CAMINO HACIA LA LUZ
…Este año Jesús, en su paso
de la muerte a una vida completamente nueva, nos cuestiona y nos encuentra a la escucha.
Pero precisamente aquí es donde la fe y
nuestro carisma vienen en nuestra ayuda: en Jesús crucificado y
abandonado –el Dios de este presente que no comprendemos– encontramos la respuesta. Incluso
la soledad, en la que tal vez ahora nos vemos obligados a vivir, si la vivimos
con Él, “puede poblarse y llenarse con su Reino” (Ch. Lubich).
Solo eligiéndolo, abrazándolo en cada
dolor y amándolo de manera exclusiva, nosotros y toda la humanidad encontraremos
el camino hacia la luz, hacia un nuevo nacimiento.
¡JESÚS HA RESUCITADO! Hagamos esta experiencia
de pasar continuamente de la muerte a la resurrección y propongámosla a muchos, a todos.
Así nos preparamos para el mañana y
ponemos bases sólidas al mundo que será después, cuando volvamos a encontrarnos
y abrazarnos personalmente. ¡FELIZ PASCUA!
MARÍA (“EMMAUS”) VOCE
(presidenta del movimiento de los Focolares)
Felicitación Pascual 2020
SABOREAR LA PRESENCIA DEL RESUCITADO
…Y, finalmente: Domingo de Pascua. Es el triunfo de Jesús
resucitado que conocemos y revivimos también en nosotros en pequeño,
personalmente después de haber abrazado el abandono, o cuando unidos de verdad en su nombre,
experimentamos los efectos de su vida, los frutos de su Espíritu.
El Resucitado debe
estar siempre presente y vivo en nosotros en este año…
en el que el mundo espera no solo personas que crean y lo amen en cierta
medida, sino testigos
auténticos que puedan decir de
verdad, como la Magdalena a los apóstoles después de haberlo encontrado junto a
la tumba, aquellas palabras que conocemos, pero que son siempre nuevas: “¡Lo hemos visto!”. Sí, lo hemos
descubierto en la luz con la que
nos ha iluminado; lo hemos palpado en la paz que nos ha
infundido; hemos
oído Su voz en el fondo del
corazón; hemos
saboreado su alegría incomparable…
CHIARA LUBICH (conferencia
telefónica, Conexión CH, Castel Gandolfo, 20 de abril de 2000). Cfr. “Las cuatro palabras”, en: CHIARA LUBICH,
Unidos hacia el Padre, Ciudad Nueva,
Madrid 2005, pp. 22-25.
SEMILLA DE LA ESPERANZA
…las mujeres fueron al sepulcro… Como nosotros, tenían en los ojos el drama del
sufrimiento, de una tragedia inesperada
que se les vino encima demasiado rápido. Vieron la muerte y tenían la
muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el
mismo fin que el Maestro? Y después, la inquietud por el futuro, quedaba todo
por reconstruir. La memoria herida, la esperanza sofocada. Para ellas, como
para nosotros, era la hora más oscura.
Pero en esta situación las mujeres no se quedaron paralizadas, no cedieron
a las fuerzas oscuras de la lamentación y del remordimiento, no se
encerraron en el pesimismo, no huyeron de la realidad. Realizaron
algo sencillo y extraordinario: prepararon en sus casas los perfumes para el
cuerpo de Jesús. No renunciaron al amor: la misericordia iluminó la oscuridad del
corazón. La Virgen, en el sábado, día que le sería
dedicado, rezaba
y esperaba. En el desafío del dolor, confiaba en el Señor. Sin
saberlo, esas mujeres preparaban en la oscuridad de aquel sábado el amanecer
del «primer día de la semana», día que cambiaría la historia. Jesús, como
semilla en la tierra, estaba por hacer germinar en el mundo una vida nueva; y las mujeres,
con la oración y el amor, ayudaban a que floreciera la esperanza...
… Y después encontraron a Jesús, el autor de la esperanza, que confirmó el
anuncio y les dijo: «No temáis» (v. 10). No temáis, no tengáis miedo: He aquí el anuncio de la esperanza.
Que es también para nosotros, hoy...
En esta noche
conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el
derecho a la esperanza; es
una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo… La esperanza de
Jesús es distinta, infunde en el
corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien, porque incluso hace
salir de la tumba la vida...
Podemos y debemos
esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha
venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y
en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más
oscuros de la vida. Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas
sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la
muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido.
…Contigo, Señor, seremos probados, pero no turbados. Y, a pesar
de la tristeza que podamos albergar, sentiremos que debemos esperar, porque contigo la cruz
florece en resurrección, porque Tú estás con nosotros en la
oscuridad de nuestras noches, eres certeza en nuestras incertidumbres, Palabra
en nuestros silencios, y nada podrá nunca robarnos el amor que nos tienes.
…acordarnos de que hemos sido amados y llamados por Dios… Necesitamos
retomar el camino…
…el
anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados,
sino que hay que llevarlo a todos. Porque todos necesitan ser reconfortados y, si
no lo hacemos nosotros, que hemos palpado con nuestras manos «el Verbo de la
vida» (1 Jn 1,1), ¿quién lo hará? Qué hermoso es ser cristianos que
consuelan, que llevan las cargas de los demás, que animan, que son mensajeros de
vida en tiempos de muerte. Llevemos el canto de la vida…
…le damos
la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida.
PAPA FRANCISCO, Homilía en la Vigilia Pascual en la Noche
Santa, 11 abril 2020
DESCUBRIR LA
PRESENCIA DE DIOS EN MEDIO DE NOSOTROS
Ha tenido que cesar el ruido y hacerse oscura la noche para obligarme a
"volver a casa", al corazón. "Dios estaba dentro de mí, y yo
fuera". Ahora sí, en su presencia, con los ojos limpios, veo cómo se
manifiesta su Amor entre nosotros.
Para que el amor sea "luz en el sendero", claridades y apagones
nos van enseñando a sanarlo y purificarlo. Pero mejor no aprenderlo solos. Que
es "más Luz" el amor cuando con humillad nos abrimos y comunicamos
recíprocamente.
P. MANUEL MORALES, O.S.A, Comentario al Pasapalabra diario del viernes
17 abril
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