sábado, 30 de mayo de 2015

MISERICORDIA: HACE REVIVIR EN CRISTO

VIDA DE LA PALABRA                   últimas semanas de MAYO

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida de mayo («Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo», Ef 2, 4-5):
1.-        Hablando a comunidades o matrimonios, en ocasiones cuento que en casa, entre nosotros, “a veces saltan chispas”, pero que “lo importante es que no prendan las cortinas, –que quemarían la casa–, sino que prendan los troncos de la chimenea y así –se agradece sobre todo en “invierno”–, luego producen luz, claridad, calor, bienestar…”
            Una tarde, ofrecí mi ayuda a uno de los compañeros para una actividad que se haría dos horas después y que estaba él organizando con otras personas desde hacía dos días. Pero, (luego por la noche me percaté), no me paré a comunicárselo en la puerta de su habitación, sino que yo seguí haciendo cosas y se lo iba diciendo en voz alta desde la mía o desde el pasillo. Para él debió ser “gota que colma el vaso”. En ese momento no entendí
por qué y me quedé muy mal, pero vi que tenía que guardar silencio para no empeorar. Nos volvimos a encontrar en la sacristía antes de empezar la Misa, nos miramos y mutuamente nos pedimos perdón, (aunque yo en mi ingenuidad todavía no acaba de entender la situación, di el primer paso), nos dimos un abrazo (a mí me “quemaba” en el alma la PdV del mes y, sobre todo, Mt 5) y quedamos para charlar cuando acabáramos todas las tareas del día. Resultó todo precioso y la gente (muchos venían por primera vez) quedaron realmente encantados, (por otra parte, el “Centro Mariápolis”, ya de por sí, “cautiva”).
            Ya por la noche, aunque yo necesitaba desde hacía varios días dormir pronto, (¡de nuevo, sí!), esto era más importante y estuvimos charlando. A mitad del coloquio, llegó otro compañero y se insertó.
Al final, entre los tres, conversamos larga y distendidamente, con la libertad de saber que estamos dispuestos a darlo todo cada uno por los otros, (y, además, con la perspectiva todos de la misericordia que pide la PdV de mayo); por tanto, con sencillez nos dijimos también las cosas que nos disgustan o nos hacen sufrir de los otros. Había cosas normales en cada uno, pero por la distinta psicología, a otro en cambio le hacían verdaderamente sufrir. Fue bonito poder abrirnos mutuamente los ojos
unos a otros y pedir perdón cada uno a los otros dos.
Al final, (aunque “muertos” de sueño), estábamos todos felices. ¡Ahí me di cuenta de la última parte de la PdV, que me había pasado un tanto desapercibida!: la misericordia “nos ha hecho revivir en Cristo”. Lo de la tarde es mi “versión”, quizá la de ellos difiriese un poco; pero en lo que no hay duda es en esto. Y por la mañana, la alegría era nueva (más allá del cansancio) y la relación entre todos ha experimentado un salto de cualidad: se nota más la presencia de Jesús “donde dos o más…”, (que, en definitiva, es el objetivo que nos impulsa a vivir en comunidad).


Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de mayo («Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo», Ef 2, 4-5), la de abril («Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos», 1 Cor 9, 22) y la del mes de marzo («El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», Mc 8, 34):
1.-        “por cierto, te voy a contar una experiencia de ayer que la viví con cierta espiritualidad, y me recuerda a las de tu palabra de vida, jeje. El día anterior me llamaron del centro de transfusiones de Madrid, para una donación urgente de plaquetas para una paciente.
Ya en el centro, oigo que comentan entre las enfermeras… "¿y por qué lo han llamado -refiriéndose a mí-, si la otra está para morirse?", y cosas así. Luego me contaron que mis plaquetas iban para una paciente de leucemia que estaba muy grave, y reconozco que un pensamiento negativo pasó por mi cabeza: "¿realmente vale la pena que esté aquí, si es para alargar unos días la vida de esta pobre enferma?".
El proceso es un poco pesado, dura una hora. Pero mientras me
dedicaba a leer un poco, le di la vuelta al pensamiento negativo, y, en primer lugar, empecé a recordar historias de pacientes que salen de situaciones tan malas que hasta los médicos los habían dado por perdidos, y me dije: "¿por qué no?; para Dios no hay nada imposible", y, aprovechando que era el día de la Virgen de Fátima, de camino al trabajo recé un Rosario dedicando un misterio por la paciente desconocida. Y luego, pensé incluso que, ya que en su caso, por su perfil genético, tiene muy pocos donantes compatibles, quizás era algo de la Providencia que yo hubiera decidido ir la tarde antes a donar, sin saber qué tan necesarias eran mis plaquetas. Así que me sentí bien, y Dios quiera que la paciente se recupere

