VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de ABRIL
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído»,
Jn 20, 29) y la de marzo («Todo
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque
esta es la Ley y los Profetas», Mt 7, 12):
1.- A pesar del confinamiento, casi todos los días los he
tenido muy atareados. P.ej. el miércoles santo: aparte de empezarlo con un
fallo (con toda mi ingenuidad) que hizo peligrar ¡precisamente la unidad! con
el otro sacerdote, (que tuvo que corregirme “delante” de todo el consejo; y eso
me “martilleó” todo el día), mi hermana misionera (que, como sabes, ya regresó aquí
hace meses para cuidar a mi madre) me pide ayuda para que otra de sus
compañeras allí en Chad, pudiera volver a su país a pesar del confinamiento: no
la dejan subir al último vuelo militar humanitario porque tiene que “pisar” la
Unión Europea (París y
España) y ella es ecuatoriana. Se me sobrecoge el
corazón. Pero la PdV pide “creer sin haber visto”. ¡Confío en Ti, Señor! ¡Creo
en tu resurrección, creo que esto tiene arreglo!
Me
puse en contacto con el Nuncio en Chad y con el Nuncio en Ecuador: mensajes,
audios, llamadas todo el día.
Mientras,
me contactan desde el hospital de aquí para atender por videollamada a una
paciente. Por otro lado, en ese momento, una colaboradora cercana y viva de la
Parroquia necesitaba hablarme largo rato al teléfono (me pongo a prepararme la
comida casi a las 4 de la tarde), y, por la tarde, otra más, esta con un asunto
de Caritas.
El Nuncio en Chad logra hablar con el
Embajador de España en Camerún. Luego este con el Ministerio, en Madrid: ¡preparan
un documento! Pero… ¡los franceses en la aduana no lo quieren aceptar! ¡¡No sé
qué más podrían pedir!! Yo, a cada llamada o cada audio, se me venían las
lágrimas (quizá inconscientemente pensando que le habría podido ocurrir a mi
hermana). Les cerraron la misión (principalmente es un orfanato): llevaron a
los cincuenta y tantos niños a familias de acogida. Quedarse un europeo solo
allí es un peligro, ¡y más si es mujer!, ¡¡y encima en esta situación de
emergencia sanitaria con lo precario que es todo allí!!
Entre
una llamada (o mensaje o audio) y otra, ¡rezando como loco! Y allí en el aeropuerto
de Djamena, los 3 misioneros españoles y ella, ¡¡más todavía!!, aparte de hacer
todo lo humanamente imposible (y también los responsables de su movimiento,
desde Málaga). A cada rato me venía de nuevo la PdV: ¡¡cree!!, ¡Dios producirá resurrección!
A las
21:00 me escribe el Nuncio, (que rato antes me comunicó que el vuelo estaba
cerrado): “dile que no hay plazas, porque
un rumano que está en N’Djamena y que se quiere ir, no ha entrado por falta de
sitio, y él sí que es ciudadano comunitario”. Es increíble, ¿habrá que esperar
otra ocasión? “Señor,
¡creo sin haber visto!”. Uno de los compañeros
misioneros españoles dice que renuncia a ese último vuelo militar y se queda
allí en Chad para no dejarla sola.
Ya
todo perdido… a las 22:39, en cambio, me añade el Nuncio: “me dice el Secretario que la ecuatoriana podría viajar mañana..., creo
que le han pedido el número de pasaporte... 🙏🙏🙏 Pero no adelantemos acontecimientos... 🙏🙏🙏”.
Después
de rezar más intensamente… ya no puedo hacer más. Me iba a acostar (que la
noche anterior apenas dormí) ofreciendo el vivir la Voluntad de Dios (en este
caso, tratar de dormir) por la solución del problema: ¡sigo creyendo sin haber
visto!, el vuelo no despega hasta el día siguiente.
1b.- Me estoy metiendo en
la cama sobre las 23:26 y… ¡suena el teléfono! Pero no son ellos: es una amiga
con quien hacía mucho que no hablaba. De pronto… su simpatía se torna en
stress, ansiedad, casi desesperación: una buenísima amiga suya (la había
conocido yo a primeros de octubre y luego habíamos cruzado un par de correos)
está a punto de quitarse de en medio… y ya no sabía qué más decirle por
teléfono… nada más que se esperara… que un sacerdote la iba a llamar.
Llamé: ¡número equivocado! Vuelvo a contactar
con la que me lo había dado; me proporciona otro: mientras había ella hablado
con otro sacerdote que también la conoce por si a mí no me cogía el teléfono.
La tensión de unas cosas y otras, (todos
“rostros” de Jesús Abandonado) los voy viviendo-ofreciendo por todas las
situaciones-problemas de ese día. Vuelvo a llamar y… ¡salta su contestador
automático!: ¡¡espero que esté hablando con el otro sacerdote!! Le dejo un
mensaje audio lo más esperanzador que el Señor me inspira.
