lunes, 17 de enero de 2022

ADORAR JUNTOS AL ÚNICO JESUCRISTO

 A mitad de la "cuesta de enero", conviene renovarnos en el practicar con plenitud la Palabra de vida que tenemos este mes, («hemos visto su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo»), y más aún en vista de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que cada año celebramos del 18 al 25 de enero en buena parte del mundo, (en algún país se realiza, en cambio, en torno a Pentecostés). Nos ayudarán a todo ello estos textos:


 

ASPIRAR AL MAYOR DON: LA CARIDAD

 Cuando nos falta la caridad, surgen los malentendidos, los conflictos, las enemistades. Quien no ama, alimenta malos sentimientos que destruyen su espíritu y lo hacen infeliz.

Cuando reina la caridad entre las personas, hay serenidad, paz, armonía en las relaciones, perdón, verdadera amistad.

La caridad es Amor en su expresión más genuina: amor concreto, que es vida en donación. No debemos reducir la palabra “amor” a un simple afecto, así como no podemos reducir la caridad a una limosna.

La caridad es amor de naturaleza divina. Está en nuestro ADN espiritual. Nosotros fuimos creados para amar y solo con amor nos realizamos plenamente.

Dios nos concede muchos dones, pero el don más elevado es la caridad, porque nos hace semejantes a Él que es amor.

 

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra diario, 15 enero 2022

 

 

 

 

 

LOS TRES CÍRCULOS CONCÉNTRICOS DE LA UNIDAD

 …podríamos imaginar la unidad formada por tres círculos concéntricos, como los de un tronco.

El primer círculo, el más interno, es permanecer en Jesús. Aquí es donde comienza el camino de cada persona hacia la unidad. En la acelerada y compleja realidad actual, es fácil perder el hilo, atraídos por mil cosas. Muchos se sienten fragmentados por dentro, incapaces de encontrar un punto fijo, un orden estable en las circunstancias variables de la vida. Jesús nos muestra el secreto de la estabilidad al permanecer en Él… Necesitamos la oración como el agua para vivir. La oración personal, estar con Jesús, la adoración, es lo esencial para permanecer en Él. Es el modo de poner en el corazón del Señor todo lo que habita en nuestro corazón, esperanzas y temores, alegrías y penas. Pero, sobre todo, centrados en Jesús en la oración, experimentamos su amor. Y de este modo nuestra existencia toma vida, como el sarmiento toma savia del tronco...

El segundo círculo es el de la unidad con los cristianos. Somos sarmientos de la misma vid, somos vasos comunicantes: el bien y el mal que cada uno hace se derrama sobre los demás. En la vida espiritual existe una especie de “ley de la dinámica”: en la medida en que permanecemos en Dios nos acercamos a los demás, y en la medida en que nos acercamos a los demás permanecemos en Dios. Significa que si oramos a Dios en espíritu y en verdad surge la necesidad de amar a los demás y, por otra parte, que «si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros» (1 Jn 4,12). La oración sólo puede conducir al amor, de lo contrario es un ritualismo fatuo. De hecho, no es posible encontrarse con Jesús sin su Cuerpo, formado por muchos miembros, tantos como son los bautizados. Si nuestra adoración es auténtica, creceremos en el amor por todos los que siguen a Jesús, independientemente de la comunión cristiana a la que pertenezcan, porque, aunque no sean “de los nuestros”, son suyos...

Sin embargo, constatamos que amar a nuestros hermanos no es fácil, porque enseguida aparecen sus defectos y faltas… Pidamos, pues, al Padre que nos quite los prejuicios sobre los demás y los apegos mundanos que dificultan la plena unidad con todos sus hijos. Así, purificados en el amor, sabremos poner en segundo lugar las trabas terrenales y los obstáculos del pasado que hoy nos distraen del Evangelio.

El tercer círculo de la unidad, el más amplio, es toda la humanidad. Aquí podemos reflexionar sobre la acción del Espíritu Santo. En la vid que es Cristo, Él es la savia que llega a todas partes. Pero el Espíritu sopla donde quiere y por todos los lugares que quiere para conducirnos de nuevo a la unidad. Nos lleva a amar no sólo a los que nos quieren y piensan como nosotros, sino a todos, como Jesús nos enseñó... Que el Espíritu Santo, autor de la gracia, nos ayude a vivir en la gratuidad, a amar incluso a los que no nos corresponden, porque es en el amor puro y desinteresado donde el Evangelio da sus frutos...

El Espíritu Santo nos enseña así la concreción del amor hacia todos… Al servirles juntos, nos redescubriremos como hermanos y creceremos en la unidad.

El Espíritu, que renueva la faz de la tierra, también nos exhorta a cuidar la casa común, a tomar decisiones audaces sobre la forma de vivir y consumir, porque lo contrario de dar fruto es la explotación y es indigno desperdiciar los preciosos recursos de los que tantos carecen.

El mismo Espíritu, autor del camino ecuménico, nos ha llevado esta tarde a rezar juntos. Y mientras experimentamos la unidad que proviene de dirigirse a Dios con una sola voz, deseo agradecer a todos los que durante esta Semana han rezado y seguirán rezando por la unidad de los cristianos...      Que el Espíritu Santo, derramado en nuestros corazones, nos haga sentir hijos del Padre, hermanos y hermanas entre nosotros, hermanos y hermanas en la única familia humana. Que la Santísima Trinidad, comunión de amor, nos haga crecer en la unidad.

PAPA FRANCISCO, Homilía en las segundas vísperas,

semana de oración por la unidad de los cristianos, 25 enero 2021

 

 

 

 

 

 

CRECER EN LA COMUNIÓN ENTRE TODOS

 ¡Ojalá estos medios nos sirvan no solo para comunicar saludos y noticias sino, sobre todo, corazón y alma y vida interior! Si “un amigo fiel es medicina de vida”, ¡cuánta SALUD y presencia de Dios podremos procurarnos mutuamente!

 P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al pasapalabra diario, 13 enero 2022

 

 


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