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viernes, 17 de mayo de 2024

EL ESPÍRITU SANTO: EL AMOR EN PERSONA

Te ofrezco unos textos que nos ayuden a profundizar e intensificar la vivencia de la Palabra de mayo («Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor», 1 Jn 4, 8):


 

EL ESPÍRITU SANTO NOS LLEVA A DIOS

 

…es precisamente el Espíritu Santo quien te dice: "Ama a Jesús en los hermanos, ama a Jesús en el sagrario, ama a Jesús en la jerarquía (de la Iglesia), ama a Jesús en los pobres". Por consiguiente, crecerá tu amor por Jesús.

Del mismo modo, el Espíritu Santo, que es el “esposo” místico de María -como dice el Papa (Juan Pablo II): “el esposo místico de María es el Espíritu Santo”- te revelará a María, la belleza de María. ¿Sabéis por qué? Porque la belleza de María es Él, es el Espíritu Santo. Ella está llena de Espíritu Santo, estaba acostumbrada a su acción.

Él descendió en la Anunciación y después descendió al Cenáculo  y Ella estaba allí. Estaba presente la primera y la segunda vez. Él es su belleza, Él es su esplendor.

Entonces, el Espíritu Santo os conducirá, sin duda, a esa unión… después a esa unión realmente íntima, sentida, porque el Ideal -que es el Espíritu Santo- la lleva a amar, a amar a los hermanos, y por consiguiente se encontrará después, en lo íntimo, la unión con Jesús.

Además, será también el Espíritu Santo quien la conducirá al amor al Padre, a amar al Padre; porque el Espíritu Santo es el alma de cada oración nuestra, de cada una de nuestras plegarias a Dios. Cuando sentimos deseos de unirnos un poco con Dios, incluso mediante una oración vocal normal, Él nos ayuda, nos motiva. Y la Escritura dice también que Él reza con nosotros, junto con nosotros. Él nos hace decir: “Padre”, porque Él ha hecho de manera que en nosotros esté Jesús y por eso, como está Jesús en nosotros, somos hijos -con Jesús Hijo- hijos del Padre y lo llamamos Padre. Pero todo es obra del Espíritu Santo...

 

CHIARA LUBICH, A los focolarinos/as externos, Castel Gandolfo, 24 de diciembre de 1989

 

 

 

 

LLENARSE DE AMOR DE DIOS

 

El amor de Dios no puede llenar un corazón que ya está lleno de otras cosas. Por lo tanto, para llenarnos, primero debemos vaciarnos.

Vaciarnos de todo lo que no sea amor: del odio, del rencor, del sentimiento de venganza, de la envidia; vaciarnos de los juicios y prejuicios.

Podemos vaciarnos incluso de cosas que nos parecen buenas, o al menos no nos parecen malas, pero que pueden ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón.

Completamente vacíos de nosotros mismos, comencemos por cultivar el deseo de amar: amar a Dios y amar al prójimo. Después del deseo viene la acción, los gestos concretos.

Cuando menos lo esperemos, nuestro corazón estará lleno del amor de Dios.

 

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario 3 mayo 2024

 

 

 

 

QUIEN AMA ES LIBRE

         Las penas de la vida pueden encerrar a una persona, mientras que el amor la libera. Una sesión de yoga no enseñará a un corazón a "sentir" la paternidad de Dios, ni un curso de espiritualidad zen lo hará más libre para amar. Todo esto nunca podrá darte la libertad de un niño. Sólo el Espíritu Santo tiene este poder. Es sólo el Espíritu Santo quien mueve tu corazón a decir 'Padre'...

 

PAPA FRANCISCO, Homilía de la Misa matinal, Casa Sta. Marta, 25 enero 2015

 

 

 

 

FAVORECER LA COMUNIÓN

 

El deseo de comunión surge espontáneamente en el corazón de quien ama. La comunión es fruto del amor y, antes de concretarse en acciones, fue respeto, tolerancia y diálogo. Esa es la lógica del amor mutuo.

La comunión no es una donación caritativa, es compartir lo que somos y lo que tenemos. A veces es dar y otras veces recibir.

Cuando lo practica un grupo de personas, el mundo que los rodea observa y dice: "¡Mira cómo se aman!".

Comunión: de bienes materiales, de dones espirituales, de ideas, de conocimientos, de necesidades, de sueños.

¡Comunión total! Siempre que sea fruto de un amor recíproco visible y apasionante, que anime a todos a practicarlo.

 

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario, 1 mayo 2024

 

 

 

 


viernes, 1 de noviembre de 2019

HACERSE UNO CON EL OTRO EN SUS PENAS Y ALEGRÍAS

PALABRA DE VIDA                         noviembre 2019


«Alegraos con los que se alegran;
llorad con los que lloran»
(Rm 12, 15)

Después de haber ilustrado a los cristianos de Roma sobre los grandes regalos que Dios ha hecho a la humanidad en Jesús y al donar el Espíritu, el apóstol Pablo indica cómo responder a la gracia recibida, sobre todo en las relaciones entre ellos y con todos.
Pablo invita a pasar del amor por quienes comparten la misma fe, al amor evangélico, dirigido a todos los seres humanos, pues para los creyentes el amor no tiene fronteras ni se puede limitar a unos pocos.
Un detalle interesante: en el primer lugar encontramos la alegría compartida con los hermanos. En efecto, según el gran padre de la Iglesia Juan Crisóstomo, la envidia hace mucho más difícil compartir la alegría de los demás que sus penas.
Vivir así podría parecer una montaña demasiado impracticable de escalar, imposible de coronar. Sin embargo, es posible porque los creyentes están sostenidos por el amor de Cristo, del que nada ni nadie podrá nunca separarlos (cf. Rm 8, 35).

«Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran».

Comentando esta frase de Pablo, Chiara Lubich escribió: «Para amar cristianamente hace falta “hacerse uno” con cada hermano […]; entrar lo más profundamente posible en el ánimo del otro; comprender de verdad sus problemas, sus necesidades; compartir sus sufrimientos y alegrías;
inclinarse sobre el hermano; hacerse en cierto modo él, hacerse el otro. Esto es el cristianismo; Jesús se ha hecho hombre, se ha hecho hombre para hacernos a nosotros Dios; de ese modo el prójimo se siente comprendido, aliviado»[1].
Es una invitación a ponerse «en el pellejo del otro» como expresión concreta de una caridad verdadera. Quizá el amor de una madre sea el mejor ejemplo para ilustrar la práctica de esta Palabra: la madre sabe compartir la alegría con el hijo que goza y el llanto con el que sufre, sin juicios ni prejuicios.

«Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran».

Para vivir el amor con esta dimensión, sin cerrarnos en nuestras preocupaciones, en nuestros intereses o en nuestro mundo, hay un secreto: reforzar la unión con Dios, la relación con Aquel que es la fuente misma del Amor. Se dice que la copa de un árbol suele estar en proporción al diámetro de sus raíces. Así nos sucederá también a nosotros: si día a día hacemos crecer en profundidad nuestra relación con Dios, también en nosotros crecerá el deseo de compartir la alegría y llevar los pesos de quienes están a nuestro lado; nuestro corazón se abrirá y se hará cada vez más capaz de contener todo lo que vive en el momento presente el hermano que tenemos al lado. A su vez, el amor al hermano nos hará entrar aún más en la intimidad con Dios.
Viviendo así veremos un cambio en los lugares donde estamos, comenzando por las relaciones familiares, en la escuela, en el trabajo y en comunidad, y experimentaremos con gratitud que, más pronto o más tarde, el amor sincero y gratuito vuelve y se hace recíproco.
Esta es la fuerte experiencia de dos familias, una cristiana y una musulmana, que han compartido dificultades y momentos de esperanza. Cuando Ben cae gravemente enfermo, Tatiana y Paolo están en el hospital con su mujer, Basma, y sus dos hijos hasta el final. Aun en medio del dolor por haber perdido a su marido, Basma reza con sus amigos cristianos por otra persona gravemente enferma, con su esterilla dirigida a La Meca. Dice: «La alegría más grande es sentirse parte de un solo cuerpo donde cada uno tiene en el corazón el bien del otro».

LETIZIA MAGRI





[1] C. Lubich, El amor recíproco: núcleo fundamental de la espiritualidad de la unidad, congreso de los ortodoxos, Castel Gandolfo 30-3-1989, p. 4.


N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
 y en MP3 para escuchar en el móvil.


en más de 30 idiomas.



jueves, 31 de octubre de 2019

CONSERVA EL DEPÓSITO DE LA FE

VIDA DE LA PALABRA                       octubre 2019

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14) y la de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros», 1 Ts 5, 11):

1.-        Entré a saludar al pintor, (lo conozco de hace tiempo y lo ayudábamos con alimentos), que estaba cubriendo el mobiliario para que no se manchara cuando él comenzara su trabajo. Charlamos unos instantes antes de meterme yo a mi tarea.
            Cuando acabé, aunque tenía yo mucha prisa para coger el coche e irme, entré de nuevo para despedirme y desearle buen trabajo. Al marcharme… se vino un poco detrás de mí y… me dice: “padre, ¿me podría confesar?”. Así que, él con su mono lleno de goterones de pintura y yo con una sonrisa acogedora estuve escuchándolo (tenía él ese trabajo puntual de un día, pero llevaba 8 meses en paro; 3 hijos y no sabía cómo pagar a final de mes el alquiler) y luego confesándolo. Me agradeció infinitamente lo uno y lo otro, al menos compartir el peso: “confío en Dios, aunque a veces me atenaza la angustia”. Me admiró: “conserva el buen deposito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros”.

1b.-      Con esto “en mi retina”, luego en la convivencia a la que fui, por la tarde una frase de los jóvenes me impactó. Nos contaba una veinteañera: “en el encuentro que participé, nos preguntaron los asistentes qué esperábamos los gen (=GEneración Nueva; jóvenes del movimiento de los Focolares) de los adultos. Después de hablarlo entre nosotros, les contestamos: «ver a Dios a través de vuestros ojos»”. ¡Debemos trasmitir íntegro el depósito de la fe, enriquecido por haber vivido la Palabra!

