domingo, 16 de octubre de 2016

EL PERDÓN NOS HACE LIBRES


La Palabra de vida siempre es luz para nuestro sendero, (este mes “Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados”), así que te copio unos textos que nos ayuden a profundizarla (y luego las experiencias):


NO JUZGUÉIS

Señor Jesús,
pon un candado en la puerta de nuestro corazón,
para que no pensemos mal de nadie,
para no juzgar antes de tiempo,
para no sentir el mal,
para no suponer, ni interpretar mal,
para no profanar el santuario sagrado de las intenciones.
Señor Jesús,
enlace aglutinante de nuestra comunidad,
pon un sello en nuestra boca
para impedir el paso de cada murmuración o comentario desfavorable.
Permítenos custodiar hasta la tumba,
las confianzas que recibimos o las irregularidades que vemos,
sabiendo que el primer y concreto modo de amar
es custodiar el silencio.
Siembra en nuestras entrañas fibras de delicadeza.
Danos un espíritu de profunda cortesía,
para respetarnos el uno al otro,
como habríamos hecho contigo.
Señor Jesucristo, danos la gracia de respetar siempre.

P. IGNACIO LARRAÑAGA




EL PERDÓN NOS HACE LIBRES

Perdonar es ver al otro siempre nuevo.
Incluso en las convivencias más hermosas y serenas, en la familia, en la escuela, en el trabajo, nunca faltan momentos de roce, discrepancias o enfrentamientos. Se llega a no dirigirse la palabra, a evitar verse, por no hablar de cuando se arraiga en el corazón un verdadero odio por quien no piensa como nosotros.
El compromiso fuerte y exigente es tratar de ver cada día al hermano y a la hermana como si fuesen nuevos, novísimos, no recordando en absoluto las ofensas recibidas, sino cubriéndolo todo con el amor, con una amnistía completa de nuestro corazón, a imitación de Dios, que perdona y olvida.

CHIARA LUBICH,    "M" de misericordia,    Ed. Città Nuova




PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA MISERICORDIA

¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar «setenta veces siete» (Mt 18,22) nos da ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable.

PAPA FRANCISCO, Evangelii Gaudium, n. 3




NO TENER RESENTIMIENTOS 
EN EL CORAZÓN
 
[...]  tener misericordia hacia todos, reaccionar contra ciertos impulsos que nos empujan a condenar sin piedad; tenemos que saber perdonar y olvidar.
No dejar en el corazón residuos de juicios, de resentimientos, donde pueden incubarse la ira y el odio que nos alejan de los hermanos.
Ver a cada uno como si fuese nuevo.
         Teniendo en el corazón, en lugar del juicio y de la condena, el amor y la misericordia hacia cada uno, así lo ayudaremos a iniciar una vida nueva, y le daremos el ánimo cada vez para recomenzar.
Comentario a la Palabra de vida “Quien de vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra”
abril 1984



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