VIDA DE LA PALABRA primeras semanas JUNIO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la de mayo («En
cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí», Ga 5, 22-23):
1.-
Hace unos meses alguien me confiaba que su matrimonio iba mal: le dije que
viniera con su cónyuge para así escuchar las dos versiones. A lo largo del rato
todo iba de mal en peor. Yo, sin distraerme en esas casi dos horas de escucha,
en algunos instantes rezaba interiormente parafraseando la PdV de ese mes: “muéstrame tus caminos, Señor, para
aconsejarles; enséñales a ellos sus sendas”. Visto que no había salida,
fiándome de la PdV, al final empecé a hablar yo, a tratar de diseccionar
actitudes, y… a proponerles unos retos, entre otros, que viniera cada uno a
confesarse con regularidad, que vieran juntos la peli “Proof of fire” y seguir
el libro que ahí mencionaba, (de hecho, a los pocos días se compraron dos por
internet … y funcionó las primeras jornadas…).
Pasados
algo más de 50 días, llegó el domingo que les había fijado como plazo y
vinieron a charlar conmigo: ¡humanamente eso no tenía remedio! Casi me entra la
desesperación escuchándoles, pero me acordé de los dones del Espíritu Santo que
hablaba la PdV de mayo. ¡Sólo Él podía poner solución! Después de un rato
dicen: “no tenemos remedio, ¿verdad?”.
Y fiándome del Espíritu Santo, en cambio, para su sorpresa solo les digo: “si no tuvierais solución, no estaría ahora
empleando este tiempo con vosotros ni tantas horas como hemos echado otros días”.
Se quedaron entre estupefactos o incrédulos. Y continué: “Y dentro de 3 ó 5 años, cuando tengáis esto superado, seréis vosotros
los que estaréis aconsejando y ayudando a otros matrimonios en situaciones
similares como la que estáis pasando”. Les doy la Palabra de Vida para que
la lean y la intenten llevar a lo cotidiano. Les explico la eficacia de rezar
en unidad (en los correos de julio de 2014 te lo desgranaba) y hacemos una
oración, (un consenserint), juntos. oracion-en-unidad Se
van y les paro; vuelven y añado: “ ¡eh!
¡Así no!: os dais la mano y os vais paseando”.
Dos
semanas después, primero uno y días después la otra, me dicen: “parece que vamos mejorando”.
1b.-
Al final de esa misma semana una de sus niñas, antes de las catequesis, se
me acerca: “necesito otra vez tu ayuda”.
Yo creí que era para sus padres, pero no: “mi
abuelo está muy malito; necesito tu ayuda para rezar, como hace 6 meses que me
ayudaste”.
Tres días después su padre me
escribe: “…don Paco, mi padre ya se está
yendo con Dios y estoy muy mal, con mucho dolor, aunque sé que va al reino de
Dios… sólo pido que Dios perdone a mis hermanos y hermanas por no dejarme
llamar al párroco…”. Es la hora de la siesta de mi día libre; recordando la
paz que debo tener (como la Palabra de junio repite) y que no puedo guardarme
sólo para mí, le escribo: “cuando tengas
un minuto, me llamas por teléfono y hacemos juntos una oración”. Diez
minutos después, me llama llorando de pena porque su padre no va a recibir los
últimos sacramentos; le recomiendo un par de “tácticas”, pero, sobre todo, (volviéndole
a explicar Mt 18, 19), rezamos juntos
otro consenserint. Veinte minutos
después me vuelve a llamar y para mi sorpresa, (¡hombre de poca fe yo!): “ni te imaginas con quién me he encontrado:
con el sacerdote… ¡ante mi padre!”, me dice arrancando de nuevo a llorar,
pero esta vez de alegría y agradecimiento.
Falleció luego esa noche, pero
con la seguridad en la fe de haber emprendido el viaje definitivo hacia la casa
del Padre con todos los auxilios sacramentales y espirituales.
Dos días
después veo a este amigo en la primera Misa del día con gafas de sol: sin que
él me lo pida, la ofrezco nominalmente en sufragio por el eterno descanso de su
padre; lo veo emocionarse. Al acabar, me acerco a darle un abrazo y me dice
(llorando de nuevo): “estoy triste, estoy
feliz, estoy agradecido, me falta…; no sé cómo estoy: no puedo dejar de
agradecer a Dios la de cosas y relaciones que se han arreglado en estas semanas”.
