Mostrando entradas con la etiqueta Chiara Lubich. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Chiara Lubich. Mostrar todas las entradas

lunes, 1 de septiembre de 2025

ALEGRÍA DEL REENCUENTRO

PALABRA DE VIDA                     septiembre 2025


 

«Alegraos conmigo,

porque he hallado la oveja que se me había perdido»

(Lc 15, 6)

 

En el Antiguo Testamento, los pastores contaban las ovejas al volver de los campos, dispuestos a buscar a la que se hubiese perdido. Incluso se internaban en el desierto de noche con tal de encontrar a las ovejas descarriadas.

Esta parábola es una historia de pérdida y hallazgo que pone en el primer plano el amor del pastor. Este se da cuenta de que falta una oveja, la busca, la encuentra y se la carga a hombros porque está debilitada y asustada, quizá herida, y no es capaz de seguir al pastor por sí sola. Es él quien la lleva a resguardo y, por último, lleno de alegría, invita a sus vecinos a celebrarlo con él.

 

«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido».

 

Los temas recurrentes de este relato podemos resumirlos en tres verbos: perderse, encontrar y celebrar.

Perderse. La buena noticia es que el Señor va a buscar a quien se extravía. Muchas veces nos perdemos en los desiertos cercanos, o en los que nos vemos obligados a vivir, o en los que nos refugiamos; son los desiertos del abandono, de la marginación, de la pobreza, de las incomprensiones, de la falta de unidad. El Pastor nos busca también allí, y aunque lo perdamos de vista, él nos encontrará siempre.

Encontrar. Intentemos imaginarnos la escena de la afanosa búsqueda por parte del pastor en el desierto. Es una imagen que impacta por su fuerza expresiva. Podemos entender la alegría tanto del pastor como de la oveja. El encuentro entre ambos devuelve a la oveja la sensación de seguridad por haberse librado del peligro. Por tanto, el encontrar es un acto de misericordia divina.

Celebrar. Él reúne a sus amigos para celebrarlo, porque quiere compartir su alegría, tal como ocurre en las otras dos parábolas que siguen a esta, la de la moneda perdida y la del padre misericordioso (cf. Lc 15, 8 y 15, 11). Jesús quiere que entendamos la importancia de participar de la alegría con todos y nos inmuniza contra la tentación de juzgar al otro. Todos somos personas encontradas.

 

«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido».

 

Esta Palabra de vida es una invitación a ser agradecidos por la misericordia que Dios tiene con todos nosotros personalmente. El hecho de alegrarnos, de gozar juntos, nos presenta una imagen de la unidad donde no hay contraposición entre justos y pecadores, sino que los unos participamos en la alegría de los otros.

Escribe Chiara Lubich: «Es una invitación a comprender el corazón de Dios, a creer en su amor. Inclinados como estamos a calcular y a medir, a veces creemos que el amor de Dios por nosotros también podría llegar a cansarse […] La lógica de Dios no es como la nuestra. Dios nos espera siempre; es más, le damos una inmensa alegría cada vez que volvemos a Él, aunque se tratase de un número infinito de veces»[1].

 

«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido».

 

A veces podemos ser nosotros los pastores, los que cuidamos unos de otros y vamos con amor a buscar a quienes se han alejado de nosotros, de nuestra amistad, de nuestra comunidad; a buscar a los marginados, a quienes están perdidos, a los pequeños, aquellos que las pruebas de la vida han apartado a los márgenes de nuestra sociedad.

Nos cuenta una educadora: «Había varios alumnos que venían a clase esporádicamente. Durante mis horas libres solía ir por el mercado que está al lado de la escuela, esperando encontrarlos en ese lugar, porque me había enterado de que trabajaban allí para sacarse un dinero. Un día por fin los vi, y ellos se quedaron asombrados de que hubiese ido personalmente a buscarlos, y les impactó ver lo importantes que eran para toda la comunidad educativa. Desde entonces empezaron a venir regularmente a clase y fue en verdad una fiesta para todos».