2.-        Al comenzar ese miércoles la ronda de visitas en el hospital, veo un apunte para una habitación: “persona difícil; poco religioso”. Cuando entré ahí estaba él solo; yo no sabía que estaba bastante sordo y salí con esa misma convicción.
            A la mañana siguiente, estaba la hija. En el modo de saludarme noté que ella sí tenía mucha fe y en seguida me dijo que llevaba muchísimo tiempo rezando para que su padre se reconciliase con Dios: “he prometido incluso hacer una peregrinación a Fátima y allí hacer el recorrido de rodillas”. Seguidamente, me advierte que su padre apenas oye. Así que, cierro la puerta y me dispongo a hablar “a voz en grito”.
            Nada más presentarme, el hombre me espeta: “¡Dios no existe!”. Y otras cosas. Luego añade: “es una injusticia los niños pequeños con cáncer en hospital Niño Jesús; ¡Dios no puede existir!”. Gritando, para que me oiga, contesto: “lo que sería una injusticia sería que Dios no existiera; sería injusto que encima de sufrir ahora esos niños, no hubiera Vida Eterna si no existe Dios”. “Dios los ama inmensamente. Y te Dios te ama inmensamente a ti”. Con estas y otras cosas, dichas gritando, la verdad es que, aunque con la sonrisa, por el esfuerzo lo decía yo muy enérgicamente: no hablo yo nunca a nadie en tono impositivo, pero lo pudiera parecer en ese momento. Mi “táctica” es, más bien, escuchar pacientemente y esperar a través de ese amor que Dios quiera empezar a tocar el corazón de mi interlocutor.
A mis primeras propuestas de rezar algo juntos o de confesarse, afirmó, entre retante y orgulloso, que hacía muchos años que no se confesaba. La hija se escandalizaba un poco de las respuestas de su padre por decirlas ante mí y trataba de hacer reflexionar a su padre, (aunque debía ella conocer muy bien ese discurso); yo, más bien, con un gesto de las manos, le decía a ella que se callara; que me dejara; y que rezara.
            Al poco, vi que Dios ya había empezado a obrar: el buen hombre recordó su etapa de monaguillo hace muuuchas décadas.
Aunque me estaba yo poniendo rojo de vergüenza de pegar esos gritos, (desde el pasillo, si alguien escuchaba, podría parecer que yo estaba agresivo; menos mal que la hija, a mi lado, atendía y rezaba en silencio; porque, cuando quiero, tengo voz potente y se me debía estar oyendo en todo el hospital), apoyándome en su etapa de monaguillo, le propuse al hombre: “mañana cuando yo venga, si te parece bien, y si quieres, vamos a hacer 3 cosas. Una: tú recibirías de niño la primera Comunión, ¿verdad? Y antes te confesaste seguramente, ¿a que sí? Te vas a confesar, y para eso esta tarde hablas con Dios y dejándote mirar por Él, repasas todos tus pecados y te vas arrepintiendo de ellos, ¿vale?”. Para mi sorpresa hace un gesto afirmativo con su cabeza: “sí, padre”.
Eso me anima, al ver que las oraciones de la hija tantos años, están ahora produciendo efecto. Continúo: “Dos: hay un sacramento por el cual Dios nos sana interiormente (e incluso exteriormente también a veces) y por el cual nos da paz, fortaleza y consuelo para llevar bien la edad avanzada, o una enfermedad, o una hospitalización. Es el sacramento de la Santa Unción, para los enfermos. Así que, (yo seguía hablando a voz en grito, para que me escuchara bien, aunque pareciera un tono casi impositivo, pero yo notaba que era el modo con el cual Dios pretendía ir tocando su corazón), mañana te lo administro, ¿quieres?”. De nuevo me deja sorprendido su docilidad, (parecía que se habían derrumbado todas sus barreras de defensa): “sí, padre”.
Me crezco y continúo: “Tres. Igual que recibiste la comunión de chico, mañana con la misma ilusión, también la vas a recibir. ¿Te parece bien?”. Se le humedecen los ojos… y movimiento la cabeza: “sí, padre”.
Su hija estaba atónita… ¡y feliz!: “padre, ¡¡me tiene que buscar una peregrinación pronto a Fátima!!”.
            Yo me temía que durante el día y la noche, al hombre se le hubiera olvidado todo o hubiera cambiado de opinión. La verdad es que su hija, también se lo temía, así que, cuando el viernes llamo a la puerta sale ella a recibirme feliz: «mi padre decía entristecido: “el sacerdote no ha venido; al padre se le ha olvidado”; pero yo le aseguraba: “todavía no ha acabado la mañana; el capellán vendrá, aunque se hundiera el hospital».
            Le administré los 3 sacramentos, “a grito pelado”. El hombre, en cada uno de ellos, con lagrimillas de emoción y agradecimiento en las oraciones. Y recordando con bendiciones al párroco de su infancia. La hija feliz: “¡esto es casi un milagro!”.
            Yo, ¡más feliz! Aunque con un poco de vergüenza por mis auténticos “berridos” y ya casi ronco. Después de despedirme de ellos, abro la puerta para salir… y, de pronto, me topo de frente con 2 que estaban paradas sonrientes casi pegadas a la puerta: “¡qué ceremonia tan bonita!; ¡qué emocionante la Unción de los enfermos!”. Eran 2 monjitas, (una de ellas con pijama de enferma de hospital), que lo habían oído a lo lejos y, no sabiendo que había Capellán en ese hospital, se habían ido acercando a esperar que yo saliera para luego pedirme que les diera la comunión.
            Los demás días he seguido visitando a aquel hombre… cada día mejor físicamente y también espiritualmente. Cada día me dejaba más sorprendido: contaba cosas de su párroco y de cuándo él le ayudaba como monaguillo; recitaba alguna oración en latín “macarrónico” o enteros párrafos del catecismo narrado; ¡y ha querido comulgar cada día hasta que ya le han dado el alta! Realmente el “depósito de la fe” ha permanecido vivo en él, (aunque había estado enterrado muy en el fondo), durante todo este tiempo: oración y cariño lo han hecho aflorar.

