domingo, 31 de enero de 2021

MISERICORDIA VIVA

 PALABRA DE VIDA                      febrero 2021

 

«Sed misericordiosos

como vuestro Padre es misericordioso»

(Lc 6, 36)

 

Al evangelista Lucas le gusta subrayar la grandeza del amor de Dios a través de una cualidad que, ciertamente, le parece que la describe al máximo: la misericordia.

En las Sagradas Escrituras, este es –podríamos decir– el rasgo materno del amor de Dios, con el cual Él cuida de sus criaturas, las conforta, las consuela, las acoge sin cansarse nunca. Por boca del profeta Isaías, el Señor promete a su pueblo: «Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados» (Is 66, 13).

Es un atributo que reconoce y proclama también la tradición islámica: entre los 99 Nombres más Bellos de Dios, los que más frecuentemente se repiten en los labios del fiel musulmán son el Misericordioso y el Clemente.

Esta página del Evangelio nos presenta a Jesús ante una multitud de personas, algunas provenientes de ciudades y regiones muy lejanas, haciendo a todos una propuesta audaz y desconcertante: imitar a Dios precisamente en su amor misericordioso.

¡Una meta que a nosotros nos parece casi impensable, inalcanzable!

 

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso».

 

Desde la perspectiva del Evangelio, para imitar al Padre, ante todo debemos ponernos cada día detrás de Jesús y aprender de Él a amar tomando la iniciativa, tal como el mismo Dios hace incesantemente con nosotros.

Es la experiencia espiritual que describe el teólogo luterano Bonhoeffer (1906-1945): «Cada día la comunidad cristiana canta: “He recibido misericordia”. He obtenido este don incluso cuando le he cerrado el corazón a Dios, […] cuando me he extraviado y no encontraba el camino de regreso. Entonces ha sido la palabra del Señor la que ha acudido a mí. Y así he comprendido: él me ama. Jesús me ha encontrado: ha estado cerca de mí, solo Él. Me ha consolado, ha perdonado todos mis errores y no me culpa del mal. Cuando yo era su enemigo y no respetaba sus mandamientos me trató como a un amigo. […] Me cuesta entender por qué el Señor me ama así, por qué le soy tan querido. No puedo entender cómo ha conseguido y ha querido ganarme el corazón con su amor; solo puedo decir: “He recibido misericordia”»[1].

 

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso».

 

Esta Palabra del Evangelio nos invita a una verdadera revolución en nuestra vida: cada vez que nos encontremos ante una posible ofensa, podemos no tomar el camino del rechazo, del juicio inapelable y de la venganza, sino el del perdón, el de la misericordia.

Más que cumplir con un deber gravoso, se trata de acoger de Jesús la posibilidad de pasar de la muerte del egoísmo a la vida verdadera de la comunión. Descubriremos con alegría que hemos recibido el mismo adn del Padre, el cual no condena a nadie definitivamente, sino que da a todos una segunda oportunidad y abre así horizontes de esperanza.

Adoptar esta postura también nos permitirá preparar el terreno a relaciones fraternas, de las que puede nacer y crecer una comunidad humana orientada por fin a la convivencia pacífica y constructiva.

 

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso».

 

Es lo que sugería Chiara Lubich meditando sobre esa palabra del Evangelio de Mateo (cf. Mt 5, 7) que proclama bienaventurados a quienes practican la misericordia: «El tema de la misericordia y del perdón invaden todo el Evangelio. […] Y la misericordia es precisamente la última expresión del amor, de la caridad, la que la cumple, es decir, la que la hace perfecta. […] ¡Tratemos, pues, de vivir en cada una de nuestras relaciones este amor a los demás en forma de misericordia! La misericordia es un amor que sabe acoger a cualquier prójimo, en especial al más pobre y necesitado. Un amor que no mide, abundante, universal, concreto. Un amor  que tiende a suscitar la reciprocidad, que es el fin último de la misericordia, sin la cual solo habría justicia, que sirve para crear igualdad pero no fraternidad. […] Aunque parezca difícil y atrevido, preguntémonos delante de cada prójimo: ¿cómo se comportaría su madre con él? Es un pensamiento que nos ayudará a entender y a vivir según el corazón de Dios»[2].

LETIZIA MAGRI

 



[1] D. Bonhoeffer, 23 gennaio 1938, en La fragilità del male, raccolta di scritti inediti, Piemme, 2015.

