VIDA DE LA PALABRA agosto 2020
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («¿Quién nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35) y la de julio («Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre
celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre», Mt 12,
50):
1.- Como cada mes, también este ha sido muy útil la Palabra.
Cuando no podía dormir lo que hubiera querido para descansar en vacaciones,
“¡esto no me puede apartar del amor de Dios!: ¡seguir creyendo en Su Amor y
seguir amando yo a Él y a todos!”. ¿Recuerdos de ingenuas meteduras de pata del
curso y del pasado?: ¡ídem: “nada nos separará del amor de Dios” (tarareaba yo a
menudo interiormente esa y otras canciones similares! ¿Noticias de que mi madre
había tenido que ir 2 veces a urgencias y luego además se cayó?: ¡ídem! Cuando
ya pude estar con ella estos últimos 15 días y a cada instante tenía que dejar
mi lectura o lo que yo hacía para traerle algo o acompañarla al servicio:
¡ídem! ¿Por la noche, que eso era frecuente y costaba más porque el cansancio
se apoderaba de mí (y cada vez que me despierto luego tardo muchísimo en volver
a coger el sueño)?: ¡¡ídem!! ¿Problemas, ansiedades o dolores de otras personas
a las que aprecio y me veo impotente para ayudarlas?: ¡ídem!
2.- Uno de los libros que estoy leyendo durante el verano me
está costando mucho puesto que, (aparte de técnico y voluminoso) la traducción
del inglés es dura (literal) y tiene bastantes erratas (que me distraen mucho).
“Nada nos separará del amor de Dios”; ¡tampoco esto! Por hacer una obra de
amor, comuniqué a la editorial varios de esos fallos con cuidado de no herir a
nadie. Me lo agradecieron y pidieron que continuara haciéndolo: de hecho,
aunque no me gusta dejar un libro a medias, más de cuatro veces había pensado
en abandonar. Pero el recuerdo de que así puedo ayudar a mejorar futuras
versiones y de que es una manera de amar me hace seguir poco a poco.
Por
no quedarme en lo dificultoso… Otro de los libros, ¡te lo recomiendo en el
alma!, me ha ayudado un montón para la meditación diaria y estoy disfrutando y
saboreando cada línea: “Ese palpitar
silencioso. La oración en la espiritualidad de la unidad”. Lo puedes pedir
a la Editorial Ciudad Nueva por internet. ¡Te encantará! Y también la
recopilación de todas las Palabras de Vida de 1943 a 1990, que también estoy
leyendo.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («¿Quién
nos separará del amor de Cristo?», Rm 8, 35), la de julio («Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre
celestial, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre», Mt 12, 50) y la de junio («Quien
a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que
me ha enviado», Mt 10, 40):
1.- “…hoy hablaba por
teléfono con una amiga y al despedirnos me dice: “adiós, M., adiós”. Pero según
lo ha dicho a mí me ha sonado como: “a Dios, M., a Dios”. Así que, cualquier
decisión que he tenido que tomar desde entonces a lo largo del día, por pequeña
que fuera, me iba cuestionando si me llevaba a Dios o por el contrario me
llevaba a otros diosecillos…”.
2.- “…hace años, la que luego sería mi
madrina, al verme por la calle con un instrumento, sin conocernos de nada, me
habló. Con todo cariño me paré a escuchar a esta persona mayor por respeto:
así, por las buenas, me dijo que tenía que entrar a una iglesia y que algún día
tenía que tocar para el Señor. Fui con ella a una que no hay lejos de mi piso y
cogí atrás unas hojitas que leí y me gustaron mucho. Por el apellido de quien
las firmaba, pensé que era una centroeuropea, quizá una filósofa alemana.
Todavía conservo aquellas primeras hojitas, que fui cogiendo mes a mes, tiempo
antes de empezar mi preparación al bautismo: era la mensual Palabra de Vida.
Releo esas de vez en cuando. Me gusta Chiara: rezuma un carisma especial. Sabe
extraer lo bueno de todos, lo que nos une.
Acuérdate que en el país que estuve antes, jamás fui a
una iglesia. Y, previamente, en el mío, la única vez que entré, (era yo
adolescente), al día siguiente tenía a la policía del partido en mi casa…”.
