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sábado, 16 de septiembre de 2023

ALABAR A DIOS EN TODO MOMENTO

 VIDA DE LA PALABRA                     primeras semanas SEPTIEMBRE

  

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2) y la de agosto («Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas», Mt 15, 28):

1.-        La PdV del mes me está ayudando a vivir más unido al Señor bendiciéndole en continua alabanza, hasta en las cosas más sencillas.

P.ej., fregando los platos después de las comidas, (aunque no me gusta), a menudo me recordaba estar contento agradeciéndole porque teníamos agua en los grifos y por las cualidades de “la hermana agua que limpia y da frescor”.

O contemplando las nubes o el cielo, (incluso los rayos y relámpagos, aunque… no sin mucho respeto…) alabándolo por su grandeza.

También paseando por el campo anocheciendo, (eran los dos últimos días de la última ola de calor), me salía espontáneo (más allá de ver las plantas casi grises y medio calcinadas por el verano) cantar en voz alta con quien iba “gracias, Señor, por tu Amor; gracias porque te encontramos siempre…”.

Lo mismo también las pocas oportunidades que he tenido estos últimos días de nadar al aire libre (a pesar del fresquito) glorificándolo por sentir mi organismo vivo y poder hacer ejercicio, y por notar el agua que me envolvía del todo igual que su Amor aunque no siempre se lo agradecía suficientemente.

También contemplando a los peques, (sobre todo a los bebés), que venían con sus padres a la Misa: me paraba en la puerta un instante junto con sus padres y abuelos y bendecía en voz alta al Señor, único dueño de la Vida. Y lo mismo con las personas mayores que visito en sus casas, contemplando sus arrugas, o en la Residencia de mayores donde hemos iniciado un voluntariado parroquial.

O cuando alguna persona me recriminaba alguna cosa, (más allá que yo pensara que tuviera o no razón), trataba de descubrir algo bueno y que el Señor me quería corregir en algo o hacer avanzar, y bendecirle a Él por ello. P.ej., alguien se quejó que no le advertí de una serie muy formativa en Radio María; después de pedirle perdón, se me ocurrió para reparar, mandarle el enlace a los podcasts de ese programa; y entonces me vino la idea de ponérmelo yo también con un enlace directo en la pantalla de mi móvil y poder escuchar los que me había perdido otras semanas; y era bendecir al Señor por la “reprimenda” y por la posterior idea.

O briznas de hierba o alguna florecilla entre el asfalto o las baldosas venciendo ese medio hostil y recordándome al Dueño de la vida que nos puede hacer florecer donde nos pone, incluso en el medio más adverso. Etc., etc.

 

2.-        Ayer llegó un matrimonio a la parroquia preguntando por la Misa vespertina: era una hora después y no podían esperarse. Hablando con ellos descubrí que iban al centro Mariápolis y les informé que allí la habría a la misma hora que aquí, con lo cual les venía genial.

Cuando me preguntaron el modo de llegar allí, me percaté que traían las maletas, es decir, venían en transportes públicos. Así que, sin decirles nada, cerré el despacho parroquial y les hice seña que me siguieran: pensaban que les iba a dar indicaciones, pero cuando vieron que estaba yo abriendo la cochera, me dijeron, “¡no queremos interrumpirte!; dinos el bus”. Naturalmente los llevé en mi coche charlando amigablemente.

 

3.-        Anteayer llegó a visitarme un sacerdote burundés, que, después de muchos años, volvía unas semanas a España. Como le costaba recordar el español, procuré hablar despacio vocalizando, y no mostré ninguna impaciencia, sino sonrisas, mientras él trataba de elaborar sus frases. Fueron unas horas bonitas de fraternidad que terminamos leyendo juntos la PdV y meditándola un rato en silencio y luego le conté alguna de estas experiencias para acabar rezando juntos las Vísperas. Le regalé el librito que escribimos sobre José Varas, a quien también conoció bien hace años.

3b.-     Recordamos juntos cómo nos conocimos: hará 15 años o más, cuando yo vivía también en Las Matas, pero en comunidad con 4 sacerdotes en la Casa “Cor Unum”, cerquita del centro Mariápolis. Un buen día de septiembre se presentaron dos seminaristas africanos sonrientes y a la vez temerosos. Estudiaban en Toledo y en una excursión, en una iglesia vieron en la mesita de atrás las hojitas mensuales de la Palabra de Vida: ¡les dio un vuelco el corazón! Ellos pensaban que había Focolares solo en su país y en Italia. Miraron la dirección en la letra pequeña y en cuanto pudieron, se desplazaron a Madrid a la Editorial Ciudad Nueva y les acogieron y se la enseñaron y les facilitaron la dirección de los sacerdotes que trataban de vivir la Palabra de Vida. Y después de muchas peripecias de caminatas y transportes públicos, se presentaron en nuestra casa, a la que luego volvían de vez en cuando y al centro Mariápolis.