2.-        “yo que siempre había confiado en mi intuición, (por las pocas veces que Dios ha dejado que me equivoque), me pasó algo parecido a lo que contaste la vez pasada:
Se me perdió algo y estaba convencida de que había sido una persona y sentí desconfianza, (por suerte he aprendido a esperar y no decir nada…). Un día después apareció y me sentí tan horriblemente mal que le dediqué la meditación a esta persona en quien desconfíe, pensando y pidiendo a Dios que tuviera en abundancia todo lo necesario y, si sus deseos no dañaban a nadie, que se cumplieran y fuera muy feliz. Pero lo pasé muy mal.
Gracias por ser mi amigo-hermano-Padre Espiritual

3.-        “ayer unos amigos me contaron que su hijo va a recibir la primera Comunión este sábado y, sus padres, viendo que tenía de todo y no le hacía falta nada, le hicieron la siguiente propuesta: pedir a los invitados que en vez de regalarle algo concreto, le diesen el importe de lo que se fueran a gastar: la mitad se la darían al hijo y la otra mitad nos la
iban a dar para la Fundación, para poder ayudar a otros niños que no tuviesen tantas cosas como él tenía. Respuesta del niño: “no me parece justo papá. Yo soy uno solo y ellos son más. Lo justo es que yo me quede con menos dinero y que casi todo vaya para ellos”.
La única petición que hizo el niño es saber a quién le llegaría el dinero: le gustaría tener una foto de ellos. Este verano volveremos a ir a África, así que yo misma les daré lo del hijo de mis amigos… y le traeré a él fotos de los niños de allí para que sepa a quiénes ha llegado su generosidad



Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ


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sábado, 16 de mayo de 2015

SU MISERICORDIA NOS HACE REVIVIR

En los últimos 10 días del tiempo Pascual  hasta Pentecostés pedimos, (con María en su mes), la asistencia especial del Espíritu Santo para todos y cada uno: “¡Oh Señor, envía tu Espíritu y que renueve la faz de la tierra!”, “Ven, Espíritu Santo”, para “entrenarnos” cada vez más en escuchar (y seguir) su “voz silenciosa” que resuena más allá del fondo de la conciencia. 

            Nos ayudarán a ello la Palabra que estamos viviendo este mes de mayo («Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo») y para profundizarla, te ofrezco unos textos:


EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA

1.        Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret…

2.       …Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado.

3.      Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del
Padre. Por esto he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes...
experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza

4.       … Concilio Ecuménico Vaticano II… …habían percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios a los hombres… en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia…, había llegado el tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo signo vivo del amor del Padre
          … atravesaremos la Puerta Santa, en la plena confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes para que cooperen en la obra de
salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia

6.       …la misericordia divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Por esto la liturgia… invita a orar diciendo: «Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón». Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso…

14.     … Así entonces, misericordiosos como el Padre es el “lema” del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio. Viene en nuestra ayuda cuando lo invocamos. Es bello que la oración cotidiana de la Iglesia inicie con estas palabras: «Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme» (Sal 70,2). El auxilio que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros. Él viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos.

25.     … la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como palabra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y perdonar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: «Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos» (Sal 25,6).

