CONTRACORRIENTE
El cristiano ama la cruz… aun en medio de las lágrimas, porque sabe
que tienen valor. No por nada entre los innumerables medios que Dios
tenía a su disposición para salvar a la humanidad eligió el dolor.
Pero Él ‑recuérdalo‑, después de
haber llevado la cruz y de haber sido clavado en ella, resucitó.
La resurrección es también tu
destino, si en vez de despreciar el dolor que te procura tu coherencia
cristiana y todo lo que la vida te manda, sabes aceptarlo con amor. Entonces
experimentarás que la cruz es camino, ya desde esta tierra, hacia una alegría
jamás experimentada; la vida de tu alma comenzará a crecer; el reino de
Dios adquirirá en ti consistencia, y fuera el mundo irá
desapareciendo poco a poco a tus ojos y te parecerá de cartón. Y ya no
envidiarás a nadie.
Entonces te podrás llamar
seguidor de Cristo:"si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome la cruz cada día, y sígame". Y, como Cristo al que has
seguido, serás luz y amor para las innumerables llagas que desgarran a la
humanidad de hoy.
CHIARA LUBICH, Comentario a Lc 9,23, julio 1978
"Alabad al Señor todas las
naciones y alabadlo todos los pueblos" (Rom 15,11): el
amor de Dios se extiende a todos los pueblos de la tierra. Ya desde
los tiempos más remotos también ellos han sido llamados a alabar juntos al
Señor. Aquel amor con el que un día Dios ha elegido y llamado a Israel, hoy
también acoge...
…alabarlo en primer lugar a través de la
concordia, de la unidad y de la paz, aceptándose unos a otros y
pasando por encima de las relativas diversidades de mentalidad, tradición y
costumbres particulares de cada persona o grupo. Naturalmente, cuando se trata de los puntos fundamentales e irrenunciables de la fe, esta unidad exige de parte de cada uno una plena adhesión y acuerdo de mente y de corazón.
costumbres particulares de cada persona o grupo. Naturalmente, cuando se trata de los puntos fundamentales e irrenunciables de la fe, esta unidad exige de parte de cada uno una plena adhesión y acuerdo de mente y de corazón.
En segundo lugar están llamadas
a alabarlo a través de la apertura hacia todas las personas pertenecientes a
otras religiones y culturas, e incluso también a las simplemente no creyentes.
De hecho, el Concilio Vaticano
II, refiriéndose a todas las personas que viven rectamente y buscan lealmente
la verdad, nos ha dicho que también éstas pueden salvarse y nos ha enseñado a
ver también en ellas candidatos a la gran familia de los hijos de Dios,
llamados a alabarlo construyendo la unidad entre todos los pueblos en la
justicia, en el amor y en la paz verdadera, conforme al proyecto de Dios.
…Descubrimos que tenemos en común con ellos
muchos puntos y muchos valores.
Como cristianos, tenemos que ser
los primeros en dar
testimonio de este espíritu de comprensión y de acogida. ¿Acaso no
es éste el distintivo y la consigna que nos dejó Jesús? ¿No nos ha dicho que,
debido a este testimonio, los demás nos reconocerán como verdaderos discípulos
suyos? (cfr Jn. 15,35).
CHIARA LUBICH, Comentario
a Rom 15,11
HACER NUESTRAS LAS EXPECTATIVAS DE QUIEN
SUFRE
...querer el bien del otro. Es
“hacerse uno” con él, acercarse a él completamente vacíos de nosotros mismos, de
nuestros intereses, de nuestras ideas, de muchos prejuicios que nos nublan la
vista, para hacernos cargo de lo que le pesa, de sus necesidades, sufrimientos,
para compartir sus alegrías.