3c.-      Sabía que le haría ilusión volver al centro Mariápolis, así que lo llevé allí. Yo tenía que regresar a la Misa de la parroquia, pero previamente había avisado al sacerdote que iba allí a celebrar la Misa y a la gente de la comunidad, que le acogieron muy bien y luego lo llevaron a Madrid. Decía luego él: “…esta tarde ha sido muy estupenda para mí y me acordó muchas cosas tanto en mis años de formación tanto en el inicio de mi contacto directo al movimiento…“.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de Vida de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2), la de agosto («Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas», Mt 15, 28) y la de julio («Todo aquel que dé de beber tan solo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa», Mt 10, 42):

1.-        “desde el miércoles ya estoy gracias a Dios en casa. Esos quince días que he pasado en el hospital han sido para mí un verdadero tormento, tanto en el plano físico como psíquico. Yo, acostumbrada a ser la fuerte de la familia, era dependiente total. Y ante la perspectiva incluso de poder quedarme paralítica, como le dijeron a mis hijos. Gracias a Dios la operación ha sido un éxito.

Sigo dolorida, pero puedo andar sola. En los momentos más difíciles siempre decía "Protégeme, Dios mío, que me refugio en Ti". Ha sido una cura de humildad y de paciencia. 

Y, por supuesto, de todo esto ha salido algo muy bueno: yo llevaba 8 años pidiendo diariamente a Dios por la reconciliación de mis hijos, y este accidente mío ha sido la forma en que Dios los ha unido. Del mismo modo que a mi hermana conmigo. 

            Muchas gracias a todos por vuestras oraciones.

 

2.-        “he venido a la misa en… Dinamarca. Estoy aquí para trabajar por unos meses... No entiendo nada de danés, pero leo en el móvil las lecturas y el evangelio. Intento seguir la misa igual.

Me da mucha alegría ver a tanta gente de diferentes países de todas las culturas: veo en esas facciones diferentes el Amor de Dios, todos reunidos y la lectura de hoy 10 de septiembre “donde 2 o 3 estén reunidos en mi nombre, Yo estoy en medio…”. ¡Qué lindo vivir estas experiencias en la Fe!

Dios siempre tiene regalos para mí, me siento Bendecida.

En la iglesia hay familias y personas de todas las nacionalidades y en el momento de La Paz, con el gesto y sonreírles a todos manifestamos la fraternidad. Eso me gusta mucho.

2b.-     También en el trabajo ayudo a mis compañeras y les ofrezco mi sonrisa: aunque me comunico en inglés, a veces no me salen las palabras, pero intento regalar una sonrisa y minimizar las diferencias.

Cada día rezo el Rosario y le entrego a la Virgen mi día y ella con su amor me da la fuerza a estar bien: aunque extrañé mucho al principio, ahora lo llevo con Alegría cada día; gracias a la Oración se me está haciendo liviana y llevadera la experiencia.

Paco, aquí te mando mi aporte para los mails de la palabra de Vida. Gracias.

 

3.-        “¡Muchas gracias Paco por acordarte, qué detalle más bonito! Es mañana el cumple… y 2 años también del inicio de la enfermedad de mi marido...: se encuentra bien gracias a Dios, muy animado y abandonado a la voluntad de Dios; la quimio le sentó muy bien, no tuvo muchos efectos secundarios. Le llevé al neurocirujano que le operó para pedir una segunda opinión y nos confirmó que estaba muy extendido y no podía operar: al parecer hay 4 focos tumorales en diferentes zonas, es una barbaridad. Si Dios no hace un milagro, puede que ni siquiera termine el año. Así que intensificamos oraciones y fe y abandono en Dios que cuida de nosotros nueve cada día y nos acompaña sin dejarnos un momento. Sigo rezando la estampa de Luminosa cada noche y sigo viendo “señales de rosas”.

 

 

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martes, 14 de febrero de 2023

DIOS ME MIRA CON TERNURA A CADA INSTANTE

VIDA DE LA PALABRA                             primeras semanas de FEBRERO


  

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13) y la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17):

1.-        Me han encargado grabar unas charlas cuaresmales para Radio María (que emitirá desde el lunes 27 todos los días a las 10:30 a.m.). Ya me costaba el programa semanal de 4 minutos los jueves, por lo que pensé que quizá me iba a bloquear: no sé hablar sin ver a nadie, encerrado en un estudio. Necesito mirar a los ojos a los que me escuchan e ir adaptando el modo de transmitir el mensaje según como capto que ellos lo van asimilando o no, tratando de “hacerme uno” con ellos. Esa reciprocidad de amor (yo hablar por amor y ellos escuchar por amor), hace posible el “donde dos o más…”, que permite, en definitiva que sea Jesús quien llegue a los corazones, más allá de lo que yo hable o enseñe. Pero fiado en la PdV, ¡Dios sí que me ve y con amor!, y que en Él todo pasado y futuro, es siempre un eterno presente, van saliendo adelante esas charlas cuaresmales ¡e incluso me encuentro a gusto!

