VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de FEBRERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13) y la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17):
1.- Me han
encargado grabar unas charlas cuaresmales para Radio María (que emitirá desde
el lunes 27 todos los días a las 10:30 a.m.). Ya me costaba el programa semanal
de 4 minutos los jueves, por lo que pensé que quizá me iba a bloquear: no sé
hablar sin ver a nadie, encerrado en un estudio. Necesito mirar a los ojos a
los que me escuchan e ir adaptando el modo de transmitir el mensaje según como
capto que ellos lo van asimilando o no, tratando de “hacerme uno” con ellos. Esa
reciprocidad de amor (yo hablar por amor y ellos escuchar por amor), hace
posible el “donde dos o más…”, que permite, en definitiva que sea Jesús quien
llegue a los corazones, más allá de lo que yo hable o enseñe. Pero fiado en la
PdV, ¡Dios sí que me ve y con amor!, y que en Él todo pasado y futuro, es
siempre un eterno presente, van saliendo adelante esas charlas cuaresmales ¡e
incluso me encuentro a gusto!
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13), la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):
1.- “…Gracias, Paco!!! Hoy la Palabra
de Vida me ayuda en un día complicado. Sé que siempre lo que nos manda Dios es
para bien y así lo acepto, y rezo agradecida por todo: lo bueno y lo no tan
bueno.
Pero hay momentos en los que resulta complicado adivinar
los pensamientos del Señor para cada uno de nosotros y cuando ves a uno de tus
hijos sufrir tanto y desde tan pequeño por la maldad de los hombres resulta muy
duro…: el niño “acosador” vuelve ya al colegio. Rezo por él, de verdad, para
que encuentre su camino y La Paz. Pero su vuelta ha alterado terriblemente a mi
hijo: ha estado más de 45 minutos con un ataque de ansiedad tirado en el suelo,
sin parar de llorar y sin consuelo. No ha querido tomarse el tranquilizante que
me mandó el médico en estas ocasiones. He rezado para que se le pasara, para
que todo tenga sentido, y para que aceptemos lo que tenga que pasar.
Mi marido está en el extranjero hasta el sábado y yo no
me encuentro bien. Ayer me tuvo que acostar mi hija porque tenía muchos dolores
con mi cáncer: no he dormido casi nada, como de costumbre, y estoy cansada.
Pero a pesar de eso, cuando ha pasado lo de mi hijo sabía que no estaba sola,
que Él me acompañaba.
No todo es malo, estoy muy contenta del cambio en mi
hija: por fin vuelve al rebaño…
Muchas gracias, Paco!!! En cuanto pueda voy a verte y
hablamos… y aunque sea así, a ti también te siento próximo, mi hermano…”.
2.- “…la palabra de vida de enero nos
animaba a buscar la justicia divina. Desde hace más de un año, un proveedor de
nuestra empresa tiene facturas pendientes. Estas facturas no se le pagan porque
tienen un problema bastante importante en los albaranes recepcionados en
nuestro sistema y no cuadran las cantidades entregadas con los albaranes con
respecto a lo realmente entregado, y por tanto, las facturas tampoco resultan
correctas.
El problema debería resolverse con
el proveedor de una parte, y de nuestra parte deberían colaborar almacén,
aprovisionamiento, compras, contabilidad y planificación. Total: demasiada
gente involucrada, sin un responsable único que resolviera... Se estaba
enquistando desde hace más de un año y todo el mundo miraba para otro lado... Resultado:
el proveedor seguía sin poder cobrar unos trabajos que sí había realizado.
Tras meditar la PdV, vi claro que la justicia se escondía
tras el rostro del proveedor. Tomé el toro por los cuernos y comencé a
desenmarañar el lío con el proveedor: horas y días me ha llevado aclarar todas
las entregas, todos los albaranes y casar todas las facturas... pero
¡finalmente, llegamos al fondo de la cuestión!
Escribí un resumen indicando a todos los involucrados las
acciones exactas que tenía que hacer cada uno de ellos para poder saldar los
pagos debidos al proveedor. Así, un tema atascado durante más de un año, se ha
resuelto en una semana de trabajo.
Lo mejor de todo, no es solo la
gratitud del proveedor por el trabajo realizado, sino que el resto de mis compañeros
(que también estaban agobiados por la situación) lo han agradecido e incluso
alguno de ellos me dijo: "la resolución de este problema me ha hecho muy
feliz".
