miércoles, 15 de abril de 2020

DICHOSO QUIEN CREE SIN HABER VISTO

VIDA DE LA PALABRA                         primeras semanas de ABRIL

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29) y la de marzo («Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas», Mt 7, 12):

1.-        A pesar del confinamiento, casi todos los días los he tenido muy atareados. P.ej. el miércoles santo: aparte de empezarlo con un fallo (con toda mi ingenuidad) que hizo peligrar ¡precisamente la unidad! con el otro sacerdote, (que tuvo que corregirme “delante” de todo el consejo; y eso me “martilleó” todo el día), mi hermana misionera (que, como sabes, ya regresó aquí hace meses para cuidar a mi madre) me pide ayuda para que otra de sus compañeras allí en Chad, pudiera volver a su país a pesar del confinamiento: no la dejan subir al último vuelo militar humanitario porque tiene que “pisar” la Unión Europea (París y
España) y ella es ecuatoriana. Se me sobrecoge el corazón. Pero la PdV pide “creer sin haber visto”. ¡Confío en Ti, Señor! ¡Creo en tu resurrección, creo que esto tiene arreglo!
Me puse en contacto con el Nuncio en Chad y con el Nuncio en Ecuador: mensajes, audios, llamadas todo el día.
Mientras, me contactan desde el hospital de aquí para atender por videollamada a una paciente. Por otro lado, en ese momento, una colaboradora cercana y viva de la Parroquia necesitaba hablarme largo rato al teléfono (me pongo a prepararme la comida casi a las 4 de la tarde), y, por la tarde, otra más, esta con un asunto de Caritas.
 El Nuncio en Chad logra hablar con el Embajador de España en Camerún. Luego este con el Ministerio, en Madrid: ¡preparan un documento! Pero… ¡los franceses en la aduana no lo quieren aceptar! ¡¡No sé qué más podrían pedir!! Yo, a cada llamada o cada audio, se me venían las lágrimas (quizá inconscientemente pensando que le habría podido ocurrir a mi hermana). Les cerraron la misión (principalmente es un orfanato): llevaron a los cincuenta y tantos niños a familias de acogida. Quedarse un europeo solo allí es un peligro, ¡y más si es mujer!, ¡¡y encima en esta situación de emergencia sanitaria con lo precario que es todo allí!!
Entre una llamada (o mensaje o audio) y otra, ¡rezando como loco! Y allí en el aeropuerto de Djamena, los 3 misioneros españoles y ella, ¡¡más todavía!!, aparte de hacer todo lo humanamente imposible (y también los responsables de su movimiento, desde Málaga). A cada rato me venía de nuevo la PdV: ¡¡cree!!, ¡Dios producirá resurrección!
A las 21:00 me escribe el Nuncio, (que rato antes me comunicó que el vuelo estaba cerrado): “dile que no hay plazas, porque un rumano que está en N’Djamena y que se quiere ir, no ha entrado por falta de sitio, y él sí que es ciudadano comunitario”. Es increíble, ¿habrá que esperar otra ocasión? “Señor,
¡creo sin haber visto!”. Uno de los compañeros misioneros españoles dice que renuncia a ese último vuelo militar y se queda allí en Chad para no dejarla sola.
Ya todo perdido… a las 22:39, en cambio, me añade el Nuncio: “me dice el Secretario que la ecuatoriana podría viajar mañana..., creo que le han pedido el número de pasaporte... 🙏🙏🙏  Pero no adelantemos acontecimientos... 🙏🙏🙏”.
Después de rezar más intensamente… ya no puedo hacer más. Me iba a acostar (que la noche anterior apenas dormí) ofreciendo el vivir la Voluntad de Dios (en este caso, tratar de dormir) por la solución del problema: ¡sigo creyendo sin haber visto!, el vuelo no despega hasta el día siguiente.