3.-        Suelo visitar el comedor de Caritas. Una de las voluntarias me comenta que la semana próxima irá de viaje a otro país y, de paso, allí dedicará un par de días a una de sus raíces familiares, (un tío), para visitar donde vivió y el cementerio donde está.
Recordando el “depósito de la fe”, le comento que precisamente los primeros días de noviembre se puede lucrar indulgencia plenaria rezando con devoción por los difuntos en algún cementerio (además de, como se requiere para toda indulgencia, confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa).
En seguida responde que una de las cosas que más le cuesta siempre, (y por eso la aplaza mucho), es la confesión, aunque conoce bastante a su párroco. Inmediatamente le ofrezco: “mira, a mí ya me vas conociendo también: ahora mismo, si quieres, damos un paseo por la calle o por el pasillo y te confieso, que ya estáis acabando la tarea”. Otra compañera suya interviene al instante: “a mí también me cuesta muchísimo la confesión”. Así que, una después del desayuno y otra después de la comida han recibido el sacramento de la reconciliación y han participado de la alegría que Dios Padre tiene de derramar su misericordia perdonando los pecados: ¡cada una a su modo luego estaba radiante (y con alguna lagrimilla de emoción)!



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14), la
de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros», 1 Ts 5, 11) y la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

1.-        “creo un deber mandarte unas letras y decirte cómo la PdV me está haciendo mucho bien; tus testimonios, lo mismo que los de otras personas, trasmiten vida y llegan al corazón.
Yo lo voy viviendo en concreto desde el “pasapalabra” que me llega diario y esto me ilumina y recuerda cada día desde una nueva faceta, tan sencillo y a la vez con la novedad del amor de Jesús, procurando actualizarlo en cada momento que me acuerdo; amor paciente, corazón libre, ponerme en el lugar del otro... Mi experiencia ha sido de una gran paz interior, se me ha hecho luz para valorar lo importante que es amar para aprender a amar como Jesús, ¡cuántos ámbitos se nos esconden por nuestro egoísmo!
Cuando me encuentro con alguien procuro compartir saludando cruzando alguna experiencia de vida que le pueda ayudar y te diré que lo dado me vuelve a mí con una nueva necesidad de dar; en el fondo vivo el día a día con gozo sabiendo que la gracia me ha sido dada y darla es la mejor manera de cuidarla.

2.-        “… el domingo al ir a Misa me encontré de nuevo en el parque a la señora alcohólica. Como te conté en otras ocasiones, la escuché largamente o fui a por comida y se la bajé o avisé a Servicios Sociales, pero siempre me quedaba una inquietud en el corazón. ¡Dios me la ponía delante! Pero, esta vez, además, ¡al venir a Misa! Siempre te digo que todos somos iguales: que yo no soy mejor que ella; que yo podría estar en una situación similar; nadie es más.
Desprendía un fuerte hedor. Llevaba ella por fin 15 días sin beber, ¡pero 3 en los que había caído de nuevo y su marido la había echado de casa! La invité a que diéramos un paseo: casi no se tenía en pie; como pude, (acuérdate que soy menudilla), la cargué, la llevé a mi casa, (un segundo sin ascensor) y la ayudé a que se duchara. ¡Ni llevaba ropa interior! ¿Te imaginas? Le regalé alguna de la mía.
Luego, parecía otra. Le di un plátano, (ya tú sabes que a menudo no tengo nada de comida), y un rosario de colores que traje de mi tierra: ¡empezó a darle besos al rosario y a la cruz! ¡Ni te lo imaginas! Y ni miraba al plátano, aunque debía tener hambre. ¡No paraba!
No sé si habré cometido una imprudencia (¡me daba yuyu!) o habré hecho bien, pero, por lo menos ha estado unas horas protegida, (como es alcohólica, tirada en el parque alguien le podría haber hecho algo). “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos mar si le faltara una gota”, dice una frase atribuida a Madre Teresa de Calcuta.
A la mañana siguiente, vino un amigo... y en seguida me advirtió del mal olor que tenía mi piso. Le conté lo de la señora, pero no solo no lo valoró nada, sino que se lo tomó a guasa. Luego hice la limpieza a fondo….

