VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de ENERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9) y la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1):
1.- La PdV de este mes me ha ayudado mucho en distintas
circunstancias, ya desde por la mañana cuando, (tras hacer un rato de oración
nada más despertarme), mientras me levantaba, recordaba qué palabra teníamos
para vivir.
En momentos
peculiares o contrastantes me venía a la mente y así en la mayoría de las
ocasiones no me he dejado llevar por otra cosa que no sea amar.
P.
ej., un día en el hospital, al pasar por una sala de espera muy amplia del
vestíbulo, un hombre que estaba allí (tenía apariencia como de estos moteros de
las películas norteamericanas: grandote, con barba descuidada y melena
canosas), nada más verme desde lejos, empezó a decir con voz fuerte: “¡en esto
gastan nuestros impuestos…!!”. Al descifrar ya las palabras y comprender que las
dirigía contra mí, me vino a la mente “…permaneced en mi amor…” y dejé de
mirar, (para no provocar), y continué mi marcha sin pasar cerca, tratando de
distraer mi pensamiento y no dejar que se me “encendiera” la sangre. Serenidad.
Otro
día, en mi pueblo iba yo caminando por la acera. Había llovido bastante y todo
estaba con charcos. En ese momento chispeaba. Un coche venía de frente por la
calzada y, al pasar a mi lado, me salpicó completamente de hombros para abajo.
Me di la vuelta siguiendo su paso pensando gritar “¡un poco más de cuidado!, ¡piense en los peatones!”, pero de nuevo
recordé la PdV. No me iba a oír, con la velocidad que iba, y tampoco lo había
hecho adrede. Tomé nota para tener yo consideración cuando conduzca y no “bañar”
a ningún peatón. Así que, de nuevo me di la vuelta para seguir hacia mi casa y
me reí un poco de mí mismo. Noté paz. Al llegar a casa, me dice mi hermana: “¡ahí va, Paco!, ¿pero qué te ha pasado?”.
Mi madre lo oyó desde dentro y se preocupó. Les conté todo desenfadadamente y
acabamos riéndonos.
2.- Todos los años en enero participo en el retiro con unos
600 sacerdotes de 50 países. También este año, pero virtualmente.
Sorprendentemente, los frutos espirituales han sido muy similares a otros años,
precisamente quizá porque tratábamos todos de “permanecer en el amor” tanto los
ratos de conexión on-line como el resto de los momentos del día.
Alegría
serena, paz profunda, renovación interior… felicidad de ver rostros tan
conocidos y queridos (aunque sea a través de pantalla)… eran huella de que
también a través de la red estábamos en comunión y, como consecuencia,
experimentábamos la presencia de Jesús en medio de nosotros por el amor
recíproco, aun en la distancia.
Muchos
momentos me emocionaron. Uno de ellos: un día, acabamos la jornada rezando
juntos el Padrenuestro (micrófonos abiertos) cada uno en su lengua. Más allá de
que no se entendía nada, ¡no era una confusión de lenguas! Me parecía el “gemido
inefable” que sugiere S. Pablo hablando sobre el Espíritu Santo. No puedo
expresar con palabras la conmoción, el escalofrío feliz.: me sentía
verdaderamente hijo, hermano, abrazado por el Padre.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de enero («Permaneced en mi amor: daréis mucho fruto», cf. Jn 15, 5-9), la de diciembre («El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?», Sal 27, 1) y la de noviembre 2020 («Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados», Mt 5, 5):
1.- “…Paco, comparto una pequeña experiencia de estos
días que, para mí ha sido un fruto de la Palabra de Vida de este mes: “Permaneced
en mi amor: daréis mucho fruto”.
Últimamente me costaba bastante aceptar las circunstancias que se me
presentaban y, a menudo, no era capaz de amar a las personas cercanas, pero he
intentado volver a empezar y permanecer en su amor, segura del amor de
Dios más allá de mis faltas y mis límites.
Debido a la nevada, hemos tenido que permanecer más
de una semana sin poder salir de casa. Además, por diversas circunstancias, no
habíamos podido ir a comprar los días anteriores y teníamos pocas reservas.
Cuando ya se empezó a poder salir en coche, los vecinos de al lado han llamado
al timbre para decirnos que al día siguiente iban a ir al supermercado y
preguntar si queríamos que nos trajeran algo. Fue una sorpresa porque no nos
conocíamos: estamos en una zona residencial donde hay muy pocas ocasiones para
crear nuevas amistades. Ya empezaban a faltarnos cosas básicas y les dijimos
que quizá podíamos ir una de nosotras con ellos a comprar. Les pareció bien,
intercambiamos los números de móvil y así concretamos la hora para ir al día
siguiente.
Y ahora cada vez que nos vemos al entrar o salir nos saludamos
cordialmente.
