lunes, 18 de enero de 2021

MUCHO FRUTO EN ÉL

VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas de ENERO



 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9) y la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1):

1.-        En Nochebuena, para conmemorar mejor el Nacimiento de Cristo (“nace Jesús, nace el Amor…”, canta el Gen Rosso), llamé por teléfono a bastantes personas que, (o porque no tienen a nadie o por decisión propia o por confinamiento o por otras circunstancias), yo sabía que iban a cenar solas o ni siquiera cenar. Todos lo agradecieron mucho, a cada uno en esos breves minutos traté de darle la luz de la que hablaba la Palabra de Vida, ¡y yo me sentí con ellos, y luego, muy lleno de esta!

 

2.-      Con la nieve y el hielo, para “permanecer en el amor” de la Palabra, varios días (algunos más de hora y pico) estuve con martillo y destornillador picando hielo (cuando no quedaba sal) en los pasos peligrosos o con pala abriendo accesos a los diferentes lugares de la Parroquia.

Particularmente bonito, ¡fructífero!, fue el domingo de la semana anterior: a la hora de empezar la Misa de 10:00 había solo una persona; le propuse que se esperara a la de 11:30 y minutos después llegaban otras 3, que también se esperarían; y mientras, nos pusimos a echar la poca sal que teníamos, encontramos una pala en la “covacha” del sótano de la Parroquia, una vecina fue a su casa a por otra pala… y en ambiente de familia y alegría, por turnos, los 2 sacerdotes y ellos 4 íbamos apartando la nieve y bromeando.

 

3.-        Esta mañana, cuando (aunque con retraso, ya tenía preparado este correo), se ha cortado la corriente eléctrica en toda la población, con lo cual mi ordenador se apagó de golpe, “de mala manera”.

Yo creía, (aparte de perder las tareas que estaba haciendo), que se había estropeado la computadora del todo (y eso que es bien buena).

Intenté arrancarlo varias veces “permaneciendo en la caridad”, como dice la PdV, (es decir, sin dejar que se me fuera la paz, y estando desapegado de todo tanto del aparato en sí como, ¡sobre todo!, de lo mucho y bueno que tengo archivado en él). Tras el décimo intento, ya lo dejé: ¡paz, ningún otro sentimiento que la caridad! Después de unas horas y de realizar otras cosas y obligaciones, en un último intento, acaba de arrancar el ordenador y no se ha perdido nada, gracias a Dios. Pero “Tú, Señor, eres mi único Bien”: ningún aparato, ningún tema, ni material, ni direcciones, ni archivos…, ni nada.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9), la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1) y la de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):

1.-        “Paco, te mando unas pinceladas... Santa Navidad... “El Señor es mi luz y mi salvación... ". Siempre le pido al Señor por los demás... Hoy mientras estaba delante de Él, expuesto en la custodia, Jesús Eucaristía, le he pedido por muchas personas... Y he dejado un hueco para decirle que transforme mi corazón y me haga poder hacer su voluntad siempre... 

            Detalles de delicadeza con mi madre y de atención y amabilidad con mi hermano, mi cuñada y mis sobrinos...

Y la disponibilidad de servir haciendo la comida en casa y el darme prisa en colocar las cosas para que todo esté a punto. Y vencerme para acudir a la cita con Jesús en la Misa y buscar un ratito de intimidad con Él yendo un ratito a la parroquia para estar delante del sagrario y adorarle con mi presencia y atención.

Un poco de tiempo para Jesús (en los míos y en la Eucaristía).

 

2.-        “…me encontraba muy a gusto y, para “permanecer en Su Amor”, pensé que era bonito “regalarle” eso que me gustaba a Jesús, así que, me puse a hacer otra cosa necesaria en ese momento….

 

3.-        “llevo varios años yendo de voluntaria, al principio a Argentina con las niñas de la calle; aquello era una ciudad, un mundo aparte, eran felices allí las niñas y niños: allí era como ser una mamá, un exp. única; una de las veces me mandaron a S Juan, donde yo, que soy tan tímida, decía “no conozco a nadie”, pero al final, me dije: “Señor, si Tú quieres que vaya, allí voy”.  Ocho horas de coche, pero cuando llegué al final, un matrimonio encantador me fue a recoger; otras varias horas de coche, llegamos al destino. Antes de la comida, después de comer me llevó hacer una tiene, precioso, fue increíble, después nos vinimos al comedor donde tenía que llevar, eran unos 30 personas a comer y merienda cena. Iban varios niños y conecté perseguida con ellos, iba por dos días y al final me quedé unos 10; ellos no me dejaban ni un minuto, haciéndome preguntas de todas clase: los viajes, en qué trabajaba, etc. Los días pasaron rápidos y el último, estaba arreglada para irme y el matrimonio me dice: “tienes admiradores en la ventana”. Yo pensé que era una broma, pero no: eran los niños y me llevaban flores, una pulsera de tela que me había hecho uno, otros me habían escrito una carta donde decían que me echarían en falta y me dejaron su dirección. Le mandé cosas que yo le ofrecido. Para mí el gesto de los niños fue increíble: el Señor me había recompensado, esto era el céntuplo…  con trabajo, pero genial. Y luego me cambié a Paraguay.

 

4.-        “anoche mi hija me dijo que por las redes sociales (a causa de las fuertes heladas) había un llamamiento especialmente a los vecinos de las paradas de metro involucradas en la acogida extraordinaria de las personas sin hogar. Dos de esas estaciones son las “nuestras”... así que no lo pensamos dos veces, juntamos unas mantas, ropa de abrigo y un termos de cafelito caliente y...a la calle!!... al llegar a una de las estaciones en cuestión, la responsable del metro nos dijo que allí realmente no estaban, pero se ofreció en abrir el torno para que fuéramos a Atocha que era donde se estaban recogiendo. Ninguna de las dos llevábamos dinero, ni abono... pero la chica no quiso ni hablar de ello (“faltaría más...”, decía): nos abrió, y non dio instrucciones para hablar con su homólogo en Atocha para que volviéramos de la misma forma... allí un grupito del Samur Social nos atendió muy agradecidas. Había varias personas-sin-techo durmiendo al calorcito.

 

 

 

 

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