jueves, 30 de noviembre de 2017

AFRONTAR LA NECESIDAD DEL OTRO

VIDA DE LA PALABRA                últimas semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11) y la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5):
1.-        Este mes ha habido muchas pequeñas oportunidades de practicar la PdV (siempre sostenidos por la Gracia; si no…). P.ej. el día que estuve en mi pueblo, fue pasar toda (casi literalmente) la jornada con mi madre, acompañándola (o llevándola) donde tuviera que ir, escuchándola, saliendo a pasear, leyendo en voz alta lo que a ella le apetecía, rezando, la Misa, etc. Ya iba predispuesto a dedicarle bastante tiempo: al final del día, yo no había hecho ninguna de las cosas para las que pensaba haber sacado tiempo, pero contento de habérselo dedicado al Señor en ella, haciéndome uno en todo.
Y así también, a la mañana siguiente, (aunque yo debía regresar pronto a la parroquia), acompañándola al médico (¡más de hora y media de espera!) para así tomar bien nota de todo lo que le dijeran, (ha empezado con problemas en las rodillas).
Inmediatamente después, todavía antes de emprender regreso hacia acá, (también con mi madre) pasé allí por el tanatorio: una amiga y vecina de infancia me había escrito de madrugada que su marido acababa de fallecer (él llevaba 15 años y 7 meses en coma: ¡eso sí que es servir por amor, atendiéndolo día a día!); fue un rato de mucha serenidad, fraternalmente en Dios: sencillo, con plena paz y fe; con el dolor añadido de no poder quedarme para el día siguiente oficiar la Misa “corpore insepulto” tal como ella me había solicitado si yo pudiera.
Además, me habían acabado de llamar de aquí, del hospital (aunque los martes no es día que yo tenga que ir, ni siquiera ocuparme de urgencias), para atender a una persona que llevaba unos 10 días ingresada por intento de suicidio y, ahora, arrepentida, quería hablar conmigo y confesarse. Así que, traté de vivir con paz las casi 3 horas de viaje, rezando por todos (sobre todo por los que había encontrado o iba a ver ese día), escuchando en el coche varias meditaciones de Chiara Lubich sobre María, y, sin pasar por casa, me dirigí directamente al hospital: aunque era la hora de la siesta, me encontré sorprendentemente “ágil” (gracias a Dios) para poder escuchar más de una hora seguida, comprender, consolar, animar… ¡y compartir la alegría de la misericordia de Dios! Y me dio tiempo justo luego para llegar a la parroquia, para abrir a los niños de catequesis cuando se disponían a entrar.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre («El mayor entre vosotros será vuestro servidor», Mt 23, 11), la de octubre («Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5) y la de septiembre («Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame», Mt 16, 24):
1.-        “Gracias de nuevo, Paco, por tu fidelidad en darnos a mitad de mes un nuevo empuje en hacer vida en nosotros la Palabra. La verdad es que no faltan ocasiones de estar al servicio de los demás y poder vivir la de este mes. La he intentado poner en práctica preparando la comida, acercando a una persona a su casa en el coche después de una reunión, realizando diversos servicios en la Residencia de Mayores a la que voy a ayudar los sábados por la mañana,...
1b.-      Pero cuando más me ha ayudado a no replegarme en mí misma ha sido en circunstancias imprevistas: por ejemplo, el miércoles pasado que salía de viaje a otra ciudad y, cuando iba a salir, no pude abrir la cerradura del piso por más intentos que realicé. Llamé enseguida al cerrajero, pero no fue fácil y perdí el billete del tren. Solo porque Jesús dentro me recordaba: "lo que importa es amar en el presente", logré mantener la calma, tratar de ayudarle desde dentro del piso y preocuparme por sus cosas en el buen rato que tardó en poner una cerradura nueva.
1c.-      También, en los dos días que he tenido que hacer un poco de reposo por el dolor en un pierna, me daba la paz -aunque me costaba dejar de hacer lo que tenía programado- la seguridad de la potencia de la oración cuando fallan las fuerzas físicas, como dice el comentario de esta PdV

2.-        “Mi querido amigo: como de costumbre te escribo tarde y, aunque no quiera buscar excusas, la verdad es que la vida nos ha cambiado bastante…: nuestro hijo mayor y sus tres hijos, que siempre han vivido en otra provincia, lleva casi tres años en el paro y como tiene una “enfermedad” muy grave, como es la de tener 51 años, se han venido aquí. Como no tienen otra posibilidad, se han venido a vivir a casa y, aunque son prudentes, nuestra vida se ha complicado algo, ya que nos habíamos acostumbrado a vivir solos.
Creo que no hemos hecho nada más que lo que teníamos que hacer, pero nos supone un sacrificio grande que le ofrecemos a Dios de corazón.
Esto lleva consigo que, en vez de preparar comida para dos, tengo que hacerlo para siete y la verdad es que suelo estar bastante cansado, pues mi salud se va debilitando por mis problemas circulatorios. Todo sea para mayor gloria de Dios.
La salud… de mi mujer también se va resintiendo con bastante rapidez, pero estamos muy unidos los dos y tengo que volver a decirte que, a pesar de todo, le doy gracias a Dios porque estoy viviendo de los mejores años de mi vida, sintiéndome útil, olvidándome de mí mismo y entregado a servir a los miembros de la "nueva familia" que se nos ha formado en casa…
Gracias una vez más por tus envíos que son para mí como viento fresco que entra por la ventana... Como siempre, recibe un fuerte abrazo

3.-        “Paco buenos días: quiero darte las gracias por tantas invitaciones que recibo a tus encuentros...
Bueno, poco a poco y paso a paso, me voy llenando con tu palabra de vida y con las experiencias que compartes con nosotros…
Te mando un dibujito de mi hija: ha coloreado todas las viñetas de la palabra de vida para niños. Por cierto, lo que te conté de la mayor, ya está en el instituto integrada y feliz, compartiendo su tiempo con las que en su día la rechazaban y dándonos ejemplo de que a uno no le hace daño quien quiere sino quien puede.
El evangelio de hoy dice que la verdadera limosna es quien da, no lo que le sobre, si no lo que tiene como imprescindible: qué difícil, ¿verdad? Hace tiempo que me comprometí a que, si veo una persona pidiendo en la calle, sin cuestionarme si es necesitado para comer o no, (es ya bastante humillante pedir, aunque lo gaste en lo que quiera), yo daría algo suelto que tuviese; y lo hago. Pero es solo eso, limosna; quizás ese gesto en el que yo me creo hacer algo bueno, sea poco muy poco a ojos de Dios



Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ
y otras también AQUÍ



N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,

mándamela por correo-e.





No hay comentarios:

Publicar un comentario