La Palabra de vida siempre es luz para nuestro sendero,
(este mes “Perdona a tu prójimo el
agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados”), así
que te copio unos textos que nos ayuden a profundizarla (y luego las
experiencias):
NO JUZGUÉIS
Señor Jesús,
pon
un candado en la puerta de nuestro corazón,
para
que no pensemos mal de nadie,
para
no juzgar antes de tiempo,
para
no sentir el mal,
para
no suponer, ni interpretar mal,
para
no profanar el santuario sagrado de las intenciones.
Señor
Jesús,
enlace
aglutinante de nuestra comunidad,
pon
un sello en nuestra boca
para
impedir el paso de cada murmuración o comentario desfavorable.
Permítenos
custodiar hasta la tumba,
las
confianzas que recibimos o las irregularidades que vemos,
sabiendo
que el primer y concreto modo de amar
es
custodiar el silencio.
Siembra
en nuestras entrañas fibras de delicadeza.
Danos
un espíritu de profunda cortesía,
para
respetarnos el uno al otro,
como
habríamos hecho contigo.
Señor
Jesucristo, danos la gracia de respetar siempre.
P. IGNACIO LARRAÑAGA
EL PERDÓN NOS HACE LIBRES
Perdonar es ver al otro siempre
nuevo.
Incluso en las convivencias más
hermosas y serenas, en la familia, en la escuela, en el trabajo, nunca faltan
momentos de roce, discrepancias o enfrentamientos. Se llega a no dirigirse la
palabra, a evitar verse, por no hablar de cuando se arraiga en el corazón un
verdadero odio por quien no piensa como nosotros.
El compromiso fuerte y exigente
es tratar de ver cada día al hermano y a la hermana como si fuesen nuevos,
novísimos, no recordando en absoluto las ofensas recibidas, sino cubriéndolo
todo con el amor, con una amnistía completa de nuestro corazón, a imitación de
Dios, que perdona y olvida.
CHIARA
LUBICH, "M" de misericordia, Ed. Città Nuova
PEDIRLE A DIOS EL DON DE LA MISERICORDIA
¡Nos hace tanto bien volver a Él
cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de
perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia.
Aquel que nos invitó a perdonar «setenta
veces siete» (Mt 18,22) nos da
ejemplo: Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros
una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor
infinito e inquebrantable.
PAPA FRANCISCO, Evangelii
Gaudium, n. 3
NO TENER RESENTIMIENTOS
EN EL CORAZÓN
[...] tener
misericordia hacia todos, reaccionar contra ciertos impulsos que nos empujan a
condenar sin piedad; tenemos que saber perdonar y olvidar.
No dejar en el corazón residuos
de juicios, de resentimientos, donde pueden incubarse la ira y el odio que nos
alejan de los hermanos.
Ver a cada uno como si fuese
nuevo.
Teniendo en el
corazón, en lugar del juicio y de la condena, el amor y la misericordia hacia
cada uno, así lo ayudaremos a iniciar una vida nueva, y le daremos el ánimo
cada vez para recomenzar.
Comentario a la Palabra de vida “Quien de
vosotros esté sin pecado, tire la primera piedra”,
abril 1984
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