lunes, 30 de abril de 2018

FE QUE DA VIDA ETERNA

VIDA DE LA PALABRA                               últimas semanas de ABRIL


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47) y la de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus sendas», Sal 25, 4):

1.-      Varias personas que he atendido estas últimas semanas en el hospital me ayudan a recordar y ponerme a vivir más en serio la PdV:
C., que de pura ancianidad apenas podía poco más que alguna palabra, siempre en la cama con la mirada fija, apenas sin poder mover un músculo, decía un “amén” al acabar cada oración que yo rezaba ante ella en voz alta, que realmente relucía vida eterna y, cuando, le añadía (como hago con todas las personas mayores) “cuando reces por tu familia, acuérdate también de rezar por mí, ¡eh!, que no sabéis cuánto vale la oración de las personas mayores y de los enfermos”,… y después de unos segundos, contestaba “t-a-m-b-i-é-n” con un esfuerzo casi sobrehumano. Así durante muchas semanas… y se iba apagando como una “pasita”… Pero yo “veía” en ella Vida eterna… la Vida eterna que dice la PdV y que me aumentaba la mía y mi fe y mis ganas de ponerla más todavía en práctica.
A.Mª., no muy mayor, por diálisis enganchada 4 horas (cada dos días) a una máquina, a un riñón artificial, (a veces pasándolo realmente mal), sin piernas y sin un dedo de una mano, cada día anhela la comunión eucarística. Y ahí encuentra su fortaleza. Y como le encargo también que rece, a la siguiente vez me pregunta con ilusión de niña “¿qué tal los Ejercicios Espirituales… la convivencia con sacerdotes… esa conversación difícil que tenías con una pareja…?” conscientes ella y yo que su aportación tiene bastante que ver con el fruto de “mis” tareas…
A. que, después de varios ingresos de bastantes días, tuvo un agravamiento inesperado y me pidió por segunda vez el sacramento de la Santa Unción para los enfermos. Cada uno de los días (de antes y de después), cuando yo (como habitualmente al despedirme) le pedía oraciones, añadía ella como una bendita, con el rosario en la mano y cada vez con más esfuerzo desde su sillón: “… y también por tu hermana misionera; y también para que se arregle el mundo…”, (desde la fe, quién sabe cuánto habrá tenido que ver la esperanza-oración de personas como ella para que, -más allá de las circunstancias políticas o sociales, o a través de ellas-, Dios mueva el corazón de personas como el norcoreano para que hayan dado un giro).


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47), la de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus sendas», Sal 25, 4) y la de febrero («Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente», Ap 21, 6):

1.-        he acogido la diversidad... he estado en el hospital acompañando a una beneficiaria de Cáritas que estaba sola (con 23 años) para dar a luz y ha tenido una niña preciosa. Ha querido que yo estuviera en el parto: ha sido precioso, entrañable y una oportunidad que Dios me ha dado de poder quererla como a una hija y le pedí a Chiara y a Luminosa que todo fuera bien... Estuve desde las 9:30 hasta las 18:00 con ellas. La dejé al cuidado de la comadrona, ya que iba a llegar su pareja... Gracias !!!👼🏻🙏✨🌸🎈💓 Gracias por enseñarme a ser Uno con los demás

2.-        “…gracias, padre. Hoy he tenido un fantástico día; primero lo del comedor de Caritas ayudando de voluntaria, y ahora el cursillo de catecismo para adultos: ¡qué genial, padre! Dios lo bendiga y muchas gracias. Hoy es un día muy especial para mí. E inolvidable. Y espero servir a Dios siempre y en todo lugar. Él me ha llamado… por medio de usted… y eso me tiene muy entusiasmada…



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lunes, 16 de abril de 2018

FRATERNIDAD Y ALEGRÍA: FRUTOS DE LA PASCUA


Después de Semana Santa, estamos en plena cincuentena Pascual: ¿qué tal la llevas? ¿Cómo va el mes?
El Papa nos ha regalado un documento estupendo: la Exhortación Apostólica “Gaudete et exultate”. Si aún no la has leído, te la recomiendo (42 páginas); y si no la tienes, dime y te la mando. Nos ayudará a vivir este tiempo de gozo que es la Pascua, así como también estos textos que nos reforzarán la Palabra del mes de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47):



FRATERNIDAD PASCUAL

la fraternidad es el fruto de la Pascua de Cristo que, con su muerte y resurrección derrotó el pecado que separaba al hombre de Dios, al hombre de sí mismo, al hombre de sus hermanos. Pero nosotros sabemos que el pecado siempre separa, siempre hace enemistad. Jesús abatió el muro de división entre los hombres y restableció la paz, empezando a tejer la red de una nueva fraternidad. Es muy importante, en este tiempo nuestro, redescubrir la fraternidad, así como se vivía en las primeras comunidades cristianas.
Redescubrir cómo dar espacio a Jesús que nunca separa, siempre une. No puede haber una verdadera comunión y un compromiso por el bien común y la justicia social sin la fraternidad y sin compartir. Sin un intercambio fraterno, no se puede crear una auténtica comunidad eclesial o civil: existe sólo un grupo de individuos motivados por sus propios intereses. Pero la fraternidad es una gracia que hace Jesús.
La Pascua de Cristo hizo estallar algo más en el mundo: la novedad del diálogo y de la relación, algo nuevo que se ha convertido en una responsabilidad para los cristianos. De hecho, Jesús dijo: «En esto conocerán que todos sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Juan 13, 35). He aquí por qué no podemos cerrarnos en nuestro privado, en nuestro grupo, sino que estamos llamados a ocuparnos del bien común, a cuidar de los hermanos, especialmente de aquellos más débiles y marginados.
Solo la fraternidad puede garantizar una paz duradera, vencer la pobreza, extinguir las tensiones y las guerras y erradicar la corrupción y la criminalidad.
Que el ángel que nos dice: «ha resucitado», nos ayude a vivir la fraternidad y la novedad del diálogo y de la relación y la preocupación por el bien común.
Que la Virgen María, que en este tiempo pascual invocamos con el título de Reina del Cielo, nos sustente con su oración para que la fraternidad y la comunión que experimentamos en estos días pascuales puedan convertirse en nuestro estilo de vida y en el alma de nuestras relaciones.

