VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de DICIEMBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de diciembre («Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios», Is 52, 10) y la de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9):
1.- El domingo pasado, domingo de gaudete, en la Misa de familias, con los
niños en la homilía estamos desvelando las casillas de un calendario de
Adviento preparado por Familias Nuevas. Un niño “rascaba” una casilla y, detrás,
aparecía escrito un compromiso para ese día; y luego otro niño contaba a todos
los feligreses un acto concreto de amor al prójimo con el que había puesto en
práctica eso, por amor al Niño Jesús que viene.
Se fueron después de Misa con
las catequistas como “sembradores de estrellas” por las calles cantando
villancicos y deseando feliz Navidad a los transeúntes y recordando así que el
Nacimiento de Jesús es el motivo de la fiesta.
Regresaron al acabar la
siguiente celebración de la Misa e hicieron un pequeño recital de villancicos
para todos, incluyendo también a los de una fundación con personas de
capacidades diversas: “fue el momento más entrañable del día”, manifestaba
luego una feligresa de la catequesis de adultos.
1b.- Y
después de todo ello, una paella gigante hecha por el grupo de matrimonios aquí
en la parroquia, que habían realizado, además, la multiplicación, no de los
panes y los peces, ¡sino del sitio!, pues en nuestro salón, que no es muy
grande, lograron hacer entrar sillas y plato en mesa para 100 comensales. Todos
apretaditos, pero en buena armonía y convivencia.
Unos villancicos cantados por
todos y un pequeño juego para conocernos entre los diversos grupos
parroquiales, precedieron a una divertida rifa de un jamón y otros manjares y
utensilios.
Y mientras cantábamos otros
villancicos, entre todos se recogió todo en menos de 10 minutos. Un hombre
decía: “no me creo que hace unos minutos aquí hemos comido y tomado café
sentados 100 personas”. Le contesté: “entre todos y con alegría se hacen
enseguida las cosas”.
Después del café, la proyección
del capítulo especial navideño de la serie “The
chosen” para este año. Al acabar me decía entre asombrada y divertida una
feligresa: “Paco, ¿¡estás llorando!?”. Sí, la verdad es que yo estaba
emocionado por la armonía y colaboración de todos todo el día, (¡y los días
previos organizando!), y emocionado también por la película que hace ver el
nacimiento de Jesús, entremezclando imágenes del magníficat y muchas citas de
los salmos y profetas en referencia a los tiempos mesiánicos. María dio a Jesús
al mundo. La parroquia, por el amor recíproco, hacía palpable la presencia del
Resucitado “donde dos o más están unidos…”. ¡Y esto es Adviento! ¡Esto es
preparación de la Navidad=Dios con nosotros!
2.- Como
sabes, desde el accidente a finales de febrero, he tenido que llevar el coche
varias veces al taller dejándolo allí unos días. Así, por lo menos 7 u 8
veces. Creí en octubre que por fin estaba todo resuelto... pero tuve que llevarlo
de nuevo en noviembre, (y también a principios de diciembre), pues había
detectado otra cosa no bien arreglada.
Cuando estaba yendo a recogerlo,
del taller me dicen que me lo traiga, sí, pero que tendré que volver a llevarlo,
pues no lo han terminado. Se me encendió malhumor por dentro, pero acordándome
de la PdV de noviembre (“bienaventurados los que trabajan por la paz…”), al
llegar allí les traté con una sonrisa y diciéndoles todo con calma, de tal
manera que no se rompiera la buena relación, aunque a veces me viene la
tentación de pensar que no se están tomando del todo en serio "dejar el
coche bien, como antes del accidente", tal como me prometieron y
aseguraron las primeras veces. Desde luego, siguen fieles a su garantía de un
año y no me están cobrando estas 8 ó 9 veces, pero al ser otro pueblo, me toma
mucho tiempo el ir y volverme, el estar, el ir a recogerlo...; y luego andar
pidiendo coches prestados cada vez.
En fin, me queda la
"paz" de que trato de mantener la unidad y de que "Tú, Señor,
eres mi único Bien", no el coche.
2b.- Estamos
todo el otoño con obras en las cubiertas del templo parroquial y de los
aledaños. La última semana de noviembre, los albañiles desoyendo los consejos
de nuestro arquitecto (voluntario parroquial) no terminaron del todo unos
remates del templo y dejaron al descubierto buenos trozos del voladizo de
alrededor. Les advertí que llovería, pero dijeron que habían puesto una lona.
A la mañana siguiente había
cantidad de goteras. Subí a ver la lona y no estaba bien puesta: una total
falta de previsión incluso para un profano en la materia.
Era sábado y cada vez entraba
más agua: yo, con capucha puesta dentro, fregona en mano y poniendo 20 o 25
cubos. Llamé a varias personas como para pedir consejo de auxilio, pero unos no
contestaban y alguno que vino no se le ocurrió nada.
Le escribí varias veces a lo
largo del día al constructor, firme en mis palabras y apreciaciones, pero no
perdiendo la calma y procurando no herir ni romper.
Casi al final de la tarde,
nuestro arquitecto, (había estado de retiro espiritual todo el día), vio mi
mensaje y rápidamente antes de que cerraran fue a comprar un cemento que fragua
rápidamente incluso con lluvia y subió al tejado, (ya anochecido y sin luz;
teniendo en cuanta que su salud es muy precaria y por eso está jubilado). Alumbrado
por el móvil del otro sacerdote, selló las grietas. Gracias a eso, durante la
noche ya casi no entró agua, pero dentro estaba todo inundado y las pareces
manchadas. Varias señoras habían ayudado a poner cartones y toallas, etc.