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13), la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):

1.-        “Gracias, Paco!!! Hoy la Palabra de Vida me ayuda en un día complicado. Sé que siempre lo que nos manda Dios es para bien y así lo acepto, y rezo agradecida por todo: lo bueno y lo no tan bueno.

Pero hay momentos en los que resulta complicado adivinar los pensamientos del Señor para cada uno de nosotros y cuando ves a uno de tus hijos sufrir tanto y desde tan pequeño por la maldad de los hombres resulta muy duro…: el niño “acosador” vuelve ya al colegio. Rezo por él, de verdad, para que encuentre su camino y La Paz. Pero su vuelta ha alterado terriblemente a mi hijo: ha estado más de 45 minutos con un ataque de ansiedad tirado en el suelo, sin parar de llorar y sin consuelo. No ha querido tomarse el tranquilizante que me mandó el médico en estas ocasiones. He rezado para que se le pasara, para que todo tenga sentido, y para que aceptemos lo que tenga que pasar.

Mi marido está en el extranjero hasta el sábado y yo no me encuentro bien. Ayer me tuvo que acostar mi hija porque tenía muchos dolores con mi cáncer: no he dormido casi nada, como de costumbre, y estoy cansada. Pero a pesar de eso, cuando ha pasado lo de mi hijo sabía que no estaba sola, que Él me acompañaba. 

No todo es malo, estoy muy contenta del cambio en mi hija: por fin vuelve al rebaño… 

Muchas gracias, Paco!!! En cuanto pueda voy a verte y hablamos… y aunque sea así, a ti también te siento próximo, mi hermano.

 

2.-        “la palabra de vida de enero nos animaba a buscar la justicia divina. Desde hace más de un año, un proveedor de nuestra empresa tiene facturas pendientes. Estas facturas no se le pagan porque tienen un problema bastante importante en los albaranes recepcionados en nuestro sistema y no cuadran las cantidades entregadas con los albaranes con respecto a lo realmente entregado, y por tanto, las facturas tampoco resultan correctas. 

            El problema debería resolverse con el proveedor de una parte, y de nuestra parte deberían colaborar almacén, aprovisionamiento, compras, contabilidad y planificación. Total: demasiada gente involucrada, sin un responsable único que resolviera... Se estaba enquistando desde hace más de un año y todo el mundo miraba para otro lado... Resultado: el proveedor seguía sin poder cobrar unos trabajos que sí había realizado.

Tras meditar la PdV, vi claro que la justicia se escondía tras el rostro del proveedor. Tomé el toro por los cuernos y comencé a desenmarañar el lío con el proveedor: horas y días me ha llevado aclarar todas las entregas, todos los albaranes y casar todas las facturas... pero ¡finalmente, llegamos al fondo de la cuestión!

Escribí un resumen indicando a todos los involucrados las acciones exactas que tenía que hacer cada uno de ellos para poder saldar los pagos debidos al proveedor. Así, un tema atascado durante más de un año, se ha resuelto en una semana de trabajo.

            Lo mejor de todo, no es solo la gratitud del proveedor por el trabajo realizado, sino que el resto de mis compañeros (que también estaban agobiados por la situación) lo han agradecido e incluso alguno de ellos me dijo: "la resolución de este problema me ha hecho muy feliz".

            Aquí hemos encontrado la justicia divina y la satisfacción que provoca en todos los que la descubren. Ciertamente, hay que trabajarla, pero la recompensa obtenida es muy superior al esfuerzo realizado.

 

3.-        “muchas gracias por tu email con la palabra de vida. Gracias a Dios he tenido momento de leerlo justo ahora, en el mismo día que lo envías, porque muchas veces no logro hacerlo muy a mi pesar en ese primer momento, porque estos emails son como oro espiritual y creo que hacen realmente mucho bien.

Como en otras ocasiones me he sentido muy identificada y emocionada con lo que leo: «Tú eres el Dios que me ve» «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a lasuerte de la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo experimentamos muchas veces. […] Él está aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida».

Mi marido y yo lo decimos ahora muchas veces, cuando compartimos nuestra situación personal con otros, (la enfermedad tan grave de mi marido, con 7 hijos y varios pequeños, y ahora, además, este mes él se queda sin trabajo), mucha gente se asusta y se angustia, pero nosotros nos sentimos felices, porque tenemos la seguridad de que Dios está con nosotros, somos unos privilegiados porque si no estuviéramos viviendo todo esto, no sentiríamos Su presencia tan cercana.

Como dicen las palabras del email que acabas de enviar: Él está con nosotros, lo sabe todo de nosotros, comparte nuestros pensamientos, alegrías y deseos, lleva con nosotros nuestras preocupaciones y cada prueba de nuestras vidas. ¿Y esto no es lo mejor que nos puede pasar en esta vida?.

 

4.-        “estuve en los ejercicios de noviembre pasado en el Centro Mariápolis. Te escribo para decirte que en aquellos días pedí en unidad en el grupo para que se solucionara un problema entre mi hermano y yo.

