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miércoles, 31 de enero de 2018

LA MANO DEL SEÑOR ES PODEROSA

VIDA DE LA PALABRA                       últimas semanas de ENERO


Como esta vez hay pocas de las vuestras, me explayo compartiendo contigo alguna más de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Tu diestra, Señor, es magnífica en poder», Ex 15, 6):
1.-        No sé qué ha tenido enero, pero han venido a hablar conmigo (incluso cuando estaba yo en un lugar de paso o en mi pueblo descansando) personas con unas situaciones tremendas: insostenibles e irresolubles humanamente. El verdadero diálogo en el que Chiara Lubich explica el arte de escuchar, haciendo el vacío, (que hace años aprendí de ella, pero me ha venido muy bien que precisamente la PdV del mes lo traiga a colación), me ha ayudado durante la hora o más que tenía delante a cada uno, (y han sido muchos), a “hacerme uno” con su situación, (en bastantes, verdaderamente angustiosa), y ver en ellos un “rostro” de Jesús Crucificado y Abandonado. La PdV me recordaba, además, que “la mano del Señor es poderosa”: eso me ha hecho poderles confortar (y aconsejar en lo poco en los que se puede vislumbrar al menos un atisbo de esperanza…). Y, a la vez, fiarme plenamente del Señor: donde ellos no llegan, donde yo no puedo…: ¡solo Dios! Y rezar (e invitarles a hacerlo, a veces junto conmigo). Se iban con relativa paz al sentirse queridos y entendidos: y decían, que simplemente el encontrar una escucha acogedora que les permitiera desahogarse sin prisa y a fondo, ya les servía de mucho.

2.-        La PdV también me ha serenado ante situaciones que me surgían:
la semana de Retiro para sacerdotes de Europa occidental (siendo yo, “casi anfitrión”), requería, -sobre todo al principio y al final-, estar pendiente de mil cosas;
ese Retiro concluía con peregrinación a Ávila (año santo teresiano) y al sepulcro de S. Juan de la Cruz en Segovia, pero justo fueron los días de tantas nevadas, particularmente copiosas en esas dos ciudades, y hubo que llamar a cada uno de los sitios para suspender cada cosa y, a la vez, improvisar-organizar un viaje a Toledo;
la caída de mi madre en el supermercado en el pueblo (la impotencia por estar a casi 3 horas), aunque gracias a Dios no se ha hecho mucho;
diversas tareíllas que debían y/o podían hacer otros, en el último momento o no las hacían o no se acordaban… y a correprisa (y sin tener tiempo yo) debía solventarlas lo mejor posible…
En todo ello y otras cosas, era una plena confianza (¡y paz!): su diestra es magnífica en poder.



4.-        Muchos de la comunidad alrededor del Centro Mariápolis estaban turnándose para cuidar en el hospital Puerta de Hierro a un focolarino que llevaba internado 9 días (hará un par de años, aunque no es muy mayor, sufrió un ictus y tiene paralizado el lado derecho y el habla).
El lunes (mi día libre) yo pensaba dedicarlo a dar un “empujón decisivo” al librito que queremos hacer sobre José, (una de esas tareas que iban a hacer otros): se ha cumplido su primer aniversario, y ahí estaban los textos “aparcados”.
Me fie de “la diestra poderosa” y me ofrecí a ir al hospital como cuidador: me asignaron la mañana completa del lunes. Por si acaso, no obstante, me llevé el ordenador. Y “vi” esa “mano” del Señor: por un lado, pude atender bien al enfermo, (charlar un poquito, pero sin cansarlo; darle la gelatina; darle luego toda la comida), y, por otro lado, cuando él dormitaba, ponerme con el librito; cuando se espabiló del todo, le propuse leer en voz alta la parte del texto que estaba yo revisando, (él conocía mucho a José; y también vivió cerca los primeros años que José y yo estuvimos en Las Matas): fue un acierto, porque, con su escucha atenta y su unidad, (aparte de avanzar yo mucho), nos sirvió, además, de meditación a ambos.
No sé cómo, ¡realmente me cundió muchísimo la mañana!, (¿quizá más que si me hubiera quedado encerrado en la parroquia trabajando el texto?). Y una providencia, (que me servía de nueva confirmación de que había hecho la voluntad de Dios yendo al hospital): a las 14:30 me hacía el relevo como cuidadora una focolarina. Comentando con ella lo que habíamos hecho durante la mañana, señaló: “estoy acostumbrada a corregir tesis doctorales de 600 páginas”. Así que se ofreció para hacer una corrección del librito que estamos preparando.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Tu diestra, Señor, es magnífica en poder», Ex 15, 6), la de diciembre («He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra», Lc 1, 38) y la de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11):
1.-        Gracias, Paco, por tu nuevo correo, ¡no vieras qué bien me hace al recibirlo a mitad de mes!: a veces ando un tanto distraída y esto me da un   nuevo impulso en mi diario vivir. Me encanta el tiempo de Navidad, pero me cuesta tremendamente vivirlo con sosiego y paz; una y otra vez “aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. Al decirlo una y muchas veces, ha calado como Gracia una linda experiencia: sentía al querer acoger la voluntad de Dios en cada circunstancia, casi siempre la contraria que yo deseaba, como que a María la sentía a mi lado en ese desconcertante “hágase” y abandonándose en las manos de Dios: esto me ha ido haciendo gozar de los más pequeños gestos que con tantas y tantas personas trataba: escuchar con paciencia y sin prisa, pedir un favor a quien me rechazó (y sé que, además, a veces le molesta mi forma de ser), limpiar algo antes de que otra lo pudiese hacer; en fin, que al final se me hizo un gozo al sentir a Jesús en cada hermano.

1b.-      Un anciano me contaba la gran Gracia que sentía desde que ha llegado…: está solo en la vida, una hija única hace dos meses se le murió de cáncer; …me decía “estar tan gozoso de este tiempo que el Señor me está concediendo…”, nunca se había encontrado tan presente a Dios  y con la gran verdad de todo lo que no es, (en lo que tanto y tanto a veces nos apoyamos y en lo que se le ha podido ir la vida): está viviendo un crecimiento en la fe que no te imaginas el bien que me hace; y solo tengo que decir “gracias” al Señor por fijar los ojos en mí y llamarme y “aquí está la esclava del Señor, hágase en mi según tu voluntad” de la PdV: créeme que todo este mes ando en la misma línea

2.-        “qué alegría leerte… Los relatos que hoy transmites son muy significativos y me nutren mucho… …nos trasladas a otra visión de nuestra existencia.
Sigo malita, sin saber muy bien qué me pasa, pero serena a la vez.
He aprendido a amar a Dios de una manera diferente y a no sentirme juzgada…
…sigo con mi propósito de escuchar al que lo necesite y se acerque a mi vida. Cuando uno de estos días terminaba de trabajar y me llamaba una amiga agobiada al teléfono, sabía yo que me esperaba una hora de lamento y repetición de frases y pensamientos, pero me decía a mí misma: “Señor, esto no es nada con lo que Tú has aguantado”, así que allí estaba yo con mi oreja pegada al auricular para, de vez en cuando y en la medida que podía, poner algo de orden en su mente. Se despedía dándome las gracias y diciéndome que me volvería a llamar ya que necesitaba desahogarse.

2b.-      Han sido unos días duros en el trabajo con compañeras algo hostiles, ya que todo el mundo está nervioso y se contagia el clima negativo, pero yo he intentado llevar mi mejor sonrisa a cada reunión y romper el conflicto reflexionando en alto para indicar que estábamos trabajando, no luchando entre nosotras sin saber para qué. Al final me miraban desconcertados, pero lográbamos reconducir la reunión de otra forma y con más paz…
…sigue rezando por mí, ya que hace mucha falta en estos momentos donde no sé muy bien qué me pasa, pero solo sé que tengo que seguir



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de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ  
y otras también AQUÍ



N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.




lunes, 6 de febrero de 2017

IN MEMORIAM: JOSÉ VARAS

  José Varas Arroyo
Sacerdote focolarino

14 noviembre 1929
 †  28 enero 2017


Nació en Madrid el 14 de noviembre de 1929 en una sencilla familia obrera. De su niñez, cuenta él mismo:
los padres no nos llevaron a la escuela durante la guerra del 36  al 39 porque en Madrid, del lado republicano, la escuela era laica y nos podían quitar la fe: éramos cinco hermanos, todos pequeños. Ellos fueron padres y “maestros”. Ellos nos enseñaron a leer, a contar y a rezar; el rosario en octubre en familia, aunque mi padre lo rezaba cada día mientras se lavaba la cabeza a la vuelta del trabajo, -era obrero de la construcción-, y sus Avemarías se oían en el comedor con naturalidad”.
Cuando luego, ya anciano, veíamos su resistencia y fortaleza y su austeridad, (y no tirar ni las migas del pan), siempre sentenciaba:
yo soy niño de la guerra”.
Estudiando luego con los salesianos de Estrecho, recordaba como si fuera ayer el lugar de la calle en que hablando con un religioso a sus 11 añitos de edad sintió la llamada al sacerdocio y al curso siguiente entró en el Seminario de Madrid:
A los 11 años sentí la vocación al sacerdocio; sentí en lo íntimo de alma  que Dios me quería y me llamaba. Se manifestaba como Dios Amor; me sentí atraído como Santo Domingo Savio, cuya unión con Dios admiraba. Entrando en la iglesia la Nochebuena para la misa con mis padres se lo conté a mi profesor seglar, que me respondió: “qué bien”, dándome un beso en la frente”.

Fue ordenado sacerdote el 12 de junio de 1954 con unos 20 compañeros, de los que hasta hace pocos
años siempre ha sido el que los convocaba para juntarse al menos cada año en el aniversario, con un cuidado proverbial, con cariño materno, por cada uno a lo largo de los meses, sin olvidar a alguno secularizado.
Conoció la Obra de la Iglesia y hasta hace poco continuaba recibiendo los escritos de la Madre Trinidad.

