiento; también para con el Espíritu Santo, con la oración del Card. Mercier (“¡oh, Espíritu Santo, alma de mi alma!: te adoro, etc.”).

Celebraba la Misa solo en casa, con mi madre conectada por zoom. Me leí, entre otras cosas, el librito “La Salud. Historias reales y reflexiones sobre nosotros, los demás y el planeta”, de Ed. Ciudad Nueva, que me ha encantado, (¡y te recomiendo vivamente!), y creo, además, que era el adecuado para ese momento y para esta época: para vivir una enfermedad y la recuperación “como Dios manda”, y la salud como un don de Dios, y, por ello, responsabilizarme todavía más para que lo sea para todo el mundo en el plano físico, psicológico y espiritual, y de una ecología integral. Y algunos “ángeles de la guarda” contribuyeron también a todo ello con el alimento material.

Hoy he vuelto a mis tareas normales, pero, (como los sabios de oriente avisados en sueños), por otro camino.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero  («Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2), la de diciembre («¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!», Lc 1, 45) y la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9):

 

1.-        “ayer me acordé de las palabras que dijiste en la homilía del domingo: "para ser hijos de Dios hay que hacer las tareas cotidianas, del día a día con mucho amor y mucha alegría". Tras desayunar, me puse con las tareas cotidianas: hacer la cama, rezar, preparar la comida, ir a la compra, gestiones en el banco, preparar papeles para la declaración del 182, llamadas varias... lo de siempre, lo de todos los días.

Sin embargo, yo notaba que aun siendo las tareas cotidianas del día a día, algo había diferente en todas ellas, o mejor dicho, alguien: yo. No sé qué me pasaba, pero me sentía feliz, entusiasmada con todo aquello que estaba haciendo por muy insignificante que pareciera la tarea que estaba realizando y la verdad es que disfruté mucho de la mañana. Con todo lo que hacía y con todos los que había saludado en las diversas tareas: en el banco, en el médico, en la pescadería, los vecinos...

Leo hoy en el libro I de Samuel: ".... Luego, la mujer emprendió su camino, comió y su semblante no fue ya el mismo". Leo, y me siento identificada con esas palabras. Tras la Navidad, emprendo de nuevo el camino de lo cotidiano, pero mi semblante no es el mismo; vuelvo por otro camino, como los sabios de oriente después de encontrarse con el niño Jesús.

 

2.-        “muchas gracias, Paco, por todo lo que envías, por la Palabra de Vida de este mes que me ha encantado y por las experiencias.

Estos días estoy confinada por el COVID  de 3 personas de la familia. Está siendo una preciosa ocasión para adorar, leer (estoy leyendo una biografía nueva sobre Charles de Foucauld maravillosa), tejer y rezar.

 

3.-        “hemos pasado unos días un poco locos, porque hemos tenido la familia en casa y en mi caso no reina siempre La Paz en estas fechas. Pero, por más que lo intentaba, diciendo todo el rato “venga, empiezo de nuevo”, no conseguía nada. Así que decidí pedírselo al Señor: “Señor, desvía mi atención de todos los comentarios fuera de lugar, de las personas que me querían quitar La Paz y céntrame en Ti, solo en Ti”. El Señor, que esto se le da muy bien, ¡¡me escuchó!!: desde ese día vivo con una paz en el corazón que no es de este mundo; hoy me dice mi marido: “cariño, ¡están las cosas muy tranquilas de repente en casa!”. Así que espero seguir mirando al Señor, porque si me miro a mí, (como hizo Pedro caminando sobre las aguas), me hundiré.

 

4.-        “ahora que parece que mi padre está tranquilo, aprovecho para escribirte.

Tendré que oír tus audios de Radio María de los jueves con tranquilidad.

Me hizo mucho bien el pasapalabra, (la frase breve de ayuda diaria a la Palabra de Vida del mes), del 31. Por la circunstancia familiar, mi padre otra vez ingresado (hasta otra ciudad, bien lejos, nos han llevado) y día especial por todo: fin de año, santo y cumple de papá y reunión familiar. Y yo trabajando hasta las siete y directa al hospital a sustituir a mí hermano, que llevaba tres días aquí. Y enfadada con los otros hermanos, dispuesta a decirles lo primero que me pasaba por la cabeza, pero... “sembrar la paz a nuestro alrededor”, fue la salvación para no empezar una guerra familiar.

Aun así, estaba controlándome y llegó el siguiente pasapalabra: “la paz empieza dentro de nosotros”. Y entonces me di cuenta que, a pesar de todo lo que nos está pasando, Dios está aquí, a nuestro lado, viendo cómo hay reacciones en mis hermanos que no me hubiera nunca imaginado: ahí está Dios, descolocando mis pensamientos y cambiando mis chips negativos por otros nuevos.

Echo de menos la Eucaristía, los sacramentos, pero sé que Él sigue ahí, dándome fuerza, no solo a mí, sino también a mi familia, aunque ellos no se den cuenta, (son las oraciones de todos vosotros): todos creen en Dios, pero no practican porque no están de acuerdo con lo que la Iglesia dice; bueno, unos sí, otros no). Pedid para que tengamos fuerzas suficientes para llevar adelante todo lo que nos queda. Hay veces que me gustaría compartir algo más, pero de verdad que no me da el tiempo: esto es un juego de ir y venir, de atender a los dos (papá y mamá) y cada uno en un lugar ¡y para rematar hay que ir a trabajar! Pero bueno, todo pasa, solo Dios queda.

 

5.-        “por fin he encontrado este ratito para leer la PdV, y es que el inicio de año ha sido movidito: en casa entró el “bichillo” que nos tiene por el camino de la amargura y nos puso todo patas arriba. Afortunadamente estamos todos bien y volviendo a la rutina de colegios y trabajos.

Me quedo con el primer camino del texto del Papa esta semana: el diálogo entre generaciones. ¡Qué difícil es a veces entendernos con nuestros mayores, y qué ejercicios de humildad, perdón, y paciencia tenemos que hacer por ambos lados! Estos días tan metidos en casa han sido tensos, pero con el diálogo, poco a poco vamos encarrilado de nuevo la convivencia. 

¡Y qué bonita la PdV! Este año pudimos ir a la Adoración de los Reyes Magos en la Iglesia de San Miguel. Fue muy muy bonita y los niños disfrutaron mucho. A quien le tocó quedarse confinado, luego se lo contaron como ilusión. Me encanta poder hacer estas cosas juntos, y que los primos se unan también a nosotros. Hemos disfrutado de unas Navidades muy familiares, ¡que ya hacían falta!

Ahora, ya recuperada de las vacaciones, tengo que retomar el tema de la nulidad… Te voy contando...

Mil gracias por estos emails: me gusta mucho tener este ratito de reflexión.

 

 

 

 

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