3.-        “este mes me siento más activa y alegre y eso se contagia en casa y en nuestro entorno.
Nos hace mucho bien la PdV, pero notamos más aún el efecto de tu homilía cada domingo. Creo que pedir "aumenta mi fe" sin duda ayuda muchísimo a llevar el día a día con mejor ánimo y dar más valor a lo que realmente importa.

4.-        “gracias por tu correo quincenal con todos estos ejemplos que nos envías. La distracción, la tibieza, la falta de ganas, la apatía, desaparecen a leer estas líneas y de nuevo el Espíritu entra con fuerza en mi pobre ser.
De nuevo, GRACIAS, Paco.





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jueves, 17 de octubre de 2019

VIVIR GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO

Para renovarnos en practicar la Palabra de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», a cada instante, unos textos que nos ayuden:



DEJARSE GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS

"Hacerle sitio" en casa, que viva con nosotros.
Sin vida espiritual es difícil mantener la paz del corazón.
Un poco de silencio, menos prisas, y Él habla en la conciencia: es nuestro Bien y nuestra Verdad más profunda.

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 13 de octubre de 2019





EXPERIMENTAR LA LIBERTAD DE QUIEN VIVE LA PALABRA

¡Cuántos y cuánto hablan!: las circunstancias, las personas, el trabajo, las ocupaciones... Pero solo Uno habla "de Verdad", con sabor a Eterno e Imperecedero. Y esa Voz Interior es la única fuerza que ayuda a volar alto. 

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 8 de octubre de 2019






DÓCILES AL ESPÍRITU SANTO

La asistencia del Espíritu Santo es esencial para que practiquemos el bien y la justicia, y vivamos el amor de la misma manera como es concebido por Dios.
Él nos da la sabiduría y el discernimiento sobre el mal y el bien para que tengamos una vida digna de hijos de Dios;
la fortaleza para resistir las tentaciones, soportar las persecuciones y todas las tribulaciones de la vida;
Él mejora nuestra inteligencia para entender y profundizar las verdades reveladas y las ciencias humanas;
también nos ayuda a ser buenos consejeros para ayudar a nuestro prójimo en el camino del bien;
ilumina nuestra inteligencia para entender el fin sobrenatural de todas las cosas; Él nos enseña a vivir de modo santo nuestra relación con Dios, encontrando gozo y satisfacción en la oración y en las prácticas de piedad;
es decir, nos ayuda a hacer con sinceridad la voluntad de Dios, dándonos la gracia de vivir en sintonía con los preceptos de su ley, que son expresión de amor puro del Padre.
Todo en nuestra vida es un bien precioso que debemos guardar y apreciar con la ayuda del Espíritu de Dios.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra 13 de octubre de 2019





PONER TODA LA ATENCIÓN EN LA VIDA CONCRETA

No es malo soñar una vida mejor; es malo olvidar que, ahora mismo y aquí, "la mejor" es esta, con estas personas y en estas circunstancias. Y su mejoramiento solo depende de la plenitud de corazón que yo le pongo.

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 10 de octubre de 2019



martes, 1 de octubre de 2019

MANTÉN LO QUE DE DIOS HAS RECIBIDO

PALABRA DE VIDA                octubre 2019


mediante el Espíritu Santo
que habita en nosotros»
(2 Tm 1, 14)

El apóstol Pablo escribe a Timoteo, su «hijo en la fe» (1 Tm 1, 2), con quien ha compartido su actividad evangelizadora y a quien ha encomendado la comunidad de Éfeso.
Sintiéndose próximo a morir, Pablo lo alienta en esa esforzada tarea de guía. Pues Timoteo ha recibido un «buen depósito» –el depósito de la fe cristiana– tal como lo transmitieron los apóstoles, y tiene la responsabilidad, a su vez, de comunicarlo fielmente a las generaciones sucesivas.
Para Pablo esto significa proteger y hacer que resplandezca el don recibido, y estar incluso dispuesto a dar la vida con tal de difundir la alegre noticia que es el Evangelio.

«Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros».

Pablo y Timoteo han recibido el Espíritu Santo como luz y garantía para su irremplazable tarea de pastores y evangelizadores. A través de su testimonio y el de sus sucesores ha llegado hasta nosotros el anuncio del Evangelio.
Del mismo modo, cada cristiano tiene su propia «misión» dentro de la comunidad social y religiosa: construir una familia unida, educar a los jóvenes, comprometerse en política y en el trabajo, cuidar de las personas vulnerables, iluminar la cultura y el arte con la sabiduría que da vivir el Evangelio, dedicar la vida a Dios para servir a los hermanos.
Es más, según las palabras del papa Francisco a los jóvenes, «[…] cada hombre y mujer es una misión […]». El mes de octubre de 2019 ha sido proclamado por la Iglesia Católica «Mes misionero extraordinario». También nosotros podemos aprovechar para renovar conscientemente el compromiso de testimoniar nuestra fe, con el corazón abierto y dilatado por el amor evangélico, que genera acogida, encuentro y diálogo.
«Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros».