Pero lo que determinó su vida y su ministerio fue el encuentro con la Obra de María, el movimiento de los focolares:
corría el año 1964. Llevaba yo 10 años de vida sacerdotal y los focolarinos vinieron a vivir en el territorio de la parroquia donde yo trabajaba, en “Santa Teresa y Santa Isabel”. Fui a conocerlos por orden del párroco y la vida en común del grupo, todo él juvenil, me sorprendió. Había alegría, sencillez, vida de familia. Aspiraban a la santidad juntos, cosa nueva para mí en jóvenes seglares: Jesús vivía entre ellos y lo amaban”.
         Con estos nuevos amigos, iba de sorpresa en sorpresa. Luego, cientos de veces habrá narrado la siguiente anécdota:
Me enseñaron a amar concretamente a Dios también en el prójimo. “Dios es Amor y el que ama está en Dios”. Llamé al focolar un día por teléfono y pregunté: “¿qué novedades hay por ahí?”. Y un joven, José María Murillo, me respondió: "¡Padre, cada momento es una novedad!". El Amor de Dios hace que “cada momento sea una novedad”.
Y José luego explicaba así el momento:
Yo desconocía prácticamente el amor  al prójimo, a todos, como voluntad de Dios que le es grata. El prójimo solo me ocupaba y me daba trabajo. El amor hace que todo sea una novedad sorprendente.”

José ha sido el primer sacerdote focolarino de
España. Él explica así su paulatino cambio:  “Yo hacía oración, pero desconectada del amor  al prójimo...: orar y amar no iban unidos. Vivir en el amor a Dios… y al prójimo me unificó la vida las veinticuatro horas. ¡Hasta los sellos había que pegarlos en el sobre de la carta con amor!
 Al mismo tiempo, al no experimentar la elección de Dios como único Bien, el día lo tenía yo como fraccionado: a Dios le daba sus horas; pero Él no estaba presente en mi vida de continuo.
Luego el Concilio… me aclaró que la unidad de vida en el sacerdote dependía del hecho de hacer la Voluntad de Dios y de amar  al prójimo siempre, el primero, a todos, o sea, la caridad pastoral. Ambas cosas, a partir de entonces, con la clarificación del Ideal unificaron mi vida que se hizo más del agrado de Dios hora a hora, momento por momento…”.
Conocer este Ideal de la unidad, el Ideal de Dios Amor viviendo en la tierra al estilo de la Trinidad, en seguida encontró en él también su expresión más típica: una espiritualidad comunitaria sobre todo, no simplemente personal:
Otro sacerdote, religioso sacramentino, Tomás Iturriaga, que trabajaba con los scouts, tuvo la misma experiencia; e igualmente un padre agustino, Manolo Morales. El mismo descubrimiento nos apiñó y la relación fraterna nos hizo experimentar que Jesús en medio de dos o más, reunidos en su nombre, era verdadera realidad también entre sacerdotes, entre religiosos de distintas familias, entre parroquias…”
Más de una vez recuerda que por aquella época
fue empezando a sonreír y a reírse con esa carcajada que sería un signo peculiar suyo el resto de la vida.
Participó en la Mariápolis de Ávila en 1966 y ese año y otros, también lo hicieron algunos seminaristas de Burgos, Gerona, Murcia, Sevilla… y entre todos empezaron una fraternidad que se ha mantenido y ha ido creciendo todos estos años.

Poco después, fue a un encuentro de sacerdotes en Rocca di Papa. Allí conoció a D. Silvano Cola, siempre referente en su vida, uno de los primeros sacerdotes focolarinos:
D. Silvano me aclaró: “aquí venimos a aprender a amar; a rezar ya nos enseñó el seminario”. Me abrió los ojos a la nueva dimensión de la fraternidad que yo no había experimentado antes: Jesús en medio era la gran novedad que yo entendí acompañando a Roma uno de esos días al sacerdote del Paraguay para una gestión en su embajada: gocé intensamente de la unidad y de la presencia de Jesús entre nosotros por vez primera...”.
Y más tarde hizo los 6 meses de la “escuela sacerdotal internacional” en Grottaferrata (Roma):
la vida en común con otros sacerdotes, que el Concilio aconsejaba.., la comprendí en la "escuela sacerdotal" donde hora a hora vivíamos en el amor recíproco con la iluminación de este Ideal...
Con Tomás Iturriaga saltó la oportunidad: pasó al clero diocesano y a los dos el obispo D. Casimiro nos quiso mandar juntos a una parroquia que se fundaba, para que así “tuviéramos a Jesús en medio”. Nada menos. Aterrizamos en San Blas, en parroquias cercanas: él en “S. Joaquín” y yo en “Virgen de la Candelaria”. Estuve un año y me
enviaron al seminario como director espiritual tres años. Volví a la Candelaria  y comenzó la vida en comunidad con Pedro Muñoz”.