Es entrar en el corazón de aquellos con
quienes nos relacionamos para compartir su mentalidad, su cultura,
sus tradiciones y, en cierto modo, hacerlas nuestras; tratar de comprender
verdaderamente qué necesitan y saber captar esos valores que Dios ha sembrado en el
corazón de cada persona. En pocas palabras: vivir para quien está a
nuestro lado…
CHIARA LUBICH, Comentario a Ef 4, 32
EL AMOR VENCE EL ODIO
[...] Quizás también
nosotros, a veces, como Jesús y como los mártires, tendremos que esperar al Cielo para ver la victoria plena del bien sobre el mal. Con frecuencia, tememos hablar
del Paraíso, como si pensar en él fuese una droga para no afrontar con ánimo las
dificultades, una anestesia para mitigar el sufrimiento, un
pretexto
para no luchar contra las injusticias. La esperanza del Cielo y la fe
en la resurrección son, en cambio, un impulso
potente para afrontar cualquier adversidad, sostener a los demás en las
pruebas, creer que la última palabra la tiene el amor que vence
al odio, la
vida que derrota a la muerte.
FABIO CIARDI, Abbiate coraggio, io ho vinto il mondo
EL REINO DE DIOS ESTÁ EN MEDIO DE VOSOTROS
…el reino de Dios no viene aparatosamente; …el reino
de Dios está en medio de vosotros… Cuando Jesús explicaba en las parábolas cómo
era el reino de Dios, utilizaba siempre palabras serenas, tranquilas y
utilizaba también figuras que decían que el reino de Dios estaba escondido.
Así, Jesús compara el reino a un mercader que busca perlas finas… o a un tesoro
escondido en la tierra. O decía que era como una red que acoge a todos o como
la semilla de mostaza, pequeñita, que luego llega a ser un árbol
grande… El reino de Dios es silencioso, crece dentro; lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad… Crece lentamente, silenciosamente…
grande… El reino de Dios es silencioso, crece dentro; lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad… Crece lentamente, silenciosamente…
…el Señor jamás dice que el reino de Dios es un
espectáculo. Cierto, es una fiesta, pero es distinto. Es una fiesta bellísima,
una gran fiesta. Y el cielo será una fiesta, pero no un espectáculo…
Al contrario del espectáculo, está la perseverancia de
muchos cristianos que llevan adelante la familia: hombres, mujeres que se
preocupan por sus hijos, que llegan a finales de mes con menos de un euro
solamente, pero oran... Y el reino de Dios está allí, escondido en esa santidad
de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días. Porque el reino de Dios
no está lejos de nosotros, está cerca...
La cercanía es una de las características del reino.
Cercanía que quiere decir todos los días… Jesús aparta de la mente de los
discípulos una imagen espectacular del reino de Dios. Y cuando quiere hablar de
los últimos tiempos, cuando vendrá en su gloria, el último día, dice: así será
el Hijo del hombre en su día, como el fulgor del relámpago, pero primero es
necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación...
Del reino de Dios, por lo tanto, forma parte también
el sufrimiento, la cruz; la cruz cotidiana de la vida, la cruz del trabajo, de
la familia. El reino de Dios es humilde, como la semilla: humilde; pero se hace
grande por el poder del Espíritu Santo... Y a nosotros nos toca dejarlo crecer
en nosotros, sin gloriarnos. Dejar que el Espíritu venga, nos cambie el alma y
nos lleve adelante en el silencio, la paz, la quietud, la cercanía a Dios, a
los demás, sin espectáculos… Invito a pedir al Señor esta gracia de cuidar el
reino de Dios que está dentro de nosotros y en medio de nosotros y de nuestras
comunidades: cuidarlo con la oración, la adoración, el servicio de la caridad,
silenciosamente.
PAPA FRANCISCO, Homilía matutina en Sta. Marta, 13 noviembre
2014
Pequeños gestos de amor, de ternura,
que hacen pensar que el Señor está con nosotros: así, se abre la puerta de la
misericordia.
Dios nos ha acariciado con su misericordia: llevemos
esa caricia a los demás, a aquellos que tienen necesidad.
Retweeted Papa Francisco @Pontifex_es
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