 

PATRIZIA MAZZOLA y el equipo de la Palabra de Vida

 



[1] C. Lubich, Palabra de vida de septiembre de 1986: Palabras de Vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 387-388.


jueves, 31 de julio de 2025

TU CORAZÓN EN TU TESORO

PALABRA DE VIDA                                       AGOSTO 2025

 

«Porque donde esté vuestro tesoro,

allí estará también vuestro corazón»

(Lc 12, 34) 

El evangelista Lucas refiere esta enseñanza de Jesús y nos lo muestra con sus discípulos camino de Jerusalén, hacia su Pascua de muerte y resurrección. Por el camino se dirige a ellos llamándolos «pequeño rebaño» (Lc 12, 32), y les confía lo que tiene en el corazón, las disposiciones profundas de su ánimo. Entre estas, el desapego de los bienes terrenos, la confianza en la providencia del Padre y la vigilancia interior, el esperar activamente el Reino de Dios.

En los versículos anteriores, Jesús los anima a desprenderse de todo, hasta de la vida, y a no angustiarse por las necesidades materiales, porque el Padre sabe lo que necesitan. En lugar de eso los invita a buscar el Reino de Dios y los alienta a acumular «un tesoro inagotable en los cielos» (Lc 12, 33). Ciertamente, no es que Jesús exhorte a la pasividad ante las cosas terrenas, a una conducta irresponsable en el trabajo; lo que quiere es quitarnos la ansiedad, la inquietud, el miedo.

 

«Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».

 

Aquí, corazón se refiere al centro unificador de la persona, que da sentido a todo lo que vive; es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. En general indica las intenciones verdaderas, lo que uno piensa, cree y quiere realmente. El tesoro es lo que para nosotros tiene más valor, es decir, nuestra prioridad, lo que creemos que da seguridad al presente y al futuro.

Afirmaba el papa Francisco: «Hoy todo se compra y se paga, y parece que la propia sensación de dignidad depende de cosas que se consiguen con el poder del dinero. Solo nos urge acumular, consumir y distraernos, presos de un sistema degradante que no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas»[1]. Pero en lo más íntimo de toda mujer y de todo hombre hay una búsqueda apremiante de esa felicidad verdadera que no defrauda y que ningún bien material puede saciar.

Escribía Chiara Lubich: «Sí, existe lo que buscas; hay en tu corazón un anhelo infinito e inmortal; una esperanza que no muere; una fe que traspasa las tinieblas de la muerte y es luz para aquellos que creen: ¡no en vano esperas y crees! ¡No en vano! Tú esperas y crees para Amar»[2].

 

«Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».

 

Esta Palabra nos invita a hacer un examen de conciencia: ¿cuál es mi tesoro, lo que más me importa? Este puede adquirir diversos matices, como el estatus económico, pero también la fama, el éxito, el poder. La experiencia nos dice que hace falta volver continuamente a la vida verdadera, la que no pasa, la vida radical y exigente del amor evangélico:

«Para un cristiano no basta con ser bueno, misericordioso, humilde, manso, paciente… Debe tener por los hermanos la caridad que nos enseñó Jesús. […] Porque la caridad no es estar dispuesto a dar la vida. Es dar la vida»[3].

A cada prójimo que se nos cruza durante el día (en la familia, en el trabajo, por todas partes) debemos amarlo con esta medida. Y así vivimos sin pensar en nosotros, sino pensando en los demás, viviendo los demás, y experimentamos una libertad verdadera.

AUGUSTO PARODY REYES y el equipo de la Palabra de Vida

 



[1] Francisco, encíclica Dilexit nos, 218.

[2] C. Lubich, «Existe lo que buscas». Carta de Junio de 1944: El primer amor. Cartas de los inicios (1943-1949), Ciudad Nueva, Madrid 2011, p. 54.

[3] Cf. Ead., conexión telefónica 6-12-1984: Juntos en camino, Ciudad Nueva, Buenos Aires 1988, pp. 48-49.

 

martes, 1 de julio de 2025

HACERSE PRÓJIMO DE TODOS

 PALABRA DE VIDA                                                           JULIO 2025

 


«Pero un samaritano que iba de camino

llegó junto a él

y, al verlo, tuvo compasión»

(Lc 10, 33)

 

Martine viaja en metro en una gran ciudad europea. Todos los pasajeros están concentrados en su móvil. Conectados virtualmente, pero en realidad atrapados en el aislamiento. Se pregunta: «¿Es que ya no somos capaces de mirarnos a los ojos?».

Es una experiencia común, sobre todo en las sociedades ricas de bienes materiales pero cada vez más pobres de relaciones humanas. Y sin embargo, el Evangelio vuelve siempre con su propuesta original y creativa, capaz de «hacer nuevas todas las cosas» (cf. Ap 21, 5).