PAPA FRANCISCO, Misericordiae vultus, abril 2015
(Bula de Convocación
del Jubileo Extraordinario de la Misericordia)




SER CONSTRUCTORES DE PAZ

"[...] ¿Qué nos quiere decir este programa? Quiere decir trabajar para conocernos y descubrir lo positivo que hay en cada uno; quiere decir escucharse y comprenderse. Quiere decir mirarnos con amor, cubriendo con la misericordia los eventuales errores pasados, y aceptarnos los unos a los otros para construir una base común de respeto, de estima y de confianza recíproca.
Por esto cada vez es más necesario formarnos y formar al mayor número de personas posible al amor, a ese amor que no se mira a sí mismo, que no desea su propio interés, que sabe superar
todos los obstáculos interpuestos por las diferencias tradicionales; un amor que sea más fuerte que cualquier otra cosa. Se tratará de hacer un cambio total de mentalidad, pero es necesario.
Al final de este milenio y cuando se aproxima el tercero, el amor tendría que convertirse cada vez más en nuestra conducta y la de muchos. El amor, la fuerza más potente, fecunda y segura que puede unir toda sociedad. [...]"

CHIARA LUBICH, Messaggio alla Conferenza Mondiale delle Religioni per la Pace



DIOS NUNCA SE CANSA DE PERDONAR

“…Fui a confesar durante esa Misa…  Se acercó entonces una señora anciana, humilde, muy humilde, de más de ochenta años. La miré y le dije: “Abuela —porque así llamamos nosotros a las personas ancianas—: Abuela ¿desea confesarse?” Sí, me dijo. “Pero si usted no tiene pecados…” Y ella me respondió: “Todos tenemos pecados”. Pero, quizás el Señor no la perdona... “El Señor perdona todo”, me dijo segura. Pero, ¿cómo lo sabe usted, señora? “Si el Señor no perdonara todo, el mundo no existiría”. Tuve ganas de preguntarle: Dígame, señora, ¿ha estudiado usted en la Gregoriana? Porque ésa es la sabiduría que concede el Espíritu Santo: la sabiduría interior hacia la misericordia de Dios.
No olvidemos esta palabra: Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca. “Y, padre, ¿cuál es el problema?” El problema es que nosotros nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a
veces, nos cansamos de pedir perdón. No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca. Él es Padre amoroso que siempre perdona, que tiene ese corazón misericordioso con todos nosotros. Y aprendamos también nosotros a ser misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen, que tuvo en sus brazos la Misericordia de Dios hecha hombre…”

PAPA FRANCISCO, Primer_Angelus del pontificado, 17 marzo 2013



SABER PERDONAR

 [...]   «en cambio, el perdón es el acto más racional y más sabio a la vez, porque induce al culpable a asumir la responsabilidad de su propia acción y, por lo tanto, a manifestar su disponibilidad para
resarcir a la sociedad y a los demás de la culpa cometida.
No hace falta mucho para comprender que éste es el nivel más alto de justicia hacia el que nuestras sociedades han de tender. Pero ésta es la cuestión, para llegar a ser capaces de perdonar es necesario ser capaces de donar; no se puede perdonar, si no se es capaz de donar.