Para corresponder a su amabilidad, pensamos hacer un bizcocho casero y
llevárselo: se quedaron sorprendidos y lo agradecieron mucho. Después nos
enviaron un mensaje de WhatsApp diciendo que estaba muy rico y dando las
gracias de nuevo. Nos ha dado una gran alegría empezar esta bonita relación con
ellos…”.
2.- “…esta mañana me
contaban las oportunidades que les había dado la nevada para conocer a algunos
vecinos.
A mí también me ha pasado: venía el sábado
de dar un paseo y llegando a casa vi a un chico quitando nieve con una pala y
una carretilla. Llegué a casa, cogí nuestra pala y me acerqué a ofrecerle
ayuda, después del primer “no” de corte, le dije que me hacía falta para bajar
el azúcar, y me puse con él, estaba también su padre, que es mayor y no podía
ayudar, y una chica muy callada, que luego supe que no hablaba español, y por
eso no participaba en la conversación, pero después ya nos hablamos en inglés. Resulta
que llevaban viviendo casi 20 años muy cerca de casa (más o menos) y no les
había visto nunca.
Al día siguiente una vecina estaba
intentando aparcar sobre el hielo y no le iba muy bien. Me ofrecí a empujarle
el coche y pudo aparcar bien. Me dijo que le había reventado la caldera. Le
ofrecí nuestra casa para ducharse, me lo agradeció, aunque no ha venido. Hoy me
ha dicho el marido que se apañan con un perolo enorme que tienen.
Los chicos han hecho brigada con otros
vecinos y se ha creado una relación muy cercana. También ayudamos a una pareja
de amigos que tienen niños muy pequeños a quitar la nieve de su acera para que
pudieran aparcar.
Pequeños gestos para
cuidarnos…”.
3.- “…volví a casa en la madrugada del 14 al
15… Ya sabía por mi vecina que se me habían congelado las cañerías y no tenía
agua ni calefacción. Yo, como ya sabes que vivo sola, muy a menudo digo
"Protégeme Dios mío, que me refugio en Ti". Y así es: Dios por medio
de las personas me protege. Al enterarse una amiga me dijo que me fuera a
dormir a su casa. Al día siguiente vine a la mía y traté de que se fueran
arreglando las cosas. Mis vecinos me ayudaron muchísimo y el sábado ya tenía
agua y calefacción. Pero al bajar al garaje, veo que se está inundando: se
había reventado una cañería. Otras amigas me ayudaron: llamamos a un fontanero
y gracias a Dios, ya está todo arreglado, (falta el papeleo del Seguro, para
que me devuelvan el importe del gasto). Pero de verdad puedo decir que Dios
nunca falla. Hay que hacer como decía Santa Teresa: "Nada te turbe, nada
te espante, todo se pasa, la paciencia todo lo alcanza, sólo Dios basta"…”.
3.- “… "permaneced
en mi amor". Permanezco en el amor de Jesús, el Señor, cuando intento
vivir lo que toca con paz. Vivir las cosas más simples con amor. Hoy he pensado
en esta frase de Jesús al ir fregando y colocando todo en la cocina. Y he
pensado “permanezco en tu amor, Señor”.
Y
permanezco en el amor de Jesús cuando, al llegar mi hermana, no me he hecho la
remolona y he tirado de mí para ir a misa. Y he pensado: “no voy a misa,
voy a encontrarme con Jesús, mi amor, a quien tanto amo y a quien tanto
necesito”.
Permanezco
en su amor cuando busco su presencia y atención cuando me vienen problemas
colaterales. Y solo deseo pedirle ayuda. Y tenerle a Él conmigo y con los míos…”.
4.- “…Por fin he vuelto a la oficina que aunque me haya venido bien estar en casa
con todos los acontecimientos de estos días pasados, deseaba ya salir un poco
en el mundo. Seguimos en oración, pensando yo ofrecerla por la
situación de mi familia, por eso de mi hermana, hasta que me di cuenta que de
alguna manera estaba negociando con el Señor: yo oraba para que Él actuara; me
sentí miserable, pero a la misma vez me hizo entenderlo desde la perspectiva de
su inmensa misericordia. Con esta situación también me enseñó y me hizo sentir a
Jesús abandonado y ese dolor desgarrador del alma cuando un amor te abandona
por querer de alguna manera seguir viviendo en tinieblas, sea cual sea la
persona amada que te lo hace sentir; también me sentí perseguida por causa de
Su nombre ya que me rehúye constantemente pensando que le soltaré otra vez
la única verdad que hay y por la que de momento no quiere aceptar...
en fin, todo ello sin Jesús y su sacrificio en la Cruz no tendría ningún
sentido. Yo sé que es para Gloria suya y por el bien de nuestras almas, (cuando
digo “nuestras” me refiero más que nunca a todas las de nuestros hermanos que
algún día viviremos unidos en Cristo, por Él y con Él)…”.
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