En el largo diálogo con el doctor de la Ley que le pregunta qué hacer para heredar la vida eterna (cf. Lc 10, 25-37), Jesús le responde con la famosa parábola del buen samaritano: un sacerdote y un levita, figuras relevantes de la sociedad de aquel tiempo, ven al borde del camino a un hombre agredido por unos salteadores, pero pasan de largo.

«Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión».

 

Al doctor de la Ley, que conoce bien el mandamiento divino del amor al prójimo (cf. Dt 6,5; Lv 19, 18), Jesús le pone como ejemplo un extranjero considerado cismático y enemigo: este ve al caminante herido y tiene compasión, un sentimiento que nace de dentro, del interior del corazón humano. Entonces interrumpe su viaje, se acerca a él y lo cuida.

Jesús sabe que toda persona humana está herida por el pecado, y esta es precisamente su misión: curar los corazones con la misericordia y el perdón gratuito de Dios, para que sean a su vez capaces de acercarse y compartir.

«[…] Para aprender a ser misericordiosos como el Padre, perfectos como Él, tenemos que fijarnos en Jesús, revelación plena del amor del Padre. […] el amor es el valor absoluto que da sentido a todo lo demás, […] que encuentra su más alta expresión en la misericordia. Una misericordia que ayuda a ver siempre nuevas a las personas con las que vivimos cada día, en la familia, en clase o en el trabajo, sin recordar ya sus defectos ni sus errores; que nos ayuda no solo a no juzgar, sino a perdonar las ofensas sufridas. Incluso a olvidarlas»[1].

 

«Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión».

 

La respuesta final y decisiva se expresa con una clara invitación: «Vete y haz tú lo mismo» (Lc 10, 37). Es lo que Jesús repite a cualquiera que acoja su Palabra: hacerse prójimos, tomando la iniciativa de tocar las heridas de las personas con las que nos cruzamos cada día en los caminos de la vida.

Para vivir la proximidad evangélica, pidamos ante todo a Jesús que nos cure de la ceguera de los prejuicios y la indiferencia, que nos impide ver más allá de nosotros mismos.

Luego, aprendamos del Samaritano su capacidad de compasión, que lo empuja a poner en juego su misma vida. Imitemos su prontitud en dar el primer paso hacia el otro y la disponibilidad a escucharlo, a hacer nuestro su dolor, sin juicios y sin la preocupación de estar «perdiendo el tiempo».

Esa es la experiencia de una joven coreana: «Traté de ayudar a un adolescente que no era de mi cultura y al que no conocía bien. Y sin embargo, aunque no sabía qué hacer ni cómo, me armé de valor y lo hice. Y con sorpresa me di cuenta de que, al prestar esa ayuda, yo misma me sentí curada de mis heridas interiores».

Esta Palabra nos ofrece la clave para practicar el humanismo cristiano: nos hace conscientes de nuestra humanidad compartida, en la que se refleja la imagen de Dios, y nos enseña a superar con valentía la categoría de la cercanía física y cultural. Desde esta perspectiva es posible ampliar las fronteras del nosotros hasta el horizonte del todos y recobrar los fundamentos mismos de la vida social. 

LETIZIA MAGRI y el equipo de la Palabra de Vida

 

 



[1] C. Lubich, Palabra de vida de junio de 2002: Ciudad Nueva n. 388 (2002/6), p. 17.


lunes, 16 de junio de 2025

HACERSE EUCARISTÍA PARA LOS DEMÁS

 Te ofrezco unos textos (y experiencias, aunque pocas) que nos ayuden a seguir con ánimo la práctica de la Palabra de Vida («Dadles vosotros de comer», Lc 9, 13), que, además, es el Evangelio del próximo domingo, solemnidad del Corpus Christi: 


LA EUCARISTÍA, FUENTE DE LA UNIDAD

La Eucaristía llega a nosotros colmada con el don de la unidad. Y si nos preparamos a acogerla con el amor recíproco auténtico que nos enseñó Jesús, ésta no deja de ofrecernos a todos su don, que es precisamente la unidad.

            De hecho, la Eucaristía produce diferentes efectos, como por ejemplo nutrir nuestra alma como un alimen­to. Dice santo Tomás: «Este sacramento se nos da... en forma de alimento y bebida. Por consiguiente, todo efecto que el alimento y la bebida material producen en lo que se refiere a la vida corporal, es decir sustentar, acrecentar, regenerar y deleitar, todo ello lo realiza este sacramento en la vida espiritual».