Tras las parroquias en el gran San Blas, de 1982 a 1995 ejerció con gran responsabilidad como Vicario en la Vicaría II de la Archidiócesis:
Cuando me nombró Vicario Episcopal [el Cardenal] D. Ángel Suquía, le pregunté si podía seguir viviendo con otros sacerdotes del Movimiento. Su respuesta fue afirmativa sin rodeos.
Y continúa José narrando una anécdota de años después referida a aquel periodo, con esa típica inocencia y humildad suya, de niño evangélico: 
Y al presentarme un sacerdote amigo a otro en la residencia de San Pedro exclamó: “¿José Varas? ¡El Vicario que más ha querido a los curas!”. Casi me avergüenzo, pero en el fondo reconozco que el Ideal [de Chiara Lubich] me ha enseñado a amar a todos y lo he procurado hacer”.
Muchos somos testigos que a José lo quería todo el mundo, de una lado y de otro, sacerdotes o laicos,
de una posición alta o el pordiosero más miserable, de una ideología o de otra… Y seguramente lo querían porque él los había querido a todos.
Por aquella época también vivió con D. Francisco Pérez (actual Arzobispo de Pamplona) y con Manuel Bru (con este también los 9 años en S. Jorge).

Fue también muchos años Responsable de todos los sacerdotes focolarinos en España, llamándolos con frecuencia, yendo a visitarles, sobre todo a los enfermos y ancianos:
Me ha enriquecido ese quehacer. También me daba preocupaciones. Pero me ayudaba a vivir lo que dice San Pablo…: “Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mi la fuerza de Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. El contacto con los sacerdotes me ha
mantenido a mí como sacerdote. Pero era algo superior a mí. El amor a Jesús [Crucificado y]Abandonado era un recurso frecuente y escribí a Chiara [Lubich] pidiendo relevo. Ella me contestó y me animaba: que si yo hacía mi parte, Dios haría el resto; bastaba que yo hiciera lo posible. Y me dio una Palabra de Vida que me resolvió en seguida: “y tocaré para Ti, fuerza mía, porque Tú, oh Dios, eres mi alcázar”, del salmo 59. Esta Palabra la he tenido presente toda la vida. Me ha ayudado a hacer mi labor lo mejor que he podido: visitar grupos, presentar congresos parroquiales, ejercer mi responsabilidad de Vicario episcopal, hacer nombramientos de cargos… y a estar contento…”.
Al finalizar el periodo como Vicario, se le otorgó el título de Monseñor, de Prelado Doméstico de Su
Santidad el Papa. Él siempre lo valoró con gran veneración por el Santo Padre, pero una foto que todos recordamos de José con delantal en la cocina, en la casa parroquial de San Jorge, era la que lo definía auténticamente como siervo por amor.
En esa Parroquia pasó sus últimos casi 10 años en activo, pero la tarea no disminuyó, ¡al contrario!, cuando vino a Las Matas, a la casa “Cor Unum” el 9 de marzo de 2005, como iniciador junto con Paco Tomás de ese centro de espiritualidad de comunión para sacerdotes y seminaristas, y como “capellanes” de este Centro Mariápolis que nos alberga. Era el alma de aquella casa, dando calor de hogar, no sólo para los 4 que allí vivían, sino para cada sacerdote y seminarista que venía una temporada o andaba de paso, y para las decenas de personas que cada semana iban a visitar a un sacerdote u otro. Amén de sus
desplazamientos (incluso cuando la movilidad empezó a ser reducida) para visitar, (ya sin tantas prisas de regresar), a sacerdotes mayores de otras diócesis de toda España.
Cuando empezaba a hacérsele más evidente la espasticidad muscular y la enfermedad neurodegenerativa, escribió en 2011: “hay que llegar a ser contemplativos porque “el que ama está en Dios, porque Dios es amor”. Ahora que aprieta un poco más la debilidad, los pequeños dolores, el quedarse en el último lugar cuando los demás corren, Jesús [Crucificado y] Abandonado se asoma con mayor frecuencia y es y será el sostén de mi vida. Hasta ahora el Amor de Dios como Padre había predominado”.
Con férrea voluntad, cada mañana se levantaba él solo, se aseaba y desayunaba, aunque empleara 3 horas en total. Caminando con su andador, en el cual llevaba siempre su breviario. Pasando muchas horas
ante Jesús Eucaristía en la capillita de casa. Todo ese era su trabajar por el Reino de Dios en el simple quehacer diario. Era admirable su perseverancia y con alegría.
Cuando ya necesitó cuidados más especializados, fue a una Residencia, primero 2 meses en la parroquial de Torrelodones, y luego estos últimos 14 en la sacerdotal de Madrid. En ambas, directivos y residentes afirman que ha sido un don para cada uno, a pesar de que los músculos del habla ya no le funcionaban y apenas se le entendía al hablar.
En octubre, muy costosamente, le repetía a Paco Tomás: “estoy contento con la Voluntad de Dios. No puedo hacer lo que yo quisiera. Me voy pareciendo a Jesús en la cruz, me siento más hijo del Padre. Me
siento muy limitado, pero eso no me pone triste... No puedo hacer más ni con la lengua, ni con las piernas, ni con la escritura. .. Hago oración. Me quedaré sin facultades: normal... Para cada uno hay un plan de Dios. Estoy contento de saberme en manos de Dios”.

Su última semana la pasó en el Clínico. En nuestras visitas, le recordábamos que tenía que amar a Jesús Crucificado y Abandonado y le preguntábamos si le daba su "sí" como Esposo del alma; y con un movimiento de cabeza y un gesto, como que decía
"¡por supuesto; faltaría más!".
Y le preguntábamos si lo ofrecía por el "que todos sean uno" de Jesús, tal como querría Chiara Lubich, y por la semana de la unidad de los cristianos que en esos días transcurría, y con un apretón de párpados lo aseguraba. El martes por la noche, tras susurrarle de nuevo eso, Paco Tomás concluye preguntándole: “¿vale, campeón?”. A lo cual él soltó un “¡vale!” impresionaba, pues apenas se le oía. Prácticamente ha sido la última palabra que dijo.

El sábado 28 de enero de 2017 su típica "carcajada" se ha convertido en eterna... La sensación es, sin duda, agridulce, se merecía que prevaleciera la alegría que sólo puede venir del Cielo. Como afirma el Salmo 59, 18, (que Chiara Lubich le dio como Palabra de vida personal, como lema para toda su vida): «...y tocaré para Ti, fuerza mía, porque Tú, oh Dios, eres mi alcázar» 






lunes, 30 de enero de 2017

JOSÉ, HACIA LA CASA DEL PADRE

VIDA DE LA PALABRA          últimas semanas de ENERO

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14) y de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35, 4):
1.-        Cada 3º viernes de mes, vamos en pequeños grupitos con los jóvenes de la Parroquia a repartir alimentos, (y, además, en un termo, caldo caliente, y en otro, café), a los “sin techo” a Madrid. Los tuve que dejar a mitad para irme al Clínico: José estaba en urgencias con fuerte neumonía a sus 87 años. Tras hablar un rato con él, en seguida pedí que llamaran el Capellán y él me dijo que fuera yo mismo quien le administrara el sacramento de la santa Unción para los enfermos, (por el cual Dios conforta interiormente y sana y da fuerza para poder llevar bien la ancianidad y/o la enfermedad). Supe luego por otro amigo allí ingresado que el Capellán contó en una Misa que se quedó admirado de ese momento, del cariño con que le hablaba aunque él apenas podía expresarse y de la relación fraterna entre los dos. ¡Que sea para gloria de Dios!
No en vano, desde el 1 de septiembre de 2003, (primero en la Parroquia de S. Jorge y desde el 9 de marzo de 2005 en la casa “Cor Unum” de Las Matas), hemos vivido en comunidad, (con al menos otros 2 sacerdotes más siempre), hasta finales de septiembre de 2015. Y luego he estado visitándolo por lo menos semanalmente en una Residencia (de Torrelodones primero y luego en la sacerdotal de Madrid).
         Cada uno de los días de esta semana ingresado, he estado compaginando mi mucha tarea parroquial y hospitalaria en Villalba, con ir a pasar unas horas con él al acabar y, (lo que ha sido más trabajoso todavía y agotador), coordinar por correo-e. y WhatsApp a familia y gente del movimiento y algunos otros para que siempre estuviera acompañado por personas que le aseguraran el cariño y la oración y los cuidados en turnos de 2 ó 3 horas, (¡¡gracias a cada uno de los que habéis estado!!).
         Cada noche, antes de volverme a la Parroquia, yo le recordaba a Jesús Crucificado y Abandonado y le preguntada si le daba su "sí" como Esposo del alma; y con un movimiento de cabeza y un gesto, como que decía "¡por supuesto; faltaría más!". Y le preguntaba yo si lo ofrecía por el "que todos sean uno" de Jesús, tal como querría Chiara Lubich, y por la semana de la unidad de los cristianos que en esos días transcurría, y con un apretón de párpados me lo aseguraba. El martes por la noche, tras susurrarle de nuevo eso, yo concluyo preguntándole: “¿vale, campeón?”. A lo cual él ha soltado un “¡vale!” que me ha impresionado, pues apenas se le oye. Su típico “¡vale, Paco!” con el que siempre me hacía unidad, (los primeros años era él el responsable de nuestra comunidad, los últimos, yo). Ha sido una de las últimas palabras que dijo.
Casi todas las noches, además, al despedirme, antes de una oración a la Virgen, le daba saludos mencionando uno a uno a todos los sacerdotes focolarinos que habían escrito asegurándole unidad; y al nombre de algunos, (y de Obispos y de otras personas y amigos), esbozaba un intento de sonrisa. Y diciéndole que le queríamos y que sabíamos todos cuánto nos quería; y cuánto le debemos gracias a esos días ofrecidos.
El miércoles, (que ya habían empezado a ponerle algo de morfina), además de repetirle lo anterior, le he recordado los episodios que tanto renombraba él: con Luminosa (“Lumi, ¿cómo amas tú a Jesús Abandonado?”, “como se puede, padre, como se puede”), con su hermano Pedro, etc. Alguna lagrimilla que le brotaba, me indicaba que quizá sí me oía y entendía.
El viernes 27, al igual que las otras noches, también el momento de despedirme fue bonito y significativo y, aunque movió un poco los párpados, no estoy plenamente seguro esta vez si me escuchaba: le he vuelto a repetir lo de estas noches pasadas, la consagración a Jesús Crucificado y Abandonado, y el vivir por el “que todos sean uno”, añadiendo que cuando él visitó a su hermano Pedro pocas horas antes de fallecer, este le dijo: “José, ¿y te vas a marchar sin hablarme del Cielo?”. Y entonces él volvió a entrar y le recordó la frase del Apocalipsis: “verán al Señor cara a cara y llevarán su nombre en la frente; ya no habrá más noches ni necesitarán luz de lámpara o del sol porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos y reinarán por los siglos de los siglos”. Recé en
voz alta a la Virgen el “bajo tu amparo”, le di como cada noche la bendición y me despedí “hasta mañana si Dios quiere”. Al poco de llegar yo a Villalba, a la 1:15 (por tanto, ya sábado, día semanal de la Virgen; fiesta de Sto. Tomás de Aquino), me llamó su sobrina diciendo que había fallecido y me volví de nuevo para el Clínico rezando en el coche por su eterno descanso y dando gracias a Dios por su vida.
Bastantes, después de recibir la noticia, sentenciaban casi con las mismas palabras: “ahora su sonrisa y su famosa carcajada están perpetuadas en el cielo”. Incluso el sacerdote alemán que tantos años fue nuestro responsable a nivel mundial se atrevía a añadir: ¡…quien sabe si el Reino de los Cielos ahora, con sus carcajadas, tiene un toque extra que incluso arrancará una sonrisa a la Virgen…!”.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de enero («Porque el amor de Cristo nos apremia», 2 Co 14), de diciembre («Dios viene… y os salvará», Is 35, 4) y la de noviembre («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13):
1.-        “…a la hora del almuerzo escolar yo quería terminar y enviar las calificaciones de los estudiantes en religión ortodoxa. Otro profesor se sentó a mi lado y quise compartir una historia contada por una niña en religión preocupándome de él, a quien he escuchado con gran atención. Fue un momento de hermosa comunión…