LUIGINO BRUNI – LUCA CRIVELLI, P di perdonoEd. Città Nuova


jueves, 14 de mayo de 2015

MISERICORDIA: NO PREJUICIOS

VIDA DE LA PALABRA                               primeras semanas de MAYO

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de practicar la Palabra de Vida de mayo («Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo», Ef 2, 4-5) y la de abril («Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos», 1 Cor 9, 22):
1.-        Estos días ando un poco falto de sueño, (a lo cual hay que añadir el antihistamínico, que también lo provoca; la alergia primaveral; etc.), por lo que no son raros mis despistes, p.ej., el confundir en una frase una palabra por otra. Así que, ¡me vienen bien esas buenas curas de humildad contra mi perfeccionismo! Pero, además, he palpado cómo Dios Padre es misericordioso conmigo incluso en estas cosas: uno de estos días, un par de distracciones en el trabajo… y…; pero quien se ha dado cuenta, no lo ha hecho pesar sobre mí, (tampoco es que esas cosas hayan tenido mayores consecuencias, gracias a Dios), a través de lo cual he notado esos detalles de amor del Señor.
Ese mismo día, también un compañero tuvo un despiste que, unido a dos fatalidades sin culpa de nadie, estuvieron a punto de dejarme electrocutado. En primer lugar, agradecí al Ángel de la Guarda (me “salvó” una cosilla que nunca hago, pero esta vez sí) y a Dios que lo pone a nuestro lado, y a la Virgen en su mes (y víspera de fiesta suya); en segundo lugar, al día siguiente lo comenté con ese compañero, simplemente como cosa anecdótica y riéndome, (esperando no haber hecho pesar tampoco sobre él nada).

2.-        Uno de los modos que se nos sugirió para vivir la PdV del mes era ser misericordioso también en los juicios que se forja la mente: evitar prejuicios, por tanto. Me ha ayudado mucho.
Un día, realizando varias tareas, me venía la tentación del prejuicio de que “ya me podían ayudar”, pero la evité, pensando además que los otros seguramente estarían realizando lo que era Voluntad de Dios para ellos. Así que realicé eso con todo el corazón y noté cómo crecía la alegría cuanto más me cansaba; como era trabajo “manual” y un poco mecánico, aproveché y me puse en el móvil el rezo del Rosario, con lo cual me ayudó más aún, (también, pensando cómo María, -Madre de Dios y, a la vez, ama de casa-, realizaba las tareas en favor de José y Jesús).
            Otro de los días, no encontraba yo una cosa. Después de haberla buscado por todas partes, me quería venir el prejuicio de que alguien se la “hubiera apropiado”; trataba yo de rechazar ese pensamiento. Después de mucho, ya le pregunto a uno de los compañeros. Sin expresarlo en voz alta, todo hacía “sospechar” más de aquel alguien. Pero seguía rechazando yo ese prejuicio-tentación. Finalmente, tratando de recordar todo paso por paso la última vez que vi eso, pude seguir la pista y todo se aclaró. ¡Menos mal que no cedí ante los prejuicios que me venían!: me hubiera equivocada totalmente.


Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de mayo («Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo», Ef 2, 4-5), la de abril («Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos», 1 Cor 9, 22) y la del mes de marzo («El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», Mc 8, 34):
1.-        “estoy contenta. Mi situación cambió: ya no voy a la capital a cuidar a mi enferma; pensamos que la cuidadora de la tarde se podía quedar todo el día, (su situación era difícil y no tenía otro ingreso). Pero Jesús me cuida, (de un modo, yo siento que especial); después de aceptar esta nueva situación, llego a mi casa y… ¡me llaman para empezar a cuidar a una anciana… en mi mismo pueblo!: no tengo que madrugar tanto, puedo hacer las cosas
en mi casa antes de ir a la suya, no tengo que levantar cosas pesadas... Esta persona es muy vulnerable, (está empezando a perder sus recuerdos), pero me aceptó con cariño: habían probado con dos personas antes y las rechazó. Ya somos amigas, (me echa de menos los domingos): solo trato de que todo lo que le hago es un “por Ti, Jesús”.
Gracias, Paco, por las experiencias que nos ponen en lo divino