            Pero la Eucaristía no es sólo alimento, sino que transforma al cristiano. La Lumen gentium dice: «La participación del cuerpo y sangre de Cristo hace que pa­semos a ser aquello que recibimos», es decir, Jesús. Nos transformamos en Jesús. Por ello los Padres afirman: «En apariencia de pan se te da el cuerpo y en apariencia de vino se te da la sangre, para convertirte, al haber par­ticipado del cuerpo y de la sangre de Cristo, en concorpóreo y consanguíneo con Él».

         Y se puede hablar de ser concorpóreos y consanguí­neos no porque se produzca una unión física, sino por la unión de nuestras personas con el cuerpo glorificado de Cristo -presente en la Eucaristía-, vivificado por el Espíritu Santo. Somos, pues, realmente concorpóreos, pero en un sentido nuevo, místico.  Los Padres especifican, además: «[La Eucaristía] se dice y verdaderamente es comunión, porque por ella nos comunicamos con Cristo... Además, comulgamos y nos unimos unos con otros a través de ella». «Por el hecho mismo de que [Cristo] los une a todos a Él, los une mutuamente, porque si muchas cosas están unidas a una tercera, están unidas también entre ellas».

         Por tanto, la Eucaristía es vínculo de unidad. La Eu­caristía es fuente de la unidad. La Eucaristía es la divina posibilidad de ser uno con Cristo y entre nosotros. No siempre tenemos esto suficientemente presente…

         Vivamos con mayor conciencia la unidad. No la demos por descontada. No, no; debemos construirla en cada momento con nuestros hermanos comenzando desde ahora, dando vida a relaciones trinitarias entre nosotros mediante un amor recíproco radical, [el mandamiento nuevo de Jesús], conscientes de que la Eucaristía nos dará la Gracia que necesitamos.

         Y luego, vayamos lo más a menudo posible a alguna iglesia o capilla para darle gracias a Jesús Eucaristía por todas las veces que Él ha intervenido en nuestra vida de unidad. La gratitud es un deber y atrae nuevas gracias.

CHIARA LUBICH, Construir el Castillo Exterior, Ed. Ciudad Nueva, pp.

 

 

 

            EL MILAGRO DE LOS PANES

Todo lo que tengo

en Tus manos ahora está:

son los frutos de la tierra,

que Tú multiplicarás.

Son también mis manos,

y con ellas Tú podrás

repartir al mundo entero

el pan que a todos saciará.

 

     Sólo una gota has puesto entre mis manos,

sólo una gota que ahora quieres que Te dé.

Ah, ah...

Una gota que entre mis manos,

en lluvia se convertirá

y la tierra fecundará. TODO LO QUE TENGO...

 

     Y nuestras gotas todas hechas lluvia en Ti,

serán la linfa de una nueva humanidad.

Ah, ah...

Y la tierra preparará

la fiesta de este pan que

los hombres compartirán. TODO LO QUE TENGO...

 

     Y otra vez el viento

desde lejos traerá

el perfume de trigales,

que al mundo llevará.

Y el amor a todos

la cosecha repartirá

y el milagro de los panes

de nuevo se repetirá.

 

GEN VERDE International Performing Arts Group

 

 

 

 

 

 

APRENDER Y CRECER PARA SUPERAR LOS LÍMITES

 

         No es ninguna humillación tener límites. Conocerlos y aceptarlos con inteligencia nos hará más indulgentes con nuestros errores pasados y más precavidos con errores presentes y futuros Y creceremos en humanidad y humildad. 

P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra del 5 de mayo

 

 

 

VIVIR LA ALEGRÍA PARA PODER DONARLA

Jesús prometió estar presente donde dos o más están reunidos en su nombre. Así que, vamos a reunirnos con otros (... ) y convivir con el espíritu de amor mutuo enseñado por el Evangelio. Compartamos cómo hemos intentado poner el evangelio en práctica y experimentaremos los frutos de su presencia: alegría, paz, luz, ánimo. Jesús permanecerá con cada uno de nosotros y seguiremos sintiéndolo cerca y activo en nuestra vida diaria.