[2] C. Lubich, Palabra de vida, noviembre de 2000, en Ead., Palabras de Vida/2 (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva (publicación prevista en 2021).



N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 

En viñetas para los niños, adaptada para adolescentes y para jóvenes,

 y en MP3 para escuchar en el móvil.

 

Palabra de Vida AQUÍ en presentación Power Point

en más de 30 idiomas.




¡PERMANECE!

 VIDA DE LA PALABRA                     últimas semanas de ENERO

 


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9) y la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1):

1.-        La PdV de este mes me ha ayudado mucho en distintas circunstancias, ya desde por la mañana cuando, (tras hacer un rato de oración nada más despertarme), mientras me levantaba, recordaba qué palabra teníamos para vivir.

En momentos peculiares o contrastantes me venía a la mente y así en la mayoría de las ocasiones no me he dejado llevar por otra cosa que no sea amar.

            P. ej., un día en el hospital, al pasar por una sala de espera muy amplia del vestíbulo, un hombre que estaba allí (tenía apariencia como de estos moteros de las películas norteamericanas: grandote, con barba descuidada y melena canosas), nada más verme desde lejos, empezó a decir con voz fuerte: “¡en esto gastan nuestros impuestos…!!”. Al descifrar ya las palabras y comprender que las dirigía contra mí, me vino a la mente “…permaneced en mi amor…” y dejé de mirar, (para no provocar), y continué mi marcha sin pasar cerca, tratando de distraer mi pensamiento y no dejar que se me “encendiera” la sangre. Serenidad.

            Otro día, en mi pueblo iba yo caminando por la acera. Había llovido bastante y todo estaba con charcos. En ese momento chispeaba. Un coche venía de frente por la calzada y, al pasar a mi lado, me salpicó completamente de hombros para abajo. Me di la vuelta siguiendo su paso pensando gritar “¡un poco más de cuidado!, ¡piense en los peatones!”, pero de nuevo recordé la PdV. No me iba a oír, con la velocidad que iba, y tampoco lo había hecho adrede. Tomé nota para tener yo consideración cuando conduzca y no “bañar” a ningún peatón. Así que, de nuevo me di la vuelta para seguir hacia mi casa y me reí un poco de mí mismo. Noté paz. Al llegar a casa, me dice mi hermana: “¡ahí va, Paco!, ¿pero qué te ha pasado?”. Mi madre lo oyó desde dentro y se preocupó. Les conté todo desenfadadamente y acabamos riéndonos.

 

2.-        Todos los años en enero participo en el retiro con unos 600 sacerdotes de 50 países. También este año, pero virtualmente. Sorprendentemente, los frutos espirituales han sido muy similares a otros años, precisamente quizá porque tratábamos todos de “permanecer en el amor” tanto los ratos de conexión on-line como el resto de los momentos del día.

Alegría serena, paz profunda, renovación interior… felicidad de ver rostros tan conocidos y queridos (aunque sea a través de pantalla)… eran huella de que también a través de la red estábamos en comunión y, como consecuencia, experimentábamos la presencia de Jesús en medio de nosotros por el amor recíproco, aun en la distancia.

            Muchos momentos me emocionaron. Uno de ellos: un día, acabamos la jornada rezando juntos el Padrenuestro (micrófonos abiertos) cada uno en su lengua. Más allá de que no se entendía nada, ¡no era una confusión de lenguas! Me parecía el “gemido inefable” que sugiere S. Pablo hablando sobre el Espíritu Santo. No puedo expresar con palabras la conmoción, el escalofrío feliz.: me sentía verdaderamente hijo, hermano, abrazado por el Padre.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9), la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1) y la de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):

1.-        Paco, comparto una pequeña experiencia de estos días que, para mí ha sido un fruto de la Palabra de Vida de este mes: “Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto”.

Últimamente me costaba bastante aceptar las circunstancias que se me presentaban y, a menudo, no era capaz de amar a las personas cercanas, pero he intentado volver a empezar y permanecer en su amor, segura del amor de Dios más allá de mis faltas y mis límites.

                Debido a la nevada, hemos tenido que permanecer más de una semana sin poder salir de casa. Además, por diversas circunstancias, no habíamos podido ir a comprar los días anteriores y teníamos pocas reservas. Cuando ya se empezó a poder salir en coche, los vecinos de al lado han llamado al timbre para decirnos que al día siguiente iban a ir al supermercado y preguntar si queríamos que nos trajeran algo. Fue una sorpresa porque no nos conocíamos: estamos en una zona residencial donde hay muy pocas ocasiones para crear nuevas amistades. Ya empezaban a faltarnos cosas básicas y les dijimos que quizá podíamos ir una de nosotras con ellos a comprar. Les pareció bien, intercambiamos los números de móvil y así concretamos la hora para ir al día siguiente.

Y ahora cada vez que nos vemos al entrar o salir nos saludamos cordialmente.

Para corresponder a su amabilidad, pensamos hacer un bizcocho casero y llevárselo: se quedaron sorprendidos y lo agradecieron mucho. Después nos enviaron un mensaje de WhatsApp diciendo que estaba muy rico y dando las gracias de nuevo. Nos ha dado una gran alegría empezar esta bonita relación con ellos.

 

2.-        …esta mañana me contaban las oportunidades que les había dado la nevada para conocer a algunos vecinos.

A mí también me ha pasado: venía el sábado de dar un paseo y llegando a casa vi a un chico quitando nieve con una pala y una carretilla. Llegué a casa, cogí nuestra pala y me acerqué a ofrecerle ayuda, después del primer “no” de corte, le dije que me hacía falta para bajar el azúcar, y me puse con él, estaba también su padre, que es mayor y no podía ayudar, y una chica muy callada, que luego supe que no hablaba español, y por eso no participaba en la conversación, pero después ya nos hablamos en inglés. Resulta que llevaban viviendo casi 20 años muy cerca de casa (más o menos) y no les había visto nunca.

Al día siguiente una vecina estaba intentando aparcar sobre el hielo y no le iba muy bien. Me ofrecí a empujarle el coche y pudo aparcar bien. Me dijo que le había reventado la caldera. Le ofrecí nuestra casa para ducharse, me lo agradeció, aunque no ha venido. Hoy me ha dicho el marido que se apañan con un perolo enorme que tienen.

Los chicos han hecho brigada con otros vecinos y se ha creado una relación muy cercana. También ayudamos a una pareja de amigos que tienen niños muy pequeños a quitar la nieve de su acera para que pudieran aparcar.

Pequeños gestos para cuidarnos….

 

 

 

3.-        volví a casa en la madrugada del 14 al 15… Ya sabía por mi vecina que se me habían congelado las cañerías y no tenía agua ni calefacción. Yo, como ya sabes que vivo sola, muy a menudo digo "Protégeme Dios mío, que me refugio en Ti". Y así es: Dios por medio de las personas me protege. Al enterarse una amiga me dijo que me fuera a dormir a su casa. Al día siguiente vine a la mía y traté de que se fueran arreglando las cosas. Mis vecinos me ayudaron muchísimo y el sábado ya tenía agua y calefacción. Pero al bajar al garaje, veo que se está inundando: se había reventado una cañería. Otras amigas me ayudaron: llamamos a un fontanero y gracias a Dios, ya está todo arreglado, (falta el papeleo del Seguro, para que me devuelvan el importe del gasto). Pero de verdad puedo decir que Dios nunca falla. Hay que hacer como decía Santa Teresa: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, la paciencia todo lo alcanza, sólo Dios basta".

 

3.-        "permaneced en mi amor". Permanezco en el amor de Jesús, el Señor, cuando intento vivir lo que toca con paz. Vivir las cosas más simples con amor. Hoy he pensado en esta frase de Jesús al ir fregando y colocando todo en la cocina. Y he pensado “permanezco en tu amor, Señor”. 

 

Y permanezco en el amor de Jesús cuando, al llegar mi hermana, no me he hecho la remolona y he tirado de mí para ir a misa. Y he pensado: “no voy a misa, voy a encontrarme con Jesús, mi amor, a quien tanto amo y a quien tanto necesito”. 

Permanezco en su amor cuando busco su presencia y atención cuando me vienen problemas colaterales. Y solo deseo pedirle ayuda. Y tenerle a Él conmigo y con los míos.