2.-        gracias por seguir mandándome la Palabra aunque haya estado descuidada de responderte! No por eso he estado al margen: cada día me ha inspirado y ayudado en los malos momentos.
He pasado por una mala racha: en el trabajo, en casa, la familia, todo se ha juntado…, a veces se toca fondo, pero el AMOR afortunadamente “te salvaaa” cuando actúas con Amor y humildad… Es lo que mantiene tus principios como persona y de corazón… Cada vez estoy más convencida de ese Amor Misericordioso que es el que hay que mostrar; hago alusión a la Palabra: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad». Hay que aprender a contenerse en las situaciones difíciles…
Viví una situación difícil en el claustro de profesores… Pedí
ayuda al grupo para que pidieran por mí, yo era incapaz… Se venían dando una serie de hechos en general con el alumnado bastante complicados. Yo he trabajado mucho con esos niños… Poco a poco esa clase se me fue poniendo en contra, de una manera que no era comprensible, bien alimentado por los propios compañeros de trabajo, porque quizás “dar Amor y recibir Amor” no está bien visto, (está bien visto “quién puede más”). Ante esos hechos entre otros, no me podía callar. Yo trato de llevarme bien con todo el mundo y es más, en la medida de lo posible, medio para unir… Cuando las cosas te vienen, tampoco puedes huir, quería hablar, pero le pedí a Dios que tuviera la suficiente capacidad para hacerlo con humildad, sin ofender a nadie, ni atacar, aunque fuera ofendida y atacada, (como así fue). Por supuesto no correspondí con las mismas formas: antepuse el AMOR, el Amor que siento hacia mi trabajo…, hacia los niños… Como muy bien dice la Palabra, no hay que dejarse guiar por la ira, ni castigar utilizando las mismas armas, hay que creer en el Amor que es posible, que da la vida, que representa la humildad y la paciencia, que repara las situaciones de dolor y que sale sin más como una necesidad, ese Amor hace que seamos testigos y solo con el ejemplo yo siento estar recibiendo Amor, “descubres que ese es el camino”, hay que enfrentarse a las situaciones que forman parte de la vida, pero con Amor, cuando eso es así, “te crece el corazón”, entonces sabes que estás viviendo con intensidad

3.-        “hoy he tenido una experiencia que me ha hecho sentirme instrumento en las manos de Dios, lo que Le agradezco todo lo que puedo.
Te acuerdas que os comenté que hace unos meses en una conversación entre tres personas surgió el tema de la Virgen María y contándoles mis experiencias sobre Su devoción, le sugerí a la chica que estaba allí, que fuera un miércoles a tal iglesia… para un acto Mariano, consistente en el rezo del rosario, La Eucaristía y posteriormente una hora Santa, (es decir, dos horas de oración). Posteriormente, me comentó que lo hizo por compromiso y que no se imaginaba el poder aguantar tanto tiempo encerrada en una iglesia,
pero que nada más llegar allí, se sintió invadida por la necesidad de darle gracias a la Virgen por haberla llevado y que su vida cambió por completo a partir de ese momento.

Pues bien, hoy me ha comentado que le han diagnosticado un carcinoma de útero y que la operan dentro de pocos días, pero que se ha puesto en manos de la Virgen y que no puede explicar la aceptación y la paz interior que le invade, que es ella la que tranquiliza al marido por la serenidad que está viviendo desde que fue al médico y que es consciente que es Ella, (la Virgen), la que está guiando su vida en todo momento


Si quieres leer más experiencias similares, 
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viernes, 1 de mayo de 2015

MISERICORDIA ENTRAÑABLE

PALABRA DE VIDA            mayo 2015

«Pero Dios, rico en misericordia,
por el gran amor con que nos amó,
estando nosotros muertos por los pecados,
nos ha hecho revivir con Cristo»
(Ef 2, 4-5)

Cuando el Señor se apareció a Moisés en el Monte Sinaí, proclamó su propia identidad llamándose «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad» (Ex 34, 6). Para indicar la naturaleza de este amor de misericordia, la Biblia hebrea utiliza una palabra, raḥămîm, que se refiere al vientre materno, el lugar de donde proviene la vida. Al darse a conocer como «misericordioso», Dios muestra la solicitud que tiene por toda criatura suya, semejante a la de una madre por su niño: lo quiere, está cerca de él, lo protege, se preocupa de él. La Biblia usa también otro término, ḥesed, para expresar otros aspectos del amor-misericordia: fidelidad, benevolencia, bondad, solidaridad.
También María canta en su Magníficat a la misericordia del Omnipotente, que se extiende de generación en generación (cf. Lc 1, 50).
El propio Jesús nos habló del amor de Dios, a quien reveló como un «Padre» cercano y atento a cualquier necesidad nuestra, dispuesto a perdonar, a dar todo aquello que necesitemos, que «hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5, 45). Su amor es en verdad «rico» y «grande», tal como lo describe la carta a los Efesios, de la que está tomada la palabra de vida:
«Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo».