Hoy es el cumpleaños de mi madre y después de meses, nos hemos vuelto a ver y a juntarnos. Pensaba que iba a ser difícil, pero hemos estado como si no hubiera pasado nada.

Gracias por las oraciones que en su momento pedí y que el grupo se unió para rezar.

 

5.-        “"Tú eres el Dios que me ve": es una frase que reaviva una certeza y nos conforta pues nunca estamos solos; Dios está ahí y nos ama, incluso cuando buscamos huir de alguna situación dura y dolorosa, pero hemos de estar seguros de que Dios nos ama inmensamente y nos ayuda a empezar siempre de nuevo. 

Estas no son palabras: para mí está siendo una realidad que Jesús me empuja a tratar de vivir en cada momento, es como un muelle interior que salta cuando me despisto por un instante y me coloca en lo esencial. El 30 de diciembre me hicieron un tac por unas molestias nuevas que tenía y la consulta me la dieron para el 27 de enero: tenía que vivir con la duda durante este mes de espera y me parecía un mundo... Imposible estar todo ese tiempo en calma y viviendo volcada en los demás y no en mí. Cierto: estaba preocupada, pues esas molestias podían ser una metástasis nueva, etc.

He logrado que este mes transcurriera con gran paz sabiendo que estoy en las manos de Dios y que Él me ama; cierto que han surgido momentos nada fáciles donde la duda se imponía, pero Jesús me ha dado la posibilidad de volver a empezar y así lo he hecho cada vez.

Llegó el momento de la consulta y afortunadamente no hay nada nuevo. He dado gracias a Dios por este regalo y por haberme ayudado a aprovechar el tiempo y poder vivir bien el momento presente.

 

5.-        “Las bienaventuranzas no son palabras de consuelo, sino que tienen el poder de cambiar el corazón, crean una nueva humanidad. Es necesario tener misericordia también con nosotros mismos, reconocernos necesitados de ese amor inmenso que Dios tiene para cada uno de nosotros... Meditando estas palabras me parecían tan nuevas como para descubrir matices desconocidos en el amor de Dios hacia nosotros y que tienen que suscitar la reciprocidad.

En estos días he tenido una pequeña ocasión de poner en práctica esta palabra: hablando con una amiga se expresó con una frase poco oportuna que me hirió, no la sentí fruto del amor recíproco, pero enseguida como un resorte interior saltó la palabra 'misericordia', ¡tengo que ser la primera en perdonar! Así la unidad no se rompe, sino que crece.

 

 

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miércoles, 1 de febrero de 2023

DIOS ME MIRA CON ILUSIÓN CADA INSTANTE

 PALABRA DE VIDA                                        febrero 2023


«Tú eres el Dios que me ve»

(cf. Gn 16, 13)

El versículo de la Palabra de vida de este mes está tomado del libro del Génesis. Son unas palabras pronunciadas por Agar, la esclava de Sara entregada como mujer a Abrahán porque aquella no podía tener hijos y asegurar así una descendencia. Cuando Agar descubre que está encinta se siente superior a su señora. El maltrato recibido por parte de Sara la obliga más tarde a huir al desierto. Y allí precisamente tiene lugar un encuentro único entre Dios y la mujer, la cual recibe una promesa de descendencia semejante a la que Dios le había hecho a Abrahán. El hijo que nacerá se llamará Ismael, que significa «Dios ha escuchado», pues ha acogido la angustia de Agar y le ha dado una estirpe.

 

«Tú eres el Dios que me ve».

 

La reacción de Agar refleja una idea común en el mundo antiguo: que los seres humanos no pueden mantener un encuentro muy de cerca con la divinidad. Agar se queda sorprendida y agradecida de haber sobrevivido a él. Experimenta el amor de Dios precisamente en el desierto, el lugar privilegiado donde se puede experimentar un encuentro personal con Él;  siente su presencia y se siente amada por un Dios que la ha «visto» en su situación dolorosa, un Dios que se preocupa por sus criaturas y las envuelve con su amor. «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a la suerte de la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo experimentamos muchas veces. […] Él está aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida»[1].

 

«Tú eres el Dios que me ve».

 

Esta palabra de vida reaviva una certeza y nos conforta: nunca estamos solos en nuestro camino; Dios está ahí y nos ama. A veces, como Agar, nos sentimos «extranjeros» en esta tierra, o buscamos modos de huir de situaciones duras y dolorosas. Pero hemos de estar seguros de la presencia de Dios y de nuestra relación con Él, que nos hace libres, nos sosiega y nos permite empezar siempre de nuevo.

