martes, 30 de noviembre de 2021

MANTENER LA PAZ

 VIDA DE LA PALABRA                       últimas semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28):

1.-        Ayer me tocó esperar en la cola del Banco más de una hora y con una pesada bolsa de “calderilla” en las manos. Me venía la tentación de impacientarme, pero el Pasapalabra, (una frase-ayuda diaria a centrarnos en la Palabra de Vida del mes; ayer: “mantener la paz a costa de todo”), y el recordar a José Varas, me han ayudado a trabajar por la paz como pide la PdV.

Así que, he aprovechado para rezar el rosario y luego, cuando finalmente me han atendido, (dado que a uno de ellos le mando este correo-e. con la PdV), al comentar él mi paciencia, he aprovechado para contarles que estaba tratando de vivir la PdV, mientras terminaban de atenderme, (sin alargarme, para no entorpecer a los muchos que todavía hacían cola); y la otra también ha entrado en animada conversación, así que hemos quedado sonrientes los tres.

 

2.-        El viernes estaba yo saludando a toda la gente que se acercaba a la Parroquia. Hubo una que pasó por delante, (sin mirar ni responder a mis “¡buenas tardes!”), y se dirigió al otro sacerdote. Al poco, este le dijo con calma que con quien tenía que hablar era conmigo: y a mí vino toda exigente.

         Se notaba que no me estaba diciendo del todo la verdad, (como así quedó demostrado por una intervención inocente de su niño cuando se acercó un instante).

         A pesar de que no me dejaba terminar las frases y no acababa de escucharme que varias veces ya le había respondido “sí”, (y que su marido de vez en cuando la paraba), continué tratando de no juzgar y de seguir sonriéndoles (más allá de la mascarilla) manteniendo la paz y buscando al menos intercalar un mensaje que apelara a la responsabilidad de la vida cristiana de la que presumía y al compromiso que requiere y merece.

         Todo el tiempo tenía yo en mente la PdV, ¡trabajar por la paz!, aunque me estaba costando. Preferí pasar por “ingenuo” y confiar en la misericordia y la Providencia de Dios en relación a la aceptación de lo que nos solicitaba y que, con ello, al menos no les quedara un resabio contra los curas y la Iglesia, y así al menos dejar una posible “puerta abierta” en el futuro.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9), la de octubre («Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que lo aman», Rm 8, 28) y la de septiembre («Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos», Mc 9, 35):

 

1.-        “gracias por el correo del otro día. Los días se pasan volando, “sin verlos”, con mil ocupaciones, pero siempre con “mi único Bien” sin dejarlo a un lado, sin dejarlo al borde del camino, (porque sería mi perdición, claro está), y lo más importante: Él nunca me deja al borde del camino a mí.

Al día siguiente de estar ahí hablando contigo, una mañana que se presentaba prometedora, con bastante tiempo para dedicarme a hacer cosas, viene un señor a decir que quiere dar ropa y, hablando con él, se veía que no tenía prisa, me contó su profesión, que le apasiona, etc… Al final llegó la hora del ángelus, al oír la campana lo invité a rezarlo juntos, él aceptó. Nos dio la ropa, se hizo bienhechor con una donación anual, y al final me dijo, emocionado: “después de muchos años he rezado el Ave María”.

Doy gracias a Dios por este encuentro, rezo por este hombre, y también le pido que no sea yo egoísta con mi tiempo, con las ocupaciones: que no se vuelvan preocupaciones, sino que sepa abandonarlas en las manos de Dios, que Él provee siempre.

 

2.-        “Ay!, y que la Palabra de Vida sea siempre tan fácil de aplicar a nuestro día a día…!: parece que está pensada para cada uno de nosotros.

Se nos avecinan tiempos difíciles. A mi pequeña sobrina se le ha complicado un problema de ansiedad que llevaba arrastrando ya unos meses demasiado largos y ha tenido que ser ingresada en el área de psiquiatría. No te puedes imaginar lo duro que está siendo para todos. Aunque nos resulte muy difícil, consuela pensar que está en la mano de Dios y que es para su bien. Todos rezamos porque encuentre las fuerzas necesarias y pueda recuperarse y así volver a ser la niña tan linda que ella es.

2b.-     Y trabajar por la paz. Mi día a día básicamente, Paco. He de dar gracias porque la convivencia en nuestro nuevo "maxi-hogar" está siendo más fácil de lo que esperábamos, pero aun así, la de veces que a lo largo del día tengo (tenemos) que pensar en buscar esa paz en lugar de entrar en polémica... Desde que nos levantamos y tenemos que movilizar a los chicos para ir al colegio hasta que nos vamos a dormir, se nos dan infinidad de situaciones en las que aún tenemos que encontrar el equilibrio entre sus costumbres y las nuestras. Pero oye, ¡¡lo bien que sienta buscar esa conciliación y paz!! Gracias de verdad por estas Palabras que nos mandas.

 

3.-        “aunque no te contesto, te sigo cada 15 días con la PdV. Gracias por enviarla: cada mes es un soplo de aire fresco y nuevos retos; es que cada mes la PdV es como si viniera al dedillo para mí.

Este mes es trabajar por la paz, esa paz interior que tanto busco, anhelo y trabajo, intentando transmitir paz también…

Maravillosas todas las experiencias que cuentas de los feligreses, vecinos... Todas las vivencias para Gracia de Dios. Vivo por ti y por los de la Obra de María mis experiencias. Dios me ha regalado el traslado en el trabajo, justo al lado de casa: estoy muy contenta. Como familia, estamos también caminando juntos por este camino de paz.