1b.-     Me estoy metiendo en la cama sobre las 23:26 y… ¡suena el teléfono! Pero no son ellos: es una amiga con quien hacía mucho que no hablaba. De pronto… su simpatía se torna en stress, ansiedad, casi desesperación: una buenísima amiga suya (la había conocido yo a primeros de octubre y luego habíamos cruzado un par de correos) está a punto de quitarse de en medio… y ya no sabía qué más decirle por teléfono… nada más que se esperara… que un sacerdote la iba a llamar.
Llamé: ¡número equivocado! Vuelvo a contactar con la que me lo había dado; me proporciona otro: mientras había ella hablado con otro sacerdote que también la conoce por si a mí no me cogía el teléfono.
La tensión de unas cosas y otras, (todos “rostros” de Jesús Abandonado) los voy viviendo-ofreciendo por todas las situaciones-problemas de ese día. Vuelvo a llamar y… ¡salta su contestador automático!: ¡¡espero que esté hablando con el otro sacerdote!! Le dejo un mensaje audio lo más esperanzador que el Señor me inspira.
Contacto de nuevo con la amiga, que está al borde de la ansiedad y hablamos casi otra media hora, hasta que logra una cierta paz.
Nuevo intento de llamar a la otra: contestador otra vez. Y de nuevo la PdV: “creo sin haber visto”. No puedo hacer más: “¡me fío de Ti, Señor; Tú lo sabes y lo puedes todo!”.
En ese momento (son las 00:30) un whatsapp: «la ecuatoriana saldrá mañana, y todos los españoles. Gracias señor Nuncio. Un abrazo»: Me lo manda el Embajador de España en Camerún”, me dice el Nuncio. ¡¡El gracias, Dios mío, me brota del alma con un torrente de lágrimas!!
Al día siguiente ya logro contactar con las del otro caso: al final tampoco había acabado en tragedia. Seguimos trabajando en ello. ¡¡Gracias, Señor!!


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29), la de marzo («Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los Profetas», Mt 7, 12) y la de febrero («¡Creo, ayuda a mi poca fe!», Mc 9, 24):

1          “di positivo en covid19: ya llevo 20 días y no empeoro, pero voy muy despacio: el sábado tuve que ir al hospital y me pusieron dos tratamientos, uno que parece que da resultados y antibióticos.
Salí muy contenta y animada, pero no me noto gran mejoría; aun así sigo animada y hay gente que les lleva un poco más de tiempo hay que tener paciencia.
Por suerte estoy en casa con los míos: soy afortunada y sé que esto se tiene que pasar 🙏
Mis hijos, bien: lo pasaron muy leve 1 o 2 días y mi marido también asintomático. Sé que rezas por todos, y te doy gracias porque ahí también estoy yo. Cuídate mucho.

2.-        “Hola Paco: hace mucho que no te agradezco por tu fidelidad en estos correos que tanto nos ayudan y, ahora que dispongo de un poco más de tiempo, no quiero dejar de compartir algo sobre estos días de confinamiento. Creo que me están haciendo crecer en interioridad y en capacidad de entender a los demás.
            Tras unos primeros días de incertidumbre y desasosiego, comprendí que tenía que centrarme en el momento presente, perder las muchas programaciones que tenía en la cabeza y salir de mí misma, preocupándome de los demás, como fuera posible en esta situación, e intensificando la oración.
            Empecé por ponerme en contacto con muchas personas que me venían a la mente: familiares, antiguos compañeros del trabajo, personas de la comunidad, etc. Con algunas ha sido sencillamente saber cómo se encontraban, con otras han sido largas conversaciones telefónicas en las que hemos compartido mucho sufrimiento, no sólo por el coronavirus. He notado en la mayoría una predisposición mucho mayor en comunicar cosas esenciales de las que antes no se hablaba.

2b.-     Por ejemplo, un familiar me confiaba las dificultades con su nieto, ya tiene 10 años, que tiene síndrome de Asperge y nunca lo había comunicado abiertamente.
Con una persona pude compartir una dura situación con su padre durante más de una hora y al final me agradecía repetidamente porque de eso no podía hablar con nadie.
Con otra, que no está bien síquicamente y me costaba mucho escucharla, después de un buen rato, se despedía pidiéndome disculpas por el tiempo que me había ocupado y me salió de dentro decirle (estoy segura que fue un impulso de Dios): “no te preocupes y llámame cuando tengas necesidad de hablar”. De ahí siguió una profunda conversación, al final me decía que había sido para ella un rato de Paraíso y dábamos gracias a Dios.

2c.-      También ha sido apoyar acciones generosas de solidaridad como la de una amiga que ha acogido en su casa a dos niños de un Centro de acogida durante este periodo o participar del miedo de una madre que debía dar a luz en estos días, con cesárea, y después de la alegría del feliz nacimiento de la hija.

2d.-     No poder comulgar sacramentalmente, al principio me costaba mucho ya que toda la vida he ido a Misa diaria. Pero ahora estoy descubriendo mejor otras presencias de Jesús, sobre todo en las Palabras del Evangelio y, siguiendo las Misas por la TV, muchos días experimento una unión con Dios mayor que algunas veces cuando estaba físicamente presente. Las lecturas del día y las homilías del Papa me están calando profundamente: pido a María saber conservarlas en mi corazón como Ella y siento que, en el momento oportuno, las recuerdo y tengo la fuerza de ponerlas en práctica.
Por ejemplo, un día me venía la tentación de pensar que no puedo hacer nada directamente por las personas que sufren, pero recordé que “somos un cuerpo” y eso me dio la paz, para seguir tratando de ser fiel en lo pequeño, segura de que eso también ayuda a las que están en primera línea luchando contra el virus.




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