PAPA FRANCISCO, Regina Coeli lunes de Pascua 2 abril 2018




FELICES NO SÓLO UN DÍA

La alegría de los primeros cristianos (al igual que la de los cristianos de todos los tiempos y de todos los siglos, cuando el cristianismo se comprende en su esencia y se vive radicalmente), la alegría de los primeros cristianos era una alegría nueva, desconocida hasta entonces. No tenía nada que ver con la risa, con el buen humor, con la euforia. No tenía nada que ver tampoco -como diría Pablo VI- con “la alegría exaltante de la existencia y de la vida “, ni con “la alegría pacificadora de la naturaleza y del silencio”, ni tampoco con la alegría o la “satisfacción del deber cumplido”, ni era solamente “la alegría transparente de la pureza”, o “del amor puro” … todas ellas alegrías magníficas. Pero la de los primeros cristianos era diferente: era una alegría parecida a la embriaguez que invadió a los discípulos cuando vino el Espíritu Santo. Era la alegría de Jesús.
Porque Jesús, así como tiene su propia paz, tiene su propia alegría. Y la alegría de los primeros cristianos, que brotaba espontánea de lo más hondo de su ser, saciaba completamente su alma.
Ellos habían encontrado realmente lo que el hombre de ayer, de hoy y de siempre va buscando: a Dios que, como hemos visto, lo sacia completamente. Ellos habían encontrado la comunión con Dios, elemento esencial que los llevaba a su plena realización. Eran hombres auténticos.
De hecho, el amor, la caridad, con la que Cristo a través del Bautismo y de los demás sacramentos enriquece el corazón de los cristianos, se puede comparar con una planta. Cuanto más hunde sus raíces en el terreno de la caridad fraterna (cuanto más se ama al prójimo) más crece el tallo hacia el cielo: más crece en el corazón el amor a Dios, la comunión con Él; una comunión en la que no se cree sólo por fe, sino que se experimenta. Y es ésta la felicidad: amamos y nos sentimos amados.
Ésta era la felicidad de los primeros cristianos, adultos y jóvenes, que se expresaba en liturgias maravillosas, gozosas y rebosantes de himnos de alabanza y de acción de gracias.
Alegría que aumentaba también en su corazón porque con el amor y por el amor poseían la luz, es decir, “veían”, en cierto modo comprendían las cosas de Dios, que de por sí son impenetrables. Los misterios que aceptaban por medio de la fe, no les resultaban tan oscuros como se podría pensar. En ellos había una cierta percepción de los mismos tan apetecible, tan luminosa, que tenían la impresión de comprenderlos, de poseerlos. Y esto acrecentaba aún más su alegría: a la alegría del amor se añadía la de la verdad.
Así, armados únicamente con el amor y la luz y revestidos de alegría, en breve tiempo conquistaron el mundo conocido hasta entonces. Decía Tertuliano: “Somos de ayer y ya hemos invadido el mundo”.
Ellos se mantenían alegres incluso en las persecuciones y cantaban ante el martirio. Habían comprendido una paradoja del cristianismo: la alegría, la alegría sobrenatural de Jesús se encuentra precisamente donde parece que no exista: en el dolor, pero en el dolor amado.

CHIARA LUBICH, Discurso en el Jubileo de los jóvenes 1984


domingo, 15 de abril de 2018

QUIEN CREE TIENE VIDA


VIDA DE LA PALABRA                          primeras semanas de ABRIL

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47) y la de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus sendas», Sal 25, 4):
1.-        En el arciprestazgo hace unas semanas tuvimos las diversas votaciones para ofrecer al Cardenal una terna de sacerdotes para que nombrará a uno Arcipreste los próximos tres años: mientras el Vicario Episcopal nos recordaba las normas, leyó también los deberes y obligaciones del Arcipreste; pensé fijarme muy bien, para, en la medida de lo posible, facilitar algo la labor del que saliera): fomentar y coordinar la actividad pastoral común, cuidar que a los clérigos del distrito no les falten los medios espirituales y atender a los que se hallen en circunstancias difíciles o se vean agobiados por problemas, atender a los sacerdotes enfermos, que se cuiden bien las parroquias y sus libros, el templo y la casa; etc., etc.
En la votación para proponer un primer candidato no hubo mayoría, pero me sorprendió que yo sacara algunos votos. ¡Jamás pensé que, después de varias votaciones, saliera elegido precisamente yo! Repuse que llevo poco tiempo por aquí, que no soy párroco…: no era óbice. Repuse que estoy incardinado fuera de esta diócesis: ahí hubo que mirar el Derecho Canónico; “¡buen intento!”, me dijeron algunos amigablemente.
Si tengo poco tiempo disponible, ¿dónde voy a sacarlo para esa tarea extra?”. La PdV del mes (era finales de marzo) me serenó: “…enséñame tus sendas…”. Y recordando cómo se habían ido desarrollando las votaciones… quizá el Señor sí quería. “¡Él sabrá!”. El Vicario me dijo: “lo harás bien; vuestro carisma de la unidad es de lo más apropiado para ello”.
Solo cabía esperar que el Cardenal no nombrara al primero de la terna. Pero acabo de ser nombrado. Así que, interpreto ahí la Voluntad de Dios: una oportunidad más de darme y servir a los demás por amor, y de fomentar la concordia. Y oportunidad de vivir la Palabra, (¡o de dejar que la Palabra me viva!): “el que cree, tiene Vida…”. ¡Fiarme! Además, al llegar aquí hace año y medio pensé visitar las parroquias y comunidades religiosas de los alrededores… para “construir” comunión; pero con tanta actividad en la Parroquia, el hospital (y en el Centro Mariápolis un par de días en semana)… al final ni empecé... Ahora tendré la oportunidad… “Para gloria de Dios todo, ¡eh!; los cargos son cargas; no son para que se suban a la cabeza, sino para servir”, me está repitiendo mi madre estos días hasta la saciedad.