Esta ha sido la experiencia de P., que vivió sola durante la pandemia. Cuenta: «Desde el inicio de la clausura de toda actividad en nuestro país, estoy sola en casa. No tengo físicamente cerca a nadie con quien poder compartir esta experiencia, y procuro ocupar el día como puedo. Con el pasar de los días me siento cada vez más desanimada. Por la noche me cuesta mucho quedarme dormida. Me parece que no podré salir nunca de esta pesadilla. Pero siento fuertemente que debo encomendarme completamente a Dios y creer en su amor. No tengo dudas de su presencia, que me acompaña y me reconforta en estos meses de soledad. Me llegan pequeñas señales de los hermanos que me hacen comprender que no estoy sola. Como una vez en que estaba festejando el cumpleaños de una amiga on line y en ese momento me llegó un trozo de tarta de parte de mi vecina».

 

«Tú eres el Dios que me ve».

 

Así, protegidos por la presencia de Dios, también nosotros podemos ser mensajeros de su amor: estamos llamados a ver las necesidades de los demás, a socorrer a nuestros hermanos en sus desiertos, a compartir sus alegrías y sus dolores. El esfuerzo consiste en mantener los ojos abiertos a la humanidad en la que estamos inmersos también nosotros.

Podemos pararnos y mostrar nuestra cercanía con quienes están buscando un sentido y una respuesta a los muchos «por qué» de la vida: familiares, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, personas con problemas económicos y quizá marginadas socialmente.

Podemos recordar y compartir esos momentos preciosos en los que hemos conocido el amor de Dios y hemos redescubierto el sentido de nuestra vida.

Podemos afrontar juntos las dificultades y descubrir en los desiertos por los que pasamos la presencia de Dios en nuestra historia, que nos ayuda a proseguir el camino con confianza.

PATRIZIA MAZZOLA y el equipo de la Palabra de vida

 

 



[1] C. Lubich, Palabra de vida, julio de 2006: Ciudad Nueva n. 433 (2006/7), p. 29.


viernes, 1 de octubre de 2021

TODO CONCURRE AL BIEN PARA LOS QUE AMAN

PALABRA DE VIDA                               octubre 2021

 


«Sabemos que

en todas las cosas interviene Dios

para bien de los que lo aman»

(Rm 8, 28)

 

La Palabra que nos proponemos vivir en este mes está sacada de la carta del apóstol Pablo a los Romanos. Es un texto largo y lleno de reflexiones y enseñanzas, escrito antes de dirigirse a Roma, para preparar su visita a aquella comunidad, que Pablo aún no conocía en persona.

El capítulo 8 subraya en particular la vida según el Espíritu y la promesa de la vida eterna que espera a los individuos, a los pueblos y a todo el universo.

 

«Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman».

 

Cada palabra de esta frase está cargada de significado.

Pablo proclama que, ante todo como cristianos, hemos conocido el amor de Dios y somos conscientes de que toda esperanza humana forma parte del gran designio de salvación de Dios.

Todo contribuye, dice Pablo: los sufrimientos, las persecuciones, los fallos y debilidades personales, pero sobre todo la acción del Espíritu de Dios en el corazón de las personas que lo acogen.

Además, el Espíritu recoge y hace suyos los gemidos de la humanidad y de la creación (cf. Rm 8, 22-27), y esta es la garantía de que el designio de Dios se realizará.

Por nuestra parte, hemos de responder activamente a este amor con nuestro amor, encomendándonos al Padre en cualquier necesidad y dando testimonio de esperanza en el cielo nuevo y la tierra nueva (cf. Ap 21, 1) que Él prepara para quienes confían en Él.

 

«Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman».

 

¿Cómo acoger, entonces, esta fuerte propuesta en nuestra vida personal y cotidiana?

Chiara Lubich nos sugiere: «Ante todo, no debemos detenernos nunca en el aspecto puramente externo, material y profano de las cosas, sino creer que cualquier hecho es un mensaje con el que Dios nos expresa su amor. Entonces veremos que la vida, que se nos puede mostrar

como un tejido del cual no vemos más que nudos e hilos confusamente entrelazados, en realidad es distinta: es el dibujo maravilloso que el amor de Dios va tejiendo sobre la base de nuestra fe. En segundo lugar, debemos abandonarnos con confianza y totalmente a este amor en todo momento, tanto en las pequeñas cosas como en las grandes. Es más, si sabemos encomendarnos al amor de Dios en las circunstancias comunes, Él nos dará la fuerza para confiarnos a Él en los momentos más difíciles, como pueden ser una gran prueba, una enfermedad o el mismo momento de la muerte. Entonces, probemos a vivir así, y, por supuesto, no de una manera interesada, es decir, para que Dios nos manifieste sus planes y tengamos de este modo su consuelo, sino solo por amor, y veremos que este abandono confiado es fuente de luz y de paz infinita para nosotros y para muchos otros»[1].

