VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de MARZO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de llevar
a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de marzo («Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden», Mt 6, 12) y la de febrero («Al que venga a Mí no lo echaré fuera», Jn
6, 37):
1.- La PdV de marzo me ha ayudado en
tantas ocasiones a no “sentirme ofendido” ante cosas que me escocían. Además,
casi seguramente, nadie pretendía molestar.
Pero, en cambio, la Palabra que más he
continuado viviendo ha seguido siendo la del mes anterior: acoger.
Te cuento, p.ej., la tarde de este miércoles:
ofrecido
uno de los salones parroquiales para dar clase de español a ucranianos,
acogerlos a ellos con sonrisas (más allá de que no nos entendiéramos con
ninguna palabra) y a la profesora, con la cual luego al acabar pude mantener
una bonita conversación en la que expresó heridas que tenía en el alma;
mientras
me despedía, una señora salía también de rezar en la iglesia y me presenté:
charlamos y al final, como pasará por aquí dos veces por semana para llevar a su
hijo al polideportivo, propuso charlar de vez en cuando y confesar;
al rato,
entraba un señor al que tampoco conocía yo y me puse a conversar con él:
granadino que por trabajo vendrá de vez en cuando por trabajo y me dijo que le
vendrá bien aprovechar para, además de participar en la Misa, contrastar ideas
y mantenerse encauzado en la fe en sus múltiples viajes;
mientras
él se ponía a rezar, vi a una señora contemplando las figuritas que tenemos en urnas
en la entrada del templo parroquial con escenas del Antiguo y del Nuevo
Testamento, (se ve que encantan no solo a los niños): maestra jubilada que
vivía cerca y también se propuso entrar más veces;
mientras
concluía la conversación con ella, un matrimonio salía de visitar al Santísimo,
así que fui detrás simplemente para dar las buenas tardes, pero al final se
convirtió en un buen rato de conversación, esta vez más directamente sobre la
fe, y el compromiso de ir a bendecirles su recién estrenado hogar, pues ya con
hijos muy mayores, se han venido aquí una casita más pequeña;
y
mientras ellos se iban, terminaba su reunión un grupo parroquial y estuve
saludando, (ya empezaba a oscurecer), a algunos amigos que participaban por
primera vez y me hacían partícipe de lo vivido.
En medio de todo ello, también apareció
por la Parroquia un focolarino casado, con quien hacía mucho que no hablaba tan
largamente.
Fue toda una tarde totalmente inesperada y muy bonita por
entrelazar relación con personas nuevas: se les notaba a cada uno de ellos
alegre y sorprendido. Y yo, serenamente feliz en mi corazón y con mucho agradecimiento
a Dios, poniéndolos en Su Corazón para que Él los vaya conduciendo interiormente.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de marzo («Perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», Mt 6, 12), la de febrero («Al que venga a Mí no lo echaré fuera», Jn
6, 37) y la de enero («Vimos su estrella en el Oriente y
hemos venido a adorarlo», Mt 2, 2):
1.- “…¡Ay, qué apropiada es la PdV para todo el proceso que estoy viviendo! Desde
que me lancé a solicitar la nulidad matrimonial, he tenido que revivir
muchas cosas de las que pasaron, del dolor sufrido. Incluso he tenido que
volver a hablar con él. Sorprendentemente, me ha pedido disculpas por todo lo
que me hizo pasar, de su falta de compromiso cuando dimos el “Sí, quiero”. Pero
más sorprendentemente aún, me he dado cuenta de que es una herida totalmente
cicatrizada. Así que solo tuve que mostrar una sonrisa y decirle que por mi
parte estaba todo perdonado. ¡Lo bien que sienta! Gracias por tus
mensajes!!!…”.
2.- “…normalmente no contesto a los correos, pero hoy necesito exteriorizar el
bien que me ha hecho leer en el último que nos mandaste la oración de San
Francisco de Asís, (este año si Dios quiere, mi hija irá a Asís, lo cual me
llena de gozo: solo espero que al final se pueda hacer), y la canción del Gen
Verde...: hummm no sé cuál será el efecto de los opiáceos, pero a mí leer estas
palabras me llevan a un estado de felicidad tremendo.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS, por tu
trabajo en la siembra, aunque muchas veces (o al menos yo), vaya tan deprisa
que me pase desapercibido, por lo que también aprovecho para disculparme…”.
3.- “…como sabes, trabajo cuidando personas mayores. La señora con la que estaba
empezó a maltratarme verbalmente. Hasta que, herida cada vez más mi dignidad de
persona, no tuve más remedio que decirles que buscaran a otra persona cuanto
antes, que yo iba a dejar ese empleo, a pesar de que me es imprescindible, pues
no tengo a nadie y cada vez es más difícil un nuevo trabajo.
Bajaba
desanimada y desolada del piso en el que había estado trabajando y me senté en
la escalera y miré el correo-e.: ese día escribiste lo que Jesús hablaba para
mí. La PdV de noviembre pedía: “cansancio y pereza no tienen la última
palabra”. Jesús me lo dijo fuerte y directo al corazón: decidí subir de nuevo y
trabajar por la paz. En cuanto aparecí, la señora me pidió perdón. Parecía que,
a la vez que Jesús me hablaba a mí, también habló a la señora. Una señora de
temperamento muy fuerte, que nunca había pedido perdón ni a su marido ni a
nadie y hasta con las hijas es siempre muy dura; de hecho, ellas y la otra empleada
se quedaron muy sorprendidas. Pasó la gracia de Dios sobre ella, igual que
sobre mí.
“Ver con ojos
nuevos a cada prójimo”: ¡cuánta sabiduría encierran esos ojos nuevos! Quisieran
ponerse en los ojos de Dios, que con infinita paciencia espera, confía y nos da
ánimos. ¿No estamos todos en camino?: ¿a qué tanta prisa por juzgarnos? Pasando
los días, poco a poco empezamos a hablar de la fe e incluso semanas después me
animé a invitarla a que rezáramos juntas. Actualmente lo hacemos todos los
días. Incluso las hijas hasta bendicen ahora la mesa.
Cuando
estoy muy enojada o estoy en un momento difícil me voy a esa palabra de vida de
noviembre: “bienaventurados los que trabajan por la paz”. Muy relacionada con
la PdV de este mes: un perdón como el de Dios…”.
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