Cada cristiano es «templo» del Espíritu Santo, que permite descubrir y conservar el «buen depósito» que se le ha encomendado para aumentarlo y ponerlo al servicio de todos. El primero de sus «tesoros» es la fe en el Señor Jesús. Hace falta que los cristianos la avivemos y la alimentemos con la oración, para luego comunicarla a través del testimonio de la caridad.
Cuenta J. J., un sacerdote ordenado desde hace poco: «Se me ha encomendado cuidar de los fieles de una gran iglesia católica en una metrópolis brasileña. El ambiente social es muy difícil, y en muchos casos las personas con las que me cruzo no tienen una identidad religiosa definida, por lo que participan tanto en la misa como en otras ceremonias tradicionales antiguas. Sé que soy responsable de transmitir la fe cristiana con fidelidad al Evangelio, pero también deseo que todos se sientan acogidos en la parroquia. Para valorar las raíces culturales de estas personas, se me ocurrió que la celebración de la misa podía ser más festiva, animada por instrumentos musicales típicos de sus culturas. Es un reto laborioso, pero que da alegría a todos, pues en lugar de dividir a la comunidad, nos une en lo que compartimos: la fe en el Dios que nos da la alegría».

«Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros».

Otro tesoro inestimable que hemos recibido del propio Jesús es su palabra, que es palabra de Dios.
Este regalo «[…] comporta por nuestra parte una gran responsabilidad […]. Dios nos dio su palabra para que la hiciésemos fructificar. Él quiere ver realizada en nuestra vida y en nuestra acción en el mundo la transformación profunda que aquella puede obrar. […] Entonces ¿cómo viviremos la Palabra de vida de este mes? Amando la palabra de Dios, procurando conocerla cada vez mejor y sobre todo poniéndola en práctica con más generosidad cada vez, de modo que se convierta realmente en el alimento básico de nuestra vida espiritual, en nuestro maestro interior, que guía nuestra conciencia, el punto de referencia inquebrantable de todas nuestras decisiones y de todas nuestras acciones. […] Hay mucha desorientación y confusión en las conciencias, todo tiende a relativizarse y a ofuscarse. Viviendo la palabra de Dios no solo estaremos provistos contra este grave peligro, sino que, según una significativa expresión de Jesús (cf. Mt 5, 15-16), seremos lámparas encendidas que, con su luz, ayudarán también a los demás a orientarse y a encontrar de nuevo el camino recto» (Chiara L.).

LETIZIA MAGRI



N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
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domingo, 30 de junio de 2019

FORTALEZA DE TESTIGOS


VIDA DE LA PALABRA                             últimas semanas de junio



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8):

1.-        Al llegar al hospital para hacer la habitual ronda de visitas, miro en la agenda las anotaciones del día anterior que realizó el diácono. Sobre un paciente añade que es muy mayor, persona muy violenta sobre todo verbalmente, gritos contra la fe… Tal era la descripción que…, cuando llegué a esa puerta…, ¡casi me daba miedo, (al menos prevención)!
“Recibiréis la fuerza… y seréis mis testigos”. Entré con toda mi sonrisa. La hija me advierte que está un poco demenciado, a menudo alborotado, y que no sabe qué pasará, pero que sería conveniente que recibiese todos los sacramentos. Yo le hablo con todo cariño, le explico… Lo confieso, (de una forma genérica, pues la hija no se atreve a dejarnos solos), pero él me responde adecuadamente; luego revelo lo bonito y grande que es el sacramento de la Unción para los enfermos y la paz y fortaleza que produce y le pregunto si quiere recibirlo: “¡claro!”. Y culmino dándole la comunión con un trocito de la sagrada forma: Cristo está todo Él en cada partícula.
En esa casi media hora, apenas el hombre tuvo dos ligeros desvaríos. La hija estaba más que asombrada.
          Vuelvo al día siguiente y en esta ocasión está un hijo acompañando, que me dice en seguida: “yo te conozco de algo”. Y al momento hace memoria: “¡del Retiro con los focolares!”. Y entonces me vino de dónde era y su nombre: hizo los Ejercicios Espirituales de Adviento 2011 en el Centro Mariápolis; se acordaba con cariño también de José. Tras un rato de conversación desahogándose, me cuenta quiénes son sus hermanas: ¡¡resulta que conocía yo a 2 de ellas, (y al decirlo, ya “le saqué” cierto parecido en la cara, del que solo ahora me percato)!!
          Al día siguiente, lo visita un compañero… a quien me encuentro justo en el momento que está saliendo de esa habitación. Me dice: “la de barbaridades, groserías e insultos…; pero está su hija la monja, que quiere saludarte”. Había yo coincidido con ella en la misma parroquia varios de mis 7 años de periplo andaluz. Y me dice ella: “¡ni me lo podía creer cuando me dijeron que había recibido los 3 sacramentos!, ¡y con cordura! Pero mi mayor asombro fue cuando me explicaron que eras tú el capellán: ¡quién lo iba a imaginar! A ratos está como está, ¡pero ya le administraste todos los sacramentos y eso es lo que cuenta! ¿Sabes?, durante toda aquella mañana en la adoración ante la custodia mi petición continua era: “Jesús, ¡ve Tú a visitarle!”.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8):