2.-        En la semana de Pascua teníamos un encuentro de sacerdotes de toda España en el Centro Mariápolis en el que iba a poder participar yo poco, (estaba solo en la parroquia), pero que tenía que ayudar a preparar en las semanas previas y a desarrollarlo: resultó sencillo y vivaz, profundo y distendido. Había acabado el libro sobre José y se pudo ya empezar a vender a mitad de esa convivencia (“José Varas: vida sacerdotal al servicio de la unidad”): está gustando mucho dentro de su sencillez. Se lo pudimos regalar al Cardenal y al Arzobispo de Pamplona, que vinieron al sábado siguiente a festejar el X aniversario de Chiara Lubich y el 50 aniversario del movimiento Gen (rama juvenil de los Focolares). Mi madre (me la llevaba de “copiloto” a todas partes, estaba aquí conmigo para ir días después a Barajas a recoger a mi hermana misionera (después de retrasos y pérdidas de vuelos) y llevarlas al pueblo, para luego volver a ir juntándonos todos los hermanos después de un año (y aprovechar para celebrar con tres meses de anticipo el 80 cumpleaños de nuestra madre). Todo ello, cuidando a intervalos a mi madre (o encargando a amigos que lo hicieran) y sin desatender las obligaciones habituales (con la ayuda providencial de amigos).
Tendrías que estar agotado de estos meses, (sobre todo las 3 últimas semanas), y (estándolo un poco) me noto con la alegría y la esperanza de la Pascua, con paz e ilusión renovadas: rememorando todo ello, ¡me doy cuenta de la verdad de la PdV, “el que cree, tiene Vida…”!, (y lo percibo también en los amigos sacerdotes, mi madre, mi hermana misionera en Chad, todos mis hermanos, la gente de parroquia y de los grupos y del movimiento…).


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6, 47), la de marzo («Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus sendas», Sal 25, 4) y la de febrero («Al que tenga sed, yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente», Ap 21, 6):

1.-        esta PdV me ha venido de maravilla para ayudarme a vivir estos primeros días de Pascua de Resurrección. Una resurrección que siempre va precedida por tomar la cruz siguiendo a Jesús: no están siendo días fáciles a nivel personal ni para varias personas cercanas y muy queridas, pero siento muy fuerte que con Jesús ya ha iniciado en nosotros la vida eterna y, si en cada momento presente reavivamos nuestra adhesión total a Jesús, Él nos da su fuerza y su amor.
Un matrimonio que reside cerca de mi casa y que desde hace años son realmente como de la familia, están pasando días muy dolorosos porque a él, en los primeros días de marzo, le han diagnosticado un cáncer de forma totalmente imprevista y está ya en fase terminal. Yo estoy tratando de estar muy atenta a sus necesidades de todo tipo, olvidando mis programas, pero es mucho más lo que estoy recibiendo cada vez que voy a verlos. Estamos viviendo una gran experiencia de Dios que no deja indiferente al personal sanitario y otros enfermos y familias. Hace unos días vino la médica de cuidados paliativos y le preguntó: “¿Usted sabe su situación?”.Sí”, respondió. “¿Y cuál es el final?”; y él, mirando al crucifijo que tenía cerca, dijo: “el mismo que el suyo”. Ella se ha quedado muy impactada por la fe y la coherencia que manifestaba.
1b.-      Aparte de esta fuerte experiencia, la PdV me ayuda a no quedarme replegada en mí misma, ni siquiera en esta circunstancia y, por ejemplo:
Conocí por casualidad a una persona de una Asociación que trabaja con inmigrantes y enseguida recordé a una de ellas conocida que busca empleo. Esta persona me dio información y se la pasé por whatsapp. Pero, pensé que vivía muy lejos y para facilitarle la entrevista, me ofrecí a acompañarla con el coche.
Estuvimos juntas toda la mañana, de momento no ha tenido efectos prácticos, pero la relación entre nosotras se ha afianzado.
1c.-      Tenía que viajar a otra ciudad y pensaba aprovechar para hablar con una persona que sé que lo está pasando mal con el marido, incluso a punto de iniciar el proceso de separación. Unos días antes comienzo con una seria colitis y el médico me dice que no es prudente viajar, me costaba mucho no ir, hasta el día anterior me aferraba a poder ir, pero no mejoraba. Hasta que “me rendí” a la voluntad de Dios y le confié a Él esta situación. Hablé con ella por teléfono con calma y, al día siguiente, me llamó para decirme que había hablado a fondo con su marido y había aceptado empezar una terapia juntos, cosa que parecía imposible. Una vez más, Jesús me hizo comprender que no son mis planes, ni mis esfuerzos los que sirven, sino vivir con Él que actúa más allá de nuestros límites

