1.- Me ofrecí para recoger a un conocido a las 21:45 en el aeropuerto, (aunque
no me gusta conducir de noche y menos con lluvia). Para empezar, el avión
despegó tarde y no aterrizó hasta las 23:15. Aproveché el tiempo en casa para
hacer algunas llamadas a gente que, si no es a esas horas, no los localizo:
verdaderamente (le decía yo al Señor), “en Ti está la fuente viva”, porque me
sentía lleno de alegría en las conversaciones sin prisas (y esperando amar a
otro prójimo luego yendo a recogerlo).
Cuando llegué al aparcamiento de Barajas, todavía tardaron más de una hora
en salir las maletas. Traté de no impacientarme (además, se me estaba acabando
la batería del móvil) y cuando nos llamábamos de no mostrar malestar para que
no se sintiera mal: era
el modo de decirle a Dios “en Ti está la fuente viva”.
Recé, además, ampliamente el rosario. Como me estaba quedando helado esperando
en el coche, salí con el paraguas a pasear. Cuando le dan las maletas, el
problema, (aparte de… ¡reconocernos!, puesto que sólo lo vi en la Mariápolis
hace año y medio), fue encontrar una puerta abierta en el aeropuerto: nos
veíamos a través de las amplias vidrieras, pero todas estaban cerradas (desde
las 23:00) y nadie a quien preguntar. Ya, por fin, a la 1:30 logró salir y a
pesar del sueño que tenía yo, me mostré alegre para que no se preocupara.
Al llegar a casa sospeché que él no habría cenado, así que le preparé algo.
En fin, a las 2 y algo logré irme a la cama (que no dormir inmediatamente por
tanto trasiego). A las 6:20, como todos los días, sonó mi despertador: estaba
contento, aunque temí pasar el día cansado y apagado, pero no, (¡“en Ti está la
fuente viva”!). Algo de “bajón” sí que tuve los 2 días posteriores, pero la PdV
me ayudaba a dialogar con el Señor y así disimularlo.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de practicar la Palabra de Vida de noviembre («En Ti está la fuente viva»,
Sal 36, 10) y la de octubre («Yo
soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no
tendrá sed jamás», Jn 6, 35):
1.- “…gracias, Paco, por tus "Palabras de vida". No sé si eres
consciente del bien que suponen esos "recordatorios". En el diario
vivir, unas veces uno está pleno de fuerzas, pero otras se está cansado, de
vivir, de pensar, de luchar y de rezar... Y entonces me ha llegado la Palabra:
en TI está la
Fuente viva, el encuentro con Él en lo profundo, el recordar:
"Él en mí y yo en Él"... Y he sentido de nuevo el brotar del
manantial que surge de mi interior más profundo…”
2.- “…gracias por todo. Pedí mucho por la Asamblea: lo importante es que estaba
el Espíritu Santo.
Hace unos días quedo con una madre y su
hija, pues tenía que hacerles de “taxista”. Les cuento que he visto a una
persona, me ha preguntado de qué pueblo es tu hermano; ella me dice: “te lo habrá
preguntado por si le he mentido”. Le digo: “no creo, no hay que pensar mal”. Ella
empezó a divagar y le contesto: “no te lleves mal rato, piensa positivo”. Ella me
dice: “tú que sabes”, y me llamó de todo menos bonita, (y a su hija
también, porque me daba la razón).
Llegamos al supermercado y nos dice: “buscaos
la vida”. A las dos nos quedó mal cuerpo, (yo me decía un “por Ti, Señor”), y
me acordaba de Chiara: “calla y pon un poco de Paz”. Me callé y se fue. Cuando
terminamos, la esperamos. Las llevé a cada una a su casa. Ella nos dijo: “¡ala,
iros a paseo!”. Con la hija traté de hablar un rato; le dije: “todos tenemos un
mal día; déjala que se la pase”.
Al día siguiente la llamó y le colgó el
teléfono. Yo le dije: “la llamaré mañana”. Pero en mi interior no estaba bien,
porque me decía: “esto no es el Evangelio: no puedo ir al altar si no me reconcilio
con el hermano”. Al día siguiente me fui a misa y le pedí al Señor que me
ayudara para que me inspirara las palabras adecuadas, porque hay que saber: ella
es muy buena, pero si el día no lo tiene bueno… (pero eso nos pasa a
muchos). Salgo de misa y la llamo. Me contesta bien. La invito a salir y tomarnos
un café. En el café me dice: “dame un beso, pues creo que me pasé el otro día”.
“No importa: todos tenemos malos días”. Todas contentas. Yo sigo fiándome de
Jesús…”
3.- “…gracias, muchas gracias... no contesto por falta de tiempo. En estos días
en los que, como todos los años, repito la experiencia de ir a un trabajo al
lado de compañeros
enfrentados y especialmente viviendo la experiencia de tener
que trabajar en estrecha relación con uno de ellos que lleva años quemándome y
haciendo mi trabajo realmente difícil.......... mi único sustento y alivio es
la palabra de Dios. Por ello... gracias, ahora entenderás que me vienen más que
bien tus mensajes…”
4.- “…llevo algún tiempo sin contestarte a tus mensajes y eso no quiere
decir que no los siga y aprecie en su contenido, que muchas veces parecen
casualmente coincidir con las necesidades que uno tiene en cada momento
…desde mediados de agosto no estoy bien y los médicos… no lograban
acertar con lo que me pasaba…, hasta que… hay que cambiarme el marcapasos por
otro más complejo y parece ser que eso coadyuvará a solucionar en gran parte
los problemas. El miércoles que viene, si Dios quiere, iré otra vez para allá a
fin de que lo puedan implantar.
Todo este
contratiempo me ha servido entre otras cosas, por una serie de
circunstancias, para leer varias veces la poesía de Stª Teresa en la que
pregunta "¿qué
queréis hacer de mí?" y, sin despreciar ni uno solo de
los versos que la componen, me ha impactado mucho (y no por ser desconocido)
el que diciendo "dadme muerte o, dadme vida, salud o enfermedad... que
a todo digo que sí ¿Qué queréis hacer de mí?” ¡Cómo me gustaría
poder llegar a esa entrega total y sin condiciones!
Ten por
seguro que recé para que fuera fructífero el viaje a Roma…”
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