2.-        “…hablé con un pastor pentecostal que tiene una empresa de ventanas y puertas para hacer unas vidrieras. Me dijo que él podría hacerme el encargo. Era la semana de oración por la unidad, y estaba cuidando de ponerla en práctica: no ecumenismo teológico, sino el del amor, que comparte cosas simples, pero me pareció que era un paso adelante en la relación…

3.-        “…una pequeña experiencia que hago estos días es que nuestro chico con más problemas (una historia muy dura y un informe psiquiátrico de muchas páginas) ha vuelto rebelde de las vacaciones y, sobre todo, como retándonos a expulsarle. Por tanto, es un desgaste tremendo tratar de quitarle esa idea de encima, (que será en gran parte inconsciente), a base de amor. Veo que ese amor el Señor lo acompaña de pequeños frutos. Pero a la vez, no sé si será suficiente; estamos tratando de "enderezar" el rumbo con todas nuestras “armas”, pero os pido oración.
En particular, que esto no cope todas mis/nuestras energías porque hay otras decenas de chicos para con quienes la caridad de Cristo también nos apremia…

4.-        “estos días he acompañado, algunos ratos, a un religioso de 80 años que ha sido operado de su cadera izquierda. Los demás religiosos han hecho las otras faenas. Me alegra pensar que colaboro con el Señor y que Él va delante

5.-        “yo, Paco, tengo que decirte que mi madre falleció este mes, con lo cual el año nuevo lo hemos empezado con una gran tristeza en el alma, pero con la serenidad y la tranquilidad de que médicamente se ha hecho todo lo que se podía. Como ella siempre ha creído profundamente en Dios, creo que ya estará feliz junto a Él y junto a todos nuestros seres queridos y con el resto de hermanos en Cristo.
Paco, menos mal que ella nos dio esta esperanza, junto con mi padre, que en su día decidieron por nosotros bautizarnos y enseñarnos en este caminar hacia Dios; porque sin fe, estas separaciones serían insufribles.
De esto te das cuenta en estos momentos tan críticos: lo importante que es la fe. Yo sé que esta separación es transitoria y que cuando volvamos a encontrarnos si Dios quiere, será para siempre y ya nada ni nadie podrá separarnos. Sé que para que eso, tengo que seguir haciendo méritos, pero esta despedida no ha hecho más que fortalecer mi fe y mi esperanza. Por favor, te pido me ayudes con tus oraciones; gracias por todo