2.-        ayer fui a Misa algo tristona y salí muy fortalecida al escuchar la homilía del sacerdote. Después recibí tu correo y terminó de completar mi día...
Esta Semana Santa se la he dedicado a una amiga que tenía mucha necesidad de escucha y acogida... Ella se la ha visto muy contenta y me lo ha agradecido mucho y yo también me he sentido fenomenal ya que nos hemos sentido bien mutuamente.
Después de estos días sin trabajar, todo se acumula y todo el mundo tiene prisa por ser atendido y yo hago lo que puedo con mi mejor sonrisa, ya que al final de qué sirve contestar mal…
Estuve viendo la película de Pablo, el Apóstol, y os la recomiendo...

3.-        …acabo de leer tu email de Pascua y no puedo evitar decir: Gracias.
Gracias por dejar que el Señor te guíe, (aunque te agobies), y compartas tus temas personales también.
            Gracias por dejar siempre un ratito para estos correos pues siempre llegan y a veces es lo que necesito en ese instante.
            Gracias por tu entrega, pues aunque solamente "leo", me da la impresión de estar en medio de ese ajetreo ayudándote en alguna tarea o participando en ese retiro espiritual, etc.
            Feliz Pascua y que nos dure esta Alegría un año entero pues Jesucristo VIVE y está a nuestro lado. Un abrazo🙏🏼🎼👏🏼😘

4.-        …hoy, al secarle a mi mami los pies tras la ducha, me he acordado de Jesús y la última cena. La verdad es que está siendo ésta toda una experiencia en muchos sentidos. 
Mi madre, muy serena. No se queja de nada. Todo la parece estupendo. Le encanta la comida para asombro de las enfermeras. Según ellas es la primera paciente que habla bien de la comida. La verdad es que yo he comido aquí alguna vez y también me ha gustado.
A ver si pasa el internista con nuevas noticias. Después de 3 semanas en el hospital, ya estamos como en una pequeña familia.
            Me va a costar dormir esta noche: después de que nos dijera el médico que posiblemente no saldría mi madre del hospital, pensar que mañana vuelve a casa es como un regalo. No sé si la tendremos por poco o mucho tiempo, pero lo que es seguro es que voy a aprovechar cada instante con ella…


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domingo, 1 de abril de 2018

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN 2018


¡Feliz Pascua de Resurrección!
¡Cristo ha resucitado!
¡Vive hoy!
Acontecimiento central de la historia,
triunfo del amor de todo un Dios hecho hombre.
Si nos amamos como hermanos y recíprocamente,
podremos experimentar su presencia en medio de nosotros
Y, por tanto, la alegría de una Pascua perenne.
“¿Por qué buscáis entre los muertos Al que vive?: no está aquí”.
“Se nota que hemos pasado de la muerte a la Vida
en que amamos a nuestros hermanos”.

