PALABRA DE VIDA MARZO 2015
«El
Reino de Dios ha llegado a vosotros»
(Lc
11, 20)
Era lo que esperaban los
judíos de su tiempo. Jesús comenzó a anunciarlo en cuanto se puso a recorrer
los pueblos y ciudades: «El Reino de Dios
está cerca» (cf. Lc 10, 9). E inmediatamente
después: «el Reino de Dios ha llegado a vosotros»; «el Reino de Dios está en medio de vosotros» (Lc 17, 21). En la persona de Jesús, Dios mismo se establecía en medio
de su pueblo y tomaba en mano la historia con decisión y fuerza para
guiarla a su meta. Los milagros que Jesús hacía eran signo de ello.
En el pasaje del Evangelio
del que está tomada esta palabra de vida, Jesús acaba de curar a un mudo
liberándolo del diablo que lo tenía prisionero. Es la prueba de que ha venido a
vencer el mal, cualquier mal, y a instaurar por fin el reino de
Dios.
En el lenguaje del pueblo
hebreo, esta locución, «reino de Dios», se refería a Dios que actúa en favor de
Israel, lo libera
de toda forma de esclavitud y de todo mal, lo guía hacia la justicia y la paz y
lo inunda de alegría y de bien: un Dios que Jesús revela como «padre»
misericordioso, amoroso y lleno de compasión, sensible a las
necesidades y a los sufrimientos de cada uno de sus hijos.
También nosotros necesitamos
escuchar el anuncio de Jesús:
«El Reino
de Dios ha llegado a vosotros». Mirando a nuestro alrededor, con frecuencia
tenemos la impresión de que el mundo está dominado por el mal, que los
violentos y los corruptos llevan la delantera. A veces nos sentimos dominados
por fuerzas adversas, hechos amenazantes que nos sobrepasan. Nos sentimos
impotentes ante guerras y calamidades ambientales, matanzas y cambio
climático, migraciones y crisis económica y financiera.
Y aquí se sitúa el anuncio
de Jesús,
que invita a
creer que Él, ya desde ahora, está venciendo el mal y está instaurando un mundo
nuevo.
En el mes de marzo de hace 25 años, hablando a miles de jóvenes ,
Chiara
Lubich les confesaba su sueño: «Hacer que el
mundo sea mejor, poco
menos que una
sola familia, como si perteneciese a una única patria, un mundo
solidario; es más, un mundo unido». Entonces, como hoy, esto
parecía una utopía. Pero para que ese sueño se hiciese realidad los invitaba a
vivir el amor recíproco con la certeza
de que de
ese modo tendrían entre ellos «a
Cristo mismo, el Omnipotente. Y de Él os lo podréis esperar todo».
Sí, Él es el Reino de Dios.
¿Cuál es nuestra tarea? Hacer que Él esté siempre entre nosotros. De ese modo –seguía Chiara– «será Él mismo quien
actúe con
vosotros en vuestros países, pues Él volverá en cierto modo al mundo, a todos
los lugares en los que os encontráis, gracias a vuestro amor recíproco y a vuestra
unidad. Y os iluminará en todo lo que tengáis que hacer, os guiará, os
sostendrá, será vuestra fuerza, vuestro ímpetu, vuestra alegría. Por Él el
mundo a vuestro alrededor se convertirá a la concordia, toda división se suturará.
[…] Amaos entre vosotros, pues, y sembrad el amor en muchos rincones de la
tierra
entre las personas, entre los grupos, entre los países, con todos los
medios, para que se haga realidad la invasión de amor de la que hablamos muchas
veces y para que adquiera solidez –con vuestra aportación– la civilización del
amor que todos esperamos. A esto estáis llamados. Y veréis cosas grandes»[1].
[1] Chiara Lubich al GenFest 1980 IV Festival internacional de los Jóvenes por un mundo unido (GenFest),
Palaeur de Roma, 31-3-1990: cf. C. Lubich, La doctrina espiritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002, pp. 424, 431.
N.B.: Aquí puedes
encontrar también la Palabra de Vida
Palabra de Vida AQUÍ en presentación Power Point
en más de 30 idiomas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario