VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de MARZO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de marzo («Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden», Mt 6, 12) y la de febrero («Al que venga a Mí no lo echaré fuera», Jn
6, 37):
1.- La PdV, como siempre, me ha
venido fenomenal. Ha habido distintas cosillas que estas semanas me han
“escocido”, (por diversos frentes, la mayoría insospechados) y aunque yo no
tenía nada que perdonar, me venía en seguida tanto la PdV de marzo como la de
febrero y trataba de reaccionar en consecuencia: con paz y con una sonrisa. A
la vez era un decirle “sí” a Jesús crucificado y abandonado, y, como Él, no
dejar de amar, lo cual conllevaba dos cosas: por un lado, acoger lo que sucedía
o me decían tratando de buscar con ecuanimidad lo que Dios quería decirme a
través de esos acontecimientos para tratar de crecer y mejorar; y, por otro
lado, mantener la serenidad de que, donde hay cruz, (mejor dicho, ¡donde está
el Crucificado!), si uno se lanza a amar, (aunque no sea más que con la escucha
o con la aceptación o con una sonrisa), luego habrá resurrección. De hecho, en
este sentido, Chiara Lubich afirma: “no hay espina sin rosa”.
1b.- Lo anterior ha sido, por todo
ello, una gotita entre muchas que ha contribuido, (creo yo), a que el primer
retiro de la comunidad parroquial que aquí hemos tenido el pasado sábado
resultara de abundante fruto espiritual: la gente sin ganas de irse al acabar y
proponiendo repetirlo; profundidad en la oración y adoración; conocimiento
mutuo y convivencia en el ratito de descanso y refrigerio. De tal manera que la
“oración de la comunidad cristiana” que, como colofón recitamos para acabar,
era como llover sobre mojado.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», Mt 6, 12):
1.- “…con preocupación, al igual que muchas personas por
motivo de la guerra.
Desde que me he jubilado, salgo a pasear con mi esposa todos los días que
podemos: rezamos el Rosario, pedimos y damos gracias a Dios por nuestros hijos
y las personas necesitadas.
En cuanto a mí, sigo luchando para olvidar determinadas situaciones
vividas, y perdonar a algunas personas; bien dice la Palabra de Vida de
este mes… Es mi lucha, y pido al Señor que me ayude a superarlo…
Gracias por enviarme la Palabra de Vida y reflexiones…”.
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