Pablo casi grita de alegría al contemplar la acción extraordinaria que Dios ha cumplido con nosotros: estábamos muertos y nos ha hecho revivir, dándonos una nueva vida.
La frase comienza con un «pero» para indicar el contraste con lo que Pablo había observado anteriormente: la condición trágica de la humanidad, abrumada por culpas y pecados, prisionera de deseos egoístas y malvados, bajo el influjo de las fuerzas del mal, en abierta rebelión contra Dios. En esta situación merecería que se desencadenase su ira (cf. Ef 2, 1-3). Pero Dios, en lugar de castigar –y de ahí el gran estupor de Pablo– le da vida: no se deja guiar por la ira, sino por la misericordia y el amor.
Jesús ya había revelado este actuar de Dios al relatar la parábola del padre de los dos hijos que recibe con los brazos
abiertos al más joven, sumido en una vida inhumana. Y lo mismo con la parábola del buen pastor que va a buscar a la oveja perdida y se la carga sobre los hombros para llevarla de nuevo a casa; o la del buen samaritano, que le cura las heridas al hombre que había caído en manos de unos bandidos (cf. Lc 15, 11-32; 3-7; 10, 30-37).
Dios, Padre misericordioso, simbolizado en las parábolas, no solo nos ha perdonado, sino que nos ha dado la misma vida de su hijo Jesús, nos ha dado la plenitud de la vida divina.
De ahí el himno de gratitud:
«Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo».

Esta palabra de vida debería suscitar en nosotros la misma alegría y gratitud que en Pablo y en la primera comunidad cristiana. Dios también se muestra «rico en misericordia» y «grande en el amor» por cada uno de nosotros, dispuesto a perdonar y a devolvernos la confianza. No hay situación de pecado, de dolor o de soledad en la que Él no se haga presente, no se ponga a nuestro lado para acompañarnos en nuestro camino, no nos dé confianza, la posibilidad de rehacernos y la fuerza para volver a empezar siempre.
El 17 de marzo de hace dos años, en su primer Angelus, el papa Francisco comenzó a hablar de la misericordia de Dios, un tema que luego se ha hecho habitual en él. En aquella ocasión dijo: «El rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia… nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos». Y concluyó aquel breve saludo recordando que «Él es el Padre amoroso que siempre perdona, que tiene ese corazón misericordioso con todos nosotros. Aprendamos también nosotros a ser misericordiosos con todos».
Esta última indicación nos sugiere un modo concreto de vivir la Palabra de vida.
Si Dios con nosotros es rico en misericordia y grande en el amor, también nosotros estamos llamados a ser misericordiosos con los demás. Si Él ama a personas malas, que son sus enemigas, también nosotros tendremos que aprender a amar a quienes no son «amables», incluidos los enemigos. ¿No nos dijo Jesús: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5, 7)? ¿No nos pidió que fuésemos «misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36)? También Pablo invitaba a sus comunidades, elegidas y amadas por Dios, a revestirse «de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia» (Col 3, 12).
Si hemos creído en el amor de Dios, también nosotros podremos amar a nuestra vez con ese amor que hace suya cualquier situación de dolor y de necesidad, que todo lo excusa, que protege, que sabe ocuparse.

Viviendo así podremos ser testigos del amor de Dios y ayudar a todos aquellos con quienes nos encontremos a descubrir que, también con ellos, Dios es rico en misericordia y grande en el amor.
Fabio Ciardi, o.m.i.


N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
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