Encomendarnos a Dios en la decisiones difíciles, como la que nos cuenta O. L. de Guatemala: «Trabajaba como cocinera en una residencia de ancianos. Al pasar por el pasillo, oigo a una viejita pedir agua. A riesgo de saltarme las normas, que me prohíben salir de la cocina, le alcanzo un vaso de agua con cariño. Los ojos de la anciana se iluminan. A mitad del vaso, me agarra la mano: “¡Quédate conmigo 10 minutos!”. Le explico que no debería, que me expongo a que me despidan. Pero esa mirada… Me quedo. Me pide que recemos juntas: “Padre nuestro…”. Y al final: “Canta algo, por favor”. Se me ocurre: “No nos llevaremos nada, solo el amor…”. Los demás residentes nos miran. La mujer está feliz y me dice: “Dios te bendiga, mi hijita”; y al poco se apaga. De todos modos me despidieron por haber salido de la cocina. Mi familia, que vive lejos, necesita mi ayuda, pero yo estoy en paz y feliz: respondí a Dios, y esa mujer no dio sola el paso más importante de su vida».

 

LETIZIA MAGRI



[1] C. Lubich, Palabra de vida, agosto de 1984, en Ead., Palabras de Vida/1 (1943-1990), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 313-314.



viernes, 30 de abril de 2021

DIOS ES AMOR

 

Comienza el mes de mayo, mes de María, en el cual el Papa nos propone una “maratón” de oración mundial con el rosario pidiendo el final de la pandemia y de sus consecuencias, (retransmitido por los canales vaticanos y por radio María cada día a las 6 de la tarde desde un Santuario en diversos lugares del mundo).

A la vez, del 1 al 9 de mayo cada año se desarrolla la “semana mundo unido” con cientos de actividades en todo el mundo (esta vez, casi todos on-line) y en diversos idiomas, incluidos un concierto del Gen Verde para empezar y otro del Gen Rosso para acabar, además del “run4unity” en diversos sitios el día 2: http://www.unitedworldproject.org/es/workshop/semana-mundo-unido-2021/  

Y todo ello, continuando con la segunda parte de la cincuentena pascual, que nunca hemos de perder de vista.

Y no olvidemos que del 4 al 6 de junio tendremos el fin de semana de Ejercicios Espirituales en el Centro Mariápolis de Las Matas.

 

            Aquí tienes una nueva Palabra de Vida para intentar poner en práctica en cada momento del mes (y las experiencias al final):

 

 

PALABRA DE VIDA                               mayo 2021

 


«Dios es amor,

y quien permanece en el amor

permanece en Dios y Dios en él»

(1 Jn 4, 16)

 «Dios es amor»: es la definición más luminosa de Dios, que aparece en la Escritura solo dos veces, y precisamente en este texto: una carta –o quizá una exhortación– que resuena en el cuarto Evangelio. De hecho el autor es un discípulo que testimonia la tradición espiritual del apóstol Juan. Escribe a una comunidad cristiana del siglo I que, desgraciadamente, estaba pasando por una de las pruebas más dolorosas: la discordia, la división, tanto en el plano de la fe como del testimonio.

Dios es amor. Él vive en sí mismo la plenitud de la comunión como Trinidad, y rebosa este amor sobre sus criaturas. A cuantos lo acogen, les da el poder de convertirse en hijos suyos (cf. Jn 1, 12; 1 Jn 3, 1), con su mismo ADN, capaces de amar. Y su amor es gratuito, libera de todo temor y vacilación (cf. 1 Jn 4, 18).

Luego, para que se realice la promesa de la comunión recíproca –nosotros en Dios y Dios en nosotros– hace falta «permanecer» en este mismo amor activo, dinámico, creativo. Por eso los discípulos de Jesús están llamados a amarse unos a otros, a dar la vida, a compartir sus bienes con cualquiera que lo necesite. Con este amor la comunidad permanece unida, profética y fiel.

 «Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él».

 Es un anuncio fuerte y claro también hoy para nosotros, que a veces nos sentimos arrollados por eventos imprevisibles y difíciles de controlar, como la pandemia u otras tragedias personales o colectivas. Nos sentimos perdidos y asustados, y es fuerte la tentación de cerrarnos en nosotros mismos y levantar muros para protegernos de quienes parecen amenazar nuestra seguridad, en lugar de construir puentes para encontrarnos.

¿Cómo es posible continuar creyendo en el amor de Dios en estas circunstancias? ¿Es posible seguir amando?

Josiane, libanesa, estaba lejos de su país cuando se enteró de la terrible explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020. A quienes, como ella, viven la Palabra de vida, les dice: «En el corazón sentí dolor, ira, angustia, tristeza, desconcierto. Me asaltó fuertemente la pregunta: ¿no es suficiente con todo lo que Líbano ha vivido hasta ahora? Pensaba en ese barrio arrasado, en el que nací y viví; donde parientes y amigos ahora estaban muertos, heridos o desalojados; donde edificios, escuelas y hospitales que conozco muy bien habían quedado destruidos. Procuré “estar cerca” de mi madre y mis hermanos, responder a muchísimos mensajes de tantas personas que expresaban apoyo, afecto y oración, escuchando a todos en medio de esta herida profunda que se había abierto. Quería creer y creo que estos encuentros con quienes sufren son una llamada a responder con el amor que Dios ha depositado en nuestros corazones. Más allá de las lágrimas, descubrí una luz en muchos libaneses, muchos de ellos jóvenes, que se pusieron de nuevo en pie, a mirar alrededor y a socorrer a quienes lo necesitaban. Y me renació la esperanza al ver a jóvenes dispuestos incluso a comprometerse seriamente en política, convencidos de que la solución pasa por el camino del diálogo verdadero, de la concordia, del descubrirnos hermanos, porque lo somos».

«Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él».

Una preciosa sugerencia para vivir esta Palabra del Evangelio nos la ofrece Chiara Lubich: «Ya no se puede separar la cruz de la gloria; no se puede separar al Crucificado del Resucitado. Son dos aspectos del mismo misterio de Dios, que es Amor. […] Una vez hecho el ofrecimiento, procuremos no pensar más en ello, sino cumplir lo que Dios quiere de nosotros allí donde estamos […]. Procuremos sobre todo amar a los demás, al prójimo que tenemos al lado. Si lo hacemos, podremos experimentar un efecto insólito e inesperado: nuestra alma se inundará de paz, de amor, de alegría pura, de luz. […] Y, ricos de esta experiencia, podremos ayudar más eficazmente a todos nuestros hermanos a encontrar la bienaventuranza entre las lágrimas, a transformar en serenidad lo que les preocupa. Así seremos instrumentos de alegría para muchos; de felicidad, de esa felicidad que todo corazón humano ambiciona»[1].

 

LETIZIA MAGRI



[1] C. Lubich, Palabra de vida de enero de 1984, en Ead., Palabras de vida/1 (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 292-294.

 



N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 

En viñetas para los niños, adaptada para adolescentes y para jóvenes,

 y en MP3 para escuchar en el móvil.

 

Palabra de Vida AQUÍ en presentación Power Point

en más de 30 idiomas.


lunes, 31 de agosto de 2020

SERENOS EN LA MANO DE DIOS

VIDA DE LA PALABRA                                        agosto 2020


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («¿Quién nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35) y la de julio («Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre», Mt 12, 50):

 

1.-        Como cada mes, también este ha sido muy útil la Palabra. Cuando no podía dormir lo que hubiera querido para descansar en vacaciones, “¡esto no me puede apartar del amor de Dios!: ¡seguir creyendo en Su Amor y seguir amando yo a Él y a todos!”. ¿Recuerdos de ingenuas meteduras de pata del curso y del pasado?: ¡ídem: “nada nos separará del amor de Dios” (tarareaba yo a menudo interiormente esa y otras canciones similares! ¿Noticias de que mi madre había tenido que ir 2 veces a urgencias y luego además se cayó?: ¡ídem! Cuando ya pude estar con ella estos últimos 15 días y a cada instante tenía que dejar mi lectura o lo que yo hacía para traerle algo o acompañarla al servicio: ¡ídem! ¿Por la noche, que eso era frecuente y costaba más porque el cansancio se apoderaba de mí (y cada vez que me despierto luego tardo muchísimo en volver a coger el sueño)?: ¡¡ídem!! ¿Problemas, ansiedades o dolores de otras personas a las que aprecio y me veo impotente para ayudarlas?: ¡ídem!

 

2.-        Uno de los libros que estoy leyendo durante el verano me está costando mucho puesto que, (aparte de técnico y voluminoso) la traducción del inglés es dura (literal) y tiene bastantes erratas (que me distraen mucho). “Nada nos separará del amor de Dios”; ¡tampoco esto! Por hacer una obra de amor, comuniqué a la editorial varios de esos fallos con cuidado de no herir a nadie. Me lo agradecieron y pidieron que continuara haciéndolo: de hecho, aunque no me gusta dejar un libro a medias, más de cuatro veces había pensado en abandonar. Pero el recuerdo de que así puedo ayudar a mejorar futuras versiones y de que es una manera de amar me hace seguir poco a poco.

            Por no quedarme en lo dificultoso… Otro de los libros, ¡te lo recomiendo en el alma!, me ha ayudado un montón para la meditación diaria y estoy disfrutando y saboreando cada línea: “Ese palpitar silencioso. La oración en la espiritualidad de la unidad”. Lo puedes pedir a la Editorial Ciudad Nueva por internet. ¡Te encantará! Y también la recopilación de todas las Palabras de Vida de 1943 a 1990, que también estoy leyendo.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («¿Quién nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35), la de julio («Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre», Mt 12, 50) y la de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40):

 

1.-        “…hoy hablaba por teléfono con una amiga y al despedirnos me dice: “adiós, M., adiós”. Pero según lo ha dicho a mí me ha sonado como: “a Dios, M., a Dios”. Así que, cualquier decisión que he tenido que tomar desde entonces a lo largo del día, por pequeña que fuera, me iba cuestionando si me llevaba a Dios o por el contrario me llevaba a otros diosecillos….