Aquí hemos encontrado la justicia
divina y la satisfacción que provoca en todos los que la descubren.
Ciertamente, hay que trabajarla, pero la recompensa obtenida es muy superior al
esfuerzo realizado…”.
3.- “…muchas gracias por tu email con
la palabra de vida. Gracias a Dios he tenido momento de leerlo justo ahora, en
el mismo día que lo envías, porque muchas veces no logro hacerlo muy a mi pesar
en ese primer momento, porque estos emails son como oro espiritual y creo que
hacen realmente mucho bien.
Como en otras ocasiones me he sentido muy identificada y
emocionada con lo que leo: «Tú eres el Dios que me ve» «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a lasuerte de
la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo
experimentamos muchas veces. […] Él está
aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo
mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida».
Mi marido y yo lo decimos ahora muchas veces, cuando
compartimos nuestra situación personal con otros, (la enfermedad tan grave de
mi marido, con 7 hijos y varios pequeños, y ahora, además, este mes él se queda
sin trabajo), mucha gente se asusta y se angustia, pero nosotros nos sentimos
felices, porque tenemos la seguridad de que Dios está con nosotros, somos unos
privilegiados porque si no estuviéramos viviendo todo esto, no sentiríamos Su
presencia tan cercana.
Como dicen las palabras del email que acabas de enviar:
Él está con nosotros, lo sabe todo de nosotros, comparte nuestros pensamientos,
alegrías y deseos, lleva con nosotros nuestras preocupaciones y cada prueba de
nuestras vidas. ¿Y esto no es lo mejor que nos puede pasar en esta vida?…”.
4.- “…estuve en los ejercicios de noviembre pasado en el Centro Mariápolis. Te
escribo para decirte que en aquellos días pedí en unidad en el grupo para que
se solucionara un problema entre mi hermano y yo.
Hoy es el
cumpleaños de mi madre y después de meses, nos hemos vuelto a ver y a
juntarnos. Pensaba que iba a ser difícil, pero hemos estado como si no hubiera
pasado nada.
Gracias por las
oraciones que en su momento pedí y que el grupo se unió para rezar…”.
5.- “…"Tú
eres el Dios que me ve": es una frase que reaviva una certeza y nos
conforta pues nunca estamos solos; Dios está ahí y nos ama, incluso cuando
buscamos huir de alguna situación dura y dolorosa, pero hemos de estar seguros
de que Dios nos ama inmensamente y nos ayuda a empezar siempre de nuevo.
Estas no son palabras: para
mí está siendo una realidad que Jesús me empuja a tratar de vivir en cada
momento, es como un muelle interior que salta cuando me despisto por un
instante y me coloca en lo esencial. El 30 de diciembre me hicieron un tac por
unas molestias nuevas que tenía y la consulta me la dieron para el 27 de enero:
tenía que vivir con la duda durante este mes de espera y me parecía un mundo...
Imposible estar todo ese tiempo en calma y viviendo volcada en los demás y no
en mí. Cierto: estaba preocupada, pues esas molestias podían ser una metástasis
nueva, etc.
He logrado que este mes
transcurriera con gran paz sabiendo que estoy en las manos de Dios y que Él me
ama; cierto que han surgido momentos nada fáciles donde la duda se imponía,
pero Jesús me ha dado la posibilidad de volver a empezar y así lo he hecho cada
vez.
Llegó el momento de la
consulta y afortunadamente no hay nada nuevo. He dado gracias a Dios por este
regalo y por haberme ayudado a aprovechar el tiempo y poder vivir bien el
momento presente…”.
5.- “…Las
bienaventuranzas no son palabras de consuelo, sino que tienen el poder de
cambiar el corazón, crean una nueva humanidad. Es necesario tener misericordia
también con nosotros mismos, reconocernos necesitados de ese amor inmenso que
Dios tiene para cada uno de nosotros... Meditando estas palabras me parecían
tan nuevas como para descubrir matices desconocidos en el amor de Dios hacia
nosotros y que tienen que suscitar la reciprocidad.
En estos días he tenido una
pequeña ocasión de poner en práctica esta palabra: hablando con una amiga se
expresó con una frase poco oportuna que me hirió, no la sentí fruto del amor
recíproco, pero enseguida como un resorte interior saltó la palabra
'misericordia', ¡tengo que ser la primera en perdonar! Así la unidad no se rompe,
sino que crece…”.
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