1.-        “aunque te escribo poco, siempre leo con atención la Palabra de Vida que me envías.
…hace unos días en el dentista. El cirujano maxilofacial tenía que hacerme una pequeña intervención: un injerto de encía (quitar un poco de paladar para añadirlo a la encía). Me daba pánico. Lo comenté con una amiga que ha superado ya dos cánceres y me dijo: “cuando te lo estén haciendo, haz como yo cuando me daban las sesiones de quimio: me agarraba a los brazos del sillón pensando que uno era el brazo de Jesús y el otro el de María y así lo soporté todo el tiempo”. Ellos me dieron la fuerza.
Así que yo hice lo mismo, y me hizo gracia cuando el médico me decía: “¡cómo te estas agarrando a los brazos del sillón!”. Fue doloroso, pero todo salió bien y no he tenido ninguna complicación.


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domingo, 16 de junio de 2019

ESCUCHAR AL ESPÍRITU SANTO A TRAVÉS DE LA PROPIA CONCIENCIA

            Te ofrezco unos textos que nos ayuden a renovar las ganas de vivir la Palabra «recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos» con intensidad en cada instante: 


VIVIR COMO PORTADORES DE PAZ

La paz es uno de los frutos del Espíritu Santo en nuestra vida.
El Espíritu Santo nos da la certidumbre de que somos infinitamente amados por Dios y eso nos da seguridad y paz interior. Nada puede perturbar nuestro corazón.
Incluso en medio de las agitaciones del mundo lleno de violencia y pecado, los corazones de aquellos que aman no se perturban porque saben que todo concurre para el bien de los que aman a Dios.
La paz que viene de Dios nos da estabilidad y equilibrio. Ni nuestros deseos y pasiones interiores, ni las perturbaciones exteriores nos afectan porque Dios, a quien amamos sin medida, nos satisface completamente.
Dice Santo Tomás de Aquino: “La perfección de la alegría es la paz. No goza de la alegría perfecta quien no se satisface con el objeto que lo alegra.”
De hecho, la paz del espíritu es la alegría perfecta de quien se satisface con el amor de Dios.
Viviremos como portadores de paz si acogemos el Espíritu Santo en nuestro corazón.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra del 2 de junio de 2019



SEGUIR LA PROPIA CONCIENCIA

Nuestra conciencia expresa la voluntad de Dios. Pero, cuidado: es necesario que esté iluminada por el amor. Sólo cuando amamos, Dios nos habla a través también de nuestra conciencia.
Si estuviera contaminada por sentimientos negativos como el odio o el rencor, no tenemos una conciencia sana: tenemos falsos justificativos para nuestros errores y malos pensamientos.
Cuando estamos viviendo en el amor, recibimos los dones del Espíritu Santo que iluminan nuestra conciencia: fortaleza, sabiduría, ciencia, consejo, entendimiento, piedad y temor de Dios. Son dones gratuitos que nos ayudan a discernir cuál es la voluntad de Dios para nosotros en cada momento.
Seguir la conciencia nos hace vivir aún más el amor, trayendo alegría y paz a nuestro corazón.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra del 3 de junio de 2019




LA ESPERANZA NO DECEPCIONA

…aspirad a una vida grande. El encuentro con Cristo, el dejarse aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda.

PAPA FRANCISCO, Encíclica Lumen Fidei, n. 53




NADA ES PEQUEÑO DE LO QUE SE HACE POR AMOR

No se recuerda que los primeros cristianos tuvieran éxtasis, sino más bien que se amaban entre ellos: habían acogido en toda su vitalidad el testamento de Jesús.

Nada es pequeño de lo que se hace por amor.

Muchas veces alteramos el verdadero sentido de la caridad considerándola solamente como camino hacia la verdad. En cambio, no: también la caridad es algo absoluto, porque Dios es caridad. Así, pues, tenemos que ser en el mundo el amor, como decía Santa Teresita, ese amor que todo lo espera, todo lo cree, todo lo soporta. Ese amor que es el único capaz de ver rectamente, y en el cual la verdad es auténtica.

Si una madre, que está unida a su hijo únicamente por el amor natural, goza viendo su bien y comparte todas sus ansiedades y preocupaciones, ¡cuánto más nosotros que estamos unidos entre hermanos por un vínculo sobrenatural, tendremos que hacer nuestros los dolores y las alegrías de los demás!
Tenemos que reavivar nuestra fe, viviendo el amor cristiano que pulveriza envidias, celos, murmuraciones, juicios y otras cosas malas, que a menudo convierten el don precioso de la vida en un infierno.