 

2.-        “hace años, la que luego sería mi madrina, al verme por la calle con un instrumento, sin conocernos de nada, me habló. Con todo cariño me paré a escuchar a esta persona mayor por respeto: así, por las buenas, me dijo que tenía que entrar a una iglesia y que algún día tenía que tocar para el Señor. Fui con ella a una que no hay lejos de mi piso y cogí atrás unas hojitas que leí y me gustaron mucho. Por el apellido de quien las firmaba, pensé que era una centroeuropea, quizá una filósofa alemana. Todavía conservo aquellas primeras hojitas, que fui cogiendo mes a mes, tiempo antes de empezar mi preparación al bautismo: era la mensual Palabra de Vida. Releo esas de vez en cuando. Me gusta Chiara: rezuma un carisma especial. Sabe extraer lo bueno de todos, lo que nos une.

Acuérdate que en el país que estuve antes, jamás fui a una iglesia. Y, previamente, en el mío, la única vez que entré, (era yo adolescente), al día siguiente tenía a la policía del partido en mi casa.

 

3.-        “en el confinamiento pensaba qué podía yo hacer: rezar más… Una sobrina estaba con una hernia discal y no sabía qué hacer con el tratamiento, pues empezó a ir peor. Como al hospital no podía ir, iban a casa los del centro de salud a ponerle el tratamiento (empeoró muchísimo). Pero seguía pidiendo al Señor que me pusiera algo en mi camino. En mi interior como que me decía: “llama a las personas mayores, a gente de la parroquia, a los que atendías en Caritas, a la vecina de antes y algún familiar que vive fuera, etc.” Fue bonito: las escuchaba afondo y luego ellas me llamaban. Su generosidad era tan grande, que mi ánimo estaba todos los días con ganas de hacer algo.

Un día me acordé de una señora que, hará dos años que se separó con tres niños pequeños, la panadera me preguntó… y yo la mandé a Caritas. Cuando el confinamiento me vino a la mente qué pasaría de esa familia y un día que bajé a por el pan, le pregunté. Por la noche yo no podía dormir: hablaba con el Señor. Al día siguiente bajé por el pan y pregunté qué puedo hacer…; ella me contestó que el pan ya se lo daba ella y algo.

Por la noches le doy vueltas y como una voz interior me decía: “bajas mañana y de lo que tiene en la tienda, haces un par de bolsas y así este mes puede andar un poco mejor”. Lo hice y subí feliz.

Al día siguiente, una vecina a la que había visto y me preguntó, me dijo que tenía embutido del que ella hace y quería dárselo a esa familia. A mí me dio alegría por la señora y los niños. Se lo dejé a la de la panadería.

A los dos días vuelvo a bajar y me dice la panadera: “¿quieres ver a los niños?”. Me enseña un video donde estaban felices, cantando y bailando y diciendo: “¡yupi por la amiga y por sus amigas, que son geniales!”. Dando gracias, subí emocionada.

A los tres días bajé a por mi pan. Y sorpresa; me dice: “me han dado esto para ti”. Una carpeta. La abro; unos dibujos y ponían: “con cariño y muchas gracias”. Para mí fue un regalo especial: la lágrima se me caía, me alegraron el día por el regalo tan precioso (y encima su mamá no les había encargado que lo hicieran). El Señor es tan generoso… Sigo ayudándoles… Doy gracias al Señor todos los días.

 

4.-        “…una amiga vio uno de tus vídeos del YouCat (sobre el sacramento de la penitencia) y me pregunta cómo escuchar todas las semanas esa videoconferencia. Ella no conoce mucho.

            De paso te comento por compartir contigo. Día tras día, al principio de quedarse en casa, era rezar la misa de la mañana y luego por la tarde después del Rosario en radio María; era el centro y orden del día.

En mayo, cuando Caritas y banco de alimentos pedían ayuda, hablé con ellos y ofrecí una finca muy cerca de mi casa. Pero resultaba que no podían gastar ni en desplazamiento. Así que, pagué a quien pusiera un melonar (por la época era lo único que se podía hacer). Pagué las plantas y ya lleva varias semanas y muy bien que va. Solo que este tiempo hay que regarlo y para que sea agua buena (de pozo de casa rellenando botellas), cosa que hago pensando que es para dar comida en otoño a quien más lo necesite. Y claro, con muchos cuidados de la mejor calidad de tierra y agua.

Lo hago por Jesús en sus hijos. Me ha costado mucho: lo tengo que regar a mano y con poco peso, pero ya he tenido las primeras sandías y hay melones creciendo y salen ahora las calabazas. Total que es precioso, he visto puestas de sol magníficas, tomo el aire, hago ejercicio y tengo fruta. Y he aprendido cuánto cuesta sacar de la tierra algo de alimento. Y a tener paciencia y regar esperando que nazca algo. Dios me ha dado una idea estupenda. ¡Y quizá algunos postres para alguien en otoño!.

 


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