3.- “…en el confinamiento
pensaba qué podía yo hacer: rezar más… Una sobrina estaba con una hernia discal
y no sabía qué hacer con el tratamiento, pues empezó a ir peor. Como al
hospital no podía ir, iban a casa los del centro de salud a ponerle el
tratamiento (empeoró muchísimo). Pero seguía pidiendo al Señor que me pusiera
algo en mi camino. En mi interior como que me decía: “llama a las personas mayores,
a gente de la parroquia, a los que atendías en Caritas, a la vecina de antes y
algún familiar que vive fuera, etc.” Fue bonito: las escuchaba afondo y luego
ellas me llamaban. Su generosidad era tan grande, que mi ánimo estaba todos los
días con ganas de hacer algo.
Un día me acordé de una señora que, hará dos años que se
separó con tres niños pequeños, la panadera me preguntó… y yo la mandé a Caritas.
Cuando el confinamiento me vino a la mente qué pasaría de esa familia y un día
que bajé a por el pan, le pregunté. Por la noche yo no podía dormir: hablaba
con el Señor. Al día siguiente bajé por el pan y pregunté qué puedo hacer…;
ella me contestó que el pan ya se lo daba ella y algo.
Por la noches le doy vueltas y como una voz
interior me decía: “bajas mañana y de lo que tiene en la tienda, haces un par
de bolsas y así este mes puede andar un poco mejor”. Lo hice y subí feliz.
Al día siguiente, una vecina a la que había
visto y me preguntó, me dijo que tenía embutido del que ella hace y quería
dárselo a esa familia. A mí me dio alegría por la señora y los niños. Se lo
dejé a la de la panadería.
A los dos días vuelvo a bajar y me dice la
panadera: “¿quieres ver a los niños?”. Me enseña un video donde estaban
felices, cantando y bailando y diciendo: “¡yupi por la amiga y por sus amigas,
que son geniales!”. Dando gracias, subí emocionada.
A los tres días bajé a por mi pan. Y
sorpresa; me dice: “me han dado esto para ti”. Una carpeta. La abro; unos
dibujos y ponían: “con cariño y muchas gracias”. Para mí fue un regalo especial:
la lágrima se me caía, me alegraron el día por el regalo tan precioso (y encima
su mamá no les había encargado que lo hicieran). El Señor es tan generoso… Sigo
ayudándoles… Doy gracias al Señor todos los días…”.
4.- “…una amiga vio uno
de tus vídeos del YouCat (sobre el sacramento de la penitencia) y me pregunta
cómo escuchar todas las semanas esa videoconferencia. Ella no conoce mucho.
De paso te comento por compartir
contigo. Día tras día, al principio de quedarse en casa, era rezar la misa de
la mañana y luego por la tarde después del Rosario en radio María; era el
centro y orden del día.
En mayo, cuando Caritas y banco de alimentos pedían ayuda, hablé con ellos y
ofrecí una finca muy cerca de mi casa. Pero resultaba que no podían gastar ni en
desplazamiento. Así que, pagué a quien pusiera un melonar (por la época era lo único
que se podía hacer). Pagué las plantas y ya lleva varias semanas y muy bien que
va. Solo que este tiempo hay que regarlo y para que sea agua buena (de pozo de
casa rellenando botellas), cosa que hago pensando que es para dar comida en
otoño a quien más lo necesite. Y claro, con muchos cuidados de la mejor calidad
de tierra y agua.
Lo hago por Jesús en sus hijos. Me ha costado mucho: lo tengo que regar a mano y
con poco peso, pero ya he tenido las primeras sandías y hay melones creciendo y
salen ahora las calabazas. Total que es precioso, he visto puestas de sol
magníficas, tomo el aire, hago ejercicio y tengo fruta. Y he aprendido cuánto
cuesta sacar de la tierra algo de alimento. Y a tener paciencia y regar
esperando que nazca algo. Dios me ha dado una idea estupenda. ¡Y quizá algunos
postres para alguien en otoño!…”.
Si quieres leer
más experiencias similares,
de gente de
todo el mundo,
puedes
encontrarlas “pinchando”
N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos
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mándamela por correo-e.
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