CHIARA LUBICH, Fragmentos, en Escritos espirituales/1, Ed. Ciudad nueva, Madrid, pp. 277-278



LLENAR DE AMOR LAS PEQUEÑAS COSAS QUE HAGAMOS

Siempre podemos aprender algo positivo de la sabiduría popular: “Los mejores perfumes están en los frascos pequeños”.
No importa hacer grandes o pequeñas cosas, lo más importante es hacerlas llenas de mucho amor. Eso es lo que da valor a lo que hacemos.
En los pequeños gestos se conoce la grandeza de una persona.
          Cuando abro la puerta del consultorio a los pacientes y los saludo con alegría y disponibilidad para ayudar, veo que se desencadena inmediatamente una cierta empatía que favorece a la consulta, al diagnóstico y a la terapia. Un gesto simple, pero con un resultado valioso.
El mayor de los males, más que las enfermedades, es la falta de amor. Por eso, un pequeño gesto, hecho con amor, es capaz de ayudar en la cura del cuerpo y del alma.
Hagamos pequeñas cosas, pero hagámoslas bien, llenas de amor.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra del 5 de junio de 2019





No todo vale para seguir a Cristo. Hay "cosas" dentro de ti que son contrarias al Evangelio. Son las que tienes que cortar sin miramientos. Porque el Señor no quiere algo de ti: ¡te quiere a ti!





sábado, 15 de junio de 2019

FUERZA PARA SER TESTIGOS EN LO COTIDIANO

VIDA DE LA PALABRA                      junio 2019

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8) y la de mayo («La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío», Jn 20, 21):

1.-        Tenía yo algo de tiempo y me ofrecí a llevar a una persona que debía ir a media hora de aquí. Durante el trayecto prefirió escuchar música, aparte de comentar algunas cosillas sueltas. De pronto baja a tope el volumen de los altavoces, (por los que estábamos escuchando la novena sinfonía de Beethoven), y se santigua. Yo pensaba que quería que hiciéramos juntos una oración, pero para mi asombro me dice: “no, me estoy confesando”. Al acabar dice: “céntrate bien en la conducción, pero adminístrame también bien la imposición de mano con la absolución, ¡eh!”. Después de todo ello me pregunta: “¿has estado rezando para que me confiese?”. La verdad es que no, pero sí había pedido al Espíritu Santo que con todos los que me encontrara, cada uno hiciéramos lo que más agradara a Dios.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos», Hch 1, 8), la de mayo («La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío», Jn 20, 21) y la de abril («Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros», Jn 13, 14):

1.-        “…yo ahora tengo turno… y fui a llevar a mi marido a la estación; al retorno… de un modo muy tonto, por un niño que jugaba con su perro, he tenido un pequeño accidente con el coche: yo, pendiente del niño, el perro y las llaves que se le cayeron, y la señora salió disparada del coche dejando su puerta semiabierta… La puerta se abrió del todo cuando yo pasaba y frené: un lío solo de raspones y retrovisores. Yo traté de amar a cada uno y no perder la calma, ya que la señora se estaba enfadando bastante; y creo que el amor la desarmó y todo quedó amigablemente: “basta dar parte y no pasó nada a nadie”, -decía-, “solo son unos raspones en una cosa, en el coche”. Y hemos quedado tan amigas. El pasapalabra (hoy “acoger al Espíritu de Dios en nuestro corazón”) es un arma poderosa….

2.-        “gracias por enviarnos la Palabra de Vida. Estamos viviendo unos días de muchos nervios por estudios, trabajo, familia... y justo recibo tu correo, lo leo y cambia mi ánimo, porque me doy cuenta que, como dices siempre, “donde hay dos o más” siempre está Dios. Muchas gracias.

3.-        “muchísimas gracias, D.Paco. Le doy gracias al Señor por haber cruzado su camino con el mío.
Son tan gratificantes los pequeños momentos de oración que tengo al día!!! Sentir que dentro de mí están el Señor y, cómo no, mi Madre, María, a los que tenía dormidos durante años en mi interior y han resurgido de nuevo. La profundidad que experimento en mi espíritu, solo pensando y teniéndoles a Ellos. GRACIAS.

4.-        “…de nuevo miraba la rueda desinflada (¡pinchada!) del coche y pensaba que no es del todo cierto que el Espíritu Santo no actúe para su reparación. 
Cierto es que no lo iba a hacer como a mí me gustaría: soplando en ella para que se hinchase, pero, en cierto modo, se notaba su presencia:
Ante todo necesitaba yo FORTALEZA de ánimo para no desanimarme y pensar con claridad.
Visto el panorama…, …se imponía pedir CONSEJO. ¿Llamaba a una grúa?, ¿o intentaba inflar un poco el neumático y lo llevaba hasta el taller?
            Pensando en la segunda opción y visto el manual de instrucciones del kit de supervivencia que traía el coche, le rezaba a Dios con PIEDAD…
…una experiencia que no es grave, pero trastorna el día a día, pues arreglar un pinchazo no estaba en mi programa del lunes.
            Pensando en ello, recuerdo muchas palabras de vida que me has enviado donde se habla de afrontar las cosas en paz, con calma, dominio de uno, sin enfadarse….

5.-        “me sirvió de mucho la penitencia que me pusiste. Al releer la PdV me sentía identificada con lo que leía y es que, en cierto modo, así me siento yo en estos momentos. Volviendo entre mi gente y me siento feliz por ello. Con mi gente de siempre y con la que Dios me va poniendo en mi camino que es de lo más variado. Me siento como los discípulos, yo también he recobrado la alegría.





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