CHIARA LUBICH

 

 

 

domingo, 1 de junio de 2025

DAR DÁNDOSE

 PALABRA DE VIDA                                    JUNIO 2025

«Dadles vosotros de comer»

(Lc 9, 13)


Estamos en un lugar solitario cerca de Betsaida, en Galilea. Jesús está hablando del Reino a la muchedumbre. El maestro había ido allí con los apóstoles para que descansasen después de su larga misión por aquella región, en la que habían predicado la conversión «anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes» (Lc 9, 6). Cansados, pero con el corazón rebosante, contaban lo que habían vivido.

Sin embargo, la gente se entera y acude. Jesús acoge a todos: escucha, habla, cuida. La muchedumbre aumenta. Se acerca la noche y empiezan a tener hambre. Los apóstoles se dan cuenta y le proponen al maestro una solución lógica y realista: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida». Después de todo, Jesús ya había hecho mucho… Pero Él les responde:

 

«Dadles vosotros de comer».

 

Se quedan desconcertados. Es impensable: solo tienen cinco panes y dos peces para varios miles de personas; no es posible encontrar lo necesario en la pequeña Betsaida, y tampoco tendrían dinero para comprarlo.

Jesús quiere abrirles los ojos. Conmovido por las necesidades y los problemas de las personas, se dispone a dar una solución. Y lo hace partiendo de la realidad y valorando lo que hay. Es cierto, lo que tienen es poco, pero les encomienda una misión: ser instrumentos de la misericordia de Dios, que piensa en sus hijos. El Padre interviene, y sin embargo, los necesita: el milagro requiere nuestra iniciativa y nuestra fe, la cual de ese modo crecerá.

 

«Dadles vosotros de comer».

 

Así pues, a la objeción de los apóstoles, Jesús responde ocupándose, pero les pide que hagan su parte, aunque sea pequeña. No la desdeña. No resuelve el problema en lugar de ellos. El milagro sucede, pero requiere que participen con todo lo que tienen, con lo que han podido conseguir y han puesto a disposición de Jesús para todos. Esto implica algún sacrificio y confianza en Él.

El maestro parte de la situación para enseñarnos a ocuparnos, juntos, los unos de los otros. Ante las necesidades de los demás no valen excusas («no nos compete»; «no puedo hacer nada»; «tienen que apañarse, como hacemos todos»…). En la sociedad que Dios ha pensado, son bienaventurados quienes dan de comer a los hambrientos, quienes visten a los pobres y van a ver a quienes lo necesitan (cf. Mt 25, 35-40).

 

«Dadles vosotros de comer».

 

La narración de este episodio nos recuerda la imagen del banquete que describe el libro de Isaías, un banquete que Dios mismo ofrece a todas las gentes, cuando Él «enjugará las lágrimas de todos los rostros» (Is 25, 8). Jesús manda que se sienten en grupos de cincuenta, como en las grandes ocasiones. Siendo Hijo, se comporta como el Padre, lo cual subraya su divinidad.

Él mismo lo dará todo hasta hacerse alimento por nosotros en la Eucaristía, el nuevo banquete de la comunión.

Ante tantas necesidades como surgieron en la pandemia del covid-19, la comunidad de los Focolares de Barcelona creó un grupo a través de las redes sociales en el que comparten las necesidades y ponen en común bienes y recursos. Y es impresionante ver cómo circulan muebles, alimentos, medicinas, electrodomésticos… Porque «solos podemos hacer poco –dicen–, pero juntos se puede hacer mucho». Aún hoy, el grupo Fent família contribuye a que nadie entre ellos pase necesidad, como en las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 4, 34).

 

SILVANO MALINI y el equipo de la Palabra de Vida

 




viernes, 16 de mayo de 2025

LEÓN XIV, APACIENTA MIS CORDEROS

 Sin dejar de vivir la cincuentena Pascual, estamos en el mes de mayo con todas las noticias sobre el cónclave y el nuevo Papa, que pareciera lleva ya muchísimo con nosotros, y resulta que ¡hace solo una semana!: mañana domingo será la Misa de inauguración de su Servicio Pastoral a la Iglesia universal. 

