VIDA DE LA PALABRA primera quincena mes de JUNIO
1.- El sábado regresé de una semana en Tierra Santa como regalo por mis, ya próximas, bodas
de plata sacerdotales. La PdV de junio era de lo más adecuado: "he aquí
que Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos".
La verdad es que iba con ilusión, pero pensando que las cosas estarían tan
cambiadas con respecto a los tiempos de Jesús que no me causaría impresión.
¡Todo lo contrario!, (ciertamente los vestigios son pocos, ¡pero suficientes!).
Al llegar allí era una sensación rara yendo en el autobús hacia Nazaret: cuando
viajo, me fijo en los campanarios y el corazón se me llena de alegría pensando
que Jesús está allí en el Sagrario y lo voy saludando, (lo aprendí de S.
Francisco de Asís y de Chiara Lubich). Pero allí era una sensación como de
desolación… casi ninguna iglesia… en la mayoría de los pueblos sólo minaretes
de mezquitas. ¡En la tierra de Jesús!
En Nazaret… en la cripta de la basílica de la Anunciación, el fondo de una
casa-cueva y un altar con la inscripción: "el Verbo aquí se hizo
carne". "Hic!", "Aquí"… inmediatamente me empezaron a
brotar las lágrimas de emoción y agradecimiento y caí de rodillas… hasta que ya
no quedaba nadie y uno de los peregrinos de mi grupo regresó a buscarme.
Tuvimos la fortuna de estar hospedados cerca y esas 3 noches volví ahí un rato
largo… Siempre el mismo "sobrecogimiento" de paz y alegría. Y poner,
como María, mi pequeño "sí" en manos de Dios; y el sí de toda la Obra
de María.
Y desde Nazaret… cada día era un descubrimiento: paseo en barca por el lago de
Tiberiades, Monte de las Bienaventuranzas, Cafarnaúm…, Caná, Monte Tabor,
Jordán…
Ver un sicómoro (y uno se imagina a Zaqueo subiéndolo), una casa-cueva, ruinas
de una sinagoga, una sepultura, tinajas de piedra, la semilla de mostaza, agua
del R. Jordán… todo hacía volar la mente con recogimiento, emoción y una nueva
comprensión (¡ahora más gráficamente!) hacia un pasaje evangélico. ¡También
porque "Yo estoy con vosotros"… hoy!
Y… ¡correspondiente compromiso por mi parte!
2.-
Luego,
hacia Jerusalén para los 3 últimos días, pasando por Jericó (Zaqueo, curación
de 2 ciegos, parábola del buen samaritano…), por Qumrán en medio del desierto y
por el mar Muerto.
"¡Qué alegría cuando me dijeron… ya están pisando nuestros pies tus
umbrales Jerusalén…!", cantamos a pleno pulmón este Salmo 121 cuando vimos
de lejos la ciudad santa, donde estuvo "el" Templo, lugar de la
presencia de Dios; "ciudad de la paz", (eso significa paradójicamente
la palabra "Jerusalén", aunque te encuentras luego allí con bastante
frecuencia a gente con metralletas, -colgadas tranquilamente al hombro como un
simple bolso-, y algunas "papeleras" antibomba (parecidas a
nuestras hormigoneras… para encerrar ahí mochilas "sospechosas").
Viendo a lo lejos sus murallas allí mismo brindamos con vino de Caná y rezamos
por la paz.
Monte de la Ascensión, cueva del Padrenuestro, bajada del monte de Olivos
(¡domingo de Ramos!)… pero fue después otra de las veces que más me emocioné:
Misa en la iglesia del huerto de los Olivos, Getsemaní. Frente al altar, un
gran espacio sin baldosas deja sobresalir la misma roca y, proclamando yo el
Evangelio… "en ESTE huerto…" …se me hizo un nudo…; y más aún
prestando mi voz a cada palabra que allí dijo Jesús (creí que no iba a poder
acabar de leerlo: Mt 26, 36-46). "Padre,… pero
no se haga lo que yo quiero, sino tu Voluntad".
Via-Crucis por la mismísima Via Dolorosa, callejuelas ahora transformadas en un
atiborrado zoco lleno de tiendecillas.
Dolor inmenso por la desunidad en la basílica del Santo Sepulcro: cada iglesia
tiene su capilla. Y resuena S. Pablo… "¿acaso está Cristo dividido?".
Reencuentro con la vocación: vivir por la unidad que Él quiso y pidió al Padre.
Y (cambiando absolutamente el panorama) dentro del mismísimo sepulcro, los
pocos segundos que nos dejaron estar (al día siguiente volví)… indescriptible:
"¡no está aquí… ha resucitado!". Sobre esa losa ocurrió. Sólo esa
lápida fue mudo testigo directo del acontecimiento central de los siglos. El
centro de nuestra fe: "si Cristo no hubiera resucitado, vana sería".
Y
pocos minutos después, a unos metros, meter el brazo en el agujero de la roca
del Gólgota donde estuvo enclavada la cruz: milésimas de segundo también, que
tengo que reevocar con frecuencia, no sólo porque serán ambos recuerdos
imborrables durante el resto de la vida, sino porque tengo que repensar lo que
viví en cada uno de esos instantes y no sé definir. La memoria de Jesús
abandonado, el Esposo del alma, y su grito "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué
me has abandonado?", en el cual asumió todos nuestros dolores, todos
nuestros porqués. Y tendré que ir enjugándolos conforme los encuentre a mi paso
durante la existencia, (además del de la unidad, también el de mi padre que
precisamente desde un par de días antes de mi peregrinación ha empeorado mucho
y esta semana, además, ha tenido que estar en el hospital varias veces en
nuestro pueblo y llamar otras tantas al 112). Todo es ocasión de vivir, ofrecer
y morir por la unidad, a ejemplo de Jesús.
Cueva de los pastores, Belén (varios villancicos casi en verano, ¡pero allí
tenían todo su palpable sentido!)… Ein Karem (con la Visitación y el nacimiento
de Juan el Bautista)…: la caridad concreta de la Madre de Dios que "fue
aprisa a la montaña" a servir por amor a su prima.
Ruinas de la casa de Caifás: negación y arrepentimiento de Pedro, escalera
"santa" (parece que ahí pronunció su oración por la unidad -Jn 17-
por la que Jesús bajó del Cenáculo hacia el torrente Cedrón para ir al huerto
de los Olivos), pozo-cisterna en el que parece que Jesús pasó encarcelado su última
noche (¡otra impresión fortísima, hasta las lágrimas sólo de pensarlo!; ahí
cobra fuerza el Salmo 88 que meditamos).
Cenáculo
(¡última Cena, Eucaristía, sacerdocio, amor recíproco; dos veces que el
Resucitado se dejó ver ahí vivo por los Apostóles; Pentecostés) y celebrar la
Misa no ahí en ese lugar tan sagrado para nosotros, sino en una iglesia cerca
(porque ese sitio, transformado luego en mezquita musulmana, está ahora en
manos de los hebreos). Da igual el sitio: cada celebración eucarística nos trae
al presente de modo místico pero real aquellas Gracias que en aquel entonces se
produjeron. "Yo estoy con vosotros todos los días…".
3.- La última noche,
una visita concertada: vinieron un focolarino, una focolarina y una joven
palestina también del movimiento de los focolares. Testimonio de fe y de unidad
en esta Tierra Santa pero martirizada en toda su historia. Cristianos católicos
(1%) que en un mundo adverso testimonian (a veces con la salud y con la vida)
el amor que Dios tiene por todos. Una hora de Cielo entre ellos y los 32 que
íbamos en la peregrinación. Rezar por la paz en Tierra Santa ya no será igual
que antes: ahora tiene unos rostros amigos concretos y experiencias preciosas
de unidad trabajosamente vividas por ellos día a día como una gota en el
océano, pero ciertos de que fructificará como el grano de trigo.
Y el último día, camino del aeropuerto, Misa en Emaús: "¡quédate con
nosotros, Señor!".
Una semana, muchos sitios, imborrables impresiones y recuerdos que hacen ahora
saborear el Evangelio. Anhelo y compromiso por la unidad. Y… la intención de
regresar un día, si Dios quiere. Pero consciencia de que sigue con nosotros Él
en cada prójimo al que amamos, en su Palabra (sobre todo si la vivimos), en el
amor recíproco "donde dos o más están unidos…", en los sacramentos,
sobre todo, en la Eucaristía: "Yo estaré con vosotros siempre".
Como
me he "comido" yo casi todo el espacio (¡perdonad por esta vez!) sólo
alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de vivir la Palabra de vida de mayo (“En nombre de Cristo os pedimos que
os reconciliéis con Dios, 2
Co 5, 20) y de junio (“«Y
sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» Mt 28, 21):
1.-
“…muchísimas
gracias x tu apoyo estos días de exámenes y los días previos; si no es por
ello, igual ni me habría presentado: estaba un poco triste y no me apetecía
mucho ver a gente ni hablar. Pero gracias a ti me dije, "por ti,
Jesús" y fue como caminar de la mano de Alguien que sabes que no te va a
dejar solo.
Estoy terminando tu libro,
ya lo comentaremos a tu regreso y me contarás todo lo que hayas visitado…”
2.-
“…perdona que no contestara antes a tus correos, pero hemos estado en el
hospital: mi madre tuvo un ictus (ya es el tercero), pero esta vez más fuerte.
Ya está en la residencia desde el jueves, pero sin recuperar movimiento del
brazo y pierna y con un estado de somnolencia sin iniciativa. Ella escucha, y
si la preguntas y la hablas te suele contestar, pero con brevedad y a veces
también con ingenio y humor. Se la entiende mal...
A pesar de la
gravedad de su estado y de estar en los primeros días en estado semicomatoso la
vi persignarse y la oí rezar como lo hubiera hecho cualquier noche. Me
impresionó mucho. Vi la huella de mis abuelos en la educación de sus hijos. Se
sentirían muy orgullosos. Yo lo estoy y les doy las gracias por la familia que
crearon y la cual disfruto…”
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