Contacto de nuevo con la amiga, que está al
borde de la ansiedad y hablamos casi otra media hora, hasta que logra una
cierta paz.
Nuevo intento de llamar a la otra:
contestador otra vez. Y de nuevo la PdV: “creo sin haber visto”. No puedo hacer
más: “¡me fío de Ti, Señor; Tú lo sabes y lo puedes todo!”.
En ese momento (son las 00:30) un whatsapp: “«la
ecuatoriana saldrá mañana, y todos los españoles. Gracias señor Nuncio. Un
abrazo»: Me lo manda el Embajador de España
en Camerún”, me dice el Nuncio. ¡¡El gracias, Dios mío, me brota del alma con un
torrente de lágrimas!!
Al día siguiente ya logro contactar con las
del otro caso: al final tampoco había acabado en tragedia. Seguimos trabajando
en ello. ¡¡Gracias, Señor!!
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído»,
Jn 20, 29), la de marzo («Todo cuanto queráis que os hagan los
hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los
Profetas», Mt 7, 12) y la de
febrero («¡Creo, ayuda
a mi poca fe!», Mc 9, 24):
1 “…di positivo en covid19: ya llevo 20 días y no empeoro, pero voy muy
despacio: el sábado tuve que ir al hospital y me pusieron dos tratamientos, uno
que parece que da resultados y antibióticos.
Salí muy contenta
y animada, pero no me noto gran mejoría; aun así sigo animada y hay gente que
les lleva un poco más de tiempo hay que tener paciencia.
Por suerte estoy
en casa con los míos: soy afortunada y sé que esto se tiene que pasar 🙏
Mis hijos, bien:
lo pasaron muy leve 1 o 2 días y mi marido también asintomático. Sé que rezas
por todos, y te doy gracias porque ahí también estoy yo. Cuídate mucho…”.
2.- “Hola Paco: hace mucho que no te agradezco por tu
fidelidad en estos correos que tanto nos ayudan y, ahora que dispongo de un
poco más de tiempo, no quiero dejar de compartir algo sobre estos días de
confinamiento. Creo que me están haciendo crecer en interioridad y en capacidad
de entender a los demás.
Tras
unos primeros días de incertidumbre y desasosiego, comprendí que tenía que
centrarme en el momento presente, perder las muchas programaciones que tenía en
la cabeza y salir de mí misma, preocupándome de los demás, como fuera posible
en esta situación, e intensificando la oración.
Empecé
por ponerme en contacto con muchas personas que me venían a la mente:
familiares, antiguos compañeros del trabajo, personas de la comunidad, etc. Con
algunas ha sido sencillamente saber cómo se encontraban, con otras han sido
largas conversaciones telefónicas en las que hemos compartido mucho
sufrimiento, no sólo por el coronavirus. He notado en la mayoría una
predisposición mucho mayor en comunicar cosas esenciales de las que antes no se
hablaba.
2b.- Por ejemplo, un familiar me confiaba las dificultades con
su nieto, ya tiene 10 años, que tiene síndrome de Asperge y nunca lo había
comunicado abiertamente.
Con una persona pude compartir
una dura situación con su padre durante más de una hora y al final me agradecía
repetidamente porque de eso no podía hablar con nadie.
Con otra, que no está bien
síquicamente y me costaba mucho escucharla, después de un buen rato, se
despedía pidiéndome disculpas por el tiempo que me había ocupado y me salió de
dentro decirle (estoy segura que fue un impulso de Dios): “no te preocupes y
llámame cuando tengas necesidad de hablar”. De ahí siguió una profunda
conversación, al final me decía que había sido para ella un rato de Paraíso y
dábamos gracias a Dios.
2c.- También ha sido apoyar acciones generosas de solidaridad
como la de una amiga que ha acogido en su casa a dos niños de un Centro de
acogida durante este periodo o participar del miedo de una madre que debía dar
a luz en estos días, con cesárea, y después de la alegría del feliz nacimiento
de la hija.
2d.- No
poder comulgar sacramentalmente, al principio me costaba mucho ya que toda la
vida he ido a Misa diaria. Pero ahora estoy descubriendo mejor otras presencias
de Jesús, sobre todo en las Palabras del Evangelio y, siguiendo las Misas por
la TV, muchos días experimento una unión con Dios mayor que algunas veces
cuando estaba físicamente presente. Las lecturas del día y las homilías del
Papa me están calando profundamente: pido a María saber conservarlas en mi
corazón como Ella y siento que, en el momento oportuno, las recuerdo y tengo la
fuerza de ponerlas en práctica.
Por
ejemplo, un día me venía la tentación de pensar que no puedo hacer nada
directamente por las personas que sufren, pero recordé que “somos un cuerpo” y
eso me dio la paz, para seguir tratando de ser fiel en lo pequeño, segura de
que eso también ayuda a las que están en primera línea luchando contra el virus…”.
Si quieres leer
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de gente de
todo el mundo,
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