UN "REGALO" INESPERADO
A la misma hora en que estábamos celebrando la Misa
en acción de gracias por nuestro 25 y 60 aniversario de ordenación sacerdotal,
el Papa Francisco en Calabria dirigía su palabra
a un nutrido grupo de sacerdotes.
Breve y precioso discurso que, como algunos nos habéis dicho,
parece especialmente dirigido para nosotros,
como un regalo de la Divina Providencia a través del Vicario de Cristo.
Os lo copio a continuación:
En primer lugar me
gustaría compartir con vosotros la alegría de ser sacerdotes, la sorpresa siempre nueva de haber sido llamado, de ser llamado por el Señor Jesús. Llamado a seguirlo, para estar con Él, para ir a los demás llevándoles a Él, su palabra, su perdón...
No hay nada más hermoso para un hombre que esto, ¿no es así? Cuando nosotros sacerdotes estamos delante
del sagrario, y nos detenemos allí un momento, en silencio, entonces sentimos la mirada de Jesús de nuevo sobre nosotros, y esta mirada nos renueva, nos reanima...
Claro, a veces no es fácil mantenerse delante del Señor; no es fácil porque estamos atrapados
por tantas cosas, por tanta gente...; pero
a veces no es fácil porque sentimos un cierto desasosiego, la mirada de Jesús
nos preocupa un poco, también nos pone en crisis... ¡Pero esto nos hace
bien! En el silencio de la
oración, Jesús nos hace ver si estamos colaborando como buenos trabajadores, o
tal vez nos hemos convertido un poco en “empleados"; si somos
"canales" abiertos, generosos, a través de los cuales
fluye abundante su amor, su gracia, o si nos ponemos en el centro, por lo que en lugar de ser
"canales" nos convertimos en "pantallas" que no ayudan al encuentro con el Señor, con la luz y el poder del
Evangelio.
Y la segunda cosa que
quiero compartir con vosotros es la
belleza de la fraternidad: del ser sacerdotes juntos, de seguir al Señor no solos, no uno a uno, sino juntos, a pesar de la gran variedad de los dones y de la personalidad; es más, precisamente esto enriquece el presbiterio: esta variedad de orígenes, edades, talentos... Y todo vivido en la comunión, en la fraternidad.
Tampoco es fácil esto, no
es inmediato, ni se da por descontado. En
primer lugar, porque
también nosotros los sacerdotes estamos inmersos en la cultura de hoy subjetivista, esta cultura que exalta el ego hasta idolatrarlo. Y luego, a causa de un cierto individualismo pastoral que por desgracia está muy extendido en nuestras diócesis. Así que tenemos que reaccionar a esto con la elección de la fraternidad. Intencionadamente hablo de "elección". No puede ser algo por casualidad, por las circunstancias favorables... No, es una elección, que corresponde a la realidad que nos constituye, al don que hemos recibido, pero que siempre hay que acoger y cultivar: la comunión en Cristo en el presbiterio, en torno al obispo. Esta comunión requiere ser vivida buscando formas concretas adecuadas a los tiempos y la realidad del territorio, pero siempre en perspectiva apostólica, con estilo misionero, con fraternidad y sencillez de vida. Cuando Jesús dice: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros" ( Jn 13,35), lo dice ciertamente para todos, pero en primer lugar para los Doce, para los que ha llamado a seguirlo más de cerca.
también nosotros los sacerdotes estamos inmersos en la cultura de hoy subjetivista, esta cultura que exalta el ego hasta idolatrarlo. Y luego, a causa de un cierto individualismo pastoral que por desgracia está muy extendido en nuestras diócesis. Así que tenemos que reaccionar a esto con la elección de la fraternidad. Intencionadamente hablo de "elección". No puede ser algo por casualidad, por las circunstancias favorables... No, es una elección, que corresponde a la realidad que nos constituye, al don que hemos recibido, pero que siempre hay que acoger y cultivar: la comunión en Cristo en el presbiterio, en torno al obispo. Esta comunión requiere ser vivida buscando formas concretas adecuadas a los tiempos y la realidad del territorio, pero siempre en perspectiva apostólica, con estilo misionero, con fraternidad y sencillez de vida. Cuando Jesús dice: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros" ( Jn 13,35), lo dice ciertamente para todos, pero en primer lugar para los Doce, para los que ha llamado a seguirlo más de cerca.
La alegría de ser sacerdotes y la belleza de la
fraternidad. Estas son las dos
cosas más importantes que sentía más importantes pensando en vosotros. Una última cosa que menciono solamente:
os animo en vuestro trabajo con las familias y para la familia. Es una obra que el Señor nos pide realizar
en este tiempo particular, que es un momento
difícil tanto para la familia como institución, como para las familias, debido a la crisis. Pero justo cuando es
difícil el momento, Dios hace sentir su cercanía, su gracia, la fuerza
profética de su Palabra. Y nosotros estamos llamados a ser testigos, mediadores
de esta cercanía a las familias y de esta fuerza profética por la familia.
PAPA FRANCISCO, Discurso a los sacerdotes en la visita pastoral, Calabria sábado 21 junio 2014 a las
12:00
(traducción mía)
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