 

4.-        “tras la lectura de tus dos correos con las PdV, he decido compartir yo también. Me he sentido muy inspirada por las mismas; han aparecido en el momento que más las necesitaba. Por eso, te quiero dar las gracias por tratarme como una amiga y una hermana compartiendo palabras tan sinceras. 

He recapacitado mucho sobre… la paz y el amor. Vivimos en guerra con nosotros mismos, con los demás… Sin duda, no todos hemos aprendido a amar desinteresadamente, es decir, sin miedo a que no nos amen a cambio. Qué cobarde he sido en los momentos en que sentía amor hacia una persona y no lo he expresado por miedo a que me abandonase, a que huyera. En su lugar, solía guardarme ese sentimiento tan bonito, desvirtuándolo y convirtiéndolo en una coraza que me “protegiese” de la persona a la que estoy amando... Este comportamiento reactivo lo he visto tanto en jóvenes, como en adultos. Creo que hace falta mucha valentía para ofrecer amor sin esperar nada a cambio…

Buscamos fuera soluciones, preguntamos qué creen los demás que es la mejor solución, como si la vida, de un examen se tratarse. He… llegado a la conclusión de que tenemos que dejar de buscar fuera, y reencontrarnos con nuestro interior, porque es en él donde encontraremos las respuestas que tanto buscamos. Es en ese momento cuando te das cuenta de que somos seres con una gran capacidad de amar; que el amor es infinito, y que solo cuando somos capaces de darlo de forma desinteresada, sentiremos una paz infinita...

Es más, me he dado cuenta de que una persona que no es capaz de amar, o manifestar su amor, está repleta de miedo, mucho miedo. Puede que ese miedo sea fruto de experiencias pasadas, propias, o ajenas. Me di cuenta de esto, porque he crecido con miedo a amar, lo cual me empujaba a mi vez a rechazar el amor de los demás: bien por miedo a amar a alguien que en un futuro pudiese desaparecer, bien por miedo a que me hiciesen daño, bien por evitar comprometerme con otra persona, bien porque me privase de mi libertad...

¿Os dais cuenta? Esto equivale a vivir a la defensiva, confundiendo el amor con falta de libertad, con pérdida de identidad, con dependencia… las relaciones son cada vez más esporádicas, mundanas, superficiales, poco sinceras, e interesadas. Apartamos a aquellas personas que no nos aportan. Nos cuesta mucho ver a los seres humanos como personas dignas de amor por el mero hecho de existir.

Sin embargo, yo, como joven que quiere recibir el bautismo, he decidido dejar de normalizar aquellos actos que me alejan del amor. Quiero dejar de reaccionar ante las actuaciones ajenas. También, quiero dejar de protegerme de los demás, de desconfiar, de tener prejuicios o de esperar a que los demás respondan con agradecimiento al tiempo que les dedico… el amor, nunca sobra, sino que siempre se ha de estar abierto al mismo, pues nos otorga PAZ Y LIBERTAD. Tanto a nivel personal, como por experiencias que he tenido suerte de escuchar de otras personas, me he dado cuenta de que tememos al amor, al amar, y al ser amados. Me da la sensación de que percibimos el amor como un peligro que nos hace dependientes de los demás, o que nos compromete a dar nuestro tiempo y espacio a una persona, robándonos nuestra intimidad, identidad y espacio.

Me he propuesto regalarme la oportunidad de amar. He decidido ser valiente y no dar esperando algo a cambio. He decidido compartir tiempo, palabras sinceras, sonrisas, abrazos. Compartir cuando alguien lo necesite, o más bien, siempre que pueda. No dejarme llevar por sentimientos de odio, ira, envidia, rencor, celos o por la impulsividad del momento cuya consecuencia es privarme de amar y de ser amada.

Me ha costado mucho entender el significado del “amor”.

Y aún sigo tratando de entender qué significa la palabra “paz”... Ha sido mi madre la que me ha servido de inspiración: tras observarla en los últimos años, me he dado cuenta de que es capaz de perdonar, aun cuando la otra persona sigue sintiendo odio; es capaz de decir “te quiero”, sin recibir respuesta a cambio y, aun así, volver a recordarle a esa persona que pese a ello, la seguirá queriendo siempre; es capaz de entender que si aquella persona de la que hablaba no acoge su amor, es porque lo necesita más que nunca, y tiene que ser fuerte y perseverante; que la aceptación, el cuidado, el perdón, la paciencia, y la escucha, también son manifestaciones de amor. Me ha enseñado, en suma, que EL AMOR LO CURA TODO. Que el secreto para obtener paz en nuestro interior y en el de los demás, está en hacerlo todo con amor.

¿Cuál es tu objetivo y qué te gustaría dejar en este mundo? Sinceramente, mi único objetivo es aprender a amar y que toda persona que esté junto a mí se sienta en paz. Parece sencillo, pero requiere una gran fuerza de voluntad y mucha valentía.

Así, me he prepuesto que sea el amor y la paz lo que guíe mis pensamiento y actuaciones. Quiero ser disciplinada para no odiar al que decide alejarse de mí, al que me trata con desprecio o indiferencia. Quiero hacer las cosas sin esperar nada a cambio. En conclusión, quiero y necesito saber qué es amar de verdad y sentir una paz plena.

Así, me despido con estas dos palabras que tanta falta nos hace poner en práctica: PAZ Y AMOR. AMA, Y DESPRENDETE DEL MIEDO A SER AMADO.

 

 

 

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