 

4.-        Por fin he vuelto a la oficina que aunque me haya venido bien estar en casa con todos los acontecimientos de estos días pasados, deseaba ya salir un poco en el mundo. Seguimos en oración, pensando yo ofrecerla por la situación de mi familia, por eso de mi hermana, hasta que me di cuenta que de alguna manera estaba negociando con el Señor: yo oraba para que Él actuara; me sentí miserable, pero a la misma vez me hizo entenderlo desde la perspectiva de su inmensa misericordia. Con esta situación también me enseñó y me hizo sentir a Jesús abandonado y ese dolor desgarrador del alma cuando un amor te abandona por querer de alguna manera seguir viviendo en tinieblas, sea cual sea la persona amada que te lo hace sentir; también me sentí perseguida por causa de Su nombre ya que me rehúye constantemente pensando que le soltaré otra vez la única verdad que hay y por la que de momento no quiere aceptar... en fin, todo ello sin Jesús y su sacrificio en la Cruz no tendría ningún sentido. Yo sé que es para Gloria suya y por el bien de nuestras almas, (cuando digo “nuestras” me refiero más que nunca a todas las de nuestros hermanos que algún día viviremos unidos en Cristo, por Él y con Él).

 


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lunes, 18 de enero de 2021

MUCHO FRUTO EN ÉL

VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas de ENERO



 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9) y la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1):

1.-        En Nochebuena, para conmemorar mejor el Nacimiento de Cristo (“nace Jesús, nace el Amor…”, canta el Gen Rosso), llamé por teléfono a bastantes personas que, (o porque no tienen a nadie o por decisión propia o por confinamiento o por otras circunstancias), yo sabía que iban a cenar solas o ni siquiera cenar. Todos lo agradecieron mucho, a cada uno en esos breves minutos traté de darle la luz de la que hablaba la Palabra de Vida, ¡y yo me sentí con ellos, y luego, muy lleno de esta!

 

2.-      Con la nieve y el hielo, para “permanecer en el amor” de la Palabra, varios días (algunos más de hora y pico) estuve con martillo y destornillador picando hielo (cuando no quedaba sal) en los pasos peligrosos o con pala abriendo accesos a los diferentes lugares de la Parroquia.

Particularmente bonito, ¡fructífero!, fue el domingo de la semana anterior: a la hora de empezar la Misa de 10:00 había solo una persona; le propuse que se esperara a la de 11:30 y minutos después llegaban otras 3, que también se esperarían; y mientras, nos pusimos a echar la poca sal que teníamos, encontramos una pala en la “covacha” del sótano de la Parroquia, una vecina fue a su casa a por otra pala… y en ambiente de familia y alegría, por turnos, los 2 sacerdotes y ellos 4 íbamos apartando la nieve y bromeando.

 

3.-        Esta mañana, cuando (aunque con retraso, ya tenía preparado este correo), se ha cortado la corriente eléctrica en toda la población, con lo cual mi ordenador se apagó de golpe, “de mala manera”.

Yo creía, (aparte de perder las tareas que estaba haciendo), que se había estropeado la computadora del todo (y eso que es bien buena).

Intenté arrancarlo varias veces “permaneciendo en la caridad”, como dice la PdV, (es decir, sin dejar que se me fuera la paz, y estando desapegado de todo tanto del aparato en sí como, ¡sobre todo!, de lo mucho y bueno que tengo archivado en él). Tras el décimo intento, ya lo dejé: ¡paz, ningún otro sentimiento que la caridad! Después de unas horas y de realizar otras cosas y obligaciones, en un último intento, acaba de arrancar el ordenador y no se ha perdido nada, gracias a Dios. Pero “Tú, Señor, eres mi único Bien”: ningún aparato, ningún tema, ni material, ni direcciones, ni archivos…, ni nada.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9), la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1) y la de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):

1.-        “Paco, te mando unas pinceladas... Santa Navidad... “El Señor es mi luz y mi salvación... ". Siempre le pido al Señor por los demás... Hoy mientras estaba delante de Él, expuesto en la custodia, Jesús Eucaristía, le he pedido por muchas personas... Y he dejado un hueco para decirle que transforme mi corazón y me haga poder hacer su voluntad siempre... 

            Detalles de delicadeza con mi madre y de atención y amabilidad con mi hermano, mi cuñada y mis sobrinos...

Y la disponibilidad de servir haciendo la comida en casa y el darme prisa en colocar las cosas para que todo esté a punto. Y vencerme para acudir a la cita con Jesús en la Misa y buscar un ratito de intimidad con Él yendo un ratito a la parroquia para estar delante del sagrario y adorarle con mi presencia y atención.

Un poco de tiempo para Jesús (en los míos y en la Eucaristía).