Al día siguiente me escribió el constructor reconociendo
que, (sic), "había sido una cagada" por parte de ellos y que había
estado todo el día fuera y no vio mis mensajes; su seguro tendrá que arreglar
los desperfectos.
Todas estas semanas cuando subo cada día al tejado,
procuro les digo todas las sugerencias y consejos que me vienen a la mente,
aunque sean verdaderas perogrulladas por ser inexperto en el tema y procurando
que no sean muestra de desconfianza, sino una ayuda para entre todos llevar a
buen fin todo lo mejor posible juntos. Gracias a la PdV "...trabajar por
la paz..." ha mantenido con ellos la paz y la sonrisa, interesándome por
su salud en medio de las inclemencias del tiempo.
3.- Me
estaba pareciendo que no vivía yo el Adviento como otros años, en que
espontáneamente me salía tararear o cantar a pleno pulmón en muchos momentos
del día “ven, ven, Señor, no tardes…” o “preparad el camino al Señor y escuchad
la Palabra de Dios...”.
El sábado me
confesé y el amigo sacerdote me puso como penitencia ofrecer la Misa del día
siguiente pidiendo que me reenamore del Señor. Y me resultó bonito y
provechoso.
Pero estos días
llevo dándole demasiadas vueltas a la cabeza a unas ideas. Además, el martes,
aunque las obras del tejado del templo parroquial están casi acabadas, (no
pagadas, ¡eh!), han aparecido dos goteras nuevas.
Por ese “dar
vueltas” en mi cabeza, estaba yo desanimado, casi como Elías bajo el ricino,
mejor dicho: como Santiago apóstol a orilla del río en Cæsar Augusta.
Estando así esos días y noches,
el miércoles temprano una amiga me trajo un regalillo con felicitación navideña
en la que escribía: “…tengamos siempre presente al Niño-Dios y no olvidemos
nunca que ‘Él es nuestro único Bien’, como usted me recuerda siempre”. Me
pareció providencial para mí en ese momento y ese día.
No obstante, me seguía viniendo
todo a la cabeza. Esa misma tarde, al acabar la Misa en la residencia de
ancianos entoné “Mientras recorres la vida…” y, envuelto de nuevo en mis
nublados pensamientos, dejé de cantar y también ellos cuando acabaron el
estribillo. Tras unos segundos, entonces, de repente, (nunca me había
ocurrido), un ancianito espontáneamente grita: “¡viva el cura!”. ¡¡Y lo repitió!!
Y todos le corearon. ¡¡¡Me parecía una caricia consoladora de la Virgen (en
medio de su canto) como a Santiago apóstol!!!
Entonces, en diálogo agradecido
con María, continué con las estrofas del canto, ¡y las saboreé como nunca, (y
eso que me emocionan cada vez, por mil veces que las cante)! Me recordó la PdV,
(“…verán la salvación…”) que estaba teniendo yo un poco aparcada. Me supo a cálido
susurro de María cada palabra: “aunque parezcan tus pasos inútil caminar, tú
vas haciendo caminos: otros los seguirán”: se me escapó una lágrima de conmoción agradecida a la Madre. “Aunque te digan algunos que nada puede
cambiar, lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad”: ¡era
el empujón de Ella recordándome la PdV del mes! Y aunque, en teoría es la
primera estrofa, sin percatarme, canté por último: “Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás, contigo por el camino
santa María va”: de nuevo María me
reconfirmaba como obra suya.
Acabé de
recoger todo entre emocionado-feliz y confundido.
Y cuando me despido con la mano
de los ancianitos, el colofón de María: ¡¡inesperadamente me dieron ellos un
aplauso!! Así que, Ella me reconfirmó: aunque yo no vea nada, seguimos en
Adviento y “…verán la salvación…”.
Solo me ha llegado una de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Los
confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios», Is 52, 10), la de noviembre («Bienaventurados los que
trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»,
Mt 5, 9) y la de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el
cielo y la tierra», Sal 121,
2):
1.- “…me siento con la intención de contaros alguna experiencia: me
cuesta. Esta semana fue difícil: mi hijo me llama y me cuenta las dificultades
por las que está pasando. Me siento impotente; vive lejos; siento pena. “Mi
auxilio me viene del Señor”, lloro un poco, me recojo en mi interior: rezo, lo
encomiende a la Virgen, y sigo en mi actividad. Siento paz dentro: está todo en
manos de Dios…”.
1b.- “…este fin de semana hubo un Retiro de parroquias. Venciendo mi
pereza y desgana fui para pasar tres horas con ellos. Mi autobús de regreso al
pueblo salía a las 14:30. Cuando me recogía en mi interior de camino a casa, me
resonaba dentro: “ser portadora de Paz”. Y me venían a la mente momentos en que
por mi actitud y mi respuesta quizá a veces no era la correcta, no era
portadora de esa paz. Fue una luz para enmendarme…
1c.- …tuve una cena con un grupito de la asociación de mujeres
del pueblo: llegué cuando ya casi todas estaban sentadas. Quedaban sitios
sueltos, pero estaban guardados para otras personas que aún no habían llegado.
Con paz en mi interior, no me enfadé: me fui a un rinconcito. No mostré ni
pizca de enfado, aunque el ‘hombre viejo’ es muy cuco, y me tentaba diciendo:
“¿por qué hay que dejar el sitio guardado para las que a lo mejor ni vendrán?”.
Fue una cena tranquila y relajada siendo portadora de paz, no creando
malos royos.
Esta mañana una de las
mujeres me llamó interesándose por mí y diciendo que la disculpara por no caer
en la cuenta que no tuve sitio. Le dije: “no tiene importancia”. Pero me dio
alegría su llamada…”.

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