¿Cómo se sintió? ¿Qué piensa en estos días? Quizá los textos que te copio abajo nos pueden dar idea sobre ello, además de impulsarnos a seguir viviendo la Palabra del mes («Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero», Jn 21, 17):

 


 

PARA VOSOTROS, OBISPO;

CON VOSOTROS, CRISTIANO

 Desde que se me impuso sobre mis hombros esta carga, de tanta responsabilidad, me preocupa la cuestión del honor que ella implica. Lo más temible en este cargo es el peligro de complacernos más en su aspecto honorífico que en la utilidad que reporta a vuestra salvación. Mas, si por un lado me aterroriza lo que soy para vosotros, por otro me consuela lo que soy con vosotros. Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. La condición de obispo connota una obligación, la de cristiano un don; la primera comporta un peligro, la segunda una salvación.

Nuestra actividad de obispo es como un mar agitado y tempestuoso, pero, al recordar de quién es la sangre con que hemos sido redimidos, este pensamiento nos hace entrar en puerto seguro y tranquilo; si el cumplimiento de los deberes propios de nuestro ministerio significa un trabajo y un esfuerzo, el don de ser cristianos, que compartimos con vosotros, representa nuestro descanso. Por lo tanto, si hallo más gusto en el hecho de haber sido comprado con vosotros que en el de haber sido puesto como jefe espiritual para vosotros, entonces seré más plenamente vuestro servidor, tal como manda el Señor, para no ser ingrato al precio que se ha pagado para que pudiera ser siervo como vosotros. Debo amar al Redentor, pues sé que dijo a Pedro: Pedro, ¿me amas? Pastorea mis ovejas. Y esto por tres veces consecutivas. Se le preguntaba sobre el amor, y se le imponía una labor; porque cuanto mayor es el amor, tanto menor es la labor

SAN AGUSTÍN, Sermón 340,1

 

 

 

SIN MIEDO, UNIDOS, MANO A MANO CON DIOS 

"La paz sea con todos vosotros": queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor que ha dado la vida por el rebaño de Dios…

Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada, desarmante y también perseverante, que proviene de Dios, que nos ama a todos incondicionalmente...

…Dios los quiere mucho, Dios ama a todos y el mal no prevalecerá. Estamos todos en las manos de Dios.

Por lo tanto, sin miedo, unidos, mano a mano con Dios y entre nosotros, andemos adelante. Seamos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita de su luz; la humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada por el amor de Dios. Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes con el diálogo, el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo, siempre en paz.

…Tenemos que buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre dispuesta y abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos. A todos los que tienen necesidad de nuestra caridad, de nuestra presencia, de diálogo y amor….

…Queremos una Iglesia sinodal, que camine, que busque siempre la paz, que busque siempre la caridad, estar cerca de quienes sufren… 

LEÓN XIV, Primer mensaje tras su elección, 8 mayo 2025

 

 

 

 

 

IN ILLO UNO, UNUM

(lema del Papa León XIV)

 …son muchos hombres y un hombre solo; muchos cristianos y un solo Cristo. Estos cristianos, con su Cabeza, que subió al cielo, son un solo Cristo; no es Él uno y nosotros muchos, sino que, siendo nosotros muchos en Aquel uno, somos uno (in Illo uno, unum). Luego Cristo es uno, Cabeza y Cuerpo. ¿Cuál es su Cuerpo? Su Iglesia, conforme dice el Apóstol: Somos miembros de su Cuerpo; y: Vosotros sois Cuerpo de Cristo y miembros… ¿Quieres tener hijos que jamás han de morir y siempre han de vivir contigo? Pertenece al Cuerpo de Aquel de quien se dijo: Vosotros sois Cuerpo de Cristo y miembros.

…Habla a muchos, pero como estos muchos son uno en Cristo, prosigue exponiendo ya en singular: Comerás los trabajos de tus frutos. Anteriormente dijo: Bienaventurados son todos los que temen al Señor, los que caminan en sus sendas… Cuando nombro a muchos cristianos, reconozco a uno solo en un solo Cristo. Luego sois muchos y sois uno. ¿Cómo somos muchos y uno? Porque estamos unidos a Aquel del cual somos sus miembros, de cuyos miembros está la Cabeza en el cielo para que después sigan los miembros…

Vosotros únicamente temed al Señor y andad en sus caminos, y no envidiéis a quienes no andan por los caminos de Dios cuando los viereis que son infelizmente felices. Los hombres mundanos son infelizmente felices; por el contrario, los mártires eran felizmente infelices, pues eran temporalmente infelices, pero eternamente felices… ¿Cómo estamos alegres aquí? Con la esperanza. ¿Cómo nos alegraremos allí? Con la realidad. La esperanza reporta un gran gozo. Si nos alegramos con la esperanza, ved lo que sigue: Sufridos en la tribulación… La esperanza que se ve no es esperanza; si lo que no vemos lo esperamos, con paciencia aguardamos 