 

2.-        “…me encontraba muy a gusto y, para “permanecer en Su Amor”, pensé que era bonito “regalarle” eso que me gustaba a Jesús, así que, me puse a hacer otra cosa necesaria en ese momento….

 

3.-        “llevo varios años yendo de voluntaria, al principio a Argentina con las niñas de la calle; aquello era una ciudad, un mundo aparte, eran felices allí las niñas y niños: allí era como ser una mamá, un exp. única; una de las veces me mandaron a S Juan, donde yo, que soy tan tímida, decía “no conozco a nadie”, pero al final, me dije: “Señor, si Tú quieres que vaya, allí voy”.  Ocho horas de coche, pero cuando llegué al final, un matrimonio encantador me fue a recoger; otras varias horas de coche, llegamos al destino. Antes de la comida, después de comer me llevó hacer una tiene, precioso, fue increíble, después nos vinimos al comedor donde tenía que llevar, eran unos 30 personas a comer y merienda cena. Iban varios niños y conecté perseguida con ellos, iba por dos días y al final me quedé unos 10; ellos no me dejaban ni un minuto, haciéndome preguntas de todas clase: los viajes, en qué trabajaba, etc. Los días pasaron rápidos y el último, estaba arreglada para irme y el matrimonio me dice: “tienes admiradores en la ventana”. Yo pensé que era una broma, pero no: eran los niños y me llevaban flores, una pulsera de tela que me había hecho uno, otros me habían escrito una carta donde decían que me echarían en falta y me dejaron su dirección. Le mandé cosas que yo le ofrecido. Para mí el gesto de los niños fue increíble: el Señor me había recompensado, esto era el céntuplo…  con trabajo, pero genial. Y luego me cambié a Paraguay.

 

4.-        “anoche mi hija me dijo que por las redes sociales (a causa de las fuertes heladas) había un llamamiento especialmente a los vecinos de las paradas de metro involucradas en la acogida extraordinaria de las personas sin hogar. Dos de esas estaciones son las “nuestras”... así que no lo pensamos dos veces, juntamos unas mantas, ropa de abrigo y un termos de cafelito caliente y...a la calle!!... al llegar a una de las estaciones en cuestión, la responsable del metro nos dijo que allí realmente no estaban, pero se ofreció en abrir el torno para que fuéramos a Atocha que era donde se estaban recogiendo. Ninguna de las dos llevábamos dinero, ni abono... pero la chica no quiso ni hablar de ello (“faltaría más...”, decía): nos abrió, y non dio instrucciones para hablar con su homólogo en Atocha para que volviéramos de la misma forma... allí un grupito del Samur Social nos atendió muy agradecidas. Había varias personas-sin-techo durmiendo al calorcito.

 

 

 

 

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domingo, 17 de enero de 2021

PERMANECER EN EL AMOR PARA VIVIR LA UNIDAD

Unos text ayudará Aquí tienes unos textos que nos ayuden a recordar e intensificar la práctica de la Palabra de este mes («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto»):



DEJÉMONOS GUIAR POR LA LUZ DE DIOS

 El mundo está harto de oscuridad. Hemos cerrado la puerta, pero la Luz encuentra siempre alguna rendija para desengañarnos: no somos Dios, y nuestros ojos "se apagan" si no le abrimos. ¡Que "amanezca" la alegría del corazón!

P. MANOLO MORALES, o.s.a, Comentario al Pasapalabra del 31 diciembre 2020

 

 

 

 

VIVIR CON HUMILDAD (Cf. Flp 2,3)

 Fácil no es: incluso cuando hacemos el bien, una pizca de orgullo suele "asomar la oreja". No importa. El agua del río no se limpia parándose, sino corriendo. El amor a los demás es purificador y nos hará cada vez mejores servidores. 

P. MANOLO MORALES, o.s.a, Comentario al Pasapalabra del 11 enero 2021

 

 

 

 

VIVIR Y TRABAJAR POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

 Los cristianos tenemos una sola verdad que nos une: Jesucristo, único salvador. Tenemos también un único credo: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Todos los cristianos también tenemos en común la Palabra, el bautismo y el amor recíproco.

Descubriendo todo lo que nos une y poniéndolo en evidencia, Dios estará entre nosotros y será Él quien realizará la unidad entre nosotros.

