jueves, 16 de noviembre de 2017

SERVICIO CONCRETO: HACERSE UNO CON EL OTRO

Aquí tienes algunos textos para tratar de seguir poniendo en práctica con intensidad la Palabra del mes («El mayor entre vosotros será vuestro servidor»):



GOZAR CON QUIEN SE GOZA

Si en los momentos difíciles el compartir trae alivio al dolor, en los momentos felices multiplica la alegría. Quien es solidario en el dolor sabe ser partícipe en las conquistas, en las victorias y en las celebraciones festivas de sus amigos.
Participar de la alegría del otro es participar de su vida, significa que el otro es importante y todo lo que es suyo es mío y viceversa.
Pienso que todos ya experimentamos cuánto aumenta nuestra alegría la presencia de amigos que la comparten con nosotros, hasta parece que la alegría se hace más legítima con la presencia de ellos. Se convierte en un evento que resalta no solo porque estamos alegres, sino también porque la compartimos con los amigos.
Tal vez, alegrarse con quien se alegra sea la parte más fácil del “hacerse uno”, pero no menos importante que el llorar con quien llora. Son solo momentos diferentes de la misma fraternidad.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO



CALOR DE SER FAMILIA

El proyecto de Dios sobre la humanidad… es hacer de todos nosotros una única familia de sus hijos, en la que cada uno le sienta cercano y se sienta amado por Él… sienta el calor de ser familia de Dios. En este gran proyecto encuentra su raíz la Iglesia… La Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con Él, a su amistad, es más, a participar como sus hijos en su propia vida divina… Dios nos convoca, nos impulsa a salir del individualismo, de la tendencia a encerrarse en uno mismo, y nos llama a formar parte de su familia.

PAPA FRANCISCO, Audiencia General, 29 de mayo de 2013



HACER PROPIOS LOS INTERESES DEL PRÓJIMO

Benevolencia: querer el bien del otro. Es 'hacerse uno' con él, acercarnos a él completamente vacíos de nosotros mismos, de nuestros intereses, de nuestras ideas, de tantos prejuicios que nos nublan la mirada, para cargar con sus pesos, sus necesidades, sus sufrimientos, para compartir sus alegrías.
Es entrar en el corazón de aquellos a quienes nos acercamos para comprender su mentalidad, su cultura, sus tradiciones, y hacerlas, en cierto modo, nuestras; para entender de verdad lo que necesitan y saber acoger esos valores que Dios ha depositado en el corazón de cada persona. En una palabra: vivir por quien tenemos al lado.

CHIARA LUBICH – Parola di Vita Agosto 2006



SER INSTRUMENTO DE LA MISERICORDIA DE DIOS

Todos somos llamados a ser mediadores entre Dios y los hermanos, porque estamos llamados a ser otros Cristo. Mediador, no en el sentido semántico de la palabra, sino en el sentido de ser canales de la misericordia de Dios para todos.
Cada persona debe sentir, a través de nosotros, que Dios la ama inmensamente, que perdona todas sus faltas y la acoge como un Padre.
Jesús en su vida terrena demostró con hechos la misericordia infinita de Dios. Él amó a todos: enfermos, pecadores, pobres y ricos, huérfanos, viudas... Y todos experimentaban un cambio en sus vidas.
          Jesús asumió poco a poco sobre Sí nuestras faltas y transfirió para nosotros su justicia. Terminó con su abandono sobre la cruz, cuando realizó el rescate final y definitivo de cada persona que creyó y cree en su infinita misericordia.
          Nos dejó como legado: ser instrumentos de esa Misericordia para cada persona que pase a nuestro lado.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO



SER UN DON PARA EL OTRO

Nada es pequeño si se hace por amor. ¿Sabes lo que hay que hacer cuando hemos amado hasta el extremo? ¡Seguir amando!
No se recuerda que los primeros cristianos tuvieran éxtasis, sino más bien que se amaban entre ellos: habían acogido, en toda su vitalidad, el testamento de Jesús.
Quien está a mi lado ha sido creado como don para mí y yo he sido creada como un don para el que está a mi lado. En la tierra, todo está en relación de amor con todo, cada cosa con cada cosa. Pero es necesario ser el Amor para encontrar el hilo de oro entre los seres.

CHIARA LUBICH, La doctrina espiritual, Madrid 2007, Ed. Ciudad Nueva, p. 135


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