SAN AGUSTÍN, Comentario al salmo 127, 3-5

 

 

 

 

BIENAVENTURADOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ 

… comprometerse en la realización de un tipo de comunicación diferente, que no busca el consenso a cualquier coste, no se reviste de palabras agresivas, no asume el modelo de la competición, no separa nunca la investigación de la verdad del amor con el que humildemente debemos buscarla. La paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes, debemos rechazar el paradigma de la guerra

…en nuestras distintas responsabilidades y servicios, no cedamos nunca a la mediocridad… san Agustín… decía: «Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros» (Sermón 80,8)…

Hoy, uno de los desafíos más importantes es el de promover una comunicación capaz de hacernos salir de la “torre de Babel” en la que a veces nos encontramos, de la confusión de lenguajes sin amor, frecuentemente ideológicos y facciosos. Por eso, su servicio, con las palabras que usan y el estilo que adoptan, es importante. La comunicación, de hecho, no es sólo trasmisión de informaciones, sino creación de una cultura, de ambientes humanos y digitales que sean espacios de diálogo... 

LEÓN XIV, Discurso a los representantes de los medios de comunicación, 12 mayo 2025

 

 

 

 

EL BIEN VENCE SIEMPRE

Tenemos que hacer todo lo posible para que el bien triunfe en los asuntos ordinarios de nuestra vida diaria. Tenemos que estar seguros de que nuestros corazones permanecen intactos ante la peligrosa inclinación al activismo. Debemos permanecer fieles a nuestros principios cristianos frente a la tendencia a dar prioridad a las ganancias financieras, al interés propio o al prestigio personal, sin tener en cuenta nuestras tareas hacia Dios y nuestro prójimo. Siempre hay que obedecer a Dios primero, para que nuestro ejemplo enseñe a otros a hacer lo mismo… 

CHIARA LUBICH

 

 

 

LLEVAR LA CRUZ JUNTOS

…Ustedes me han llamado a cargar esa cruz y a ser bendecido con esa misión. Y sé que puedo contar con todos y cada uno de ustedes para caminar conmigo, mientras continuamos, como Iglesia, como comunidad de amigos de Jesús, como creyentes, anunciando la Buena Nueva y proclamando el Evangelio…

…Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, es decir, el único Salvador y el que nos revela el rostro del Padre.

         ...estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús Salvador. Por esto, también para nosotros, es esencial repetir: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Es fundamental hacerlo antes de nada en nuestra relación personal con Él, en el compromiso con un camino de conversión cotidiano. Pero también, como Iglesia, viviendo juntos nuestra pertenencia al Señor y llevando a todos la Buena Noticia (LG, 1)…

...un compromiso irrenunciable para cualquiera que en la Iglesia ejercite un ministerio de autoridad, desaparecer para que permanezca Cristo, hacerse pequeño para que Él sea conocido y glorificado (cf. Jn 3,30), gastándose hasta el final para que a nadie falte la oportunidad de conocerlo y amarlo.

         Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre, con la ayuda de la tierna intercesión de María, Madre de la Iglesia. 

LEÓN XIV, Homilía en la Capilla Sixtina a los Cardenales, 9 mayo 2025

 


 

¡AQUÍ ESTOY!

Estas palabras revelan una entrega total y sincera a Dios, mostrando un corazón lleno de amor y disposición para seguir su voluntad.

Podemos imaginar una conversación nuestra con Jesús, en la que Él nos pregunta: “¿Me amas?”

Nuestra respuesta debe ser la misma que la de Pedro: “Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te amo” (Jn 21,17). Y podemos añadir: ¡Aquí estoy!

Entregarse a Dios es un acto de confianza, en el que ponemos nuestra vida, decisiones y caminos en sus manos, reconociendo su amor por nosotros.

Es aceptar que Dios sabe todas las cosas y tiene el control, sobre todo, incluso cuando no entendemos lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Es buscar obedecer Sus enseñanzas, vivir de acuerdo a Su voluntad y poner Sus prioridades por encima de las nuestras.

"¡Aquí estoy!" implica renunciar al control y a la propia voluntad para decir como Jesús: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (cf. Lc 22,42).

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario 9 mayo