Quedan las tradiciones litúrgicas y las diferencias doctrinales, pero no impiden una relación más cercana, una ayuda recíproca en la evangelización, un testimonio de amor mutuo que nos llevará a amar la iglesia del otro como si fuera la nuestra.

El amor de Cristo nos une, y juntos podemos acoger a toda la humanidad. “Que todos seamos uno, para que el mundo crea” (cf. Jn 17,21). 

APOLONIO CARVALHO DO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra del lunes 18 enero 2021

 

 

 

DEJÉMONOS GUIAR POR LA LUZ DE DIOS

 En una carta de los años cuarenta, Chiara Lubich escribió una frase fulgurante: “Mira, yo soy un alma que pasa por este mundo. He visto muchas cosas bellas y buenas, y sólo éstas me han atraído siempre. Un día, que no puedo precisar, vi una luz. Me pareció más bella que las demás cosas bellas y la seguí. Me di cuenta de que era la Verdad”.

A través de Chiara, también yo descubrí esta luz mucho más bella que todas las otras cosas bellas de este mundo, es la luz de Dios, que es Belleza, Bondad y Verdad.

Yo también la seguí. Y si tuviese mil vidas, siempre haría la misma elección.

En este año 2020, en medio del dolor, las pérdidas y las muchas restricciones, siempre he descubierto esta inmensa luz que nos hace ver lo positivo de todo: el aumento de la fe en los corazones, de la solidaridad entre nosotros, del amor recíproco en las comunidades, en las familias y entre amigos.

Esta misma luz nos hace mirar el 2021 con el corazón lleno de fe, esperanza y de mucho más amor. 

APOLONIO CARVALHO DO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra del 31 diciembre 2020

 

 

 

 

AMÉMONOS UNOS A OTROS, PORQUE EL AMOR ES DE DIOS 

…para que nuestra decisión de morir completamente a nosotros mismos frente a cada prójimo adquiera nueva fuerza, quiero ver con vosotros, junto a dos grandes santos que han terminado con éxito el Santo Viaje [de la vida], S. Agustín y S. Jerónimo, la importancia de la caridad.

Las suyas son ideas que han impresionado mi alma y espero que le suceda así también a la vuestra.

Agustín, maestro de caridad, aclara: “Si todos hicieran el signo de la cruz [que es un acto religioso], si respondieran amén y cantasen el aleluya [es decir, si hicieran liturgias, que son importantísimas, sí, pero se quedaran solo en eso…]: si todos recibiesen el bautismo y entrasen en las iglesias, si hicieran construir los muros de las basílicas... queda el hecho de que sólo la caridad hace que se distingan los hijos de Dios de los hijos de Satanás.

Los que tienen la caridad han nacido de Dios, los que no la tienen no han nacido de Dios. Es éste el gran criterio de discernimiento. Si tú tuvieras todo, pero te faltase esta única cosa, de nada te serviría lo que tienes; si no tienes las demás cosas; pero posees ésta, tú has cumplido la ley”.

S. Jerónimo escribe: “Te pregunto: ¿tú has percibido el paso de la infancia a la adolescencia, a la juventud, a la madurez, a la vejez? Cada día se muere un poco, cada día experimentamos transformaciones y, no obstante, vivimos con la ilusión de ser eternos. Estas mismas cosas que estoy dictando, que se escriben y después vuelvo a leer y que corrijo, son momentos de vida, se me restan. Cada punto que el escribano señala en la página es un punto quitado al arco de mi vida (...). La única ganancia verdadera que queda es nuestra unidad en el amor de Cristo”.

Queridísimos, ¿habéis oído? La caridad para nosotros cristianos es lo que cuenta, como dice Agustín; es lo que queda, como dice Jerónimo.
¿Qué tenemos que deducir?

Cuando durante el día, sintamos que nuestro corazón da importancia a un detalle o a otro, a quedar bien, a salvar las apariencias, a un afecto, a un apego, a juicios, a pensamientos, a personas, a nosotros mismos..., habituémonos a descartar, a eliminar cada cosa, diciendo en nuestro corazón: “Esto no vale, esto otro no cuenta”, para no llenarnos de vanidad.

Cuando, en cambio, encontremos la ocasión para poner en práctica la caridad, digamos en nuestro interior: “Esto tiene valor, esto cuenta, esto dura”. Así viviremos nuestra vocación de cristianos auténticos 

CHIARA LUBICH, Conexión CH del 20 diciembre 1984