6.-        “cuando entran tus correos en un inbox cargado de preguntas de asesoría, se abre una ventana de sensaciones que me llevan a otra dimensión y me conectan con mi mundo interior de forma directa.
Conforme los voy leyendo me doy cuenta de que hay más vidas que la laboral y problemas mucho más importantes que a veces ni son escuchados. Muchas veces pienso que contigo tengo otra forma de sentir la Iglesia, mucho más cercana y natural, que es en las cosas del día a día.
Con relación a cómo he comenzado el año, decirte que con el propósito de valorar mi día a día y dejarme fluir sin preocuparme más de lo debido.
Mi actitud es intentar sentirme bien todos los días y al final del día valorar ese momento positivo para que no se me escape que ha ocurrido.
Tengo la sensación de que los cambios me llevan día a día a encontrarme con Cristo, pero en el detalle cotidiano dejando a un lado la retórica de la palabra.
El otro día me di un buen susto, como te comenté, con el coche y me di cuenta de que en un descuido pierdes el control de lo territorial, así que no sé qué sentido tiene preocuparse tanto por ese control de las cosas. Mi mayor ilusión es mi hija y verla crecer día a día me llena de felicidad y ya no busco momentos espectaculares ya que todo lo sencillo me llena. Cada vez me voy dando cuenta que hay que tener recursos para afrontar el día a día y no ir a situaciones incómodas por simples luchas de poder.
Me apetece ser y hacer feliz y este año por encima de todo me he propuesto eso: provocar y contagiar sonrisas ya que no solo se contagia la tristeza, sino también la alegría



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lunes, 31 de octubre de 2016

PERDONA Y OBTENDRÁS PAZ

VIDA DE LA PALABRA                  últimas semanas de OCTUBRE

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de vida de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2) y la de septiembre («Todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios», 1 Co 3, 22-23):

1.-        Mirando la Palabra del mes, cada día me cuesta vivirla porque todo el mundo me trata bien, con lo cual no tengo nada que perdonar a nadie. Pero me he dado cuenta que algunos sí “me hacen agravios”: los que pasan por la tan cercana autopista A6 con el molesto ruido de motores día y, sobre todo, noche.
A la primera que me despierto, luego me resulta ya difícil volver a conciliar el sueño. Aunque resulte chistoso (no lo es tanto la molestia, ¡eh!), de alguna manera, aunque no los conozco, les tengo que “perdonar”: ese ejercicio tantas veces al día (y, sobre todo, de
noche) me permite “perdonarles” y el modo es pedir por ellos para que se les dé bien el viaje que están haciendo, alegrándome si van (yo no lo sé, claro) a trabajar, descansar, estar en familia…

2.-        Con la múltiple ocupación diaria entre parroquia y hospital, me es difícil hacer otras cosas. Entre estas, quiero seguir intentando visitar a José en la Residencia sacerdotal, (además, ahora lo tengo un poco más lejos, casi
a 40 minutos), al menos una vez a la semana. Está siendo muy bonito últimamente el clima de fraternidad en la absoluta sencillez familiar con él. Le “tengo que perdonar” que, cada visita, acabe preguntándome al menos 4 ó 5 veces tanto si mis padres viven, como si él ha celebrado ya Misa, como otras cosas… Razona perfectamente y se le nota el cariño acumulado por todos durante años… Pero la memoria reciente le falla sonoramente cada vez más, (no
en vano, el próximo día 14 cumplirá sus 87 años de edad). El modo de “perdonarle” es responderle todas las veces con una sonrisa y con calma, como si fuera la única vez que me lo pregunta.
Que conste, (“¡mea culpa!”), que –hemos vivido en unidad bajo el mismo techo de 2003 a octubre 2015–, los últimos años en casa yo a menudo no lograba responderle con esa paciencia. Con lo cual, el último día, una auxiliar, como que se alteró con él cuando escuchó una de sus reiterativas preguntas: mi modo de “perdonarla” a ella era hacerle caer en la cuenta de la situación (aunque la sabe) y explicarle quién ha sido José, (suma bondad, delicadeza y sonrisa para con todo el mundo).
También está siendo bonito porque alguna de las veces aprovecho para confesarme (y él conmigo). Y me resulta asombroso, (ahí se palpa la Gracia sacramental), cómo se acuerda perfecta y resolutivamente de todas las oraciones (hasta las que no se dicen en una celebración rápida, “normal”, del sacramento de la penitencia; y qué bien que aconseja, con un par de frases escuetas, aunque se fatiga mucho al hablar, aparte que desde hace meses se le entiende poco, pero yo estoy acostumbrado y me entero de casi todo).
Por otra parte, viéndolo tan disminuido “con lo que él ha sido”, algunas frases suyas cuando hacemos “comunión de alma” son verdaderas perlas. Y denotan que lo que se ha vivido de verdad y durante tanto tiempo, “marca”. Por ejemplo, en una de las visitas que le hice este mes, me dice José: "estoy contento con la Voluntad de Dios. No puedo hacer lo que yo quisiera. Me voy pareciendo a Jesús en la cruz, me siento más hijo del Padre. Me siento muy limitado, pero eso no me pone triste... No puedo hacer más ni con la lengua, ni con las piernas, ni con la escritura. .. Hago oración. Me quedaré sin facultades: normal... Para cada uno hay un plan de Dios. Estoy contento de saberme en manos de Dios."