          A ello nos ayudará la Palabra de este mes y las experiencias:

PALABRA DE VIDA                        abril 2018

«En verdad, en verdad os digo:
el que cree, tiene vida eterna»
(Jn 6, 47)

Esta frase de Jesús forma parte de un largo diálogo con el gentío que vio el signo de la multiplicación de los panes y que lo sigue, aunque solo sea para seguir recibiendo de Él alguna ayuda material. Jesús, a partir de su necesidad inmediata, poco a poco va llevando el discurso hacia su misión: ha sido enviado por el Padre para dar a los hombres la verdadera vida, la eterna, es decir, la misma vida de Dios, que es Amor.

Él se acerca a todos los que se le cruzan por los caminos de Palestina sin eludir las peticiones de comida, de agua, de curación ni de perdón; es más, comparte cualquier necesidad y devuelve la esperanza a cada uno. Por eso puede pedir luego un paso más, puede invitar a quienes lo escuchan a acoger la vida que nos ofrece, a entrar en relación con Él, a darle confianza, a tener fe en Él.

Comentando precisamente esta frase del Evangelio, Chiara Lubich escribió: «Jesús aquí responde a la aspiración más profunda del hombre. El hombre ha sido creado para la vida; la busca con todas sus fuerzas. Pero su gran error es buscarla en las criaturas o en las cosas creadas, las cuales, siendo limitadas y pasajeras, no pueden dar una verdadera respuesta a la aspiración del hombre. … Solo Jesús puede saciar el hambre del ser humano. Solo Él puede darnos la vida que no muere, porque Él es la Vida».

«En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna».

La fe cristiana es ante todo fruto de un encuentro personal con Dios, con Jesús, que no de­sea otra cosa que hacernos partícipes de su misma vida.
La fe en Jesús es seguir su ejemplo y no vivir replegados en nosotros mismos, en nuestros miedos, en nuestros programas limitados, sino más bien dirigir nuestra atención a las necesidades de los demás: necesidades concretas a causa de la pobreza, la enfermedad o la marginación, pero sobre todo la necesidad de escucha, de comunión y de acogida.
De este modo podremos comunicar a los demás, con nuestra vida, el mismo amor que hemos recibido como don de Dios. Y para fortalecer nuestro camino, Él nos ha dejado también el gran don de la Eucaristía, signo de un amor que se da a sí mismo para dar vida al otro.

«En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna».

Cuántas veces al día damos confianza a las personas que nos rodean: al profesor que enseña a nuestros hijos, al taxista que nos lleva a nuestro destino, al médico que debe tratarnos… No se puede vivir sin confianza, y esta se consolida con el trato, la amistad, la relación que se afianza con el tiempo.
Entonces, ¿cómo vivir la Palabra de vida de este mes?
Siguiendo con su comentario, Chiara Lubich nos invita a reavivar nuestra elección y adhesión total a Jesús: «… Y ya sabemos cuál es el camino para llegar allí: …poner en práctica con especial ahínco esas palabras suyas que nos recuerdan las distintas circunstancias de la vida. Por ejemplo: ¿nos encontramos con un prójimo? «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (cf. Mt 22, 39). ¿Tenemos un sufrimiento? «Quien quiera venir en pos de mí… tome su cruz» (cf. Mt 16, 24), etc. Entonces las palabras de Jesús se iluminarán y Jesús entrará en nosotros con su verdad, su fuerza y su amor. Nuestra vida será cada vez más un vivir con Él, un hacer todo junto con Él. Y ni siquiera la muerte física que nos espera podrá asustarnos, porque con Jesús ya ha dado inicio en nosotros la vida verdadera, la vida que no muere».

LETIZIA MAGRI



N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
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