Me
marcho al hospital, a continuar mi jornada… y...:
1c.- Ya voy a salir de dar la
Comunión a una señora mayor en su habitación (lleva más de un mes ingresada) y con
tenue hilo de voz me para: “ayer se
equivocaron, y me pincharon no en vena, sino en arteria, me dolía muchísimo y
recé: por el Papa y por Paco”. Me emocioné. Siempre se lo digo a todos los
enfermos: el Papa pide oraciones a todos, yo también te pido que reces por mí,
por todas las muchas tareas que tengo. Voy “mendigando” oraciones ante cada
enfermo o anciano: cuando hay algún familiar, se sonríen simpáticamente, como
si yo estuviera hablando a un niño, pero les digo, (re-cal-can-do cada
palabra): “ni os imagináis el tesoro que
es una persona mayor y/o un enfermo; vale más que todo el oro, porque son muy
similares a Jesús abandonado, porque Él está sufriendo en ellos”. Así que,
me acuerdo de algunos de problemas, (como los que he contado antes): sin duda en
su resolución han influido (¡y mucho!) las oraciones y ofrecimiento de esta y
otras personas mayores y/o enfermas.
Ya estoy
saliendo del hospital… veo una cara conocida… y saludo sin saber muy bien quién
es. Me reconoce y, presentándome a su anciana madre como amigo de unos
parientes políticos suyos, me cuenta que su madre está regular: hubo una
explosión en el piso de al lado, y saliendo, se acuerda de su amiga (muy mayor
también y con parkinson), vuelve, se asoma y, viendo el fuego, le entra la tentación
de escapar cuanto antes… Nos interrumpe la conversación ya la buena mujer y
termina ella misma: “yo quería irme, pero
no podía dejar allí a mi amiga, así que, entré y… no sé cómo… milagrosamente…
logré sacarla… Dios me dio fuerzas…”, y le entra la congoja…, se pone nerviosa
recordando el hecho…, llora...
Toda
esta gente, con su experiencia de vida, con su rezar con fe… ¡cuántas cosas
Dios nos arregla a nosotros (y al mundo) por la entrega, fe y oración de estos
mayores llenos de fe sencilla pero arraigada!, ¡o por tantas monjas, como mi
tía, con su “ora et labora”!: la comunión de los santos, el misterio del Cuerpo
místico de Cristo... Como para “creerme” que a veces ayudo yo a solucionar
cosas, cuando ¡seguro que son estas personas con su oración las que mueven el
corazón de Dios más allá de lo desagradecidos que le somos los humanos! Y esta
paz es la que habla la PdV y que no puedo dejar de transmitir.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de de junio («Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la mayo («En
cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí», Ga 5, 22-23) y la de abril («En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna», Jn 6,
47):
1.- “…hoy he tenido un día muy bonito. He cambiado de
planes, no espero a confesarme para ponerme en marcha, ya lo he hecho desde
hoy: esta mañana operaban de la cadera a la tía de una amiga y la he llamado
tres veces para interesarme por ella.
Por la tarde, recordaba que a una compañera de la parroquia la operan de la
muñeca mañana. No es que tenga mucho trato con ella, pero la verdad es que es
muy maja; y sin pensarlo dos veces la he llamado, también para interesarme por
ella y por si necesita ayuda en algo. La verdad es que nos hemos puesto a
hablar y hemos estado casi media hora al teléfono.
Cuando he colgado es de eso que piensas: “caramba, con lo maja que es esta chica ¿por qué no la he llamado antes?,
¡con la de veces que la he visto en la parroquia!”. Por un momento he
estado tentada de quedarme en ese sentimiento negativo y quedarme con el
lamento, pero he decidido que no: no le iba a dejar a mi cabeza tener ese
pensamiento. No quería quedarme en lo que pude haber hecho y no hice:
prefería pensar en lo que sí que puedo hacer y voy a hacer de aquí en adelante…”
2.- “…acabo de recibir la P d V de este mes: la
espero siempre con ilusión para escribirla en el calendario y tenerla siempre
presente… releyéndola siempre y en los momentos más críticos... Pero después de
leer las experiencias de amor y de unidad tan hermosas y duras... mi vida es de
alabanza y gloria a Dios... a pesar de las situaciones dolorosas que pueda
haber en mi vida.
Después
de pasar por el quirófano y de recibir oraciones, compañía, amor y unidad, no
me queda más que decir a muchos y a todos GRACIAS!!! Y como me enseñaron que Emaús
(Maria Voce) ante una enfermedad, todos le ofrecían oraciones, tomo su ejemplo
y las acojo todas para luego que Dios las reparta a quien más las necesite.
Hasta
Jesús-Eucaristía vino a mí en el hospital, de tus manos (en esos días que
cuentas al principio en tus experiencias... que ni dormir te dejamos los
hospitalizados)…”
3.- “…contarte que Dios nos
sorprende cada día más: vemos su bendición a cada paso... Hemos estado 17
mujeres con una misión preciosa… y yo con la ayuda de mi marido...: divulgar el
amor al Sagrado Corazón, retomar cada primer viernes de mes, como acto de
consagración, y comprar los Sagrados Corazones abandonados en los mercadillos
para que vuelvan a ser el centro en nuevos hogares... Este viernes se
consagrarán unas 4000 personas con unas postales tamaño cuartilla que hemos
repartido con un Sagrado Corazón precioso... ¡Van a consagrarse colegios
enteros...! ...sólo podemos seguir dando gracias a Dios…”
Si
quieres leer más experiencias similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
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