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2), la de septiembre («Todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios», 1 Co 3, 22-23) y la de agosto («Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos», Mt 23, 8):

1.-        “Cuando conduzco mi coche, lucho contra la agresividad que surge en mí y en los demás, poniéndome en condiciones de dar el primer paso.
Es increíble: cuando cedo o renuncio a mi
derecho de prioridad, me doy cuenta de que, en el siguiente cruce, el anónimo beneficiario de mi atención hace lo mismo con algún otro… No falla. En cambio, si me comporto de modo contrario, aumenta la agresividad

2.-        “Un sábado, después de haber acompañado a mi hijo al colegio, entré en una iglesia para rezar un poco y me senté en el último banco. De repente, en la iglesia vacía, entra una persona, se me acerca y me arranca el bolso que yo tenía sobre las piernas y se marcha corriendo. ¡Qué horror! Mi marido estaba en el extranjero por trabajo y sin las llaves, yo no podía entrar en casa… En el bolso tenía también todos los documentos... Movida por un impulso instintivo, corro precipitadamente fuera de la iglesia y veo al ladronzuelo que estaba poniendo en marcha una moto para huir. Me agarré a su brazo rogándole que me devolviera las llaves y los documentos… Me arrastró un poco haciéndome caer y después logro escapar.
Una joven pareja que había presenciado la escena, se me acercó enseguida para ayudarme. Él era médico y comprobó que yo solo tenía contusiones y criticó al ladrón con dureza: “Al final, todos éstos se mueren: el sida hace justicia”. Estas palabras me hicieron más daño que los golpes, y respondí con todo el amor posible: “a mí me pareció un pobre desgraciado, que quien sabe qué circunstancias dramáticas le podían haber empujado a cometer aquella acción desesperada”. La rabia de quien me había ayudado se desvaneció y me dio la razón.
Mientras yo reemprendía mi camino, reflexionando que solo el amor puede vencer al mal y al odio, interrumpiendo la cadena de situaciones negativas, un poco más adelante, encuentro mi bolso tirado en la acera: dentro estaba todo lo que llevaba, incluso el dinero...
Nada es pequeño de lo que se hace por amor… Incluso quitar de la calle una botella de vidrio rota, dejar un servicio público más limpio que cómo lo has encontrado, para que quien lo utilice después pueda encontrarlo como a mí me habría gustado encontrarlo yo...

3.-        “estoy adaptándome a la nueva tarea: es distinta a la que tenía en este mismo sitio antes de mi anterior traslado estos tres últimos años.
Intento escuchar antes de ser escuchado, comprender antes de querer ser comprendido... y hacerme a la idea y práctica que esta vez no soy el
párroco, sino simplemente el vicario parroquial... y, como dice el pasapalabra diario de hoy, "el bien no hace ruido"; ahora toca empeñarme en hacer unidad y estar a disposición del párroco, yo en segundo plano y evitando protagonismos. A veces me encuentro un poco extraño, pero hay un camino que hay que andar en este sentido; algo parecido me ocurre en la Delegación de Catequesis; ya no soy el Delegado: soy una persona que colabora; y es importante situarme bien desde ahí para que mi colaboración sea amor y no otras cosas. Evito todo lo que se parezca a crítica, queja, comparar o competir... para estar despierto al servir y acoger con alegría

4.-        “…Esta mañana ha sido interesante: madrugón a las 4:30 y salida…: había reservado plaza en el parking del aeropuerto (es más barato), pero la máquina no me ha reconocido la reserva. Me dirijo a taquilla y me dicen que me lo
resolverán a la vuelta, que no me preocupe. Mi ejercicio interior previo ha sido aceptar esta
incidencia como muestra de Jesús Abandonado, ya que me retrasaba y me metía presión: “ ¿Me amas? ¿Vas a ofrecerlo? 😉”.

No suelo facturar, pero en este viaje tocaba para traer cosas de casa de mis padres. Al terminar de hacer la cola, mi billete no admite equipaje.😳 Es la primera vez que me lo sacan así. Tendría que pagar y no daba tiempo a hacer toda la gestión sin perder el vuelo. Segundo imprevisto matinal: “¿Me amas? De nuevo”. Acepta este imprevisto, corre al coche, deja la maleta y vuelve al control. Deprisa, pero sin perder la paz. Dar confianza ha sido amar a quien me atendía sin hacer pesar mi situación. Aceptar lo que me respondían y actuar en consecuencia...



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