PALABRA DE VIDA diciembre
2017
«He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra»
(Lc 1, 38)
En su casa de
Palestina, un lugar anónimo en la periferia del potente Imperio Romano, una
mujer joven recibe una visita inesperada y estremecedora: un mensajero de Dios
le trae una invitación y espera su respuesta.
«Alégrate», le
dice el ángel al saludarla; y luego le revela el amor gratuito de Dios por ella y
le pide que colabore
en el cumplimiento de su designio sobre la humanidad.
María acoge con
estupor y alegría el don de este encuentro personal con el Señor y, por la plena confianza que deposita en el amor de Dios, también ella se entrega
totalmente a este proyecto aún desconocido.
Con su «¡heme aquí!» generoso y total, María se
pone con decisión al servicio de Él y de la humanidad y, con su ejemplo, indica a todos un modo
luminoso de adhesión a la voluntad de Dios.
«He aquí la esclava del Señor; hágase en
mí según tu palabra».
Meditando esta
frase del Evangelio, Chiara Lubich escribió: «Para
cumplir sus designios, Dios solo necesita personas que se entreguen a Él con
toda la humildad y la disponibilidad de una esclava. Con su actitud,
María –verdadera representante de la humanidad, cuyo destino asume– deja todo el
espacio a Dios para su actividad
creadora. Pero ya que “siervo del Señor”, además de expresar humildad era
también un título de nobleza que se atribuía a los grandes servidores de la
historia de la salvación, como Abrahán, Moisés, David y los profetas, con estas
palabras María afirma
toda su grandeza».[1]
«He aquí la esclava del Señor; hágase en
mí según tu palabra».
También nosotros podemos descubrir
la presencia de Dios en nuestra vida y
escuchar esa
«palabra» que nos dirige a cada
uno para
invitarnos a hacer realidad en la historia, aquí y ahora, un fragmento de su designio
de amor. Pero podríamos sentirnos bloqueados por nuestra fragilidad
y por una sensación de ineptitud. En ese caso, hagamos nuestra la palabra del
ángel: «Nada es imposible para Dios» (Lc 1, 37) y confiemos en su poder más que en nuestras
fuerzas.
Es una experiencia
que nos
libera de condicionamientos y de la presunción de bastarnos a nosotros mismos,
pone de manifiesto nuestras mejores energías
y unos recursos que no creíamos tener y nos hace capaces de responder
con el amor.
Cuenta una pareja
de casados: «Desde el comienzo de nuestro
matrimonio abrimos nuestra casa a los familiares de niños hospitalizados en la
ciudad donde vivimos. Han pasado por casa más de cien familias, y siempre hemos
procurado ser una familia para ellos. Muy a menudo la Providencia nos ha
ayudado a sostener económicamente esta acogida, pero contando con nuestra
disponibilidad previa. Hace poco recibimos una suma de dinero y pensamos
dejarla en reserva: seguro que le vendría bien a alguien. De hecho, al poco
tiempo nos llegó otra petición. Es todo un juego de amor con Dios, y nosotros solo tenemos
que ser dóciles y estar al quite».
«He aquí la esclava del Señor; hágase en
mí según tu palabra».
A vivir esta frase
del Evangelio nos puede ayudar la sugerencia de Chiara de acoger la Palabra de Dios como hizo María: «…con
total disponibilidad, sabiendo que no es palabra de hombre. Siendo Palabra de
Dios, contiene en sí la presencia de Cristo. Así pues, acoge a Cristo en ti en su Palabra.
Y con una prontitud muy activa, ponla en práctica momento a momento. Si lo
haces, el
mundo volverá a ver pasar a Cristo por las calles de nuestras
ciudades modernas; a Cristo en ti, vestido como todos, trabajando
en las oficinas, en las escuelas, en los lugares más variados, en medio de
todos»[2].
En este tiempo de
preparación para la Navidad, busquemos también nosotros,
como hizo María, algún rato para estar cara a cara con el Señor, por ejemplo
leyendo una página del Evangelio.
Procuremos reconocer su voz en nuestra conciencia,
iluminada así por la Palabra y sensible ante las necesidades de los hermanos
con los que nos cruzamos.
Preguntémonos: ¿de qué modo puedo ser una presencia de Jesús hoy y así
contribuir, allí donde vivo, a transformar la convivencia humana en una
familia?
El «heme aquí» con
el que responderemos hará que Dios siembre la paz en torno a nosotros y
acreciente la alegría en nuestro corazón.
[1] C. Lubich, «No pierdas esta ocasión»: Palabra de vida, diciembre 1981: cf. Ciudad Nueva n. 162 (1981/12), p. 21.
N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida
y en
MP3 para escuchar en el
móvil.
en más de 30 idiomas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario