miércoles, 30 de noviembre de 2016

HACER TODO ENTRE LOS DOS: DIOS Y YO

VIDA DE LA PALABRA                    últimas semanas de NOVIEMBRE

Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la vida diaria la Palabra de vida de noviembre, («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13) y la de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2):

1.-        Para lo que te cuento ahora me ha venido muy bien la Palabra de Vida, tanto de octubre (“…perdonar…”), como la de noviembre (“todo lo puedo en Aquel que me conforta”). ¡Ambas a la vez! Y como premisa antes de leer, si te viene la tentación de que se “encienda la sangre”, ya sabes: no juzgar a nada ni a nadie, no prejuzgar, perdonar… misericordia.
            A primeros de mes, sin avisos previos, una carta: ¡han embargado la cuenta bancaria de José! No entiendo los términos, pero aparece el nombre de una persona que en el pasado trabajó con nosotros entre otras cosas cuidándolo a él. Esos días eran los de más ocupaciones y no tengo tiempo ni de pensar: ¡y hay que sacarlo de donde sea para intentar poner remedio! Aparto de mi mente “juicios” que me quieren venir hacia esa persona y hacia las instituciones emisoras del comunicado.
Le pregunto a una catequista que tiene una gestoría y después de averiguaciones y viajes a Madrid, logra averiguar algo: aquella persona, varios años atrás había tenido muchas y cuantiosas multas impagadas, con lo cual el Ayuntamiento de Madrid, se enteró en febrero del año pasado que trabajaba para José (a esa persona la teníamos bien contratada, con la seguridad social, etc., etc.) y para cobrarse, le embarga la cuenta al pobre José (que tiene ahí escasamente su pensión, con la cual ahora paga la Residencia de sacerdotes mayores donde está desde hace justo un año ya).
            Estando yo con Pedro, otro sacerdote de nuestro focolar, de pronto le llega de la entidad bancaria un aviso de cobro en su cuenta del coste de la Residencia de José: ahí me vino tentación de prejuicio hacia ese banco. Una cantidad que le podía dejar “temblando” sus escasos ahorros. Yo pensé, que como él es titular también de la cuenta de José, (yo solo soy “firma autorizada”; es más, no tengo ninguna cuenta personal), se lo cobraban a él. Esto último fue solo una falsa alarma: por primera vez en los 20 ó 30 años que tienen conjunta la cuenta, se les ocurre mandarle aviso también a él, ¡y precisamente en esos días! Menos mal que traté de evitar prejuicios.
            Al final, busqué papeles y documentos (un verdadero jaleo habiendo tenido el traslado por medio este verano) y la catequista elaboró un recurso con el cual creo que todo se solucionará.

2.-        Algunos días se junta mucha tarea entre parroquia, hospital, personas que quieren consultar o confesar y, ocasionalmente, Centro Mariápolis. Días antes de uno de los fines de semana que me quedaba solo, hablando por teléfono con un sacerdote de mi focolar, yo le expresaba mi inquietud. Y me contesta: “¿pero no nos has contando tantas veces que el Señor “lleva tu agenda” y todo te lo organiza bien “ni un minuto antes, pero tampoco uno después”, como sueles decir?”. Era verdad: ¡cuántas! Y hubiera caído en la cuenta horas después. Pero hasta el Señor me ponía a este hermano que me lo recordara antes.
Cuando días después se presentó ocasión similar, con el agravante de varias llamadas al móvil 24 h de atención del hospital, (¡hubiera tenido yo que estar en varias cosas a la vez!): “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”. Estuve tranquilo y, ¡efectivamente!, cada cosa se iba reajustando y pude atender bien a todo el mundo en unos sitios y otros.

3.-        Doy la comunión a una recién operada y me dice: “¿usted es de los de Chiara Lubich?”.
Sí…, ¿por…?”, balbuceo sin salir de mi asombro.
Le oí mencionarla en una homilía en la parroquia. Yo fui monja hace años y nos predicaba un sacerdote que hablaba muy bien y nos contaba sobre ella”.
“¿Ah, sí? ¿Y de qué orden eras?".
Al decírmelo ella, me llené de alegría y añado: “pues… fíjate que a lo mejor incluso era yo mismo, pues esa congregación antes me llamaba muy a menudo en los distintos sitios para que fuera a darles retiros”.
Total que… hablando, hablando… ¡sí que era yo! Y añade ella: “ya decía yo que su cara me quería sonar cuando lo veía en la parroquia; después de aquello, la Madre Maestra de novicias, nos leía todos los meses la Palabra de Vida a todas y nos invitaba a ponerla en práctica. Después busqué cómo seguir recibiendo esas hojas, pero no lo logré”.
Pues déjame tu correo y ahora, después de 22 años, te la mando yo”, concluí.
Salí con el corazón lleno de gozo de ver lo que Dios trabaja y graba en el corazón de las personas valiéndose de pequeñeces.



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de noviembre, («Todo lo puedo en Aquel que me conforta», Flp 4, 13), la de octubre («Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados», Si 28, 2) y la de septiembre («Todo es vuestro; y vosotros de Cristo y Cristo de Dios», 1 Co 3, 22-23):

1.-        “Dios te pague, Paco por tu fidelidad con Dios y con los hermanos. Siento lo que dices de tu madre y rezo por lo mejor.
Mi vida de jubilada no tiene horarios que te obligan... Pero hay servicios y actitudes que ponen el amor en movimiento: desde que empiezo el día quiero servir con amor y se me presentan infinidad de ocasiones tanto dentro como fuera de casa.
Si voy a la cocina y observo que faltan cucharillas del café, friego para que se las encuentren o los vasos o poner otro cartón de leche…
Al ir a misa me encuentro gente a la ida y vuelta y me propongo saludar con amabilidad y alegría... Y la gente responde. No manifiesto prisa y acompaño a una persona que lo necesita o escucho a otra...
En el WhatsApp contesto siempre a las personas que considero más débiles o necesitadas con palabras de aliento... O llamo por teléfono para interesarme por la salud... Y prometo rezar y lo hago por muchas intenciones.
Experimento que, cuando he dado de mi tiempo, Dios me suple en otras cosas que pensaba hacer y no he podido. Pensaba en la canción del Gen Rosso que decía 'todo es un juego de amor... '. ¡Qué gozo pensar que tengo oportunidad de amar y servir a muchos hermanos…!

2.-        “estos días he tenido una experiencia curiosa: estaba desanimada; mucho, la verdad: de esas situaciones en las que uno nota que toca fondo y la primera reacción que tiene es abandonar, querer dejarlo todo.
Sin embargo, aunque era tentador, no quería dejarme vencer por el desánimo, así que me propuse hacer justo lo contrario: si no tenía ganas de rezar, en vez de dejarlo, rezar el doble. Si no me apetecía leer, poner más atención en lo que leía, aunque sintiera que nada de lo leído me aportaba nada. Si me costaba centrarme en el trabajo, trabajar aún más. Si no tenía ganas, ni estaba motivada a pensar en el adviento, hacerlo igualmente.
No, nada de lo que, hasta ahora hacía con ilusión me apetecía en esos momentos. Lo veía todo lejano y ajeno a mí.
Sin embargo, hoy al levantarme, tenía la sensación de que entre todas esas cenizas una llamita surgía. Débil, ciertamente, pero daba la suficiente luz como para recobrar el ánimo y la ilusión

3.-        “… soy ciega. Profesora de adultos que pierden la vista a partir de los 18 años; les enseño a leer y escribir en braille y a muchas cosas útiles cotidianas, por ejemplo, a jugar a las cartas, a hacer sudokus, si es que jugaban y creen que por no ver ya no podrán jamás. Su satisfacción es tal que vuelven un poco a vivir. Me encuentro a estas personas en el peor momento de su vida. Casi inmediatamente, cuando no se han liberado del miedo, de los prejuicios y del "no puedo”, les digo que la trampa más grande que tiene la calle es quedarse en casa y, que lo peor de la ceguera no es en sí la pérdida de visión, sino la dependencia que conlleva, por eso mi afán en hacerles lo menos dependientes que puedan. Y les enseño todo lo que sé y creo que les ayuda. Yo soy ciega desde los 7 años. Mis recuerdos son los de un niño, pero tengo muchos muy claros: el cielo, su color, el sol, la luna, el mar, las piedras, las hormigas, mis pinturas y la M de: María de los Ángeles, ¡tan elegante! También recuerdo los colores de la bandera española, que presidía la clase.
…uno de mis alumnos que hoy tiene 91 años… vino a mi clase hace 5 años, … con todo el interés de un hombre inteligente que ha de seguir adelante. A todo su interés por aprender, se unió el mío para enseñarle todo lo que yo creo que debe saber del braille… aprendió rápidamente: se desmonta con él, el mito de que las personas mayores no pueden aprender... Pero este hombre traía una historia. Desde hace 21 años, cuida a su mujer que está totalmente impedida en una cama: no habla, no parece que reciba las caricias y los mimos, aunque él no deja de hacérselas. Por un ictus, perdió toda capacidad de comunicación. Él la lava, le da de comer, le pone al aire para que se le curen las escaras y habla, habla mucho con ella. Le pone música y por la noche, sí, cada noche la cambia de postura, habla con ella. Su mimo, su entrega, su tono de voz, es algo que no puedo transmitir. Me emociona y me hace creer en la bondad y el amor. Dice: "que no muera yo antes que ella”… Tiene un aspecto magnífico: siempre limpia, con una piel sana y tersa a sus 90 años. Si algo hay que represente el amor, la entrega y la generosidad, reside en este hombre



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1 comentario:

  1. Desde luego, Dios nos ayuda y nos habla siempre cuando lo necesitamos, a través de lo que sea. Hoy he leído la Palabra de Vida y estas experiencias y dos de ellas parecían haber sido escritas específicamente para mí.
    Gracias, Señor, y gracias a todos vosotros.
    Un abrazo a todos, aunque no os conozca, pero eso no impide estar unidos.

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